El conflicto de las facultades
Sublevaciones

Por Diego Conno

A los estudiantes

¿Por qué los hombres y mujeres se sublevan? ¿Cuánta fuerza hay contenida en un cuerpo? ¿Y en una mente? ¿Por qué luchamos? Desde el origen de los tiempos las sociedades humanas se han levantado contra toda forma de opresión, de dominio y de explotación.

Desobedecer al poder no es una opción cuando lo que está en juego es la vida. La desobediencia civil es un acto de ciudadanía cuando se ponen en juego las distintas formas de lo común. Un acto político, pero también ético y estético: una forma de ser y estar en el mundo con otros.  Una recomposición de los modos en que los cuerpos aparecen en el espacio público. Una transformación de sí y de los otros.

Todo cuerpo es un cuerpo político. Yo, tu, él, nosotros, todos somos seres políticos. Seres que necesitamos de los otros para vivir. Seres que hablamos, pensamos y actuamos siempre con otros sobre cómo queremos vivir.

¿Cómo no defenderse frente a un Poder que nos ataca? ¿Cómo no resistir ante a un gobierno que nos desprecia? ¿Cómo no luchar cuando nuestras vidas están en riesgo?

En tiempos de oscuridad la sublevación puede ser un acto de enorme magnitud que requiere de profunda imaginación política. Una estrategia de los de abajo contra quiénes destruyen a cada paso las vidas populares. Porque todas las vidas valen, porque todas las vidas cuentan.

Las sublevaciones pertenecen a la historia, pero el tiempo las reclama.

Porque un cuerpo que lucha es un cuerpo que piensa. Llama de la verdadera libertad que está presente en todas y todos, que por momentos parece desvanecerse pero que jamás se apaga.

Vivimos épocas de pasiones tristes. Nos quieren tristes porque nos quieren solos, no quieren solos porque nos quieren impotentes. Por eso nuestra lucha tiene que ser con alegría. Con la alegría de saber que unidos y organizados podemos más. Porque la organización es el poder de los sin poder. Es el poder de los muchos. De los de abajo. Nuestra potencia plebeya. Democracia salvaje. Comunidad organizada.

Luchamos para defender los derechos que tenemos: a la salud, al trabajo, a una vivienda digna, a la educación y a la libertad de expresión, a la identidad y a la comunicación, a la memoria, la verdad y la justicia; pero también luchamos para conquistar otros nuevos: a la tierra, al ambiente, a la ciudad y a una vida justa. A hablar y amar y a gozar y a desear como queramos.

Luchamos por el derecho a tener derechos. Luchamos por la democratización de la democracia. Democracia en todos los lugares que habitamos: en la calle y en la plaza, en la escuela y en el barrio, en la oficina y en la fábrica, en la casa y en la cama, en la sociedad, en la economía y en el Estado. Porque la democracia no es solo un régimen político. La democracia es una forma de vida. Es la vida política de los iguales. Nuestra patria sublevada.

Porque donde hay una necesidad nace un derecho. Y porque sin justicia social no hay libertad, ni república ni democracia. Ni felicidad para el pueblo.

“No sabemos lo que puede un cuerpo”, dejó escrito Spinoza, en una de las páginas más bellas y enigmáticas de la historia de la filosofía. Pero sabemos de la potencia infinita de los cuerpos en su encuentro con otros. En sus modos de dialogar y de organizarse. En sus prácticas de cuidado. En sus formas de movilización política. Cuerpo colectivo. Cuerpo plebeyo. Cuerpo utópico.

Somos hijos de las Madres de Plaza de Mayo. Esa es nuestra ascendencia política. Marca imborrable de la memoria colectiva que nadie jamás podrá volver a hacer desaparecer.

Nuestra utopía no está en el futuro, ni es melancolía de un pasado ya sido. Acaso la mera posibilidad de volver a pronunciar esa palabra –utopía-, tan cara y tan esquiva a nuestras lenguas y tradiciones emancipatorias, libertarias y populares, resida en las luchas que podamos dar hoy para transformar el presente en un lugar habitable para todas y todos.

 


Diego Conno es politólogo. Profesor de teoría y filosofía política en la Universidad Nacional de José C. Paz, la Universidad Nacional Arturo Jauretche y la Universidad de Buenos Aires. Fue director de la Carrera de Ciencias Política de la Universidad Nacional Madres de Plaza de Mayo. Es coordinador de la Diplomatura en Artes y Humanidades de América Latina de la UNAJ y uno de los directores de la Revista Bordes de la UNPAZ.

 


Foto de portada: Luis Iramain

 

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