Dia Nacional del Psicólogo y Psicóloga
Imaginarios de futuro frente al tánatos epocal

Por Jazmín Steuer

Hoy se conmemora el Día Nacional del Psicólogo y la Psicóloga en la Argentina. En esta nota, Jazmín Steuer, psicoanalista y directora de la licenciatura en Psicología de la UNCAUS, retoma esta efeméride para reflexionar sobre los desafíos que atraviesa el campo de la salud mental en la actualidad, y las condiciones que posibilitan habitar otros modos de vida en común.

 

Durante el mes de octubre acontecen dos fechas importantes para el campo de la salud mental. El 10 de octubre tiene lugar el Día Mundial de la Salud Mental, promovida desde 1992 por la Federación Mundial de Salud Mental para concientizar a la población sobre los problemas de salud mental. Mientras que el 13 de octubre, en Argentina, se conmemora el Día Nacional del Psicólogo y Psicóloga, en alusión al primer Encuentro Nacional de Psicólogos y Estudiantes de Psicología que se realizó en la Provincia de Córdoba en el año 1974, organizado por la Confederación de Psicólogos de la República Argentina (CoPRA), precursora de la actual Federación de Psicólogos de la República Argentina (FEPRA).

Fechas cercanas que entrelazan el campo de la salud mental, vasto y rico en nuestro país, con una historia caracterizada por su ética, y su permanencia en un presente como terreno de construcción y afirmación de un proyecto duradero.

Desde este campo vemos proliferar en la actualidad los cuadros de angustia, ansiedad, ataques de pánico, enfermedades psicosomáticas que emergen como descargas afectivas ante la dificultad de elaboración psíquica. Al tiempo que la individualidad se hace marca de época y la ley social pierde su fuerza, llamando a la sanción por mano propia: cancelaciones, condenas sociales, etc., horadando las posibilidades de reflexionar sobre las condiciones para vivir juntos en las diferencias.

En el texto “El malestar en la cultura”, Freud refiere, a propósito de los fundamentos de la vida en común, que la convivencia de los seres humanos tuvo un doble resorte: la compulsión al trabajo –creada por el apremio exterior–, y el poder del amor –al humano no pudo serle indiferente que otro trabajara con él o contra él–; el otro adquirió el valor de colaborador. Eros y Ananké, amor y trabajo, se convirtieron en los generadores de la cultura. Tiempo después dirá Lacan sobre el amor, que es dar lo que no se tiene a quien no lo es. Dar y recibir. Exigencia de trabajo sobre el narcisismo. El amor no es sólo una experiencia, es la condición para que exista un sujeto, que no es sin un alter. Sujeto social. Condición ineludible.

Hoy se torna necesaria tal aclaración; corren tiempos donde el simulacro cobra tal alcance que se cree en la posibilidad de que el chat GPT o cualquier IA pueda amar (u odiar), distrayéndonos de lo irreductible de lo humano –sus pasiones –, y del destino de los simulacros: la desarticulación con la realidad, el aflojamiento del lazo social, la emocionalidad sin mediatización simbólica –la crispación–, la instalación de la paranoia y la depresión. El ejercicio de lo mortífero.

El campo de la salud mental acciona desde sus basamentos dando lugar al reconocimiento de las diferencias. Trabaja con las fragilidades, los sufrimientos, en el intento de hacer de los abismos y los precipicios, lugares con menos alturas y más llanuras. Habilita experienciarse, subjetivarse, pensar, pensarse, pensar con otros; la posibilidad de narrar, de legar, de ser legado, constituir potencias afirmativas del deseo, del existir.

En la época actual que impone habitar en una dimensión sin origen, ni horizonte, el campo de la salud mental propone construir la dimensión histórica, donde sólo allí hay posibilidad de un imaginario de futuro.

En un mundo que consigna que se puede tener todo, al tiempo que desmiente la destrucción de las condiciones materiales de vida que hacen posible tener –algo –, se instala una relación hostil con la realidad, reeditándose fantasías infantiles en clave persecutoria: “si no se puede todo es porque el otro no da lo que tiene”. El campo de la salud mental viene a desarticular la paranoia, que es precisamente la imposibilidad de ver al otro como un prójimo.

En el empuje a la desregulación pulsional –se puede decir cualquier cosa–; el campo de la salud mental viene a recordar que el “cualquier cosa”, es la pulsión de muerte operando.

De este modo, podemos comprender por qué en determinados momentos históricos a este campo se lo hostiliza, se lo hostiga. Desde la prohibición del ejercicio profesional (auxiliares de la psiquiatría) de 1967 a 1985 al vaciamiento de servicios y centros de salud mental; en la lucha por la autonomía profesional y en el derecho a la atención abreva el latir de la historia de la Salud Mental en Argentina.

En la actualidad, este campo tiene el desafío de responder a la vertiginosidad de la época, al incremento de la pulsión de muerte como acción desligadora. Vertiginosidad que contribuye al desinterés por los asuntos públicos; no sólo por la exacerbación del individualismo, sino por la sustracción de la temporalidad que requiere toda construcción de lazo social.

Y si hablamos de amor y trabajo como fundantes de la cultura, se pone a jugar un gran concepto de la clínica: la castración simbólica –el “no se puede todo”, que abre la posibilidad a la sublimación de llevarse a cabo. Castración simbólica y socialización del psiquismo son prácticamente sinónimos; es decir, todos los topes que se le va poniendo a la pulsión para encauzarla en términos de permitir la vida en común y que propician la función de ligadura necesaria para la constitución de un yo y de un cuerpo social.

Por ello, el campo de la salud mental no es un terreno técnico de recetas, es un campo ético que posibilita la existencia de lo humano, desde lo humano, no su simulacro.

Lo acontecimental del amor es anoticiarse del otro; la ruptura del solipsismo, donde la crueldad no tiene margen de maniobra. Ese acontecimiento es el motor del campo de la salud mental. Este día celebramos sus modulaciones en la historia, su vigencia y la fuerza de una malla donde los aspectos amorosos, ligadores, y sus potencias concomitantes, serán los que posibiliten contener y transformar los efectos del tánatos epocal.

 

 


Jazmín Steuer es Psicoanalista, Especialista en Psicología Clínica. Investiga sobre adolescencias y juventudes. Actualmente dirige la licenciatura en Psicología en la Universidad Nacional del Chaco Austral.

 

 


Foto de portada: Barbara Ohanian

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