Por Lorena Putero
La economista y docente Lorena Putero analiza los efectos de la medida del gobierno para bajar los precios de los alimentos: abrir la importación para que haya más ofertantes. ¿Es una democratización de la economía? ¿Quiénes ganan y quiénes pierden? ¿Qué consecuencias genera en el largo plazo? Los números muestran el comportamiento no especulativo de los espacios de comercialización de la economía solidaria pero, sin embargo, no son tenidos en cuenta.
¿Sirve abrir la economía en mercados concentrados?
Ante el fuerte aumento de precios de los alimentos en los últimos meses, la respuesta del Gobierno nacional fue la apertura de la importación de productos alimenticios, bebidas, productos de limpieza, cuidado e higiene personal. La medida tiene como objetivo bajar los precios a través del aumento de los ofertantes de dichos productos.
Esta solución, tradicionalmente propuesta por las escuelas liberales de economía, funciona ante un mercado de competencia perfecta donde el mercado se autoregula. En esta estructura de mercado existen muchos vendedores y muchos compradores en igualdad de condiciones, con libertad de entrada y salida del sector (no tiene coste ingresar a ese mercado) y todos cuentan con completa información[1]. Así, el mercado irá autoregulando el precio a través de la oferta y la demanda. Por ejemplo, si aumenta demasiado el precio de la carne, muchos individuos estarán dispuestos a comenzar a producir carne (por el incentivo a ganar una renta extraordinaria). A la vez, otros dejarán de consumirla (por considerarla demasiado cara). Esta modificación en la producción nos llevará a un nuevo precio de equilibrio (más bajo que el de partida), con una nueva cantidad de oferta y demanda a un nuevo precio fijado por el mercado sin ningún tipo de regulación por parte del Estado.
Este nuevo precio de equilibrio es el más eficiente para la sociedad, ya que los productores lo hacen al menor coste y el bien se distribuye entre los consumidores que le conceden mayor valor al bien[2]. La entrada de nuevos productores, en el caso de la medida planteada por el Gobierno, se reemplaza por la importación de productos. Para incentivar dicha operatoria el Gobierno suspendió por el plazo de 120 días, el cobro de la percepción de IVA adicional e Impuesto a las Ganancias a las importaciones de estos productos y de los medicamentos.
La pregunta sobre la que queremos reflexionar es ¿qué pasa si los mercados no funcionan en competencia perfecta e imponemos medidas como si lo hicieran? Podemos comenzar a responderla analizando algunos datos sobre el mercado argentino en los rubros de alimentos, bebidas y productos de limpieza. El sector supermercadista concentra el 42% de las ventas de productos de consumo masivo. En estos, “el 74% de la facturación en góndolas corresponde a tan sólo 20 empresas. Las primeras diez representan el 46% de la facturación en góndolas y son:* Unilever (9%), Mastellones (8), Coca Cola (5), Sancor (5), Danone (5), Molinos Río de la Plata (4), Procter & Gamble (3), Cervecería Quilmes (3), PepsiCo (2) y Arcor (2)”[3].
En un mercado tan concentrado como este podemos decir que el supuesto de muchos productores queda truncado. Estos mercados funcionan como oligopolios y/u oligopsonios donde un grupo pequeño de productores pierde el incentivo a la baja de precios por su poder en el mercado. Un productor de carne sabe que no cualquiera puede comenzar a producir en este mercado de un día para el otro en ninguna de sus fases. Hay sectores que por el nivel tecnológico, la escala y/o el nivel de inversión inicial no son de fácil ingreso. Esto quiere decir que no habrá un efecto en el aumento de la oferta a través de la incorporación de nuevos productores en el corto plazo. Cabe destacar que en el caso concreto de Argentina algunas de estas empresas son multinacionales. Es decir, las medidas de libre importación pueden no incorporar nuevos competidores porque quienes hoy producen los bienes que se podrán importar son líderes mundiales como es el caso de Unilever, por lo cual solo van a modificar su forma, estructura de producción, viendo en las nuevas medidas la posibilidad de traer insumos del exterior y/o el producto terminado, reconvirtiéndose solo en importadores.
Riesgos de importar alimentos: caída de la producción y aumento de la dependencia de los dólares
Puede ser necesario en determinadas circunstancias importar alimentos. Se deben tener en claro dos riesgos que se corren con esta medida: los efectos sobre la producción interna y el aumento de la necesidad de dólares –generalmente escasos en Argentina–, para acceder a nuestra alimentación.
El primer riesgo consiste en perjudicar las condiciones de producción del bien en el mercado nacional. La importación de un producto por condiciones coyunturales puede dañar la capacidad del país para producir dichos alimentos. Destruir la producción de un bien conlleva a un problema de largo plazo porque se pierden los circuitos productivos, los trabajadores capacitados para la tarea y con ellos los conocimientos asociados a esta. Incluso pueden no bajar los precios por una lectura errada del origen del problema inflacionario. Por ejemplo, si la inflación es inercial –como han planteado varios economistas heterodoxos[4] – donde el aumento de precios se debe a que la sociedad ha incorporado a su vida cotidiana los aumentos del pasado a través de contratos indexados y/o actualizaciones de precios que se dan en base a lo que paso el mes anterior sin constatar aumentos presentes. Pongamos el caso de un supermercado que aumenta antes de recibir los nuevos precios para asegurarse poder reponer sus mercancías sin pérdida de rentabilidad. Por lo expuesto, la inflación puede continuar, pero ahora con una caída de la producción nacional y el consecuente efecto sobre nivel de empleo y crecimiento de la economía en su conjunto.
Cuando un país importa sus alimentos pone en riego la capacidad de producirlos y queda a merced del mercado mundial. Un ejemplo terrible en la historia contemporánea es el caso de Haití. Este país que se encuentra entre los más pobres del mundo es uno de los principales compradores de arroz a Estados Unidos. Esto no siempre fue así. La situación se debe a una medida tomada en 1995. Los aranceles a las importaciones de arroz fueron reducidos de un 50% a un 3%, abriendo la puerta al arroz barato (de productores subsidiados) de los Estados Unidos. Esta reducción logró una mejora, momentánea, en el precio del arroz que benefició a una parte de la población haitiana, las urbanas. Pero perjudicó a las rurales que quedaron sin trabajo. Y, además, empeoró la situación del país: aumentó el desempleo y los campesinos sin tierra migraron a las ciudades, lo que provocó un aumento de la pobreza en estos lugares. De esta manera, Haití paso a necesitar divisas para conseguir un alimento tan básico como el arroz.
El resultado fue tan calamitoso que el responsable de esta medida, el ex presidente estadounidense Bill Clinton pidió disculpas públicas por las consecuencias de esta decisión para la producción local. Hoy Haití no puede recuperar esa capacidad porque los trabajadores ya migraron a la ciudad, los campos se arruinaron y no puede armar una estrategia de producción local, ya que sus esfuerzos están puestos en acceder a las divisas para conseguir alimento. Este ejemplo nos demuestra que la soberanía alimentaria es una estrategia de supervivencia básica.
La experiencia de Haití nos da pie al segundo problema que puede ocasionar la importación de alimentos: el aumento de la dependencia de la alimentación nacional del acceso a divisas.
La medida del Gobierno, de importación indiscriminada de alimentos, pone en riesgo diversas producciones nacionales y nos obliga a usar divisas para bienes que se pueden producir en Argentina, en pesos y generando puestos de trabajo.
Y como ya fue dicho: “De acuerdo a estadísticas del año 2016, el 74% de la facturación en sus góndolas corresponden a tan sólo 20 empresas, que pertenecen a los rubros de alimentos, bebidas e higiene personal. Las primeras diez representan el 46% de la facturación en góndolas y son: * Unilever (9%), Mastellones (8), Coca Cola (5), Sancor (5), Danone (5), Molinos Río de la Plata (4), Procter & Gamble (3), Cervecería Quilmes (3), PepsiCo (2) y Arcor (2)”[5]. No se trata de incorporación de competidores sino de cambio en el comportamiento de estas empresas que pueden perjudicar a productores locales.
Este efecto ya se puede observar en el sector de la yerba, con un escaso impacto sobre el precio al consumidor. Los primeros registros desde la apertura de las importaciones es que en “los tres primeros meses de 2024 llegaron 3,83 millones de kilos, casi un 30% superior a lo registrado entre enero y marzo de 2020, año que fue histórico en compras al exterior”. Dicho dato no habla de yerba empaquetada sino de yerba canchada, es decir lo que los productores de Misiones y Corrientes le venden a las grandes cinco empresas que manejan el mercado local de la yerba –las Marías, Molinos Río de la Plata, Kruguer, Cooperativa y Hreñuk –que concentran el 80% de las ventas minoritarias.[6] La medida actual no modificó de manera relevante el precio de la yerba a los consumidores, pero sí fortaleció la posición dominante de las cinco grandes empresas a la hora de negociar el precio de la hoja de yerba con los productores. Esto se puede observar en la caída de las importaciones de yerba para abril de 2024 consecuencia de que ya no es rentable importarla. Cuando comenzó la libre importación el precio del kilo de yerba canchada era de $1.450; en abril el precio cayó a $1.100 por kilo con pagos a 90 días, según relatan los productores[7]. La caída se debe a que ante la necesidad de vender, los productores lo harán a cualquier precio y los acopiadores podrán aprovechar esa situación aumentando su rentabilidad. El resultado de esta caída del 24% no se tradujo en una caída del mismo porcentaje en góndola pero sí en la posibilidad de que muchos productores no puedan continuar en el rubro y pasen a abandonar sus producciones, sus pueblos y vayan a engrosar las villas de grandes ciudades en busca de oportunidades laborales.
El aumento de la capacidad de las empresas de imponerse será costeado por todos los argentinos que ahora vamos a usar las escasas divisas que disponemos para pagar este insumo que se produce en pesos.
Otras opciones: Los precios y la economía social, solidaria y popular.
Ante la necesidad de modificar el funcionamiento del mercado actual para mejorar el acceso a los alimentos, distintas corrientes de pensamiento económico plantean diversas estrategias, como controles arancelarios con cuotas de importación en rubros especificos, fortalecimiento a productores en los rubros deseados, programas de precios máximos, hasta la creación de empresas productoras mixtas (público-privadas) que permitan generar oferta en el mercado. En este artículo no vamos a indagar sobre todas esas posibilidades sino sobre el aporte que puede hacer la Economía Social, Solidaria y Popular (ESSyP).
Desde hace ya unas décadas existe un sector de productores de la Economía Social, Solidaria y Popular (ESSyP). Llamamos así a un conjunto de trabajadores, que viene construyendo estrategias alternativas. En palabras del economista José Luis Coraggio, “es la economía empírica de les trabajadores, dependientes o autónomos, que viven o quieren vivir de su trabajo; es la economía de sus familias, comunidades, asociaciones, organizaciones y redes de cooperación o ayuda mutua, formales o informales”[8].
En este sector existe un grupo particular que son quienes se dedican a la comercialización de los productos. Son las comercializadoras de la ESSyP. Dentro de estas, se encuentran cooperativas de consumo, cooperativas de trabajo y asociaciones civiles. Su objetivo es generar mejores condiciones para productores y consumidores, enfrentando así un conjunto de problemáticas económicas como son la inflación, las condiciones de producción y las condiciones de vida de los productores.
Desde el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) se viene siguiendo la evolución de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) en espacios de la ESSyP con el objetivo de analizar el comportamiento de los precios del sector en el largo plazo. En dicho análisis se recolectó el precio de una serie de producto de la Canasta Básica Alimentaria durante 6 meses en espacios de la Economía Social, Solidaria y Popular (ESSyP) y los productos que no se encontraban en ellas se tomaron de comercios de cercanía, es decir, almacenes de barrios. Todos los comercios se encuentran en el radio del AMBA.
En el cuadro1 que se presenta a continuación puede verse el comportamiento de los mismos durante seis meses.
Cuadro1: Evolución de la ESSyP
El cuadro1 muestra dos datos que nos interesan: la evolución de los precios en comercios de cercanía y espacios de comercialización de la ESSyP que nosotros denominamos CBA de la ESSyP (Canasta Básica Alimentaria de la Economía Socila y Solidaria) y la diferencia con los supermercados.
El primer dato es que la CBA de la ESSyP aumenta para los últimos 6 meses a un promedio de 12%, teniendo un pico de 19% en diciembre cuando se reacomodaron los precios luego de la devaluación de noviembre de 2023 hasta llegar a una variación negativa en abril (debido a la baja de precios de los productos de temporada).
El segundo dato es ver como se achica la diferencia con los supermercados. Nuevamente podemos observar que en diciembre hay una diferencia de 28% para luego reducirse en abril a un 7%.
Ambos puntos dan cuenta de cómo se va ralentizando el aumento de precios. Esto nos permite pensar que están recuperando los aumentos del mes anterior y no especulando con los futuros aumentos. Este efecto de ralentización de la inflación, que es el buscado por el Gobierno nacional con las medidas propuestas, nada tiene que ver con la importación de productos sino con lógicas de producción del sector.
Entendemos como lógicas del sector a los objetivos que organizan sus tareas. El sector de la ESSyP tiene, al igual que los supermercados, el objetivo de maximizar su rentabilidad pero junto a este se encuentran otros como: la mejora de las condiciones de los productores y ampliar el acceso de los productos a mayor cantidad de consumidores a mejores precios.
Dicho de otra manera, las comercializadoras de la ESSyP no van importar yerba canchada, aunque sea a mejor precio, porque irían contra uno de sus objetivos que es mantener el trabajo y las condiciones de vida de los productores.
Esta multiplicidad de objetivos hace que el precio no este condicionado solo por la mayor rentabilidad y tenga resultados diferentes.
Reflexiones finales
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre la importancia de la soberanía alimentaria que, además de garantizar cientos de puestos de trabajo y el desarrollo local de varias ciudades y provincias, garantiza el acceso a alimentos vitales por parte de los argentinos como es la yerba mate. Lo antes dicho, que parece un problema social que nada tiene que ver con los precios, es un problema económico aún más profundo que la inflación.
El mercado de alimentos no se comporta en Argentina como un mercado de competencia perfecta por lo cual los riesgos de la importación de alimentos son muy altos: perdida de producción nacional del bien (que constituye pérdida de puestos de trabajo y sectores productivos) y mayor dependencia de las divisas para acceder a los alimentos. Es decir, si la política funcionara podríamos lograr bajar la inflación a costa de caída del consumo (quienes pierden el trabajo dejan de consumir) y aumento del desempleo. En este punto es importante destacar que el cambio de sector productivo que propone el liberalismo ante estas situaciones, es decir, que el productor yerbatero que ahora no vende puede empezar a ser importador en la realidad tampoco se da. Existen muchas barreras de entrada a cada rubro productivo siendo centrales los conocimientos del mismo y el capital que cada uno disponga.
Otras alternativas para aportar a solucionar el problema de los precios, como el fortalecimiento de la ESSyP, es fortalecer cadenas alternativas de productores y comercializadoras que permitan el acceso a alimentos de buena calidad pero no de marcas concentradas.
Analizando los precios en la CBA de la ESSyP, que nada tiene que ver con la importación de alimentos, podemos observar cómo se ralentiza el aumento de los precios por lo cual una estrategia para la mejora de precios es poder pensar políticas que fortalezcan la oferta y el acceso a una mayor diversidad de productos.
Lorena Putero es Licenciada en Economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), especializada en Economía Social. Coordina e investiga en el Área de Economía Popular del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (ceso) y da clases en la Universidad Nacional de José C.Paz (UNPAZ) y la Universidad Nacional de Quilmes (UNQUI). @cesoargentina
[1] Mochon Morcillo, F y Beker, V (2008). Economía. Principios y aplicaciones. México, Buenos Aires: McGraw-Hill Interamericana.
[2]Idem.
[3] Datos del Informe del Centro de Economía Política Argentina CEPA (2016) recuperado de https://www.pagina12.com.ar/330763-la-fuerte-concentracion-de-mercados-y-la-inflacion
[4] El Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz plantea desde el año 2021 el concepto de inflación inercial. https://www.ceso.com.ar/moneda-indexada-instrumento-estabilizar-precios-septiembre-2023
[5] Datos del Informe del Centro de Economía Política Argentina CEPA (2016). Recuperado de https://www.pagina12.com.ar/330763-la-fuerte-concentracion-de-mercados-y-la-inflacion
[6] Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (2017). Análisis de las condiciones de competencia en el sector yerbatero. Recuperado de https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/sector_yerbatero_argentino_1.pdf
[7] Boerr, M. (2024) Teoría Milei: la asombrosa causa detrás del giro que fue del récord al derrumbe de las importaciones de yerba mate. Recuperado de https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/teoria-milei-la-asombrosa-causa-detras-del-giro-que-fue-del-record-al-derrumbe-de-las-importaciones-nid24062024/
[8] Coraggio, J. (2020) Contribuciones de Consejeres. Serie de Documentos Nro. 1 Economía social y economía popular: Conceptos básicos. Recuperado de https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/coraggio.pdf p.11