Volver al futuro
¿Ha fracasado este proyecto humano?

Entrevista a Mónica Cragnolini por Mariana Percovich y Dolores Amat 

“¿Qué es lo que hay que decir cuando el mundo se está derrumbando?” se pregunta Mónica Cragnolini, doctora en Filosofía, profesora de Metafísica y Filosofía de la animalidad en la Universidad de Buenos Aires, e investigadora principal del Conicet. Es una de las especialistas en la obra de Nietzsche más reconocidas de la región, estudia también la filosofía postnietzscheana y sus derivas en la cuestión de la subjetividad, la alteridad y el problema animal, y no duda en recurrir a sus lecturas de niñez para encontrar el sentido a lo que acontence en nuestros días. Para Cragnolini, “lo importante al trabajar un autor desde la filosofía es indagar en lo que nos dice su obra sobre el presente” y en esta entrevista comparte con generosidad un poco de esa tarea que lleva adelante desde hace añosa lo largo de la conversación va analizando la crisis desatada por la pandemia a partir de categorías y conceptos que echan luz sobre algunos de los problemas y dilemas a los que nos enfrentamos hoy y que marcarán seguramente los tiempos que vienen.  

 

Mónica Cragnolini

 

Mariana Percovich y Dolores Amat: ¿Podrías por favor comentar brevemente tu interpretación de la pandemia como efecto del hacer del existente humano manufacturero? 

 

Mónica Cragnolini: Me interesa mucho el modo en que se vinculan los conceptos metafísicos que organizan los sistemas filosóficos de pensamiento –y también las cosmovisiones y las ideologías-, con lo que sería la ciencia, la política y los distintos ámbitos de la culturaLa idea de la metafísica manufacturera apunta a señalar el modo de ser del existente humano, que a lo largo de la historia de la metafísica occidental se ha concebido como ese modo de ser que puede “meter mano en la naturaleza”para decirlo no muy académicamenteEsta idea del humano manufacturero aluduna interpretación que hace Heidegger del modo en que la noción de arkhé, la noción de fundamento (que es la noción que organiza todo sistema de pensamiento, todo sistema científico, todo sistema ideológico), siempre ha estado vinculada con la idea de poder. De hecho, la noción de arkhé ha estado vinculada desde el nacimiento de la historia de la metafísica (es decir, desde Aristóteles), con la idea de poderaquello que se considera fundamento al mismo tiempo se vincula con la idea del mandoAsí, la figura de lo fundacional, que en nuestra sociedad patriarcal puede verse encarnada en el padre, en Dios, en la ley, es al mismo tiempo la figura que ejerce el poder 

Cuando Aristóteles interpreta la naturaleza en términos cinéticos, en términos de movimiento, considera que el modelo para pensar ese movimiento es el modelo humano del arquitecto. El arquitecto es aquel que tiene una finalidad en su mente (supongamos como ejemplo la construcción de un edificio) y opera con una cantidad de materiales para alcanzarla. Así, manipula, utiliza, organiza esos materiales, para llegar a ese telos, a ese fin, (en este caso, a la construcción del edificio). 

Ahora bien, pensado en términos de la forma en que se ubica el existente humano en relación con la naturaleza eso implica, básicamente, la idea de que consideramos que tenemos el derecho de tomar a toda la naturaleza como una suerte de material disponible para la finalidad a la cual creemos que debe tender 

Eso que se configura en la época aristotélica, y que hace evidente la vinculación entre el fundamento y la idea de mando, alcanza ribetes notables con el nacimiento de la ciencia moderna. Como sabemos, la ciencia moderna está determinada por la idea del “saber es poder” y ese poder tiene que ver con la posibilidad de calcular, sobre todo de calcular los recursos disponiblesPara poner el ejemplo siempre dado: la posibilidad de calcular hasta cuándo las minas de carbón en el Reino Unido van a seguir dando elementos para poder ser utilizadas como combustible. Ahora, esta condición que le da al existente humano el poder, el derecho (que convierte casi en ley) de meter mano en la naturaleza, supone que las otras vidas que están en el ámbito de la así llamada “naturaleza” (los animales y las plantas) y todo el orden de lo no viviente, son considerados elementos a utilizar para nuestras necesidades.  

Esa sería entonces la idea de la metafísica manufacturera. Para resumirlo, sería el derecho que nos adjudicamos de meter mano en todo y de considerar que todo lo que está ahí está disponible solamente para nosotros 

Por otra parte, esta idea del cálculo que mencionaba como propia de la filosofía moderna, ha hecho un quiebre muy importante en la segunda mitad del siglo XXa partir del momento en que se empieza a hablar del efecto invernadero, y yo creo que ahora ha hecho eclosión. Estamos frente a un colapso ambiental muy fuerte, que creo que la pandemia ha evidenciado, y que nos permite nuevamente pensar las razones por las que nos atribuimos el derecho de meter mano en todo lo que existe y en toda la naturaleza 

 

MP y DA: Hay quienes interpretan los cambios sociales propiciados por las cuarentenas, la distancia social y el aislamiento como cristalizaciones de ciertas tendencias de nuestro tiempo, que ya conducían a vidas encerradas pero abiertas a través de las pantallas, transparentes y aisladas a la vez (estamos pensando en Paul B. Preciado,1 por ejemplo) . ¿Vos también entendés estas nuevas realidades como la radicalización de tendencias ya existentes o las encontrás disruptivas? 

 

MC: Cuando comenzó la pandemia y me vi como docente en la necesidad de establecer el vínculo pedagógico de manera virtual recordé inmediatamente un libro que me fascinó cuando tenía doce años. Me refiero las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, en donde se relata una situación en la cual la vida sucede a través de las pantallas. Creo que se señalaba que había existido una gran guerra durante 20 años, alrededor del año 2000, el planeta estaba devastado y se debía ir hacia otros lugares. Eso que leí a los 12 años volvió cincuenta años después. Venían a mi mente imágenes de esa historia de ciencia ficción en la que los existentes humanos se vinculaban a través de las tele-tecnologías porque es lo que estamos viviendo y creo que lo que ha hecho la pandemia en ese sentido ha sido revelar esa forma de relación y de teletrabajo.  

Me acuerdo de un cuento de ese libro en el que había una casa vacía. Ya no había humanos pero estaban los robots cumpliendo con sus tareas. Si mal no recuerdo, ahí aparece el perro de la familia, que se había ido y perdido con la guerra. Aparece en un mundo sumamente ordenado, donde los robots siguen llevando adelante sus existencias y todo parece seguir su cursopero no hay alimento para el perro, que finalmente muereCreo que en esa imagen del perro hay mucho para pensar acerca de la vida, lo virtual sus relaciones 

Y algo muy interesante de Crónicas Marcianas –o por lo menos de la idea que me dejó a mí a los 12 años- es que de alguna manera mostraba que una forma de vivir había fracasado. Es decir que el modo de ser que se había elegido hasta el momento como forma de vida había fracasado. La tierra estaba devastada y era necesario irse al planeta Marte o a otros planetas para buscar otras formas de vida.  

Por eso, creo que sí, estas nuevas realidades ponen en evidencia tendencias ya existentes. Creo que es claramente con la revolución que significó el poner las computadoras a nivel popular, lo que hicieron Bill Gates y Steve Jobs, de poner las tele-tecnologías a disposición de cualquiera, que se produce una transformación total de la forma de vida. Yo viví muy de cerca esa revolución porque en esa época ya estaba en la facultad. La tesis de licenciatura la hice con una máquina de escribir y papel carbónico, pero cuando llega el momento de hacer la tesis de doctorado ya se había cambiado totalmente la forma de vida a raíz de la irrupción de las tele-tecnologías. Y se revoluciona todavía más cuando a principios de los ’90 empieza Internet a formar parte de nuestras vidas. Por supuesto, lo que está aconteciendo tiene que ver con esa revolución, con la radicalización de eso que ya estaba en germen en ese momento 

Ahora, ¿la pandemia nos empuja a existencias más solitariaencerradas en pantallasYo creo que el encierro en las pantallas es anterior porque si uno se ponía a ver cuál era el modo de relación entre las personas, las pantallas ya estaban en el centro. Si ibas a un restaurante la gente estaba sentada en una mesa y cada uno miraba su celular. Y a lo mejor se comunicaban entre sí con el celular. Y algo similar acontecía en las familias. No es que la encierro nos convierte en personas solitarias o atadas a pantallas, esa vida ya estaba acontenciendo antes del confinamiento o de la ditancia social. Creo que ahora se nos hizo más evidente. 

 

MP y DA“¿Esperaremos la próxima pandemia zoonótica para volver a asombrarnos y remitirnos a lo inesperado?”preguntás en tu texto “Ontología de guerra frente a la zoonósis”.2 Un año después del comienzo de la pandemia, mucho de la sorpresa y de las preocupaciones por la salud de todos, por la igualdad y por el planeta parece haberse disipado. Las cuestiones ambientales, en particular, y su relación con la salud, brillan por su ausencia en los discursos políticos y mediáticos. ¿Creés de todos modos que la pandemia abrió oportunidades para repensar lo que entendíamos por normalidad? ¿De esas oportunidadescreés que algunas ya se han perdido? 

 

MC: Creo que la pandemia sorprendió y se presentó como algo inesperado por su rápida difusión mundial, por las posibilidades de contagio que superaron a otras enfermedades zoonóticas del siglo XXI (como la gripe porcina o la gripe aviar), pero lo cierto es que muchos virólogos venían señalando que esto iba a acontecer. En particular, especialistas que trabajan desde hace tiempo la problemática del modo en que las megagranjas las granjas de producción intensiva de animales contaminan el ambiente, como Rob Wallace y el comunicador social David Quammen, que venían advirtiendo que si seguimos con un modelo de producción intensiva de animales, habrá pandemias de forma continua e indeterminada 

Con este antecedente, que a fin del año 2020, después de nueve meses de confinamiento estricto, se volviera a discutir el proyecto de instalar en Argentina granjas de producción intensiva de cerdos para proveer a la República China (país en el que se produjo hace unos años el brote de gripe porcina), me generó mucho malestar. Es como si dijéramos “no aprendimos nada”.  Tuvimos tiempo para pensar qué es lo que está pasando con el planeta, que es lo que está pasando con el cambio climático, con la contaminación; tomamos medidas sumamente estrictas para evitar los contagios del coronavirus entre nosotros prevenir la transmisión comunitaria¡y luego se piensa en un acuerdo que abre la puerta a que Argentina sea el lugar en el que surja la próxima pandemia! 

En este sentido, creo que hay que hacer muy evidente, para la opinión en general, el modo en que se vincula la producción intensiva de animales con las enfermedades zoonóticas. En el siglo XXI se han producido una gran cantidad de enfermedades zoonóticas de origen viral y tienen que ver con la producción intensiva de animales y con todo el circuito que eso generaEse circuito empieza con deforestación y desmonte para utilizar esos terrenos como cultivo de soja transgénica. Con esa soja se produce el alimento de cerdos, bóvidos y otros animales para los que se utiliza soja en su alimentación. Al hacer esta deforestaciónmuchas especies autóctonas se ven obligados a exiliarse de su hábitat para ir hacia otros lugares, con todo el estrés que eso supone. Como sabemos, el estrés genera un debilitamiento de los sistemas inmunológico. Así, estos animales que se exilian pueden transportar enfermedades a otros animales que también tienen sus sistemas inmunológicos debilitados porque están viviendo en condiciones de hacinamiento y de maltrato (los animales que se producen para el alimento humano). Y así se genera el camino por el cual esos animales luego transmiten las enfermedades a los humanos 

Por otro lado, están las cuestiones relacionadas con el cambio climático, que se ve también potenciado por la producción intensiva de animales (y no sólo por los gases sino por la forma en que los desechos son devueltos al ambiente) y el problema de la alimentación. A mí me impresiona mucho que la pandemia no nos haya dado la posibilidad de pensar sobre lo que consumimos, dada la relación que existe entre el alimento y los sistemas inmunológicos, el contagio y la letalidad. Como sabemos, no sólo tenemos problemas de desnutrición, sino que tenemos también grandes dificultades por mala nutrición, por el consumo masivo de comida chatarraCreo que ahí hay una cuestión para pensar en la cual no nos hemos detenido demasiado, creo que sería necesario trabajar la cuestión alimentaria. 

Por otro lado se nos hizo evidente durante la pandemia el hacinamiento de las condiciones de la vida humana (que también son las que provocan las enfermedades de los animales). Y yo creo que sobre eso no se ha pensado mucho.  

Así, cuando veo que se piensa principalemente en volver a la vida que teníamos antes, en la vacuna como solución, creo que se está perdiendo una oportunidad. En general, creo que hemos perdido la oportunidad de pensar en la cuestión de si este proyecto humano ha fracasado no. Vuelvo a pensar en Crónicas Marcianas y me pregunto “¿el proyecto humano tiene sentido? ¿la forma de vida que llevamos tiene sentido?”. Me parece que eso no se ha pensado. Tampoco se ha pensado si la economía, las formas de economía que estamos desarrollando y el tipo de humano consumista tiene sentido no tiene sentido. Esa es una oportunidad que hemos perdido. Hemos perdido la oportunidad de pensar en nuestra forma de vida y en si seguiremos vinculándonos con el planeta en esta forma explotadora y aniquiladora de las otras formas de vida. 

 

MP y DAEn cuanto a la escasez de debates serios en torno a las causas de la pandemia y, en general, de las relaciones del existente humano con la naturaleza, con los animales, y más concretamente, con la posibilidad de generar la extinción de la especie humana, ¿creés que se trata fundamentalmente de los poderes concentrados, que nos impiden ver que nuestros modos de producción y de consumo nos van llevando a un ecocidio, o cabe preguntarse sobre nuestras negaciones e incapacidades para articular alternativas (pensar quizás en el poder en términos de Foucault, como aquellas técnicas a través de las que el poder gestiona la vida, el deseo, y aquello que es visible e invisible)? 

 

MC: Creo que ambas cuestiones se combinan. Creo que lamentablemente el modo de ser humano implica una gran negación de aquello que molesta, aquello que duele, aquello que genera incomodidadSe barre debajo de la alfombra (como se diría en sentido más habitual), todo aquello que molesta, y no se quiere seguir pensando en esoY como decía hace un momento, después de meses encerrados y en crisis, parece que lo que más se quiere es volver a la vida de siempre como si nada hubiera pasado. 

Por otro lado, están también los poderes concentrados. En cuanto a la producción intensiva de animales y a todo el negocio que ello genera, son cada vez menos, el poder está concentrado en mega multinacionales que se encargan de todo: son los dueños de los campos de cultivo, de la producción de los alimentos para los animales, de las granjas de la producción intensivade los mataderos, los transportes, y se ocupan también de la distribución. Entonces, sí, hay cada vez una mayor concentración y en ese sentido creo que se hace evidente el entrelazamiento entre las dos cuestiones que están implicadas en la pregunta: la negación y el poder. 

 

MP y DAEl modo de existencia que toma al mundo como estación de servicio está presente tanto en nuestros peores problemas como en las soluciones que vamos encontrando. La intervención de la naturaleza, el desarrollo de la producción, propiciados por el despliegue de la ciencia y de la técnica, han generado, entre otras catástrofes, enfermedades zoonóticas, pero también producen medicamentos y maquinarias capaces de disminuir la mortalidad y las secuelas de las enfermedades (vacunas y medicamentos varios, por ejemplo). En este sentido, hay quienes sostienen que es poco realista imaginar un cambio radical en el modo de habitar la tierra y que queda, por lo tanto, apostar a la ciencia para que nos “rescate” de los desastres que vamos generando.  

 

MC: Yo diría lo siguiente: no nos podemos sacar de encima la ciencia porque es parte de la forma de vida en la que estamos organizados, pero tal vez la pregunta que hay que hacerse es qué ciencia queremos. Creo que la ciencia no debe ser simplemente un instrumento que brinde soluciones cuando las cosas llegaron demasiado lejos, sino que debería ser una instancia de enseñanza, una instancia pedagógica. Es decir, debe enseñarle al existente humano cómo vivir mejor en este mundo sin destruirlo 

Ahora, eso es bastante problemático porque si la raíz metafísica de la ciencia tiene que ver con el manu facerese hace bastante difícil pensar que pueda asumir esa actitud. Creo que la ciencia, como ese poder de manipulación de toda la realidad, ha generado en gran parte la forma en que explotamos el mundo. Y es en este sentido que digo que tal vez lo que habría que repensar es qué ciencia queremos. Si queremos que la ciencia se dedique a solucionar los problemas que en parte se han generado por el modo científico de vincularnos con la realidad o si queremos otra ciencia, más pedagógica, de mayor enseñanza, con mayor detención en el pensamiento y no en el operar (que va corriendo de una cosa a la otra para poder superar los problemas que se generan) 

 

MP y DA¿Crées que es realista buscar o esperar un cambio radical para nuestro tiempo? Vos mencionás en una entrevista del año pasado lo que tardaron los movimientos feministas en conseguir cambios significativos en el modo de vida de las sociedades y observás entonces la posibilidad de que una transformación respecto de las relaciones de los humanos con la naturaleza y con los animales tome mucho tiempo. 

 

MC: No sé qué contestar a eso. Es decir, cómo decía Derrida, todo lo que se ha podido hacer ya se ha hecho, tal vez lo que haya que hacer sea soñar lo que puede venir 

Sobre el feminismo y los cambios sociales, en lo que va del 2021 hemos tenido en la Argentina un feminicidio cada 33 horas, es decir, prácticamente todos los días muere una mujer por las formas de educación patriarcal que todavía seguimos teniendo muy presentes en nuestra sociedad, en donde se educa al existente humano varón masculino para el ejercicio del poder, para la demostración de la fuerza, para considerar que hay otros grupos que son débiles y a los que debe dominar, aplastar, mostrarles su superioridad. Entonces sí, hemos pasado tantos siglos sin terminar de transformar el modo de vinculación del existente humano masculino con las otras formas de vida que considera inferiores (llámese niños, mujeres o animales) que cabe preguntarse si podrá haber una transformación de todos los modos de ser del existente humano en relación con el resto. Y bueno, en ese sentido sinceramente no tengo muchas esperanzas. Puedo imaginar, pero no tengo demasiadas esperanzas 

 

MP y DADesde hace unos años, los países centrales empezaron a impulsar un modelo de “economía verde con inclusión” que extiende el formato financiero del mercado del carbono hacia otros elementos de la naturaleza como el aire y el agua. Son modelos que mercantilizan aún más la economía. Entienden que las funciones de los ecosistemas pueden ser tratadas como mercancías, como “servicios”. No cuestionan el crecimiento indefinido de la economía ni los impactos socioambientales y su relación con el capitalismo. ¿Cómo posicionarse ante estas narrativas?  

 

MC: Para festejar el día de la tierra Michael Moore produjo el año pasado un film dirigido por Jeff Gibbs que realmente es muy esclarecedor en torno a la cuestión del capitalismo verde. Creo que se había prohibido y se lo había sacado de YouTube. Espero que todavía esté. Lo que muestra esa película es cómo en realidad el modelo de explotación capitalista, por más que se convierta en capitalismo verde, sigue siendo un modelo que piensa a la naturaleza como una inmensa estación de servicio. La imagen de la estación de servicio aparece en una conferencia de los años ’50 de Heidegger, Serenidad (Gelassenheit)en la que se plantea que la naturaleza toda se ha convertido en una estación de servicio en la que vamos a buscar recursos para transformarlos, acumularlos y luego distribuirlos iniciar nuevamente el procesoDesde mi punto de vista esa imagen es muy iluminadora con respecto a la cuestión del capitalismo verde, porque el modelo tecnocrático capitalista, sea verde o sea de otro tipo, parte de la idea de que como existentes humanos tenemos derecho a apropiarnos de todo lo que es y a acumular sin medida. En este sentido, una tranformación en las energías renovables no cambia demasiado las cosas, si no se problematiza al mismo tiempo el modelo tecnocrático capitalista.  

Con respecto a la cuestión animal y la producción de carne, me parece que pensar que la vida de los animales es un recurso disponible para nuestras necesidades debería hacernos temblar en este momentoPero de hecho no es así. Porque se sigue pensando a los animales, a las otras vidas, no como vidas vulnerables, frágiles, que ameritan nuestro cuidado, nuestra compañía, en tanto vidas que son vidas de otros, de una alteridad, sino que siguen siendo pensadas como recursos.  

Entonces, en ese sentido, todos estos proyectos que entran dentro de la idea del capitalismo verde me parece que no transforman nada, sino que son una forma de seguir pensandonos en tanto existentes humanos con poder de dominar, utilizar y aniquilar todo. 

 

MP y DAVos mencionas en más de una ocasión a aquellas reflexiones de filosofía política contemporánea que retoman la idea de Nietzsche de la muerte de Dios y sugieren imaginar comunidades sin fundamentos. Pero como señalás también, incluso el político que se concibe como más pragmático o instrumental tiene alguna idea que fundamenta su posición. En este sentido, ¿como podría ser posible una verdadera política posfundacional¿Puede el posfundacionalismo correr el riesgo de convertirse en el reemplazo de los viejos fundamentos?  

 

MC: El problema con los fundamentos a nivel metafísico, a nivel político, a nivel económico, a nivel ético, es que se conviertan en únicos, en eternos, en inamovibles. Hay como una suerte de hábito del existente humano de buscar la regularidad, la permanencia, la mismidad. Y en ese sentido tendemos a convertir aquello que podría ser un fundamento provisional en un fundamento únicoAsí, la política tiende a convertirse en teología porque busca un fundamento inamovible que le otorgue autoridad a aquel que ejerce el poder.  

Yo creo que la situación de la pandemia hizo evidente que la política tiene que ver con situaciones, no con programas. Y entonces tiene que ver con imaginación y creación porque depende de la escucha del otro. Es decir, yo creo que todos los gobiernos que se vieron sorprendidos por la situación de la pandemia tuvieron que pensar y repensar sus programas políticos. O tal vez dejarlos de lado para pensar cómo hacerse cargo de la situación que se estaba produciendo a raíz de la pandemia. Y tuvieron que imaginar y crear soluciones para hacer frente a esto 

Si pensamos en nuestro país, las políticas que se aplicaron para los barrios populares (el adjetivo que se utilizó mucho durante la pandemia fue “vulnerables”) requirieron considerar otras formas de organización de la vida comunitaria que no podían ser las mismas que tenía la clase media (que se podía aislar en hogares con espacio suficiente para todos sus habitantes y tenía disponibilidad de medios tecnológicospor ejemplo)En ese sentido creo que la pandemia hizo evidente un aspecto de la política que tiene que ver con la necesidad de escuchar las necesidades del otro y esa necesidad implica la imposibilidad de la fundación última.  

Los autores posfundacionalistas básicamente piensan la problemática de la comunidad. Y la problemática de la comunidad implica convivir con el otro, en donde el modo de ser con el otro ya implica el estar habitado por el otro. Entonces, en ese sentido, yo creo que a veces simplemente se plantea el pensamiento posfundacionalista como el rechazo de los fundamentosen el sentido de los fundamentos últimos, en el sentido del arkhé, del padre o Dios como fundamento. Pero no se piensa también que, básicamente, lo que se está planteando es que el modo de ser que somos ya está habitado por la alteridad. Entonces, al pensar en esos términos, los modos de organización de la vida de los existentes humanos son totalmente diferentes.  

Nosotros seguimos siendo modernos en el sentido de que seguimos pensando la política en términos de individuos que después van a vincularse con otros; y pensamos las relaciones sociales en términos de entidades individuales que luego salen de sí para vincularse con el otro. Y estos autores piensan en un modo de ser ya contaminado, alterado por el otro 

Por eso es radicalmente distinto el pensamiento. Por eso no hay pensar que propone “ya no hay fundamentos, ahora hay que pensar en otros fundamentos, y convertir el posfundacionalismo en la nueva fundación. Yo a esa objeción respondería con una expresión de Nietzsche: “hay que estar desasidos de todo, incluso del propio desasimiento”. Entonces, no convirtamos ahora a la desfundamentación y el desasimiento en nuevo fundamento, en un lugar en el que sentirnos seguros, tranquilos y cómodos 

 

MP y DA: ¿Podrías decir unas palabras acerca de tu experiencia personal frente a la crisis desatada por la expansión del Coronavirus a escala planetaria? ¿De tu experiencia como docente, de las inquietudes y preguntas de los estudiantes? ¿Hay algo que este nuevo tiempo te haya hecho cambiar a nivel personal o profesional? 

 

MC: A nivel profesional obviamente que cambiamos totalmente el modo de vinculación con el otro y eso me ha llevado a la reflexión acerca del vínculo pedagógico, acerca de cómo repensar el vínculo con el otro desde la virtualidad. Para mí eso es muy importante. Aparecieron ciertas posiciones que plantearon que las clases sincrónicas son muy cansadoras para los estudiantes y para los docentes y que por lo tanto es necesario hacer menos clases y generar otro tipo de de vinculación. Pero para mí fue muy importantes sostener las clases sincrónicas, que dan la posibilidad de estar vinculado con el otrode escuchar al otro. Es algo de la relación docente que para mí es importante desde siempre, que tiene que ver con el hecho de que en la relación con el estudiante uno se transforma continuamente. Los estudiantes con sus comentarios, con sus preguntas, nos obligan a repensar aquello que estamos pensando. Eso es sumamente valioso para quienes nos dedicamos a la docencia y sobre todo a la docencia universitaria. Y creo que la pandemia me hizo volver a pensar ese vínculo pedagógico 

También diría que el colapso del proyecto humano me hizo pensar acerca del sentido que tiene la producción de papers, de artículos para revistas especializadas que debemos escribir constantemente los que nos dedicamos a la investigación. A partir de ellos se nos evalúa pero la pandemia me hizo preguntarme qué sentido tiene esa producción cuando el mundo se está derrumbando 

¿Qué es lo que hay que decir cuando el mundo se está derrumbando y cuando está colapsando el modo de ser del existente humano? ¿Seguiremos haciendo filosofía como filología de los autores filosóficos o intentaremos pensar qué nos dicen esos autores para el presentePara mí un autor filosófico no tiene sentido si no me dice algo respecto del presente, si no me obliga a repensar las cuestiones que vivo en el presente. Pero la pandemia me hizo pensar mucho en la producción filosófica, en las revistas especializadas, en el modo en que nos comunicamos con los otros y transmitimos aquello que investigamos y pensamos. Hacer filología de un autor, pensar cuántas veces aparece un término en su obra, investigar sus fuentes es valioso, obviamente, todos los que nos dedicamos a la filosofía lo hacemos, pero si nos quedamos en eso creo que no tiene sentido dedicarse a la filosofía. Entonces, creo que la pandemia hizo más patente eso que siempre pensé: que lo importante al trabajar un autor desde la filosofía es preguntarse qué nos dice su obra sobre el presente.  

Creo que se produjo un movimiento en este sentido a nivel filosófico, creo que nos pusimos a pensar a partir de la pandemia y que nos preguntamos q tenemos para decir nosotros como dedicados al pensamiento en este momento. Y espero que sigamos pensando en esta direcciónEs decir, los que nos dedicamos a la filosofía, los que nos dedicamos a las ciencias humanas, qué tenemos para decirles a los demás, más allá de nuestros colegas especialistas.  

Pienso en la imagen del “concienzudo del espíritu” de Nietzsche, del científico que está con el brazo sumergido en el pantano estudiando las sanguijuelas y cuando Zaratustra le pregunta acerca de su estudio dice “bah, ni siquiera me animo a estudiar la sanguijuela, estudio el cerebro de la sanguijuela, estudio una parte pequeña de eso”. Hemos desarrollado las disciplinas de las ciencias humanas en este sentido de superespecialización. Pero creo que la pregunta que nos tenemos que hacer no es acerca de si está bien o está mal la especialización (porque ese es el modo en que se ha desarrollado la ciencia en todos sus ámbitos), sino acerca de qué estamos haciendo con eso. Creo que vale la pena pensar a quiénes nos dirigimos, qué les decimos y qué podemos aportar nosotrodesde las ciencias humanas para todos aquellos que como nosotros tienen que pensar el presente e imaginar el futuro. 

 


1 Preciado, P. B. (2020). Aprendiendo del virus. En Sopa de Wuhan, Pensamiento contemporáneo en tiempos de Pandemias (pp. 163-185). ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). 

2 Cragnolini, M. (2020). Ontología de guerra frente a la zoonosis. En La Fiebre (pp. 39-48).  ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). 

 

 

 

Imagen de portada: Ilustración de Dennis Calero para Crónicas Marcianas de Ray Bradbury. Ediciones de la Flor.

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