Dictadura Cívico-Militar
Necrópolis

Por Celeste Castiglione (CONICET-UNPAZ)

Espacios de memoria en los cementerios municipales

Los cementerios municipales son lugares poco estudiados pero altamente cargados de historia. Por lo general, poseen un espacio limitado, a veces rodeado por el pueblo o ciudad que lleva a que se condense la memoria de ese grupo social de manera privilegiada. Coincidimos con Danzel[1] que en un cementerio se pueden observar los hechos y figuras relevantes, las clases sociales, e incluso las modas, permitiéndonos “una lectura inmediata de ciertos fenómenos, como, por ejemplo, el lugar de la mujer, del animal de compañía, del militar, del notable, del artesano”.

Por esa razón, vamos a proponer un recorrido diferente, partiendo de la hipótesis de que en los cementerios se lleva a cabo una lucha muy particular por el recuerdo y la memoria. Esta conquista por poder erigir un determinado monumento en las necrópolis oficiales es nuestro objeto de estudio, y en este caso, nos focalizamos en la forma en que esa idea se despliega con los vinculados a las víctimas del último golpe cívico-militar.

El Cementerio

Las imágenes de la muerte, las formas de morir, de sepultar, de recordar, de efectivizar los duelos, así como sus manifestaciones en el arte, la arquitectura y el urbanismo, sufrieron profundos cambios a lo largo de la historia. Lo funerario, es una representación, un emergente de la sociedad que los genera y porque además desde la consolidación del Estado Nación, existen discursos normativos, sanitarios, y políticos que lo atraviesan y que reglamentan la forma en la que los diferentes sectores de la sociedad rememoran a sus muertos.

Los cementerios son lugares con un valor simbólico multivalente. Éstos se constituyen como espacios de desintegración y desagregación de entornos cotidianos; así como también de reacción: se honran a las víctimas, se crean símbolos que funcionan como transmisión intergeneracional de los procesos históricos y “se expresan en acciones que emergen en el espacio público con símbolos, rituales, marcas materiales de la memoria, a modo de denuncia y visibilidad”[2]. Allí se plasma, lo que se convierte en historia expresa, un pasado que se ansía encontrar y así recuperar el cuerpo negado.

Esta forma de “solemnizar el adiós”, tener un lugar donde poder concurrir, en determinadas fechas o en el momento que quieran, va a estar para las conmemoraciones, dejar recuerdos, visitar y son un testimonio fehaciente “no solo de la muerte, sino también del adecuado y merecido sepelio que, de acuerdo a convenciones religiosas y culturales (…) el difunto merecía”[3]. Y este último punto, nos parece fundamental a fin de describir y analizar el recorrido de los cinco espacios encontrados: en el Cementerio San Vicente de Córdoba, La Loma de Mar del Plata, Tres de Febrero, La Plata y General Lavalle.

Memorial en el Cementerio San Vicente de Córdoba

El Cementerio de San Jerónimo, ubicado en la parte oeste de la ciudad, bendecido en 1843, ofrece con una gran avenida de panteones y su estructura corresponde al estilo hispánico con forma de cruz cristina. En la vía central, se emplazan los principales edificios destinados a personajes históricos, bóvedas familiares y panteones de asociaciones, instituciones y congregaciones religiosas y esta a su vez, es cortada por otra transversal.

El panteón del Cementerio San Vicente de Córdoba capital, tiene su origen en una investigación realizada por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que comienza a partir de testimonios y rumores vinculados a una fosa común. Las entrevistas con los testigos de los hechos y familiares dan lugar a la apertura de la causa judicial “Averiguación de Enterramientos Clandestinos” que se tramitó en el Juzgado Federal N°3 de esa ciudad. Como explica el informe, “La Perla” y “La Ribera” -dos de los principales centros clandestinos de esta ciudad- se caracterizaban por secuestros prolongados con largas coexistencias entre represores y víctimas, y un mayor número de supervivencia. Esto dio lugar a un acceso a información y al chequeo a través de narraciones, ya que no existía registro oficial de las inhumaciones clandestinas. A lo largo de 2002 y 2003, el EAAF realizó exhumaciones en sepulturas individuales y se encontró la fosa más grande de las excavadas hasta ahora, en donde fueron sepultados 123 cuerpos, en diferentes “pisos” desde abril a diciembre de 1976.[4]

El “Memorial”, es un paredón abierto, en donde el contexto que lo rodea interviene como marco y fondo; pero lo es también en la otra acepción ya que la identificación de los cuerpos va modificando, cada tanto, sus características. Al día de la visita (02/10/2014), 10 tenían el nombre, quedando lugar para otros 140. Posee un espacio central en vidrio negro con un placa de mármol con el nombre de las instituciones patrocinantes y una leyenda que dice “Quien deja huellas, jamás desaparece”.

Foto propia: 2/10/2014

La idea del “Memorial” surgió de la Intendencia de la Ciudad de Córdoba, bajo el período de Luis Juez y en su inauguración estuvieron presentes el mismo intendente, Abuelas de Plaza de Mayo, Hijos y Familiares de Desaparecidos y el Ministro de Educación Daniel Filmus, en un acto realizado el 7 de diciembre de 2006.

El informe sobre el encuentro de los cuerpos en diferentes lugares permitió reconstruir una pequeña parte de la historia que llevó incluso al de otro cuerpos invisibilizados: los de mendigos y enfermos de lepra que habitaban un viejo lazareto, hoy inexistente.

El Panteón de Mar del Plata en el Cementerio de La Loma

En Mar del Plata hay dos cementerios municipales: el más moderno, tipo parque inaugurado en 1961 y el segundo, mucho más antiguo, comenzó alrededor de una capilla que el estanciero Patricio Peralta Ramos construye para su mujer en la cima de La Loma, que era parte de su chacra.
El Panteón Memoria Verdad y Justicia fue un proyecto con la ejecución a cargo de la Cooperativa “Comandante Hugo Chávez Frías”, ingresado en agosto de 2012 y aprobado meses después. El dinero para los materiales corrió a cargo del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. El panteón fue remodelado en base a uno que pertenecía a la Asociación de Maestros y que ya había caducado su concesión. Actualmente, la fachada explota en pequeños fragmentos, mosaicos de colores muy vivos que generan una intervención original, en donde las manos que dicen “presente” son el principal motivo. El diseño tiene varios niveles que simbolizan el desierto, las montañas, el mar y las llanuras.

Foto: panteonmemoriaverdadjusticiamdp.blogspot.com.ar
Foto: panteonmemoriaverdadjusticiamdp.blogspot.com.ar

Este panteón es el único que va guiando al transeúnte desde la puerta a través de carteles y que también se encuentran –en la siempre ambicionada–, vía central, incluso en la vereda. Las chapas azules poseen dos manos blancas que reproducen el motivo del panteón, y en la parte inferior hay un mapa bien esquemático y una inscripción que dice “Aquí están los cuerpos de las personas secuestradas y desaparecidas por la última dictadura cívico militar identificadas por la EAAF y restituidos a sus familias y a toda la sociedad”.

Foto propia: 10/03/2015
Foto propia: 10/03/2015

El contraste con la piedra gris y los árboles antiguos que componen la “puesta en escena” de este cementerio tipo parisino, con enredaderas que crecen entre las estatuas y la bella puerta de rejas en madera y hierro, este edificio con la inscripción ondulada de “Memoria Verdad y Justicia”, provoca una ruptura en la presentación del cementerio “patricio”.

Foto propia: 10/03/2015
Foto propia: 10/03/2015
Foto propia: 10/03/2015
Foto propia: 10/03/2015

Panteón del Cementerio del Partido de Tres de Febrero

El partido de Tres de Febrero, ubicado en el oeste del conurbano bonaerense, es de reciente conformación (1959) producto de la división con su vecino. El panteón se encuentra en un lugar importante de este cementerio tipo parque, y se compone de una glorieta, abierta, con techo en la parte de los nichos.

A su entrada, en el mismo estilo de columnas, se observa un acrílico con los nombres de los militantes populares desaparecidos. Lo traslúcido permite ver un monolito de conmemoración a los soldados caídos en la Guerra de Malvinas; y que además le da luz y aliviana la composición.

Foto propia: 12/12/2015
Foto propia: 12/12/2015

En dos discretos bloques, a sus costados, se lee a la izquierda: “Pueblo y gobierno de Tres de Febrero, rinde homenaje a los vecinos de Tres de Febrero detenidos-desaparecidos durante el terrorismo de Estado”, firmado por Dr. Agustín Ciorciari Presidente de H.C.D. y Hugo Curto Intendente municipal. Pablo Podestá, 17 de noviembre de 2013” y a la derecha: “Aquí descansan los restos de los militantes populares de Tres de Febrero que fueron detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado. Y que han sido recuperados por la lucha de los familiares y organismos de derechos humanos. 17-11-2013”.

El proyecto de construir un espacio nació con el hallazgo de los primeros restos de compañeros desaparecidos del distrito por parte del EAAF. Fue en el año 2008 que el Equipo informó a la familia de Orlando Víctor Galván que sus restos habían sido encontrados en el cementerio de Berisso. Junto con este hallazgo se produjo también el de los restos de Arturo Masciantonio, vecino de Orlando en el barrio Villa Matheu de Caseros, quienes fueron desparecidos entre el 18 y 19 de octubre de 1977. Y hoy descansan aquí.

Este símbolo, se transforma en una parte de la historia, de este partido que ha elegido determinados hechos, a fin de ser recordados.

Mausoleo de Memoria, Verdad y Justicia del Cementerio de La Plata

La ciudad de La Plata y su cementerio poseen una historia muy compleja. Situado en el seno de una sociedad jerarquizada y polarizada entre ricos y pobres (migrantes en su mayoría), a principios de siglo fue parte de una “cultura oficial”. Su contexto de fundación en 1882 fue un proyecto a gran escala, planificado dentro de un paradigma positivista y sumamente influenciada por la masonería y los términos de “orden y progreso”. Fue, además, sede del gobierno provincial, importante eslabón dentro de la economía agroexportadora, en virtud de su puerto y la cercanía con la capital.

Su cementerio, también parte del proyecto urbano, es una réplica exacta de la ciudad, en formato pequeño, con una zona de panteones lujosa, dándole una continuidad jerárquica tanto en una como en otra, y otra parte de tumbas en tierra que se extiende hacia “afuera”.

El monumento fue construido por la Municipalidad de La Plata, a partir de la disposición de 7 de mayo de 2010, resultando sumamente significativo ya que muchos NN fueron mal enterrados en el mismo cementerio e identificados por el EAAF. El 31 de agosto de 2010 se inauguró el Mausoleo Memoria, Verdad y Justicia en el Cementerio de La Plata, destinado a las víctimas del terrorismo de Estado y a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo de la ciudad.

Las placas (hasta ahora 12), se encuentran en un costado, mientras que en el centro del muro rectangular se lee: “Memoria, Verdad y Justicia para las víctimas del terrorismo de Estado. 30.000 Detenidos Desaparecidos ¡Presente!”.

Autora: Marta Baldini
Autora: Marta Baldini

De acuerdo a Baldini y Lugones (2013:216) ese paredón desnudo “intenta ser una representación simbólica de la tapia del Centro de Tortura y Extermino de Arana, una zona rural ubicada a 14 km. al sur del centro de La Plata, en la Provincia de Buenos Aires, donde muchos jóvenes platenses fueron ejecutados, para luego calcinarlos en fosas comunes denominadas “capachas” con neumáticos rociados de combustible”.

Sobre el piso se levanta una figura triangular de mármol blanco, donde se apoya la urna durante la ceremonia en la cual se formaliza la reinhumación y luego se la sitúa en la cámara soterrada.

Una de las características importantes de este mausoleo es que se encuentra, ni bien se traspasa el frontispicio, en un lugar sumamente importante de acuerdo a la lógica y la semiótica del cementerio.

Placa del Cementerio de General Lavalle

En abril de 1978 el gobierno de facto cercenó parte del municipio de General Lavalle para crear el Municipio de la Costa, una sucesión de playas turísticas, con otro tipo de organización tributaria y catastral, a fin de explotarlo de manera específica.

El cementerio quedó del lado de Gral Lavalle, no siendo de gran importancia por su tamaño, pero albergó, hasta ahora identificados por la EAAF, cinco cuerpos con una trayectoria protagónica en la lucha por los DDHH, en los años del golpe cívico-militar: Azucena Villaflor, Esther Ballestrino, María Ponce, Angela Auad y Leonié Duquet.

La placa en conmemoración se encuentra a la entrada del cementerio, resultando un importante recordatorio del horror. De acuerdo al informe de la EAAF, las fracturas de sus huesos ratificaron que fueron lanzadas al mar en los denominados “vuelos de la muerte” y sus cuerpos aparecieron en las costas de Santa Teresita.

 

Foto propia: 24/02/2016
Foto propia: 24/02/2016

Algunas reflexiones finales y provisorias

La muerte es siempre difícil de tratar, de pensar, de recordar. Pero es una gran herida cuando hay circunstancias que agravan el proceso de duelo, que es el período que nos permite sobrevivir y convivir con la idea de la finitud.

Cualquier aproximación al tema hace emerger el mito de Antígona y la posibilidad de sepultar en la forma en que esa comunidad considere apropiada, a fin de seguir con sus vidas. Lo estudia profundamente Panizo[5] porque explica que la posibilidad de realizar el proceso o “rito de pasaje” debe cumplir dos requisitos: integrar a los sobrevivientes en la sociedad y acompañar al fallecido en el mundo de muertos.

El ritual mortuorio organiza las emociones privadas, les pone límites, las ubica y la reinstala pudiendo hacer que la colectividad emerja triunfante de la muerte.

Por esa razón, la irrupción de estos panteones, mausoleos o placas que se van construyendo en lugares tradicionales -y hago hincapié en los de Mar del Plata y La Plata- son absolutamente disruptivos y obligan al visitante intencional o desprevenido a observarlos. Lo que se ve, no se olvida.

La composición estética del panteón de esta ciudad balnearia, simboliza que existen batallas culturales por “sentidos” que han sido ganadas. La alegría de los colores así como la metamorfosis de ese edificio tradicional evoca las luchas felices, esas que transforman la sociedad pensando en “todos”.

Porque en definitiva, estos edificios evocativos son el resultado de una decisión política, y ahora se encuentran allí: presentes.

De manera que los cementerios dentro de su polivalencia de sentidos, tuvieron que incorporar la figura del “desparecido”, “militantes”, “detenidos-desaparecidos”, así sea en los antiguos y tradicionales como en los modernos.

Este recorrido es sólo un recorte que resignifica y edita las marcas materiales de la memoria que se emplazan y visibilizan, en estos espacios de orden especial como son los cementerios.

Dentro de la originalidad que presentan, estas construcciones rompen con el “encierro” de los panteones y bóvedas clásicas donde hay que entrar con una llave que tiene la familia o el cuidador. Estos monumentos tienen aire, son iluminados por el sol, mojados por la lluvia y ubicados en lugares importantes y honoríficos. Ya están allí. Y, dentro de esta apertura, también son abiertos para que sigan albergando los restos de las nuevas identificaciones. Desde un panteón hasta una placa discreta, son importantes: no son muchos, y no son pocos al mismo tiempo.

 

[1] Danzel, M. (2002) Les cimetiéres de Paris. Paris: Jean Cyrille Godefroy

[2] Baldini, M. y Lugones, L. (2013) Señales de la memoria en el Cementerio de La Plata.  En Cementerios, patrimonio y memoria. Comp. O. Flores. La Plata: Red Argentina de Cementerios. 1ª ed.

[3] Reyero, A. y Sudar Klappenbach, L. (2010) “Memorias de la inmigración. Historias de vida de los inmigrantes europeos en el Chaco a través de sus fotografías”. Quinto Sol, N° 14 pp.73-99

[4] EAAF- Equipo Argentino de Antropología Forense (2005) – Cementerio de San Vicente: Informe. Compilado por Darío Olmo. Córdoba: Ferreira Editor.

[5] Panizo, L. (2011) “Cuerpos desaparecidos. La ubicación ritual de la muerte desatendida”. En Etnografías de la muerte. Comp. Cecilia Hidalgo. Buenos Aires: CLACSO-CICCUS

 

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