Por Belén Arenas Arce
¿Existe una frontera entre el arte y la política? ¿Puede la danza ser una forma de posicionarse o una manera de participar del debate sobre nuestros modos de vivir en sociedad? La investigadora y bailarina Belén Arenas Arce acompañó al Colectivo FindeUnMundo en su intervención en la marcha del 24 de marzo y escribió una crónica que es al mismo tiempo una reflexión hecha de imágenes, sensaciones y preguntas.[1] “En marcos culturales que remarcan el individualismo, el encuentro se vuelve resistencia”, escribe.
Crónica de viaje al fin de un mundo
Creo que los que hacemos teatro o danza sabemos o elegimos pensar que somos un cuerpo, no que tenemos un cuerpo o somos un ser racional que posee un cuerpo como si fuera una máquina. Sino, pensar que somos un cuerpo que siente, que percibe, que expresa y es capaz de emocionar a otro y a sí mismo.[2]
Domingo 17 de marzo
Hoy es el último de tres ensayos en los que un grupo de más de 200 personas se reúne a cerrar el proceso de aprendizaje y montaje de “Baila tu bronca, encendamos la desobediencia”, la Intervención Escénica Urbana[3] con que el Colectivo FindeUNmundO participa este año de la marcha que cada 24 de marzo conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en la Ciudad de Buenos Aires.
Es mi primer encuentro físico con el trabajo del Colectivo. Creo que, sin embargo, hace unos años están en mi inconsciente. De una u otra manera he tenido nociones de sus acciones. Aparecen. De repente una foto, a veces una nota o una publicación en Instagram de alguien que no conozco pero que sigo porque hace danza, hace teatro. Una amiga me contó que se había sumado como performer un par de años atrás. Le pregunté qué me podría decir de su experiencia y me dijo algo así: que es espectacular, que se sintió muy bien, muy tranquila, a pesar de no ser bailarina. Me llamó la atención que después de afirmarme que no es bailarina me haya dicho que pasó, en tres ensayos, de ser nada a serlo todo. Según su relato, se transformó. Cero inseguridad, cero vergüenza. Entre emocionadas y riéndonos concluimos que la experiencia FUNO puede ser considerada una experiencia transformadora, de una manera casi religiosa. Creo que tiene relación con lo ritual de danzar, el moverse junto a un gran grupo humano, repetitivamente en secuencias acordadas durante el tiempo suficiente como para dejar de atender al cansancio.
En mi caso este encuentro con FindeUNmundO se genera por una invitación que recibo a escribir sobre el colectivo. Si hoy tuviera que describir su trabajo, diría que es un espacio de encuentro estético-poético-político en el que convergen experiencias de militancias y vidas diversas para practicar, probar e imaginar cómo habitar(nos) otros mundos. La encarnación de lo otro de este mundo que también nos hace permanecer aquí. FUNO se puede considerar parte de un número cada vez más grande de organizaciones políticas que desde las danzas, las artes escénicas y otras disciplinas, se posicionan y debaten sobre nuestros modos de vida en sociedad. Organizaciones que en su práctica sortean los modos “habituales” de hacer política y, efectivamente, construyen otros mundos.
Semana del 18 al 22 de marzo
Durante la semana busco información en Internet. Hago una selección de artículos, notas de prensa y entrevistas. Además, el día del ensayo Philippe Enquin, amigo del colectivo, me regaló un pasquín creado por él a partir de sus experiencias de encuentro y amistad con FUNO. Todo lo que encuentro tiene un denominador común. En todos los textos en que alguien asume la tarea de presentar al Colectivo pasa algo parecido a lo que me pasa a mí cuando me imagino cómo describirles. Es inevitable sentir mucha cercanía. Algo late en la piel.
Colectivo FindeUNmundO se organiza desde el año 2012. Su primera acción 10/52-FINDEUNMUNDO-1492-, se convoca al calor de los presagios del fin del mundo, generalizados a partir de una lectura del calendario maya. El nombre de la intervención alude a los 10 ciclos de 52 años de colonialidad que se cumplieron en 2012. En este contexto, el Colectivo se conforma y convoca a terminar con este mundo, tan único, tan universal y tan totalizante.
En estos 12 años han realizado distintas intervenciones en el espacio público, variando en las convocatorias cerradas o abiertas de acuerdo al plan de acción a realizar. El trabajo del Colectivo está organizado alrededor de círculos encargados de resolver tareas específicas y necesarias para el funcionamiento de las actividades que se proponen.[4] A pesar de que los círculos son permanentes, no jerarquizan los trabajos y tareas, el Colectivo está constantemente aludiendo al encuentro horizontal y en torno a una práctica artística política que irrumpa en el aparente Único Mundo compartido. De acuerdo con sus palabras, la invitación es a “hacer estallar las fronteras entre el arte y la política”. ¿Existe esa frontera? ¿O es que todo arte elabora, en alguna medida, un discurso y posicionamiento político? Son preguntas con las que recorro hace un tiempo mis propias investigaciones.
Domingo 17 de marzo: respiramos
Son las 10:00 am, aún se afinan detalles entre los grupos antes de comenzar el ensayo. Estamos en la cancha del Espacio Cultural Arrotea en la Mutual Centro Social y Cultural Flores Sur. Es un espacio debajo de la autopista por lo que todo sonido se amplifica entre las curvas de cemento que hacen de cielo. Las conversaciones, las indicaciones y la música rebotan fuerte y vibra la piel. Pienso en que el domingo 24 la vibración será producto del encuentro del sonido con millones de cuerpos entre la marcha, ¿cómo será que se llegue a escuchar ese resonar? Hay más de 200 personas que se ubican en el espacio. Durante el ensayo, que se extiende hasta pasadas las 15:00, quienes observamos la dinámica desde “afuera” nos encontramos con la mirada cada tanto, a veces comentamos, no podemos no compartir nuestra conmoción. De a ratos me siento mareada, de a ratos siento que voy a explotar en llanto, otras veces experimento una suerte de alegría y calma por estar ahí.
En la medida que transcurre el ensayo voy desentrañando la mecánica. Hay tres coordinadoras que cumplen el rol de preparar al grupo y dirigir los pasos. Ellas dan indicaciones de movimientos y correcciones coreográficas necesarias para que todo lo que tiene que pasar se vaya dando. Luego, entre el gran grupo, hay responsables de mantener el ritmo y orientar los pasos en caso de que alguien se sienta perdide. Por los bordes están quienes lanzan los audios y quienes contienen las necesidades que se van dando por fuera de la acción. Cada persona tiene un rol definido que puede cambiar en momentos en que alguna tarea vacante requiera de atención urgente. No hay tareas o acciones más importantes que otras. Tanto al interior de la Intervención como en el contexto que la sostiene, los movimientos dibujan un encuentro horizontal. Es un gran cardumen, una manada que nos interpela y propone un regreso a nuestras danzas grupales, nuestras danzas de guerra. Acuerpades, ensayando, probando cómo hacernos otros mundos.
“Respirar nos encuentra… una respiración colectiva entre el cuerpo y la palabra”, es mi escritura. La nota que dejé para no olvidar las palabras con las que por altoparlante se presenta al Colectivo y se da inicio a la acción. El ensayo general comienza. La concentración en la respiración hace que quienes observamos también seamos parte. Respirar. Es algo tan elemental, tan de la carne, tan de nuestro estar cuerpo. Aquí y ahora, estamos respirando. Es lo común, más no aquello que nos unifica. La respiración compartida no homogeniza. Es una marca de lo compartido, de nuestro ser mamíferos, nuestro estar en común. Es lo que hacemos, respirar.
Este tipo de gestos son los que me llaman la atención de las organizaciones que se proponen practicar políticas o modos de hacer política desde las prácticas escénicas y/o corporales. Remarcan, a veces sin intención, lo necesaria que es la proximidad de la carne para resistir. Si bien no es una característica propia sólo de estas organizaciones, sí puedo leer que son este tipo de colectivos los que en sus convocatorias u orgánicas nos recuerdan que, en marcos culturales que remarcan el individualismo, el encuentro se vuelve resistencia y amucharnos no nos vuelve uno sino incuantificables. Una proximidad que se practica al invitarnos a poner la atención en nuestra respiración colectiva, entre el cuerpo y la palabra.
Encontrarnos, caminar y respirar. Remitir al estar cuerpo, al encuentro entre nuestras diversidades. Repetición, repetición y memoria. Memoria corporal. Caminar y respirar comparten eso de memoria que tenemos como cuerpo. Somos respiración y movimiento (también). Encontrarnos en aquello que nos suma caminar(nos), volvernos muchos cuerpos que se conjugan en un crear otros modos de estar en un aquí y ahora políticos. Pero no toda caminata es posible. Caminar parece gozar de la misma obviedad que el respirar, sin embargo, no toda caminata es posible. Puede ser por esto que el caminar tiene esa potencia de volverse un acto político. Existe la criminalización de los andares.
Domingo 24 de marzo
Marchas: Pienso en las marchas como marcas coreográficas. Caminos demarcados. Trazados socialmente para recordarnos algo que nos parece no debe prestarse al olvido. Rituales de conmemoración o reclamo. No todas las marchas practican la misma huella. Desde que llegué a vivir a Argentina se me hizo manifiesta esta diferencia. Haber nacido en Chile, entre otras cosas, me ha llevado a construir un recuerdo que bordea la paranoia cuando se trata de marchas. Una fuerte razón por la que durante mis primeros años en este país me aparté de las convocatorias del 24, me sentía sola por no entender corporalmente la dinámica. Es extraño hacerlo escritura, pero creo que lo que me pasaba era que sentía un cruce de imágenes corporales idiosincráticas que me atravesaban como un relámpago por la columna. Algo así como mucho miedo y adrenalina que se condensa en recuerdos fugaces de correr bajito. Correr agachada, de la mano o en contacto con otros cuerpos, siguiendo las direcciones que alguien que gozaba de mejor perspectiva o preparación para indicar al grupo –organizado improvisadamente– cómo sortear la represión. Evitar caer en manos de la policía. O en el peor de los casos, gritar fuerte tu nombre y número de documento. No desaparecer. Ganarle al miedo. Caminar. Salir a la calle. Confiar en la manada. Respirar. Marchar. Aprender a marchar en otros contextos. Aprender a estar en otros mundos. Practicar el estar entre otres. De esto también nos habla FUNO.
Son las 13:30 y estamos en Avenida de Mayo y 9 de Julio. Hay un gran número de personas vestidas con distintas telas y texturas de color negro. Vienen con maquillaje negro también. En algunos brazos o piernas se pueden leer consignas como “Nunca más” o “Son 30.400”. Es un grupo que se diferencia de quienes miramos detrás del cordón rojo que delimita el espacio donde sucede la acción. En el fondo banderas: Colectivo FindeUNmundO. Se trata de la puesta en escena de un dispositivo ritual. Se trata de encender la desobediencia invocando una danza colectiva.
El haber presenciado el ensayo del domingo pasado me da la ventaja de saber qué va a pasar del otro lado del cordón. Por esto decido concentrarme en quienes observan. Doy varias vueltas y veo las repeticiones de la Intervención que se termina y vuelve a empezar varias veces durante la tarde. A veces miro las expresiones de compenetración que producen esos cuerpos en movimiento. A veces escucho las expresiones de asombro, rabia o emoción ante los audios que marcan las transiciones entre canción y canción. Pasan demasiadas cosas y nuevamente vuelvo a las sensaciones del día del ensayo. Que fuerte debe ser vivir la experiencia desde adentro, pienso. ¿Pero quienes estamos siendo conmovidos por lo que presenciamos, no estamos desde adentro? Desde la piel. Es el contacto, ese encuentro que produce la respiración colectiva entre el cuerpo y la palabra.
Casualmente me encuentro con una amiga que me cuenta que hace unos años formó parte de la Intervención y me quedo charlando con ella de su experiencia. A partir de su relato comprendo que mi aproximación a FUNO puede ser desde esa memoria de quienes por algún motivo y de maneras distintas se han aproximado o participado de la vida del Colectivo durante estos 12 años de recorridos. Así compartir las memorias, que no solo son las memorias del Colectivo sino de un sinnúmero de personas que año a año se suman desde alguna perspectiva a esta experiencia colectiva.
Belén Arenas Arce es Licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires y becaria doctoral CONICET en el Instituto de Investigaciones Gino Germani. Es también bailarina e investigadora de estudios de danza, enfocada en la articulación política y la relación de la danza con las políticas públicas. Forma parte del Núcleo de Investigación en danza, política y articulación gremial, de la Red Nacional DanzaSur (Chile), y participa en proyectos de investigación relacionados con el análisis de las políticas culturales para las artes escénicas en Argentina y Chile. Colabora además en proyectos de artes escénicas como acompañante teórica y asistente de dirección.
Redes del Colectivo FindeUNmundO:
IG: https://www.instagram.com/findeunmundo
FB: https://www.facebook.com/ProyectoFinDeUnMundo
Mail: colectivofindeunmundo@gmail.com
[1] Video del Colectivo FindeUNmundO: https://www.youtube.com/watch?v=AC8llz89mAE
[2] Salinas, N (2016) Marchar bailando: Colectivo Fin de un mundo en la marcha del 24 de marzo
Recuperado de: https://www.anred.org/2016/03/30/aeoemarchar-bailando-colectivo-fin-de-un-mundo-en-la-marcha-del-24-de-marzoae%C2%9D/
[3] Intervención Escénica Urbana es el concepto con el que Lucila Fantino, investigadora y participante de FUNO define las acciones del Colectivo. El concepto está definido en el trabajo de Ramiro Manduca en el que el autor se refiere a la tesis de grado de Fantino.
Manduca, R (2017) Colectivo Fin de Un Mundo: intervenciones escénicas urbanas entre la historia y la agenda política. Telón de fondo /26. pp. 63-79. Recuperado de:
http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/telondefondo/article/view/3979/3555
[4] Además de los trabajos ya referidos de Manduca (2017) y Salinas (2016) han hecho posible mi lectura del recorrido de FUNO la entrevista de Francisco Giannattasio para la revista Sonámbula y la nota de Jazmín Luzzi para revista Anfibia, publicada la semana siguiente al 24 de marzo recién pasado.