Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia
Princesa montonera: contar todo con un poco de ironía, aún lo más terrible

Entrevista a Mariana Eva Pérez por Bárbara Ohanian

Es marzo y, como dice Mariana Eva Pérez en esta entrevista para Bordes, entramos en el “espasmo de la efeméride”. Su libro, “Diario de una Princesa Montonera”, llega en una reedición aumentada que vuelve a irrumpir con un gesto que incomoda y desborda la narrativa consagrada sobre Memoria, Verdad y Justicia. Desde su voz como víctima infantil de la dictadura -sus padres están desaparecidos, su hermano fue apropiado y restituido luego de su intensa búsqueda, ella misma a los quince meses de edad permaneció secuestrada durante algunas horas hasta que la entregaron a su familia- Mariana Eva Pérez se ríe de lo que parece que no puede ser objeto de humor, problematiza lugares sacralizados y hace visibles formas aun inexploradas en que el genocidio y el terrorismo de Estado afectaron y afectan historias singulares y colectivas. 

La primera edición del libro fue publicada en 2012, donde retomaba las entradas de su blog en el que recorría sus venturas y desventuras alrededor del “temita” de la memoria y los derechos humanos. En esta edición nos encontramos con aquella primera parte junto a dos nuevas secciones con el mismo tono de diario, íntimo, público, verdad y ficción en las que se narran las experiencias que ha vivido la princesa durante su estadía en Berlín (2011-2015) y el juicio por la desaparición de sus padres (2016-2018). 

Dramaturga, bloguera, Licenciada en Ciencia Política, twittera, Doctora en Literatura Románica, Mariana Eva Pérez es todas esas y más. Desde allí conversa en esta entrevista, a propósito de la edición definitiva de “Diario de una Princesa Montonera. 110% verdad.” 

Mariana Eva Pérez. Editorial Planeta

 

Bárbara Ohanian: ¿Cuáles te parecen que son los peligros y desafíos alrededor del lugar de la verdad en el marco de “Verdad, Memoria y Justicia” en épocas de fake news? En ese sentido, ¿de qué modo este género particular en el que elaborás tu escritura con “110% verdad” aporta una mirada diferente sobre hechos y conmemoraciones? 

 

Mariana Eva Pérez: En primer lugar, el libro decididamente es una apuesta literaria. No tiene ninguna pretensión de verdad y en realidad ese subtítulo de 110% verdad” viene a remarcar que hay un añadido en la verdad. No tanto que hay cosas que sean “falsas”, sino que hay un plus que tiene que ver con la reelaboración poética. Yo desde ese lugar me desmarco un poco del problema de la verdad y de las fake news, no es algo que haya sido un problema para mí; de hecho, es algo con lo que juego por momentos. Hay un gesto de ficcionalización en qué cosas se van a interpretar como que son verdad o en clave testimonial y no lo son -sobre todo en la primera parte está más marcado ese juego- pero también simplemente en las omisiones, en lo que elijo contar o no contar. En todo eso hay un gesto de ficcionalización. A diferencia de otros libros o de otras narrativas sobre el período, lo hago explícito. Me parece que ese componente permite distinguir que lo mío no es una escritura testimonial porque no busca serlo. Si alguien lo quiere tomar así o si alguien quiere problematizar el testimonio a partir de los juegos que yo hago con eso, bienvenido, porque es un problema que me interesa y que no he logrado abordar en otros sentidos. En algún momento pensé que iba a ser una parte de mi tesis de doctorado y no lo fue. Pero yo no lo escribo como un testimonio, no es mi testimonio, yo lo escribo queriendo escribir una novela. Esta es la novela que me sale escribir, ¡ojalá me saliera otra!, pero es esta. Encontró su forma a partir de lo que eran originalmente entradas de un blog y entendí que esas entradas de un blog eran entradas de un diario y que este libro era así, que este libro era un diario. A mí me gusta la “novela-novela”, como lectora soy fan de las novelas y me gustaría poder haber escrito otra novela con esto. Pero bueno, para mí esto es literatura. Esta es mi primera incursión en la narrativa y entonces yo desde ese lugar no me hago mucho cargo del problema de la verdad ni de las fake news. 

Me parece que trabajo un poquito más la cuestión de la verdad en la tercera parte, que es la que tiene que ver con el juicio y ahí es donde me interesa el juicio no solamente por la pena de prisión, sino por la cuestión del relato histórico que convalida la sentencia. Eso sí me parece que es algo muy potente, muy rotundo que tienen los juicios de lesa humanidad, mucho más importante y con más futuro que meter en cana a los milicos, que se van muriendo o que ni siquiera van presos por la edad que ya van teniendo con estos juicios que tardan tanto en llevarse a cabo. Al final lo único que va a quedar, me parece a mí, es el establecimiento de una verdad histórica y no me parece poco importante, al contrario. 

 

B.O.: En un momento del libro decí“La flasheo muy profundo con la política, con la revolución, con la patria. (…) Lloro por lo maravilloso que sería creer de verdad en todas estas lágrimas, creer de verdad en estas pasiones.” ¿De qué manera fue cambiando para vos el lugar de la política? Asimismo, habitar con contradicciones las distintas experiencias y búsquedas es algo que se respira a lo largo del libro y lo vuelve sumamente potente. ¿Te parece que aceptar esas contradicciones supone de alguna manera perder ese sentimiento “maravilloso que sería creer de verdad en esas pasiones”? 

 

M.E.P: Habitarlo con contradicciones es algo que está en el libro, es algo deliberado. No sé si ha cambiado mucho para mí el lugar de la política. No milito en política en este momento, pero tampoco me parece que aceptar esas contradicciones supondría perder ese sentimiento. Creo que es posible mantener ese sentimiento maravilloso aún con contradicciones. Yo no puedo, simplemente. Yo en este momento no tengo ninguna militancia política, mi militancia pasa por la escritura. Siento que de alguna manera respondo a un compromiso político desde mi escritura en torno a estos temas. Me parece que esta es mi trinchera, lo ha sido durante mucho tiempo y lo sigue siendo. Ya sea la escritura académica o esta búsqueda de otras maneras de narrar en la literatura y sus formas posibles. Incluso estoy volviendo a hacer algún proyecto de corte teatral, siempre desde mi lugar ligado a la dramaturgia (no a la dirección, por ejemplo). Entonces no se trata de que mi militancia es la escritura sino más bien, de una militancia que pasa por la escritura. 

 

B.O.: Gabriel Gatti en uno de sus trabajos retoma la noción de “acatamiento paródico 1 de Judith Butler para caracterizar, por ejemplo, al Colectivo de Hijos, del cual formó parte nuestra heroína, Princesa Montonera, y que en otros trabajos académicos también se utilizó para caracterizar Diario de una Princesa Montonera¿Considerás que este movimiento narrativo en el que de alguna manera se transgrede algo del ritual y lo sagrado es sólo posible para lxs afectados más directos del terrorismo de Estado? ¿Por qué? 

 

M.E.P.: Podés hacer el movimiento del “acatamiento paródico” cuando lo que se espera es que acates determinada norma. Entonces me parece que en ese sentido sí estamos hablando de “los afectados” (así con comillas, todavía no sé cómo llamarlo) porque si no qué “acatamiento paródico” abarcaría a otros de los cuales no se espera nada en relación a una cierta norma. Me parece que en ese sentido lo trabaja Gabriel Gatti. Ahora, por otra parte, ¿si yo pienso que transgredir los rituales y lo sagrado es sólo posible para los afectados más directos? No, no lo pienso.  

Lo que yo intento con el libro tiene que ver con poder reírse con otros, con el humor, con los chistes que se logran o que no se logran, pero también por la manera de contar todo con un poco de ironía, aún lo más terrible. Me parece que eso no se completa si no está del otro lado el que se ríe, que es el lector y yo siempre pensé en un lector que no fuera víctima. Justamente este para mí es un movimiento de salir al encuentro de otros que no fueron víctimas y poder encontrar un lenguaje en común con otros que no lo fueron. Ahora, eso no es el “acatamiento paródico según lo que entiendo yo. Según lo que me acuerdo de cómo usa él lo de Judith Butler, a quién tampoco he leído directamente en este tema, sino a través de lo que trabaja Gatti. Me parece que a otros no afectados le falta la parte del acatamiento. 

Editorial Planeta.



B.O.:
 Un momento clave del libro es el modo en que aparece la narración de tu testimonio en lo que llamás “Mi pequeño Nürnberg”, el juicio por la desaparición de tus padres en la RIBA. Elegís hacerlo a través de la reproducción de un chat en el que amigas de la Princesa van contándole a las que no pudieron estar cómo fue tu testimonio. No es cualquier chat, son amigas que se hicieron a través de leerse sus blogs y, sobre todo, a partir de quien las reunió que fue Marie @kireinatatemono. Podríamos decir que es un recorrido múltiplemente espectral de voces y alusiones que, en papel, reproduce el mundo de la virtualidad que fundó lazos profundos entre blogueras, que además tienen una activa vida twittera. 

¿Cuál consideras que es el lugar de las nuevas (y no tan nuevas ya) formas de expresión y comunicación tanto en términos de efectos subjetivos como en términos de nueva posibilidad de enunciación? ¿Qué lugar ocupó para vos el blog, qué significó haberlo transformado en libro? Y en ese recorrido, ¿qué llevó a la decisión de sacar las imágenes que estaban en la primera edición? 

 

M.E.P.: El otro día justo leí una nota de Tamara Tenenbaum2 sobre cómo la lógica de Twitter -decía ella- permea otras formas de expresión y comunicación, como planteás vos en la pregunta. Y es algo que yo venía conversando con otra de las chicas con la que hacíamos Revista Cotorra que no es twittera, Celeste Viñal, que es psicoanalista. Veníamos hablando de esto en relación con algunos conflictos que ha habido, obviamente dentro de un grupo tan numeroso de amigas es inevitable, pero sí creo que Celeste y después Tamara dan en el clavo con esto de que hay algo de la forma de los intercambios en redes sociales que van permeando hasta las relaciones personales. Y en algún momento, por ejemplo, cuando yo estaba en Alemania, se profundizó la amistad con Marie y con todo este grupo de amigas porque eran el grupo de amigas que mejor podía pasar a la virtualidad, porque ya venían habitando la virtualidad, nos habíamos conocido en la virtualidad. Después yo tenía otra de mis amigas, la que en el libro aparece como Juli, que no me contestaba los mails, solamente la podía ubicar si la llamaba por teléfono. Esas cosas que hace diez años eran más profundas, te estoy hablando antes del WhatsApp, no existía el WhatsApp en ese momento. Pero creo que sí hay algo de la lógica del like, de la exposición en redes que va afectando -no lo digo con una carga negativa- las formas de subjetividad y de enunciación también. 

Cuando escribía la segunda y la tercera parte recurrí -porque no me acordaba de muchas cosas, porque yo no llevé realmente un diario esos años-, buceé en el archivo de Twitter para recordar qué pasaba en esos años, de qué se hablaba, cuál era el debate público, de qué hablaba yo. Hay ciertas expresiones o cierta relación con la escritura, con esa urgencia de la escritura que antes estaba en el blog y que muta en el caso de Twitter. Obviamente que no es igual, el blog tenía otra profundidad, tenía otro tiempo, había una cuestión de ir a meterte en el blog de cada una que te interesaba o cada uno que te interesaba lo que escribía. Tenías que tomarte un trabajo y aparecía por ejemplo esta cuestión de ¿habrá escrito Marie? Entonces, Twitter es diferente pero para mí hay algo de lo que llamamos “Twitter Argentina” que está ahí, que late por debajo de algunas formas de decir, algunas expresiones, más allá de algunos chistes que algún twittero o twittera más enfermito o enfermita como yo puede llegar a identificar claramente. 

Para mí el blog fue sumamente importante, si no hubiera habido blog no habría habido diario o sea no habría habido nada. Por eso permanece inalterable el agradecimiento a los lectores del blog en primer lugar, en el top-top, porque como te decía antes, estaba esta idea de que los lectores se pudieran reír. 

La decisión de sacar las imágenes fue un conjunto de cosas. En la primera edición quedaron muy mal, se ven muy oscuras. En la edición española quedaron bien a costa de que todo el libro está en papel satinado, es un libro pesado, te tiene que gustar que el libro sea así. Es medio raro. Debatimos bastante cómo teníamos que hacer para que quedara bien: si poner todas las ilustraciones juntas en unas páginas satinadas o cómo, qué tipo de impresión… La verdad que era como que había que mandarlas a hacer de vuelta. De la primera parte habían pasado diez años y ni siquiera creo que Kit3 volviera a dibujar de la misma manera. De hecho, ella no dibuja de esta manera ahora, hubo cambios en su manera de dibujar también. Tendríamos que haber tenido más tiempo, la verdad es que no lo tuvimos y llegamos justo a imprenta para sacarlo en marzo, que nos parecía importante para intervenir en todos los debates sobre la memoria que se dan con el espasmo de la efeméride y después ya no. La verdad es que no hubo ni tiempo de reabrir la conversación. En un momento quedó como “bueno, después vemos” y después no vimos nada. Para mí es parte de la historia del libro, a mí me encanta que estén en esa primera parte. Me gustan las cosas que hizo Kit, me gustó mucho el diálogo que hubo con ella con respecto a eso. Me gustaba la idea de que hubiera alguien de afuera con quién dialogar. Y en realidad, un poco ese lugar lo cumplió esta vez la editora, Ana Wajszczuk. Esta vez de verdad hubo un proceso muy de a dos con ella, de mucho acompañamiento, lectura y sugerencias y sí era la lectura de alguien que no pasó por la misma historia. Esto lo estoy pensando ahora, en voz alta, ahora que lo converso con vos. Y quizá entonces ese lugar de abrirle el libro, de abrirle la cocina del libro a alguien más, lo ocupó la editora en este momento. 

 

B.O.: A lo largo del libro hay muchas señales que permiten dar cuenta sobre los efectos persistentes característicos del crimen de la desaparición y del terrorismo de Estado que suelen no ser tan evidentes. ¿Qué es para vos lo más evidente que dejó el terrorismo de Estado y que, sin embargo, está invisibilizado? 

 

M.E.P.: No sabría decirte qué es lo más evidente que está más invisibilizado. Yo voy encontrando -no sola, por supuesto- un montón de situaciones que van quedando por fuera de las narrativas oficiales sobre lo que pasó, o más estandarizadas sobre lo que pasó. También estaban quedando por fuera inclusive de las narrativas judiciales, de esta verdad histórica que van consolidando las sentencias en las distintas causas. Te decía que no es un hallazgo que yo hago sola. En el año 2010, el primer año que cuenta el libro, para mí es realmente una apertura de ojos muy grande el trabajo con el Colectivo de Hijos (CdeH) -que no es H.I.J.O.S.- hacia las distintas situaciones que habíamos atravesado los que hasta entonces nos seguíamos reconociendo como hijos.  

Por ejemplo, hay un capítulo de mi tesis de doctorado en el que trabajo una obra que elijo justamente porque me complica todas estas categorías. Es una obra de Ana Longoni,4 a mí me complica tanto la categoría de hija como la de edad. Es una perspectiva adolescente en el exilio donde incluso las categorías filiales que se suelen usar para hablar de nuestra generación me resultan muy problemáticas. Ni siquiera me resulta tan evidente que pertenezca a la misma generación que Ana Longoni. Entonces eso me lleva a distinguir entre una pertenencia generacional, por el orden de las generaciones, y después en un sentido histórico. En un sentido histórico no somos de la misma generación, pero en un sentido de haber sido las hijas de la generación de los militantes, sí. Entonces como que me la voy complicando más y más y más para forzarme a deconstruir la categoría de hijos. 

De hecho, en este momento estoy haciendo una beca, en tándem con una compañera de Alemania donde estamos trabajando más fuertemente todavía la noción de víctimas infantiles y, justamente, cómo aparecen en las narrativas judiciales y en los guiones de los museos de la memoria. Entonces no sé si es el más evidente y sin embargo invisibilizado porque no sé si en algún momento fue tan evidente para alguien que éramos muchos niños los que estábamos ahí, presentes en los operativos, en los campos de concentración, abandonados en la calle o lo que fuera, que somos casi tantos niños como adultos en esta historia. Niños que ya no somos niños. 

Me parece que eso es algo que quizás el libro contribuye a visibilizar, otras víctimas que también lo fueron, como mis primos: mi prima que tenía 11 años en el momento en que a mí me dejan en su casa y mi primo que tenía 17. No sé, creo que es eso, sin embargo, no diría que es lo más evidente. Porque habría que ver lo más evidente para quién. Sí me parece que todavía hay situaciones que están poco visibilizadas y hay figuras que no se han constituido socialmente, como la de la víctima infantil de la dictadura y que a mí me interesa seguir trabajando. Porque se da la paradoja de que nosotros vamos a los juicios, declaramos como testigos y no obtenemos justicia por lo que nos pasó a nosotros mismos, incluso si el Poder Ejecutivo sí nos reconoce otorgándonos indemnizaciones o pensiones, entonces quedamos puestos en un lugar muy paradójico que me interesa seguir cuestionando. 

 

B.O.: En el relato aparece el nacimiento de tus doshijes. ¿Lxs imaginás leyendo Diario de una Princesa Montonera? ¿A qué edad? ¿Les dirías algo antes de que empiecen la lectura? 

 

M.E.P.: Mi hijo mayor ya sabe leer y sabe que hay un libro, pero yo le dije que es para grandes y, por ahora, estamos bien así¿A qué edad? No sé, qué sé yo, no tengo idea. La verdad que con la maternidad no planifico tanto. Con Tilo ya venimos conversando de esto así que no sé si le diría algo antes de que empiece la lectura. Igualmente son mis hijos y la verdad que me pone mal por igual que lean lo que a mí me pasa con la tortura de mi papá o que lean que fumo porro o que tengo sexo. O sea, todo cae en el mismo nivel de vergüenza. O no vergüenza, pero no es la clase de cosas que te sientas cómoda charlando con tus hijos. 

 

 


1 Gatti, G. (2011). El lenguaje de las víctimas: silencios (ruidosos) y parodias (serias) para hablar (sin hacerlo) de la desaparición forzada de personas. Universitas humanística (72) (pp. 89-109).

Tenenbaum, T. (2021). Perdidos sin traducción: de Habermas a Kardashian. Recuperado de https://www.eldiarioar.com/opinion/perdidos-traduccion-habermas-kardashian_129_7307327.html

Kiti López es dibujante e ilustradora.

4 La Chira (el lugar donde conocí el miedo). (2004)

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