Por Claudia Laudano (UNLP)
Un acontecimiento extraordinario se está gestando este 8 de marzo: el primer Paro Internacional de Mujeres, sostenido de manera simultánea en 55 países como “respuesta a la actual violencia social, legal, política, moral y verbal experimentada por las mujeres en diversas latitudes”,[1] donde se exige a los gobiernos medidas efectivas para resolver los numerosos reclamos de una agenda feminista, antiracista, antiheteronormativa, y contra el neoliberalismo. Una propuesta de tamaña envergadura, lejos de ser un hecho espontáneo, es producto de un proceso organizativo tramado durante meses.
Un poco de historia. La idea de mancomunar esfuerzos hacia una acción internacional se gestó hacia fines de octubre de 2016, luego del contundente paro nacional de un día realizado por las mujeres en Polonia a principios del mes con mucha resonancia mundial, contra el proyecto de ley que pretendía introducir la penalización del aborto en todos los casos; y del exitoso paro realizado en Argentina el 19 de octubre, donde mujeres vestidas de negro nos movilizamos en más de cien ciudades del país para protestar contra los femicidios, como en las anteriores convocatorias nacionales #NiUnaMenos y #VivasNosQueremos. La medida de fuerza argentina generó adhesión inmediata de mujeres latinoamericanas e incentivó movilizaciones multitudinarias en la región, con alta repercusión mediática. Días después, el 23 de octubre, las mujeres polacas protagonizaron el segundo paro, contra la violencia y la ignorancia por parte del Estado sobre sus problemáticas.
La gesta fundacional del paro en Islandia sostenido en 1975 por el 90% de las mujeres y las contundentes movilizaciones realizadas en octubre de 2016, promovieron los intercambios y acuerdos en otros países, como Corea del Sur y Rusia, para lanzar una convocatoria conjunta con fecha determinada en 2017, el Día Internacional de las Mujeres, bajo el lema “la solidaridad como arma” para enfrentar las distintas facetas del machismo en la fase actual de la crisis capitalista. Mientras al grupo inicial que coordinó acciones desde la plataforma Facebook en inglés y español se sumaban otros países, con marcada presencia de latinoamericanas y caribeñas, la repercusión internacional de la Marcha de las Mujeres en Washington el 21 de enero renovó el impulso de la protesta conjunta bajo la modalidad del paro y legitimó, ante quienes aún hacía falta, al movimiento de mujeres y feminista como un sujeto político internacional de suma vitalidad en la coyuntura actual.
Cómo se adhiere al paro. En el caso de Argentina, las modalidades para manifestarse son múltiples, acorde a las posibilidades y características de los distintos tipos de trabajos realizados por las mujeres a diario. A las tradicionales medidas de cese de actividades en los lugares de trabajo para las asalariadas, con diferentes horarios según los sectores, acuerdos sindicales y las propias resoluciones de las protagonistas, se suman asambleas en ámbitos laborales para discutir la situación de las mujeres, el uso de banderas y cintas color violeta y un ruidazo al mediodía; pero, sobre todo, se convoca a interrumpir el trabajo doméstico y de cuidados para hacer visible una parte fundamental del trabajo no remunerado, en mayor medida a cargo de mujeres. Como broche final, se plantea confluir en una movilización simultánea en más de cien localidades del país que manifestaron adhesión.
Toma de decisiones en asambleas. Como es habitual en los procesos de debate del movimiento de mujeres y el feminismo organizado, la modalidad asamblearia (abierta y participativa) resultó predominante, aunque en las más numerosas, a veces, se dificultara el uso equitativo de la palabra y se tuvieran que sortear ciertas “aparateadas” político-partidaria que forman parte de un folklore decadente. En más de 50 localidades de distinta densidad demográfica (Santa Fe, Bahía Blanca, Paraná, CABA, Salta, Fiske, Merlo, Olavarría, Trelew, Córdoba, San Luis, Mar del Plata, Corrientes, Resistencia, La Plata, Mendoza, Rosario, entre otras) se convocaron desde fines de enero, colectivas feministas, organizaciones de mujeres, sindicales, partidos políticos, centros de estudiantes, grupos barriales, comedores, cooperativas, de derechos humanos, de lesbianas, travestis y trans, académicas, piqueteras, artistas, profesionales y mujeres autoconvocadas, autónomas, interesadas en el proceso deliberativo y organizativo rumbo al #8M. A partir de fotos y selfies que circulan en las redes sociales como en los documentos finales de las asambleas, se tornaron palpables en muchas localidades las tramas históricas, ricas y diversas, construidas por las mujeres durante décadas, mediante formas organizativas específicas, denominadas “multisectoriales”, “mesas”, “coordinadoras”, “campañas”, “comisión organizadora de ENM”, “redes”, entre otras. Estas permiten visualizar diferentes instancias de articulación de grupos en torno a cuestiones temáticas (aborto, violencias, trata para explotación sexual, entre otras) o bien, coaliciones específicas para llevar adelante reivindicaciones de derechos de mujeres o las fechas instituidas del calendario feminista desde el retorno de la democracia. En (casi) todos los casos contaron con páginas o eventos en la plataforma comercial Facebook, para intercambiar información, subir sus resoluciones, que siempre son autónomas, y comunicarse con la página central del Paro Internacional de Mujeres de Argentina, como existe en cada país adherente.
Campaña en las redes sociales #YoParo8M. Como si hiciera falta todavía argumentar por qué paramos, como si no sobraran razones evidentes, por otro lado, para hacerlo, aun así, mejor contarlas y hacerlas circular; porque lo que se charla o se comparte en plataformas digitales renueva la discusión pública y amplía los horizontes de inteligibilidad de las condiciones de subordinación y las desigualdades generizadas, en sus múltiples cruces. Así nació una campaña en las principales redes sociales utilizadas por mujeres en el país y en Latinoamérica. Con el hashtag #YoParo8M se invitó el 3 de marzo a proponer narrativas breves, con o sin imágenes, que dieran cuenta de lo que moviliza a cada una a llevar adelante la medida de fuerza. Recopilando fragmentos para una futura cartografía de la ciberacción, se lee en los posteos y tuits: “#YoParo8M por aquellas que aún tienen miedo. Para que sepan que somos muchas y estamos juntas”, “No+Trata”, “Porque estoy a favor del #8M, del aborto legal y la igualdad de género”, “Porque Vivas y Libres nos queremos”, “Porque las mujeres tenemos derecho a vivir una vida libre de discriminación y violencias machistas”, “Para que el transporte público esté libre de acoso”, “Para que la cultura de la violación sea contemplada en las discusiones cotidianas”, “Para que los trabajos de cuidados sean repartidos”, “Para que el derecho al ocio, además de accesible no sea culposo”, “Por licencias laborales compartidas para que padres puedan estar con sus bebés y el cuidado no recaiga asimétricamente en madres”, “Porque mi cuerpo es mío, ni de la iglesia ni del Estado y debería poder elegir si quiero abortar y hacerlo de modo seguro”, “Contra los crímenes lesbofóbicos, transfóbicos y misóginos”, entre muchos otros. Fueron tantos, pero tantos mensajes escritos por una comunidad hiperactiva que, en el caso de Twitter, rápidamente trepó al primer puesto de las tendencias, donde se mantuvo por 9 horas, al igual que en otros países latinoamericanos donde las ciberactivistas contaron sus experiencias y plantearon deseos de transformación bajo el mismo hashtag.
También se utilizaron las redes sociales para acciones urgentes de solidaridad hacia mujeres cuyos gobiernos obstaculizaron la organización del paro del #8M. Entre ellas, de manera súbita se generó una campaña de apoyo a las mujeres de Turquía a principio de marzo, cuando el gobierno prohibió el evento que habían organizado en la ciudad de Izmir y se temía que ocurriera lo mismo con el de Estambul. Bajo el hashtag #8MartEngellenemez (el #8M no puede prohibirse), la ciberacción motivó una tormenta de tuits desde distintas zonas geográficas y en diferentes idiomas, que contribuyeron a través de la solidaridad internacional a que la medida de restricción gubernamental fuera levantada.
Acerca de las formas del nombrar. “¡Que la tierra tiemble!”, desean unas, “Que el aire no pare de vibrar con sonidos feministas”, dicen otras, o bien, “Somos parte de una marea que no para de crecer”; buscando imágenes y metáforas que permitan visualizar y dar sentido a un proceso en plena gestación, cargado de emociones y no exento de tensiones, que se percibe apenas en dimensiones fragmentarias. Estamos frente a un acontecimiento extraordinario, nunca visto, muchas veces soñado, en plena ebullición. Tanta masividad, en diferentes acontecimientos nacionales e internacionales de los últimos tiempos, junto a esta gran movida del paro internacional de mujeres despierta una pregunta: ¿Estamos frente a una nueva ola feminista?
Un día cargado de emociones y expectativas está comenzando. No es un día más ni como otros. Tampoco, un 8 de marzo como los que supimos construir en este país desde el feminismo y los grupos de mujeres durante décadas. El escenario de articulación internacional y los lazos tramados nos hace sentir parte de una gesta histórica, conmovedora, y que en América Latina se pinta una vez más de violeta, el color feminista.
Las redes sociales van a ser nuestras principales instancias de comunicación. Los celulares no van a dar abasto de tanto tráfico de datos. Las radialistas feministas van a transmitir durante todo el día, enlazando América Latina con Europa, mientras otros medios de comunicación cubrirán en simultáneo la acción planetaria. Los tambores ya están retumbando y los cánticos se dejan escuchar desde que amaneció: “Abajo el patriarcado, que va a caer, que va a caer; y arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer”.
[1] “El llamado de las mujeres del mundo al gobierno”, del Paro Internacional de Mujeres, en: www.parodemujeres.com .
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#8M: el Paro Internacional de Mujeres ya llegó”Agregar comentario →