Por Carla Actis Caporale
¿Cuál es el público de un autor? ¿Quién y cómo se define ese público? Carla Actis Caporale nos propone acompañarla en el recorrido Discurso del oso que Cortázar envía a los hijos de Eduardo Jonquières, pero finalmente aparece en Historias de cronopios y de famas que no puede tenerse como un libro destinado a niños, niñas y adolescentes. Público al que sí se destinan ediciones más recientes de Discurso del oso, lo que parece indicar que la literatura de Cortázar se encuentra siempre en movimiento y más viva que nunca.
La literatura de Cortázar es habitualmente leída por la crítica como parte del sistema literario para personas adultas. Sin embargo, tanto la recepción como algunas ediciones ubican a ciertas obras de Cortázar (también) dentro del sistema de la literatura infantil y juvenil. La infancia y la juventud parecen insistir en reclamar para sí algunos textos de este autor.
Nos preguntamos entonces: Julio Cortázar, ¿es un autor de literatura infantil y juvenil? Podríamos proponer distintas aproximaciones a la obra de Cortázar y su circulación entre niñas, niños y jóvenes para explorar esta pregunta. En este artículo vamos a tomar “Discurso del oso”, un cuento breve narrado por un oso que va por las tuberías de un edificio y se asoma a la vida de seres humanos solitarios que sienten sus sonidos o sus patas, pero no adivinan su presencia. Este relato se ha dirigido a distintos públicos desde 1952 hasta nuestros días. La invitación es a seguir el derrotero editorial de “Discurso del oso” para observar en qué medida y de qué modos Cortázar se ha inscripto, a través de este cuento, en el campo de la literatura para niñas, niños y jóvenes.
Primeras huellas del oso
La primera noticia que tenemos de “Discurso del oso” lo ubica en manos infantiles: Aurora Bernárdez, ex pareja y albacea de Cortázar, contó al editor Alejandro García Schnetzer que el autor envió este relato a los hijos de Eduardo Jonquières, un poeta y pintor con quien mantenía una amistad y frecuente correspondencia. ¿Esto significa que Cortázar escribió un cuento para niños y niñas? No exactamente: sabemos que remitió el cuento a dos pequeños, pero no podríamos afirmar que lo haya escrito para ellos. Más aún, si tenemos en cuenta lo que la editora Michi Strausfeld recuerda en una nota publicada en Babelia el 2 de diciembre de 2006, cabe suponer que no lo hizo: Cortázar esquivaba la idea de escribir para el público infantil por considerarla una tarea demasiado difícil. Se trata, entonces, de un cuento que probablemente no haya sido escrito para niños y niñas pero que sí fue leído por su propio autor como literatura que también podía hablarles a lectores pequeños. Esta diferencia, que puede parecer menor, resulta significativa porque da cuenta de una manera de pensar la lectura infantil por parte de Cortázar: hay piezas literarias que pueden ser compartidas por lectores de todas las edades y particularmente, las niñas y los niños son lectores desafiantes para quien escribe.
En 1962 se publica por primera vez “Discurso del oso” como parte de Historias de cronopios y de famas, una recopilación fragmentaria de cuentos y relatos breves editada por Minotauro. El destinatario infantil no está presente en las ediciones de este libro, que se dirigen a un público adulto y han sido leídas de este modo por la crítica. Mercedes Bruno[1] piensa a este libro como una forma de recepción productiva del simbolismo y el surrealismo europeos, es decir, como un modo en que la escritura rioplatense de Cortázar se apropia de las vanguardias francesas para producir una literatura con un proyecto estético político propio, comprometido con una búsqueda incesante y siempre subversiva de formas literarias nuevas, que revolucionaran lo establecido. Bruno reconoce a la ciudad como un motivo propio de Baudelaire que Cortázar retoma productivamente en su literatura. Podemos tomar esta idea para pensar “Discurso del oso”, un cuento que parece jugar con los ruidos tan propios de la vida urbana que se escuchan a través de las paredes de los edificios y las casas vecinas. Los muros de las construcciones de la ciudad entrañan, en la literatura de Cortázar, misterios lúdicos y encantadores. En este caso, el misterio está encarnado por un oso. Los animales, según observa Bruno, tanto en los cuentos de Cortázar como en la obra del surrealista Lautréamont, desafían la vida urbana como experiencia práctica y pragmática y ponen de relieve su carácter enigmático, inexplicable.
Decíamos que el destinatario infantil que aparecía como una opción inicial para “Discurso del oso” queda postergado por la mirada editorial cuando el cuento se incluye en Historia de cronopios y de famas. Sin embargo, la infancia, esta vez acompañada por la juventud, insiste: los textos que componen este libro han sido ampliamente leídos por jóvenes y algunos de ellos, particularmente las instrucciones (para llorar, para dar cuerda a un reloj, para subir una escalera), expresamente dirigidos a un público lector infantil y juvenil en publicaciones del Plan Nacional de Lecturas y secuencias didácticas que se han elaborado tanto para el nivel primario como secundario.
En 2005 “Discurso del oso” se publica nuevamente, esta vez dentro de Animalia, un volumen editado póstumamente por Porrúa & Cía, la editorial que había fundado el español Paco Porrúa, un gran amigo de Cortázar. Aurora Bernárdez hizo para este libro una selección de relatos que configuran una fauna cortazariana compuesta por animales convencionales y sobrenaturales. En la ilustración de tapa se ve un animal onírico, parecido a un ave con cuernos y con una textura extraña, aguada. El autor de la ilustración es Julio Silva, el artista que había sido amigo íntimo de Cortázar y que se había encargado del diseño de las tapas de sus libros desde Las armas secretas (1959). Animalia de Porrúa & Cía. tuvo cierta difusión en España y poca en Argentina.
Un discurso ilustrado
Fuera de aquel envío inicial, a los hijos de Jonquières, el oso de las cañerías circuló hasta el año 2007 por páginas dirigidas a un público adulto. Fue entonces cuando el editor Alejandro García Schnetzer, de Libros del Zorro Rojo, tomó la decisión de inaugurar la colección Libros del Cordel con una edición de “Discurso del oso” ilustrada por Emilio Urberuaga. Esta colección reúne textos habitualmente leídos como literatura para público adulto y se sostiene en la noción de que los textos que escriben los autores se modifican sustancialmente en la medida en que cambian los soportes que los dan a leer. Cada edición de un mismo texto, en este sentido, lo transforma, resignifica y reposiciona dentro del campo literario. En efecto, esta edición ilustrada de “Discurso del oso” resignificó el relato y le abrió las puertas a otros espacios de circulación.
El libro ilustrado remedó aquel gesto inicial de Cortázar e invitó nuevamente a la lectura de este cuento al público infantil y juvenil. Una breve reseña que presenta esta edición en la página web de la editorial señala que los textos lúdicos de Cortázar parecen destinados a horadar toda clasificación, incluso la que insiste en dividir a los lectores por edades. Esta edición busca acompañar la exploración de límites propia de la literatura de Cortázar, atravesar las fronteras etarias, que hasta entonces habían publicado este relato para personas adultas, y ampliar el público para acercarlo, como había hecho el propio Cortázar en 1952, a la infancia.
Los recursos editoriales que despliegan para ofrecer este cuento al público infantil se ponen en juego tanto en el libro como fuera de él. La transformación del texto en un libro ilustrado lo aproxima al campo de la literatura infantil, donde la ilustración ha tenido históricamente un rol significativo. Si bien la sola presencia de las imágenes no basta para considerar a un libro como dirigido a la infancia (la propia editorial Libros del Zorro Rojo, por caso, tiene un catálogo amplio de libros ilustrados destinados a personas jóvenes y adultas), las ilustraciones de Urberuaga, fieles al espíritu lúdico del texto y su autor, invitan a niños y niñas a sumarse al conjunto de lectores de Cortázar y proponen, ellas mismas, una lectura del relato y aportes propios. En esta versión ilustrada se suma el personaje de un gato que, silenciosamente, observa y acompaña al oso narrador. Si el protagonista es rojo y ese color indica que pertenece al plano de la fantasía, el gato negro parece estar en el plano de la realidad y al mismo tiempo poder, a diferencia de los humanos, ver al oso. No parece casual que el animal elegido por Urberuaga para ser puente entre el mundo real y el ficcional sea aquel que Cortázar amó apasionadamente: el gato. Estos sentidos que construyen las ilustraciones pueden ser disfrutados por un público infantil y también por personas adultas que conozcan ciertos rasgos de Cortázar y su escritura.
Pero la invitación a niñas y niños lectores no se da únicamente desde las páginas del libro y como efecto de su edición, sino que se vuelve explícita en el posicionamiento que proponen los catálogos tanto de Libros del Zorro Rojo como de Alfaguara, que actualmente coedita este libro con la editorial española. Discurso del oso integra el catálogo infantil de Libros del Zorro Rojo y no se encuentra en el que la editorial destina a jóvenes y adultos; a su vez, está presente en los catálogos infantil (clasificado “a partir de 7 años”) y juvenil de Alfaguara y no entre los títulos de Cortázar destinados a lectores adultos. Este gesto editorial tuvo efectos ostensibles: el Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación argentino incluyó en 2011 este libro entre sus recomendaciones para “lectores con vuelo propio”, un grupo intermedio entre “primeros lectores” y “lectores expertos”. Asimismo, tanto bibliotecas infantiles y escolares como librerías incluyeron este libro en sus anaqueles y organizaron actividades en torno a su lectura.
Después de la transformación que supuso la edición ilustrada por Urberuaga, “Discurso del oso” volvió a mudar en 2022, de la mano de una nueva publicación. Esta vez, Alfaguara reeditó Animalia, aquella selección que hiciera Bernárdez y publicara Porrúa en 2005, con ilustraciones de Isol, una de las autoras argentinas más reconocidas en el campo de la literatura infantil y que ha ilustrado también obras para personas adultas como El cuento de Auggie Wren, de Paul Auster. Si bien Alfaguara ubica a este libro en su catálogo en la sección “Literatura contemporánea”, dirigida a lectores adultos, resulta particularmente interesante la intervención de la figura de Isol en esta edición si queremos problematizar el destinatario de un libro que publica la literatura de Cortázar. Y es que los propios libros de Isol, si bien son habitualmente leídos como infantiles, no tienen un destinatario único: les hablan tanto a niños y niñas como a personas adultas.
En este público amplio podemos encontrar una primera zona de afinidad entre la obra de Isol y la de Cortázar. Pero hay otros puntos en común: la literatura de Isol cuestiona de distintas maneras los límites que se pretenden claros y absolutos. Petit, el monstruo presenta a un niño que intenta dilucidar qué es bueno y qué malo, y se encuentra en el camino con dilemas y contradicciones que lo llevan a pensar que, igual que su madre, él debe ser algún tipo de monstruo inclasificable. En las ilustraciones de este libro y muchos otros de Isol, las líneas de los bordes no coinciden con los planos de color. Un plano que desborda a otro, bordes que no ofician del todo como tales o que están ahí solo para dar cuenta de su propia imposibilidad de delimitar las cosas. Del mismo modo, las palabras en cuentos como Imposible exhiben su propia insuficiencia para nombrar el mundo: una madre y un padre agotados por la crianza de su hijo pequeño piden a una hechicera que el niño cambie… y pronto descubren que las palabras no son unívocas y pueden resultar un tanto tramposas. El cuestionamiento de los límites de la representación también es característico de la literatura de Cortázar, que juega con las instrucciones y trabaja en las grietas que muestran a la realidad como una construcción porosa.
En esta edición de Animalia, antes del inicio y al final de cada cuento encontramos una ilustración de Isol. La artista se refirió a estas intervenciones como comentarios que abren y cierran las puertas de entrada y salida de cada texto, y esto nos remite también a la idea de lugar de pasaje que Mercedes Bruno señala como proveniente del surrealismo y estructuradora de los cuentos de Cortázar: puntos intermedios entre realidades, o espacios donde ellas se fusionan.
Las ilustraciones de Animalia Isol ponen en juego procedimientos similares a los que usa Cortázar en el plano verbal: toma elementos de la vida cotidiana (juguetes, piedras, chocolates, hojas, frutos, fotografías) y los interviene de manera que aquello que vemos como un objeto de la realidad se revela también como parte de un mundo ficcional. En la ilustración que vemos al final de “Discurso del oso”, los grifos de un baño son también los ojos de un oso; la cavidad de la canilla es también un hocico y las orejas y la boca del oso son dibujadas. Y es que este personaje vive en ese espacio que construye Cortázar e ilustra Isol, que está entre la fantasía y la realidad, que las superpone y por momentos las une. A su vez, en la primera ilustración para este cuento, un oso asoma por el hueco para desagotar el agua de una pileta de baño. La cara del animal está construida con el propio metal que habitualmente previene que caigan objetos que puedan tapar el caño y con la oscuridad húmeda propia del hueco. Metal y oscuridad húmeda: elementos de esta realidad que permiten atisbar esa otra realidad ficcional. En la ilustración, unos pelos dibujados han quedado sobre la superficie de la pileta, como rastros de algo que pasó. Además, el blanco de la pileta está atravesado por las sombras de la canilla y los grifos, que resultan inquietantes porque son signo de algo que está en otro lado, que existe aunque no sea visible. Estas sombras son huellas que deja en la realidad aquello que no se ve, al igual que los sonidos que escuchan los habitantes de la ciudad de este cuento cuando gruñe el oso de los caños o el calor quemante que sienten cuando él saca una pata por la canilla. La fotografía ilustrada propone un extrañamiento de la mirada que es afín al que generan los textos de Cortázar.
Bordes por-osos
“Discurso del oso” forma parte, así, de un libro destinado por la editorial al público adulto, pero que les guiña un ojo a lectores juveniles y también, por qué no, infantiles. Quizás ese guiño se deba a la mirada extrañada de la vida (en la ciudad) que es propia tanto de estos públicos lectores como de la literatura de Cortázar y la obra de Isol, al cuestionamiento humorístico de las convenciones lingüísticas, o bien, a la presencia de animales fantásticos que señalan, emparentados con el surrealismo, que la racionalidad con que las personas adultas organizan el mundo deja resquicios.
Las sucesivas ediciones de “Discurso del oso” muestran que se trata de literatura viva. Literatura que sigue transformándose, buscando nuevas formas de decir, de cuestionar y desplazar los límites que se creen consolidados. Y es que este cuento de Cortázar, fiel al estilo de su autor, ha ido jugando en sus sucesivas ediciones con los bordes ambiguos, porosos, que buscan distinguir la literatura infantil, juvenil y para personas adultas.
Carla Actis Caporale. Es Licenciada y Profesora en Letras (FFyL-UBA) y cursó la Especialización en Literatura Infantil y Juvenil (EH-UNSAM). Trabaja como docente en la carrera de Abogacía de la UNPAZ, en Institutos de Formación Docente en CABA y en la Especialización en Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Humanidades de la UNSAM. Investiga temas vinculados al campo de la literatura infantil argentina y la lectura y la escritura en la universidad.
Instagram: @carlaactiscaporale
[1] Bruno, M. (2023) Julio Cortázar ¿es un escritor surrealista? La recepción productiva. Buenos Aires: Wolcowicz Editores.
Ilustración de portada: Rulli