Violencia de género
Del #NiUnaMenos a #VivasNosQueremos

Por Claudia Laudano
Prof. Titular e investigadora en UNLP-UNER

Reflexiones en torno a la movilización nacional del 3 de junio

El viernes pasado, en numerosas localidades del país, se volvió a marchar y protestar de manera simultánea contra las diferentes formas de violencia hacia las jóvenes y mujeres, articulando demandas históricas del feminismo y el movimiento de mujeres con otras renovadas. Todavía es muy pronto para un balance que pueda dar cuenta de una mirada general de este despliegue coral, ya que recién se están subiendo y compartiendo en las redes sociales las fotos y los relatos de las singularidades de cada lugar, que sumarían más de cien en esta oportunidad, junto a algunas crónicas recuperables en medios de comunicación digitales. Nos vamos enterando de los recorridos, los reclamos y las modalidades expresivas singulares en cada caso, así como de los procesos organizativos previos tanto presenciales como ciberespaciales de los grupos y organizaciones impulsores en cada lugar.

Acerca del cambio de consigna convocante

NiUnaMenos, la consigna convocante del 2015, quedaba chica. Sólo podía contener los deseos de que no se asesinaran más mujeres y chicas. Su horizonte prioritario era la denuncia de los femicidios, con cifras extraoficiales de organizaciones de mujeres que contabilizaban noticias aparecidas en medios de comunicación dando cuenta de más de 250 asesinatos por año y un Estado que no había priorizado la elaboración de estadísticas específicas a pesar de superar tres décadas de vida en democracia. Un Estado que, si bien en términos generales, cuenta con legislación adecuada que contempla diferentes tipos de violencias (física, económica y patrimonial, psicológica, sexual y simbólica), que pueden manifestarse en distintos ámbitos y a través de diferentes modalidades, no había implementado un Plan Nacional integral con políticas públicas acordes para poner fin a los femicidios tanto como para generar instancias preventivas y de transformación social de los modos violentos e inequitativos de las actuales relaciones de género. Por último, un poder judicial con frecuencia incapaz de actuar rápido y de manera eficaz para evitar más muertes y violencias, a la vez que ofrecer un trato humanizado, sin revictimizar a quienes recurren en búsqueda de ayuda.

Sin soslayar que la consigna NiUnaMenos fue contundente para aglutinar una convocatoria nacional -sin ir más lejos, ¿quién podría estar en contra de frenar los asesinatos de mujeres y chicas?- y que, a su vez, podía incluir el reclamo por jóvenes y mujeres “desaparecidas” en democracia para  explotación sexual en manos de redes de trata; ya en 2015 se vio desbordada por las múltiples manifestaciones. En las marchas y las concentraciones que de forma simultánea se realizaron en el país en, al menos, 240 localidades, según un relevamiento propio, se gritó a viva voz: “Basta de abusos sexuales dentro del hogar”, “No me controles con el dinero”, ¨Mi cuerpo no pide tu opinión”, ¨No me revises el celular”, “El aborto ilegal es violencia institucional”, “Queremos andar por la calle a cualquier hora”, “Más presupuesto para políticas públicas de género”, “Me visto como quiero y me desvisto con quien quiero. Respetame”, “No más estereotipos opresivos”, “Tinelli: Los cuerpos de las mujeres no son un negocio”, “Que la justicia deje de ser machista”, entre otros reclamos. Aún con este puñado, se puede reconstruir un mapa, incompleto pero actual, de algunas de las tantas violencias cotidianas que se sufren, con diferentes intensidades en distintos contextos y con muchas variantes, por el simple hecho de ser mujeres y por lo que exige o espera desde las pautas culturales en nombre de la diferencia sexual, sin posibilitar un despliegue de condiciones para vidas dignas.

Así, hacia fines del 2015, cuando se realizaron en el país múltiples actividades con marchas y actos públicos el 25 de noviembre por el día de la no violencia contra las mujeres, una fecha clave del calendario del movimiento de mujeres y el feminismo del país y Latinoamérica, instituida desde 1981; una nueva consigna tomada de feminismos latinoamericanos resonaba con fuerza: Vivas Nos Queremos. Un desplazamiento significativo operó desde el Ni Una Menos hacia un énfasis puesto en  la vida y los proyectos vitales de cada una y los de todas. Para ese entonces, un tiempo antes, la nueva consigna ya había empezado a circular y se había plasmado en afiches, serigrafías y grafiteadas durante el 30 Encuentro Nacional de Mujeres, realizado durante tres días en octubre en Mar del Plata, que congregó a más de 60.000 asistentes.

La movilización VivasNosQueremos del 2016

En esta oportunidad, entonces, el 3 de junio amplió el espectro de los reclamos respecto del año anterior. Si bien se volvió a exigir, aunque en otro contexto político y con una feminista a cargo del Consejo Nacional de las Mujeres, la implementación del plan nacional integral con presupuesto adecuado y la capacitación del poder judicial con perspectiva de género, entre otras; se reclamó con fuerza por los puestos laborales que se perdieron en general y, en particular, los vinculados con programas de la agenda de las mujeres y de género desde diciembre del año pasado, así como la implementación del patrocinio jurídico gratuito, entre otras cuestiones que falta resolver.

Por su parte, el aborto legal, que el año pasado, a diferencia de lo que ocurrió en otras localidades, en la convocatoria porteña no tuvo lugar, esta vez ocupó un lugar significativo en las demandas y la numerosa columna con pañuelos verdes de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito marchó detrás de la bandera de arrastre, portada por familiares de víctimas de femicidio, quienes no cesaron un segundo de recordar sus nombres y alzar sus fotos de manera conmovedora. Los asesinatos de travestis que, según informes disponibles, serían ocho desde la marcha anterior y en su mayoría esperan ser investigados y resueltos, como el de la dirigente Diana Sacayán, asimismo estuvieron presentes, con organizaciones impulsoras.

Capitalizando la iniciativa de las movilizaciones que en todo el país se hicieron el año pasado, en Buenos Aires, esta vez se cambió la concentración en Plaza Congreso con lectura de documento por una marcha hacia la histórica plaza de Mayo. En su recorrido por Avda. de Mayo, diferentes grupos feministas, de mujeres, de organizaciones sociales, de diversidad sexual, de sindicatos, partidos políticos, organismos de derechos humanos, educación popular e iniciativas personales desplegaron su impronta expresiva con carteles, cantos, siluetazos en las calles, volantes, esténciles y grafitis en las paredes, junto a performances que convocaban de múltiples formas a poner el cuerpo, individual y colectivamente.

Volvieron a circular el “Me visto como quiero y me desvisto con quien se me da la gana”, “Acá está la concha de tu hermana y la puta que te parió. Respetame”, “¿Qué parte del NO es NO, no entendés?”, “Por la autodefensa de las mujeres” y otros, audaces, como “La única sangre que debería correr es la menstrual” acompañado de una toallita manchada de rojo, o el grafiti sobre una persiana “Los maridos matan más que el dengue” y los “papelitos” pegados uno debajo del otro, simulando los de oferta sexual, en esta oportunidad para recordar a las tantas jóvenes secuestradas para explotación sexual que la sociedad sigue buscando a pesar de las pocas respuestas del Estado. Nombres, muchos nombres y fotos para alzar y colocar bien visibles en la plaza pública, para que las recordemos, y moleste cada día saber que nos faltan Diana Colman, Fernanda Aguirre, Ramona Mercado, Yamila Cuello, Soledad Olivera, entre muchas de ellas, así como en otros carteles estaban las fotos con nombres de mujeres y chicas asesinadas durante décadas por la violencia femicida, cuya lista sería imposible reproducir en extensión, porque sólo en los últimos 4 años superaría los mil nombres.

En ellas, y en muchas otras razones, es donde la indignación y la bronca hacen sentido, de modo intergeneracional, con activistas feministas históricas y chicas de 15 años o menos, con mujeres –y algunos varones- que llevan a sus hijas e hijos, a veces en brazos o en cochecitos, porque seguimos saliendo a manifestarnos de modo irreverente por las calles de todo el país, como en tantas otras oportunidades contra la violencia hacia mujeres, chicas y, desde hace un tiempo, también por las travestis, para que sigamos imaginando y creando las posibilidades de un mundo más habitable para todas, en el corto plazo, y no como una mera utopía abstracta de una vida mejor en algún lugar imaginario.

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