Por Iván Gabriel Dalmau
En las elecciones presidenciales de 2015 la derecha neoliberal proponía una revolución de la alegría frente a la cual la crítica ideológica ocupaba un lugar fundamental: permitía desnudar la inconsistencia entre los programas políticos y económicos con esa felicidad prometida. En la actualidad la derecha neoliberal se muestra desnuda, ya no esconde sus objetivos, y entonces, para el sociólogo y filósofo Iván Dalmau, cabe preguntarse cuál es el papel de la crítica. Frente a este interrogante, y más cerca de Foucault que de Marx, sostiene que más “que de ´des-ocultar´, de lo que se trata es de recuperar la capacidad de asombro.”
“La sociedad estará dispuesta en 2023 a acompañar cambios y decisiones difíciles” 1
María Eugenia Vidal (7 de julio de 2022)
En otros momentos de nuestra historia reciente, la derecha neoliberal proponía en sus campañas e intervenciones públicas que su programa de gobierno nos permitiría “ser felices” y “vivir mejor”; por lo tanto, cabía hacer frente a dichos planteos apelando a la crítica de la ideología. Esto es, señalar las contradicciones entre el programa de gobierno y los objetivos declarados, buscando así desenmascarar los intereses larvados que se ocultaban detrás de dicha estrategia de comunicación política. En la misma línea, se podía apelar a reeditar la vinculación entre la crítica marxiana de la ideología y las herramientas forjadas por el psicoanálisis, de modo tal de desnudar los objetivos inconfesados de la derecha neoliberal a través del análisis de sus actos fallidos. Al respecto, resulta inolvidable el furcio del entonces candidato a presidente Mauricio Macri, que se enredó al proclamar una Argentina con “trabajo y pobre… progreso para todos”2. Ahora bien, si en el año 2015 proponían una “revolución de la alegría”, en la actualidad sostienen planteos tales como el que hemos colocado como epígrafe. Cita en la que, en un gesto cercano a la ventriloquía, la ex gobernadora de la Provincia de Buenos Aires se hizo eco del diagnóstico de la titular del Fondo Monetario Internacional (F.M.I.), quien el día anterior –en diálogo con la por entonces ministra de Economía– había sostenido que en la Argentina eran necesarias “acciones dolorosas”3.
Dado que Estados Unidos posee poder de veto dentro del FMI, cabe recordar que el citado tópico – “decisiones difíciles / acciones dolorosas” impuestas por el imperialismo, dio nombre ni más ni menos que a las memorias de Hillary Clinton tras su rol al frente del Departamento de Estado durante la primera presidencia del demócrata Barak Obama. Libro en el que problematiza bajo dicha lógica el rol de Estados Unidos en el golpe de Estado perpetrado en Honduras en junio de 2009 contra el gobierno de Mel Zelaya4. Golpes respecto de los que no es necesario “des-cubrir” el rol de Estados Unidos, ya que también fue recientemente reivindicado a viva voz por el ex asesor del republicano Donald Trump, John Bolton, quien hizo gala de su expertise en materia de planificación de golpes de Estado5.
Si bien ponderar la pertinencia de los conceptos psicoanalíticos excede con creces a quien tipea estas líneas, y entablar una discusión epistemológica con el marxismo queda por fuera de los objetivos de este breve escrito, hay algo que resulta insoslayable: en la medida en que la crítica apunta a “desnudar” lo que se esconde detrás de lo que se dice, ¿resulta operativa cuando el Rey ya está desnudo? En otros términos, cómo ejercer la crítica cuando –como en el clásico cuento de Hans Christian Andersen– el Rey se pasea orgullosamente desnudo. Quizás, como en el relato de Andersen, la clave pase por tener el coraje de unx niñx que no teme al ridículo y, por lo tanto, se atreve a decir verdades por más perogrullescas que sean: “¡está desnudo!” Como lo planteara de manera sugerente Sebastián Botticelli, dado que “lo obvio muchas veces se obvia”6, debemos perder el miedo a blandir argumentos que parecen no hacer más que señalar obviedades. En cierta forma, el miedo al ridículo de quien afirma una obviedad puede pensarse como el reverso, en términos de bloqueo de la crítica, de la hegemonía neoliberal que todo lo trivializa.
Sobre este punto, puede decirse que el actual avance de la (ultra)derecha neoliberal nos coloca en una situación un tanto paradójica: aquello que la izquierda marxista planteaba a modo de crítica, es reivindicado sin ambages por los libertarios. Esto es, la clásica objeción al formalismo de las democracias burguesas, “desnudado” en los términos de que “en el capitalismo tenés derecho a morirte de hambre”, fue defendido recientemente por uno de los autoproclamados epígonos locales de la Escuela Austríaca de Economía, que coqueteara luego con la propuesta de constitución de un mercado de venta de órganos7. Cuando el Rey está desnudo, la crítica requiere del coraje de quien se expone al ridículo por recuperar la posibilidad de conmoción ante lo que ha devenido trivial. Justamente, la puesta en cuestión de las formas en que se problematiza la política requiere del rastreo arqueo-genealógico que permita establecer cómo se fueron configurando dichas grillas de inteligibilidad, cuyo reverso es la sedimentación del filtro a partir del que se distingue qué es trivial y qué no. Enfatizamos, entonces, que el diagnóstico crítico del presente –aquello que Michel Foucault denominaba ontología de la actualidad8– no procede “desnudando lo oculto” sino, de forma mucho más modesta, destrivializando lo que ha devenido “trivial”. Más que de “des-ocultar”, de lo que se trata es de recuperar la capacidad de asombro.
Solo quien no ha perdido la capacidad de asombro puede evitar caer en la trivialización de “lo esperable” y está en condiciones, entonces, de buscar articular formas de resistencia a esa contingencia que, más que ocultarse, ha devenido “parte del paisaje”. El hecho de que “fuera obvio” que Estados Unidos estaba por detrás del lawfare y los “golpes blandos”, no debería dar lugar a la actitud burlesca y “criticuda” que desdeña a quien toma la palabra para decir “lo obvio”. Por el contrario, ese decir veraz de quien enuncia una perogrullada es la última retaguardia frente a una forma de ejercicio del poder que procede obscenamente “a cielo abierto”. Si en torno al devenir trivial se ponen en juego las formas de cristalización que son emergentes de las asimetrías de las relaciones de fuerza, “conservar la capacidad de asombro” es recordar el carácter contingente de dichas cristalizaciones y el carácter dinámico de las relaciones a partir de las que se sostienen. Solo así podremos articular otra manera de pensar la política, en lugar de nadar a favor de la corriente acicateada por el mainstream neoliberal.
Ahora bien, retomando lo planteado previamente, resulta oportuno destacar que la analítica de la gubernamentalidad foucaultiana, al interrogar las grillas a partir de las que se reflexiona acerca de cómo gobernar en el marco del ejercicio de la soberanía política, permite calibrar al ejercicio de la crítica. Al abordar el discurso neoliberal en su positividad, indagando la manera en que se problematiza cómo gobernar y el programa de sociedad al que se apunta –que al mismo tiempo opera como forma de desciframiento y método de programación–, la grilla de la gubernamentalidad resulta una herramienta adecuada para hacer frente al cinismo descarado del Rey desnudo. Prosiguiendo con la metáfora del Rey para aludir al establishment, nos permitimos reformular una suerte de slogan por medio del que se caracterizaba al régimen político francés surgido al calor de la Revolución de 1830, que sería derrocado tras la Revolución de 1848, a saber: “el Rey reina, pero no gobierna”. Para dar cuenta del modo en que dichos discursos vertebran las formas de problematización acerca de cómo gobernar, y de la necesidad de elaborar otra racionalidad de gobierno (sea nacional-popular o socialista, dependiendo del modo en que se considere oportuno resistir al establishment), cabría reformular la frase del siguiente modo “el Rey gobierna, aun cuando no reine”.
Si Foucault se valió de dicha herramienta para criticar el par formado por el Estado-centrismo como grilla y la Estado-fobia como posicionamiento político que permeó la formación de la racionalidad neoliberal, y destacó que en torno a ésta se urdía un aplanamiento de la especificidad de los acontecimientos que articulaba una “descalificación general por lo peor” –la política de seguridad social de cuño bienestarista y la planificación económica de tipo keynesiano como “antesala del totalitarismo nazi”9–, cabría problematizar el reverso complementario del citado aplanamiento. Éste no es más que el “anestésico” devenir trivial “de lo esperable”, que da lugar a una “aceptación de lo peor”. O sea, así como el aplanamiento de la especificidad de los acontecimientos habilita la estrategia de “descalificar lo mejor por lo peor”, también es torsionada para “legitimar lo peor por lo no tan malo”. Esto es, el trazo grueso epistemológico que habilita la intercambiabilidad de los análisis posibilita tanto una forma de articulación como la otra; nefastas ambas, por cierto. Si la estrategia reconstruida por Foucault permitía descalificar una política económica que apuntaba a la distribución progresiva del ingreso, sobre la base de que supuestamente encerraba en germen al totalitarismo, el reverso complementario daría lugar a planteos tales como “¿si Macri espiaba hasta a su familia, por qué sorprenderse de que espiara a los familiares del ARA San Juan?” Así, no sólo se termina naturalizando el espionaje “menor” (un alcalde que espía a su familia, para lo que hace uso de las fuerzas de seguridad locales), sino que, además –como contrapartida– se pasa por alto el salto cualitativo implicado en el otro caso. Esto es, “lo peor” resulta “menos grave” al ser puesto en una misma serie junto a lo “no tan tremendo”.
Una operatoria similar puede reconstruirse en la manera en que se toma como “parte del paisaje” el desplazamiento desde la contraposición política radical a la emergencia de discursos de odio. Dada la incompatibilidad entre los programas de sociedad a los que apuntan el populismo y el neoliberalismo, diferencias atravesadas por tensiones ligadas, por ejemplo, a las alianzas entre fracciones de clase, a la forma de integración regional y al modo de posicionarse frente al imperialismo; desde posiciones nacional-populares se sostiene la proclama “neoliberalismo, nunca más” y desde la derecha neoliberal se ha propuesto hasta el hartazgo la bandera “terminar con el populismo”. Lo problemático es cuando se pasa por alto el salto cualitativo ligado al surgimiento de discursos de odio que ha articulado la (ultra)derecha neoliberal. Frente a la confrontación simétrica, que no pone en jaque el formalismo democrático de la comunidad política10, el discurso de odio se configura por medio de un desplazamiento fundamental: en la campaña legislativa de 2021, el candidato a diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos de Juntos por el Cambio, Ricardo López Murphy, no tuvo como slogan de campaña “terminar con el kirchnerismo”, sino “terminar con los K”. Esto es, no proponía combatir un proyecto político sino “poner fin” a quienes lo sostienen11.
En la misma sintonía, otro diputado de dicho frente político, Francisco Sánchez, acaba de “reclamar” pena de muerte para Cristina Fernández de Kirchner12. Este giro no resulta en absoluto trivial, sobre todo si recordamos que la implementación de reformas neoliberales en el Cono Sur se dio, en primer lugar, por medio de dictaduras genocidas. En sentido estricto, en lo que respecta a la genocida dictadura cívico-militar Argentina (1976-83), tuvo como antecedente los bombardeos a Plaza de Mayo en junio de 1955, la represión posterior al golpe de septiembre del citado año13 y la correlativa proscripción del peronismo que duraría 18 años.
Ahora bien, retornando sobre el carácter imperialista del establishment, cabe recordar las declaraciones realizadas semanas atrás por la jefa del Comando Sur –Laura Richardson– acerca de que las inversiones chinas y rusas en América latina apuntan a “socavar” a Estados Unidos y “a las democracias”. Valga la redundancia, no hay mucho para “desenmascarar”, ya que nuestros bienes comunes resultan explícitamente problematizados como blanco de la disputa geopolítica y geoeconómica. Es decir que, Latinoamérica resulta visibilizada como la apuesta de un juego que se juega entre las potencias imperialistas. Al respecto, la apelación a la metáfora del juego entre potencias que toma al mundo por apuesta no es un mero homenaje al modo en que Michel Foucault sostuvo que el liberalismo decimonónico problematizaba el vínculo entre Europa y el resto del mundo14; sino que, por el contrario, se encuentra presente en el discurso aludido, bajo la fórmula “China juega al ajedrez y Rusia a las damas” en la región del denominado triángulo del litio (Argentina, Chile y Bolivia)15. A mayor abundancia, viene al caso destacar que el litio fue mencionado explícitamente por el embajador estadounidense, Marc Stanley, en la reciente reunión del Council of the Americas, al enumerar qué tiene Argentina para ofrecerle al mundo si se “asocia a los Estados Unidos”16. Conferencia en la que, tras la presentación del Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en la que éste había aludido –en su carácter de “presidenciable” por el frente Juntos por el Cambio– a que el futuro gobierno argentino sería “de coalición”, ni lerdo ni perezoso el titular de “la Embajada” instó a formar “ya mismo” una coalición, en lugar de esperar 16 meses hasta las elecciones.
Por otra parte, volviendo sobre la intervención de Richardson, cabe preguntarse en qué medida ante la actual crisis de deuda, los bienes comunes jugarán el papel que tuvieron las empresas estatales durante el proceso de reformas neoliberales realizadas durante la década del ´90 bajo la tutela del F.M.I. Reformas por medio de las que, como lo planteara abiertamente José Alfredo Martínez de Hoz, el menemismo “completó” lo iniciado por la dictadura genocida en la que durante años se desempeñó como ministro de Economía. ¿Será que otra vez la avanzada neoliberal estará mediada por la sumisión a los mandatos del F.M.I. y se ejecutará en dos tiempos? Puede que haya que dejar de tomar con sorna el título del libro del expresidente Macri17.
A modo de cierre, resulta oportuno remarcar que la reivindicación de la crítica en clave gubernamental frente a la crítica de la ideología no apunta a hacerle el juego al enemigo; esto es, que no se busca nadar alegremente a favor de una corriente desatada con la caída del muro de Berlín. No se trata de proclamar (una vez más) la muerte del marxismo, ni mucho menos su “superación”. Por el contrario, consideramos oportuno practicar el ejercicio de la crítica partiendo de una serie de hipótesis. Dado que vivimos en el capitalismo, destacar que “con Marx no alcanza”, en absoluto implica desconocer que Marx es indispensable. Al apelar a las herramientas forjadas por Michel Foucault, para abordar aquellas problemáticas en las que “con Marx no alcanza”, bajo ningún punto de vista se propone realizar una suerte de síntesis dialéctica Foucault-Marx; sino más bien, una articulación estratégica. Esto es, no se pretende –ni se considera viable– “foucaultianizar a Marx” o “marxistizar a Foucault”, buscando una superación en la que sus diferencias resulten dialécticamente canceladas; de forma mucho más modesta, se destaca la necesidad de articular sus herramientas sin disolver las diferencias entre un filósofo hegeliano del siglo XIX y un filósofo posnietzscheano del siglo XX. Todo sea por encontrar herramientas para el ejercicio de la crítica y la puesta en práctica de la resistencia ante el Rey que, sin lugar a duda, hace rato que se pasea desnudo.
Iván Gabriel Dalmau es Licenciado en Filosofía (UBA), Licenciado y Profesor en Sociología (UBA), Doctor en Ciencias Sociales (UBA). Investigador Asistente del CONICET (IIGG-FSoc-UBA). Profesor Adjunto de Epistemología de las Ciencias Sociales (UNSAM) y Docente auxiliar de Filosofía (UBA).
1 Recuperado de: https://eleconomista.com.ar/politica/maria-eugenia-vidal-la-sociedad-estara-dispuesta-2023-acompanar-cambios-decisiones-dificiles-n54635
2 Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=xKC2OV0pGEg Comparable con el fallido del ministro de Obras y Servicios Públicos de Carlos Menem, Roberto Dromi, quien –buscando legitimar la oleada privatizadora– sostuvo que “nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del Estado”. Recuperado de: https://www.telam.com.ar/notas/201404/60873-decada-del-90-privatizaciones-desguace-del-estado-neoliberalismo.html
3 Recuperado de: https://www.laizquierdadiario.com/Georgieva-hablo-con-Batakis-y-le-pidio-mas-ajuste-Son-necesarias-acciones-dolorosas
4 Clinton, H. (2014). Hard Choices. London: Simon & Schuster.
5 Recuperado de: https://elpais.com/internacional/2022-07-13/el-exasesor-de-trump-john-bolton-admite-que-ayudo-a-organizar-golpes-de-estado-en-otros-paises.html
6 Recuperado de: https://www.diagonales.com/sociedad/incertidumbre-y-libertad_a6213b5a625ae55da01490038
7 Recuperado de: https://www.telam.com.ar/notas/202206/594598-milei-insiste-venta-de-organos.html
8 Foucault, M. (2009). Le gouvernement de soi et des autres. Cours au Collège de France. 1982-83. Paris : Éditions Gallimard SEUIL.
9 Foucault, M. (2004). Naissance de la biopolitique. Cours au Collège de France. 1978-79. Paris: Éditions Gallimard SEUIL.
10 En otras oportunidades nos hemos ocupado de dar cuenta de la forma en que el neoliberalismo como racionalidad de gobierno mina las bases de la democracia, aun cuando de manera contingente pueda respetar su formalismo. Ver, por ejemplo: http://podes-iigg.sociales.uba.ar/2022/04/29/intervenciones-politica-derecho-y-sociedad-el-gobierno-de-la-desigualdad-acerca-del-caracter-antidemocratico-de-la-racionalidad-neoliberal/
11 Esa distancia entre la crítica política radical y el discurso de odio es crucial para evitar el “chantaje del corrimiento al centro”, es decir la injustificada pretensión de que quien critica la radicalización de la derecha debería hacer lo mismo con la izquierda. Exigencia que pasa por alto la diferencia abismal entre el objetivo de transformar de manera revolucionaria el modo de producción predominante en una determinada formación económico-social y los discursos de odio propalados por la (ultra)derecha. Proclamas cuyo blanco de ataque no es una determinada forma de la organización de la producción material de la vida social, sino una fracción de la población (pobres, negros, migrantes, cuerpos feminizados, colectivo LGTBIQ, etc.). El desconocimiento del flagrante abismo que los separa es tan endeble como las lecturas “alegres” que ven en Sobre la cuestión judía de Karl Marx un texto antisemita.
12 Recuperado de https://www.baenegocios.com/politica/Un-diputado-del-PRO-pidio-pena-de-muerte-para-Cristina-Kirchner-y-piden-expulsarlo-del-Congreso-20220824-0034.html
13 Tal como fuera reconstruido por María Paula de Büren y por Juan Odisio, en el contexto de la dictadura del ´55, con la participación directa de Alberto Benegas Lynch en carácter de asesor de la Embajada Argentina en Washington, se tejerán los vínculos entre la intelectualidad argentina y los think tanks neoliberales, como la Foundation for Economic Education y la Sociedad de Mont-Pèlerin. Cabe recordar que, en el año 1957, Benegas Lynch fundará el Centro de Difusión de la Economía Libre (CDEL), rebautizado luego como Centro de Estudios sobre la Libertad. de Büren, M. (2020). Contraofensiva neoliberal. La Escuela Austríaca de Economía en el centro estratégico de la disputa. Buenos Aires: IIGG-CLACSO.
14 Foucault, M. (2004). Naissance de la biopolitique. Cours au Collège de France. 1978-79, op. cit.
15 Recuperado de : https://www.elobservador.com.uy/nota/estados-unidos-acuso-a-moscu-y-pekin-de-socavar-las-democracias-en-la-region-del-triangulo-del-litio-2022715184946
16 https://diariolateral.com.ar/marc-stanley-no-esperen-a-las-elecciones-armen-una-coalicion-ya/
17 Macri, M. (2021). Primer Tiempo. Buenos Aires: Planeta.