Por Carlos Schmerkin
Tras la victoria inesperada de una coalición de izquierda en las elecciones del domingo, el Nuevo Frente Popular debe decidir quién será propuesto como primer ministro. El periodista argentino residente en París, Carlos Schmerkin, explica la estrategia del “cordón sanitario” – activado por la dirigencia y respetado por los electores –que posibilitó este resultado. Y repasa algunos obstáculos que la misma dirigencia que frenó el ascenso de la extrema derecha deberá sortear con responsabilidad y creatividad para gobernar.
El anuncio de las primeras estimaciones este domingo 7 de julio sorprendió a todos los candidatos, votantes, periodistas y encuestadores. La derrota de la extrema derecha ocupando el tercer puesto cuando la daban ganadora y una mayoría para la coalición de izquierda, el Nuevo Frente Popular, fue titular en todos los diarios y portales del mundo.
Para entender el triunfo del Nuevo Frente Popular (NFP) es necesario hacer un pequeño repaso: sin el 22% de Jean-Luc Mélenchon logrado en las elecciones presidenciales del 2022 no hubiera sido posible la NUPES (Nueva Unión Popular Ecologista y Social), que logró unificar a la izquierda para las legislativas del mismo año en 13 días de discusiones adoptando prácticamente el programa de La Francia Insumisa (LFI) de 650 puntos y obteniendo 155 diputados. Y sin la NUPES no hubiera sido posible la constitución del NFP en 48 horas con un programa radical de gobierno de 150 puntos consensuado por los cuatro partidos que lo componen y un quinto partido, Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), ex trotskista, que se sumó ulteriormente.
La secuencia que arranca con el resultado de las elecciones europeas del 9 de junio donde el Reagrupamiento Nacional (RN) el partido de extrema derecha de Marine Le Pen dirigido por Jordan Bardella obtiene 31,3% de los votos confirma el crecimiento que anunciaban las encuestas. La coalición macronista obtiene 14,6%, el PS: 13,8%, LFI: 9,89%, la derecha conservadora (LR): 7,25%, los ecologistas : 5,5% y por último el partido del ultraderechista Eric Zemmour: 5,47%.
La noche misma del resultado, a las 21 horas, el presidente Emmanuel Macron decide la disolución de la Asamblea Nacional, llamando a elecciones anticipadas el 30 de junio y el 7 de julio.
¿Por qué tanta precipitación? Macron podía seguir gobernando como hasta ahora, dejar pasar el verano y los Juegos Olímpicos que se inauguran el 26 de julio y decidir eventualmente la disolución en septiembre. Criticado hasta por miembros de su propio partido, incluido Gabriel Attal, su primer ministro, quien no estaba enterado de la decisión de su presidente, lo cierto es que la misma fue catalogada como “temeraria”, “contraproducente”, “generadora de caos”, etc.
La apuesta “jupiteriana” de Macron consistía en colocarse él mismo como barrera frente a una extrema derecha creciente, colocando a la izquierda, dividida en ese momento, en el mismo plano de la extrema derecha. Su error fue menospreciar la capacidad de los cuatro partidos de izquierda de volver a crear un frente electoral basado en un programa de fuerte contenido reformador. Un arco de candidaturas muy amplio fue consensuado en pocas horas que abarcó desde el ex presidente Francois Hollande del Partido Socialista (PS) hasta Philippe Poutou, tres veces candidato a las elecciones presidenciales por el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), de extrema izquierda. El primero fue electo en su circunscripción y el segundo fue derrotado por un candidato de RN.
La derrota del partido de Le Pen, dado ganador en todas las encuestas aunque sin que pudiera alcanzar la mayoría absoluta de 289 diputados, fue posible por un cordón sanitario organizado alrededor del retiro de los candidatos de izquierda que llegaron al ballottage en tercer lugar. El anuncio de Jean-Luc Mélenchon de retirar sus candidatos para evitar que los de RN sean elegidos, obligó a los macronistas a adoptar la misma postura, no sin algunas reticencias. Varios candidatos aceptaban votar por uno de la izquierda pero no a los miembros de LFI (La Francia Insumisa). Durante la campaña electoral, Macron insistió en colocar al NFP en la extrema izquierda, es decir en un mismo plano de “peligrosidad” para la República que la extrema derecha de Bardella y Le Pen, caricaturizando a la izquierda, acusándola de imponer el cambio de sexo como un “simple trámite en la municipalidad” y tratándola de “inmigracionista”.
El resultado definitivo del ballottage del 7 de julio coloca al NFP como primera mayoría reuniendo 182 diputados (LFI: 75, PS: 65, Ecologistas: 33 y el PC: 9). El total de la izquierda suma 195 diputados incluyendo a los 13 que se presentaron por fuera del frente. Le sigue la alianza Macronista con 168 diputados y el RN Le Pen con 143. LR, derecha conservadora, obtuvo 46 bancas, derecha diversa : 14, centro : 6, regionalistas: 4 y diversos: 1.(Fuente diario Le Monde, 9/07/24).
Se trata de una situación inédita porque se conformaron tres bloques donde ninguno obtuvo la mayoría absoluta dificultando el nombramiento del primer ministro por parte del presidente. Desde 1958, si bien hubo “cohabitación” entre un presidente y un gobierno de distinto signo político, en las tres oportunidades, la oposición llamada a gobernar obtuvo mayoría absoluta en la cámara baja (1986, 1993, 1997).
El presidente Macron es el que debe nombrar a su primer/a ministro/a. La tradición indica que éste o ésta, debe surgir del partido o coalición mayoritaria pero ningún texto lo obliga. Por su lado, el NFP debe decidir el método para elegir quién será el o la elegida para ese eminente puesto antes del fin de semana. Varios nombres circulan y se rumorea que dos no lo serán: ni Francois Hollande ni JL Melenchon.
Este resultado inesperado, incluso para la propia izquierda, se explica por el éxito del cordón sanitario, llamado en Francia “frente republicano”, respetado no solo por la dirigencia sino también por parte de los electores, cuya participación histórica de más de 66%, permitió a la izquierda ganar la mayoría de los duelos frente al RN. Es posible también que la alta participación en ambos turnos electorales no haya tenido la misma composición. Es más que seguro que la movilización de la izquierda haya convencido a algunos abstencionistas de la primera vuelta y otros votantes se abstuvieran en la segunda al no poder votar por aquellos que desistieron. Sobre 215 circunscripciones, el RN ganó en 42 y perdió en 173. Los principales beneficiados del desistimiento fueron los macronistas (86), luego el NFP (57) y LR (30). Los que más respetaron el cordón sanitario fueron los votantes de izquierda.
Es necesario consignar el avance de la extrema derecha que pasó de 89 diputados a 126. Con la ayuda de su aliado, Eric Ciotti, presidente de Los Republicanos (17 diputados) suman 143. Cabe recordar que en las elecciones legislativas de 2017 habían logrado elegir solo 8 diputados. El próximo gobierno deberá tener en cuenta el significado de este voto: casi 11 millones de votantes por el RN en la primera vuelta expresan un verdadero malestar, sobre todo los que provienen de regiones periféricas, donde las politicas neoliberales de los últimos gobiernos las fue abandonando progresivamente: ausencia del Estado, cierre de hospitales y maternidades, desaparición del transporte público, aumento del costo de los combustibles, de los alimentos, de la energía, problemas de seguridad, etc. El partido de Le Pen basó su campaña con su habitual caballito de batalla: la culpa la tienen los inmigrantes. Por eso en su programa propone una serie de medidas racistas: derogación del derecho de suelo, supresión de todas las derogaciones que impiden deportar a los extranjeros, endurecimiento de las condiciones de residencia, eliminación de la Ayuda Médica del Estado, reservar a los franceses las prestaciones sociales, prohibir a los bi-nacionales acceder a empleos estatales “sensibles”, suspensión de la ayuda a familiares de menores reincidentes.[1]
Otro punto del programa de RN propone la privatización de la radio y televisión pública. El multimillonario Vincent Bolloré puso a disposición su cadena de televisión “C-News”, su radio “Europe-1” y su diario recientemente adquirido, “Le Journal du Dimanche” al servicio de la extrema derecha. Posiblemente, de haber ganado el RN, este financista se hubiera beneficiado de haberse votado la privatización de los medios públicos.
El presidente Macron y sus partidarios niegan su derrota diciendo que “nadie ganó”. Su coalición llamada “Ensemble” (Juntos) que pasó de 350 diputados en 2017, a 249 en 2022 y a 168 el domingo 7 de julio, debería colocar al presidente en una posición de humildad frente a la derrota de su campo provocada por su decisión. Sin embargo, en lugar de tomar nota de su bancarrota política, el jefe de Estado encontró la manera de felicitarse por la situación: “El esclarecimiento que había pedido el Presidente de la República se llevó a cabo como él deseaba”, declaró su entorno más tarde por la noche según describe el diario Libération. “A tres años de las elecciones presidenciales, Marine Le Pen ya no tiene credibilidad para ganar. Gracias a la disolución”, decía otro de sus partidarios. Los mismos apenas lamentaban la falta de reconocimiento de la izquierda, que había salido vencedora cuando en realidad son los macronistas que deberían agradecer al desistimiento de la izquierda y a sus votantes por haberles permitido obtener tantos escaños.
Desde hace dos días, Macron y sus partidarios tratan de armar infructuosamente una coalición de derecha para evitar un gobierno de la izquierda. Gabriel Attal, a pesar de su renuncia, sigue siendo el Primer Ministro hasta que se despeje la situación. Los flamantes diputados ingresaron el lunes 8 y este martes 9 a la Asamblea Nacional y según la agenda legislativa deberán elegir el o la presidente de la cámara baja el 18 de julio. Se trata del cuarto personaje más importante del Estado francés, después del presidente del Senado, del Primer Ministro y del Presidente.
Mientras tanto los dirigentes del NFP se reúnen todos los días sin que hayan acordado todavía sobre el nombre del primer ministro que deben proponer al presidente. Olivier Faure, secretario general del Partido Socialista dijo ayer “estar dispuesto a asumir la función”. Jean-Luc Mélenchon en una entrevista televisiva del lunes 8 sostuvo que “él no se excluye pero tampoco piensa imponerse…”.
Dada la coyuntura, los partidos que componen el NFP anunciaron que se tomarán toda esta semana para decidir a quién propondrán como primer ministro. También está en discusión el método para poder gobernar sin tener la mayoría absoluta. Miembros de La Francia Insumisa insisten en aplicar solo el programa del NFP. [2]
Otros como Marine Tondelier, la dirigente de los Ecologistas, muy combativa en todos los frentes durante la campaña electoral y veterana en la lucha contra la extrema derecha en la región de Marine Le Pen, sostuvo que para que las primeras medidas del programa puedan pasar, habrá que someterlas al voto de la Asamblea, una por una.
Sin mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, el Nuevo Frente Popular se ve obligado a idear escenarios que le permitan gobernar sin renegar de su programa y sin caer en la trampa de forzar las cosas utilizando el 49-3 (artículo de la Constitución que permite al Ejecutivo adoptar una ley sin aprobación del voto del Parlamento). Un ejemplo claro del debate interno es como volver atrás con la reforma de las pensiones aprobada por decreto por Macron. Jean-Luc Mélenchon propone derogarla “este mismo verano” por decreto, y por tanto sin votación en el Parlamento. Una forma de paso forzado que el primer secretario del PS, Olivier Faure, pareció aprobar, afirmando en la radio “France Info” que “lo que se hizo imponiendo el 49-3 puede deshacerse por el 49-3″.
Sin mayoría absoluta, ¿cómo gobernar utilizando sistemáticamente el 49-3, una herramienta constitucional vilipendiada por la izquierda bajo el mandato de Élisabeth Borne? Tal utilización la expondría además a una moción de censura inmediata susceptible de derribarla. “No podemos gobernar con una mayoría relativa, porque vamos a recibir moción tras moción de censura, aunque solo sea para la votación del presupuesto este otoño”, argumenta el socialista Philippe Brun. “Si no queremos entregarnos a Macron y Gérald Darmanin, eso significa llegar a un acuerdo con los adversarios políticos sobre cuestiones como el poder adquisitivo y las pensiones. Ahora habrá 30 diputados de LR en la Cámara que no quisieron votar a favor de la reforma de las pensiones”.
¿Es posible imaginar una “gran coalición” mayoritaria al estilo italiano o alemán? En teoría, varios diputados de la llamada “ala izquierda” del partido gubernamental Renacimiento, que han roto con Macron, podrían verse tentados a unirse al NFP. Como el ex socialista Sacha Houlié, reelegido en Poitiers, que ha anunciado que quiere formar un grupo “socialdemócrata” en la Asamblea, o ciertos diputados electos del centrista MoDem que llevan dos años impulsando un impuesto a los superbeneficios.
La diputada Elsa Faucillon del PCF, intenta resolver la cuadratura del círculo haciendo recaer en el Elíseo la responsabilidad de la gobernabilidad del país. “Emmanuel Macron tiene la responsabilidad de permitir que funcione un gobierno de izquierdas. Si nos quedamos con mayoría relativa, pero tenemos el compromiso del presidente de la República de que no tendremos moción de censura si aprobamos nuestras principales medidas, eso nos permitirá seguir siendo coherentes.”
Eso equivale a apostar por el deseo de estabilidad de un Presidente imprevisible, que eligió justamente disolver la Asamblea Nacional en pleno auge de la extrema derecha, apostando a las divisiones de la izquierda para salvar su quinquenio.
En un reciente reportaje del portal francés Mediapart, la diputada Clementine Autin, – que acaba de romper con La Francia Insumisa -, sostiene que “La unión de la izquierda y los ecologistas en un proyecto de transformación profunda, que defiendo contra viento y marea, ha sido eficaz electoralmente. Es una palanca extraordinaria para crear esperanza. Ahora estamos entre la espada y la pared: hay que consolidar y estructurar el NFP. Si esta agrupación estalla como la Nupes (Nouvelle Union populaire écologique et sociale), perderemos nuestras responsabilidades históricas. Aún no tenemos mayoría, y todavía tenemos que ganar las próximas elecciones legislativas y presidenciales. El domingo 7 de julio por la noche fue nuestro punto de partida. Y es muy alentador. Es el comienzo de algo. Ahora no debemos perder el ritmo”.
En otro momento de la entrevista la diputada explica : “Se pueden tomar medidas muy enérgicas, incluso con una mayoría relativa. En primer lugar, tenemos que gobernar sobre una base clara, la del programa del NFP, y no como parte de una coalición con Renacimiento (macronistas), que sería el bricolaje de dos visiones de la sociedad que no pueden conciliarse. Podemos lograr una mayoría texto por texto en la Asamblea Nacional en cuestiones que mejorarán inmediatamente la vida de los franceses, como la derogación de la reforma de las pensiones. Otras cuestiones requieren decretos en lugar de leyes, como la congelación de precios o el aumento del salario mínimo a 1.600 euros. Por último, la mayoría del país apoya secciones enteras de nuestro programa. Es esta fuerza la que tenemos que demostrar si queremos gobernar. En 1936, las vacaciones pagas se adoptaron porque una gran movilización clamaba por esta medida, que ni siquiera figuraba en el programa de León Blum… Tenemos que reflejar las aspiraciones de la gente que vive en cada región y asegurarnos de que sienten que nuestro mensaje es relevante para ellos. Aún nos queda mucho trabajo por hacer en este ámbito, como la cuestión de los servicios públicos porque existe una correlación entre el declive de los servicios públicos y el voto RN. La sensación de decadencia de la que se nutre la extrema derecha es también la desindustrialización. Hay que hacer frente a ello deslocalizando la economía y reorientándola hacia la satisfacción de las necesidades reales. Son dos pilares esenciales. ”
Las próximas semanas serán decisivas para conocer el rumbo que tomará Francia. No cabe duda que incumbe a la izquierda afrontar con responsabilidad y creatividad los desafíos en que esta situación inédita la ha colocado.
Carlos Schmerkin, editor y periodista, co-autor de “La paloma engomada, relatos de prisión, Argentina 1975-1979”, cofundador del Observatorio de la Argentina Contemporánea y de ACAF (Asamblea de ciudadanos argentinos en Francia). IG : @carlos_schmerkin
[1] Schmerkin, C. (3/7/2024)¿Podrá la extrema derecha gobernar Francia? Recuperado de : https://www.eldestapeweb.com/internacionales/francia/podra-la-extrema-derecha-gobernar-francia–2024732370
[2] Schmerkin, C (14-6-2024) El Nuevo Frente Popular y su estrategia para ganar las elecciones en Francia. Recuperado de: https://www.eldestapeweb.com/internacionales/francia/el-nuevo-frente-popular-y-su-estrategia-para-ganar-las-elecciones-en-francia-202461421550