Políticas Científicas
La ciencia comprometida va en alpargatas

Entrevista con Carolina Mera

Carolina Mera es Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Doctora en Antropología Social y Etnología Urbana por la École des Hautes Études en Sciences Sociales. Dirige el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

Mauro Benente: Si quisiéramos contrastar la política científica desarrollada por el kirchnerismo con la desplegada por la actual gestión podríamos recuperar tres imágenes: la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT) en diciembre de 2007, la inauguración el 6 de octubre de 2011 del Polo Científico y Tecnológico –sede actual del Ministerio– y la toma del Ministerio por parte de becarios e investigadores del CONICET en diciembre de 2016 en reacción a la potente reducción en los ingresos a la Carrera de Investigador/a Científico/a. ¿Te parece que estamos frente a un contraste puntual o se inscribe en dos modelos distintos de concebir al Estado y a la sociedad? Por otra parte, a pesar de esta nítida ruptura, ¿crees que hay líneas de continuidad en las políticas científicas de los dos gobiernos?

Carolina Mera: Creo que no hay ninguna línea de continuidad entre las políticas científicas de los dos gobiernos. No se puede separar la educación pública, la ciencia y la tecnología del modelo de país que guía tus políticas. En ese sentido, Cambiemos tiene una idea de país totalmente opuesta al kirchnerismo. Es un país para pocos en el sentido más amplio del término. Como lo estamos viendo, impulsa un modelo basado en el endeudamiento y todas sus consecuencias: desindustrialización, apertura indiscriminada de importaciones, desempleo, precarización laboral, ajuste en todas las áreas. Dentro de las políticas de ajuste, la educación, la ciencia y la tecnología tienen un lugar fundamental. Un país que no cree en la industria nacional lo hace en todos los productos, incluyendo la producción científica. ¿Para qué producir medicamentos, satélites, antenas, aviones si podés comprarlos? Esto es tremendo porque corta todo el proceso integral de desarrollo que se venía desplegando en los gobiernos kirchneristas. Todo lo que mencionabas en tu pregunta ya no sirve: el MINCyT, los investigadores de CONICET, las becas para secundarios y universitarios, las universidades nuevas, el plan conectar igualdad, Tecnópolis. En realidad en este último caso, se trata además de un cambio de concepción relacionado a la otra pregunta que planteaste. Se trata definitivamente no sólo de un modelo de país sino de una concepción diferente de país donde aparece otra subjetividad asociada al individualismo, a las capacidades personales desconectadas de las políticas de Estado que permiten sus despliegues y potencialidades. Ahora se habla de emprendedurismo de los científicos, por ejemplo, responsabilizándolos por la producción de ganancia económica, como si ese fuera su rol, negando la articulación compleja entre los distintos actores que participan de la transferencia tecnológica asociada a la producción y fundamentalmente el rol esencial del Estado.

 

Imagen: Rafael Yohai
Carolina Mera. Imagen: Rafael Yohai

MB: Hacia el final del mandato de Cristina Fernández de Kirchner, en los espacios de militancias y de cercanías al Frente Para la Victoria surgió un calificativo del proceso que era realmente muy denso: irreversible. Por su parte en su último discurso frente a la Asamblea Parlamentaria, el 1 de marzo de 2015, Cristina afirmaba dejar un país incómodo para aquellos dirigentes que quisieran retomar el sendero de las políticas neoliberales. En materia científica, ¿pensás que efectivamente se dejó una institucionalidad que hace irreversible algunas políticas, que incomoda a quienes desean retornar a un esquema neoliberal? ¿O crees que fue un rubro en el cual se falló y por eso es sencilla la reversibilidad y no genera tantas incomodidades?        

CM: Creo que el kirchnerismo nos dejó elementos importantes para luchar contra estas políticas de retroceso en todas las áreas de la vida. La movilización y la experiencia de que se puede vivir mejor: eso, sin dudas, genera incomodidades. Esto en el área de la Ciencia y Técnica  lo hemos comprobado a partir de diciembre de 2015 cuando se evidenció de forma más explícita el recorte. Me refiero a los 500 jóvenes investigadores que no ingresaron a la Carrera de Investigador Científico del CONICET a pesar de haber cumplido con todos los requisitos, pasos, evaluaciones. Ésta no era la primera política de ajuste en el campo, ya venían recortándose presupuestos de investigación en las universidades, en fabricaciones militares, en las áreas de salud, y muchas otras. Pero repudio al recorte en los ingresos logró articularse en demanda colectiva. Las movilizaciones, reclamos -que incluso llegaron a la toma del Ministerio- y propuestas frente a diputados y senadores por el presupuesto, etc. Esto genera grandes incomodidades que, para tomar solo un ejemplo, en el caso del CONICET han llevado a violar prácticas democráticas del gobierno de ese organismo.  Me refiero a la designación de Roberto Salvarezza como representante de su área de trabajo. O mejor dicho la no designación: fue elegido por el voto de todos los investigadores del área hace más de un año y aún no lo han designado, una cosa inaudita. Lo mismo pasa con ARSAT, Cristina Fernández de Kirchner dejó establecido que cualquier cambio debía pasar por el parlamento, ¿no? y ya ves… Entonces, creo el kirchnerismo dejó Estado, dejó institucionalidad, dejó República. Pero que a este gobierno no le importa nada, no respetan nada, sino veamos el caso de Milagro Sala.

MB: En los doce años de gobierno del Frente para la Victoria se desarrolló una política científica expansiva, y también un gran despliegue de la educación superior, algo que tuvo varias dimensiones y una de ellas fue la creación de diecisiete Universidades Nacionales. ¿Fueron dos políticas que se desarrollaron en paralelo? Si es así, ¿Fue correcto este desarrollo paralelo o pensás que hubiera sido preferible un despliegue más articulado?

CM: El desarrollo paralelo es fundamental porque partimos de un piso muy bajo. Por supuesto que lo óptimo es la articulación y de hecho en algunas áreas se trabajó coordinadamente. Ahora bien, cuando hablamos de ciencia, de educación y de educación superior, estamos hablando de procesos que llevan mucho tiempo. La formación de capacidades humanas no es algo como piensa el macrismo que se hace de un día para otro, es una apuesta constante por el futuro. Me gusta dar el ejemplo de Corea del Sur que es para el mundo el ejemplo del éxito. Corea pasó de ser uno de los países más pobres del mundo, sin riquezas naturales y una población mayoritariamente analfabeta, a estar dentro de las 15 economías más poderosas del mundo. Lo hizo invirtiendo en un modelo de desarrollo que desde el inicio concibió la educación, la ciencia y la tecnología como eje vertebral de todas las políticas de Estado. ¿Sabés cuánto le llevó esto? 45 años. Y nosotros en 12 años pusimos en órbita dos satélites y uno en camino…. entre otras cosas.

 

MB: Hace varios años que dirigís el Instituto de Investigaciones Gino Germani, uno de los Institutos de ciencias sociales más importantes de Nuestra América. ¿Cuál te parece que tiene que ser el posicionamiento de los Institutos de Investigación respecto de los asuntos de discusión pública?  

CM: Creo que un instituto de investigaciones en ciencias sociales de una universidad pública no puede estar desconectado con los problemas de su tiempo. De hecho, así surgen los institutos en casi todas las áreas. Problemas sociales o problemas materiales, infraestructurales o de ciencia básica, pero todos tienen que ver con contextos históricos donde se produce conocimiento situado, por tanto vinculado a su entorno. En este sentido, y más aún tratándose de ciencias sociales, podríamos decir que producimos fundamentalmente conocimiento crítico en áreas de un abanico enorme: el mundo del trabajo, el diálogo cultural entre grupos, el medioambiente y el cambio climático, la desigualdad social, la vivienda, atención y percepción de enfermedades y el diseño de políticas públicas en salud, los sistemas políticos y el poder, los movimientos sociales, pero también reflexión teórica y ensayística. Todos estos conocimientos aportan no sólo a la calidad de vida sino también a la consolidación de cultura democrática y ciudadana más sólida. Imaginate que en este contexto nacional e internacional, de un capitalismo brutalmente excluyente y productor de desigualdades en todos los planos, la realidad está interpelando a cada instante a las ciencias sociales para relevar, pensar y producir conocimientos para modificar estas situaciones. En ese sentido, las ciencias sociales desde la reflexión crítica y comprometida incomodan al poder porque muestra que hay formas diferentes de hacer las cosas. Podría darte muchos ejemplos en temas de seguridad, vivienda, discriminación, violencia de género, etc. Por eso las ciencias sociales son tan importantes en los procesos de profundización democrática. Son muy útiles para pensar el mundo desde una perspectiva alternativa al sistema capitalista, neoliberal y de base financiera. Si atendemos esto, entendemos también la gran campaña de desprestigio y hostigamiento que hemos sufrido los científicos (y maestros) desde que comenzó el ajuste de Cambiemos en el área de educación y ciencia. Estigmatizar, ridiculizar, y te diría hasta criminalizar, como forma de ir generando un clima que luego justifique el recorte y el vaciamiento de muchas áreas y proyectos.  Acá también los institutos de ciencias sociales tenemos mucho que decir. Nosotros producimos conocimientos y discursos, analizamos la realidad, los intereses de los grupos de poder y de los más vulnerables, tenemos la capacidad, entre otras cosas, de visibilizar una cantidad importante de políticas que atentan contra la democracia y la ciudadanía, una cantidad importante de situaciones que involucran la vida cotidiana de las personas. Por eso incomodamos.

MB: En 1945 se hizo famosa la frase “Alpargatas sí, libros no,” que aparentemente surgió en enfrentamientos callejeros entre obreros peronistas y estudiantes universitarios antiperonistas. Por una parte las alpargatas como símbolo de cierto ascenso social, y del otro los libros como símbolo de una cultura exclusiva y excluyente. Uno podría cambiar la frase y decir “Alpargatas sí, libros también.” Pero ¿te parece que podríamos pensar en una ciencia que ande en alpargatas? ¿O la ciencia tiene una matriz constitutiva que le impide quitarse los zapatos?

CM: Como investigadora te diría que la ciencia va en alpargatas. Por lo menos la ciencia de un país inclusivo y comprometido con una sociedad más igualitaria, justa y soberana. Y acá cerraría con las primeras preguntas, la ciencia al servicio del desarrollo y de la calidad de vida de las personas es una ciencia comprometida, que va en alpargatas. La ciencia de un país que excluye, que vulnera y discrimina, que produce pobreza, marginalidad y violencia, esa ciencia puede que no se saque los zapatos. Porque no olvidemos que las políticas científicas no pueden separarse de las políticas de Estado, por eso el actual ministro de Ciencia y Tecnología,  Lino Barañao, pudo crear un Ministerio -con Cristina Fernández de Kirchner- y comenzar su desmantelamiento -con Macri.

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