Desarrollo sustentable
Un Green New Deal para la Argentina

Por Juan Martín Sánchez
(Instituto del Mundo del Trabajo/UNTREF)

La llegada del gobierno de Alberto Fernández abre la esperanza de que un nuevo modelo de país inclusivo, productivo, generador de riqueza y conocimientos sea posible.

Los desafíos que serán necesarios enfrentar para ello son cada día más complejos, y a la necesidad de atender rápidamente los descalabros que presenta el actual modelo económico y social, hay que sumarle la necesidad de comprender las discusiones que se están dando a nivel internacional sobre el “futuro del mundo del trabajo”, es decir, sobre los impactos que las innovaciones tecnológicas (robótica, inteligencia artificial y big data para ser más preciso) están ocasionando en todas las economías nacionales y estructuras productivas del mundo, con el surgimiento de nuevas modalidades de trabajo y nuevos sectores que aún no han sido regulados apropiadamente. [1]

Más compleja aún, se vuelve la situación, cuando entendemos que la humanidad en su búsqueda de crecimiento pero de manera desacoplada con la capacidad de absorción y regeneración de los recursos naturales que tiene nuestro planeta, ha generado una crisis ambiental (manifestada en el fenómeno del Cambio Climático y extinción de los recursos naturales no renovables) que hoy en día amenaza seriamente la vida de todo el planeta tal y como la conocemos, si no tomamos acciones de manera inmediata.[2]

Partiendo de este simple diagnóstico, se ve con claridad la necesidad de planificar estrategias de desarrollo productivo que permitan a nuestro país generar riqueza, lograr una inclusión plena de todos sus habitantes y salvaguardar la base de recursos naturales que poseemos; es decir lograr un Desarrollo que sea Sostenible, lo que implica necesariamente la tríada: crecimiento económico, inclusión social y protección ambiental.

En febrero de este año y con una línea de pensamiento similar, la estrella Norteamericana del partido Demócrata, Alexandria Ocasio-Cortez, de origen puertorriqueño, nacida en el Bronx, quien asegura que conoce bien los problemas de la clase obrera y que se reivindica como socialista, está planteando en los Estados Unidos, la necesidad de implementar un “Green New Deal”[3] (Nuevo Pacto Verde) como una política pública que pueda reconvertir la tradicional (“decadente” dice ella) economía de base fósil de los Estados Unidos, en una economía sustentable, segura y socialmente justa. Este nuevo contrato dice Cortez, comenzaría con una transición inmediata hacia una nueva matriz energética 100% sustentable (que excluye al gas natural y a la energía nuclear) y que pondría un alto inmediato a las inversiones en combustible fósil y a su infraestructura relacionada.

El principal atractivo de este drástico cambio está en la implementación de un programa público de empleos de gran magnitud que promete la creación de más de 20 millones de nuevos puestos de trabajo, transformando al Green New Deal en una plataforma política, revolucionaria para enfrentar la crisis económica y ambiental[4] de los Estados Unidos,  convocando a participar masivamente a la comunidad y los gobiernos locales para que sean ellos quienes movilicen la transición hacia un sistema económico basado 100% en energías renovables, reavive la economía, cree empleos de calidad,  frene los efectos del cambio climático, y reduzca el gasto militar a la mitad.

¿Y qué pasa en nuestro país en este contexto?

No caben dudas de que Argentina necesita replantear drásticamente su modelo de país, y discutir profundamente sobre los caminos alternativos de desarrollo a los que debemos apostar para poder abandonar este viejo modelo basado “solo” en la venta de materias primas y la explotación de los recursos naturales no renovables que no hacen más que consolidar prácticas neoextractivistas[5] que refuerzan la polarización Centro – Periferia, en el que el  Centro (compuesto por los países económicamente desarrollados) maxi­miza la renta y la competitividad, mientras que externaliza los impactos sociales y ambien­tales hacia la Periferia con fuertes efectos territoriales y sociales.

Existe una necesidad imperiosa de retomar los esfuerzos para poner en marcha el golpeado aparato productivo nacional, potenciando algunos sectores intensivos en tecnología como el de los satélites o el nuclear, estimulando los desarrollos de productos y servicios en los sectores biotecnológicos, farmacéuticos, software y alimentos; repotenciando la ingeniería relacionada al sector agrícola-ganadero, o a la industria asociada al petróleo, al gas y a la minería,  para extender así su cadena generando empleos y exportándolos con mayor valor agregado.

Pero, ¿es todo esto suficiente para generar exportaciones, sustituir genuinamente importaciones, sortear la restricción externa y al mismo tiempo generar empleos de calidad sin hipotecar la salud o el bienestar de nuestra sociedad? ¿Es posible implementar un Nuevo Acuerdo Verde en Argentina?

La respuesta es Sí. Pero este “acuerdo verde” que podría guiar la acción política en el tránsito hacia una matriz productiva con menores emisiones de carbono, debe regir su accionar político bajo la premisa de que Trabajo y Producción no suponen contradicción alguna con la misión de lograr un Desarrollo Nacional que sea Sustentable[6].

Esto implica en primera medida la necesidad de preservar los puestos de trabajo y la capacidad ya instalada, incorporando si es posible y de manera paulatina nuevos estándares ambientales, promocionando nuevas calificaciones y mejorando los patrones de eficiencia en todas las actividades económicas, lo que redundará en nuevas oportunidades de empleo a partir de la creación de nuevas ramas de actividades en producción y servicios. Los llamados “Trabajos Verdes”, es decir, Trabajo Decente creado en diferentes sectores de la economía, por actividades que reducen el impacto ambiental de prácticas productivas o de servicios tradicionales, acercándolos a la sostenibilidad. Esto incluye, por ejemplo: Trabajos que ayudan a reducir el consumo de energía, materias primas y agua; trabajos que ayudan a restaurar ecosistemas y la biodiversidad; trabajos en diseño, implementación, venta y mantenimiento de tecnologías para la producción o para gestión ambiental; trabajos para la reducción y gestión de los residuos; trabajos para el desarrollo, implementación y mantenimiento de energías de fuentes renovables; trabajos de investigación y desarrollo; y trabajos de transferencia de conocimientos, saberes y buenas prácticas ambientales.

Por supuesto que no estamos hablando de replicar el modelo norteamericano, sino que deberíamos pensar en nuestro propio “Green New Deal”, un Nuevo Acuerdo Verde Nacional con similitudes, pero también con diferencias sustanciales.

En muchos de los sectores productivos y de servicios tradicionales como la Construcción, la Industria Manufacturera, el Transporte, el Turismo, el Comercio minorista, la Agricultura, la Gestión del Agua Dulce y los Residuos, por ejemplo, es posible iniciar un proceso de tránsito hacia una economía verde, menos carbono intensivo, con buenas prácticas y sistemas de producción más sustentables que generen gran cantidad de empleo transformándose en el motor de un nuevo tipo de crecimiento sostenible.

Brasil, por ejemplo, durante el gobierno de Lula creó más de 12.000.000 de empleos en un periodo de 5 años, implementando un programa público muy intensivo para promover los Trabajos Verdes en los sectores de la Energía, Transporte, Construcción y la Agricultura. En el mismo periodo de tiempo, España creó 1.750.000 empleos Verdes focalizados en programas públicos de estímulo en los sectores de la Energía, Construcción, Transporte y Manufacturas, mientras que República Dominicana creó cerca de 500.000, para alcanzar el 12% del Empleo Total[7]

En este sentido se vuelve necesario la creación de un Programa de Empleo Completo que ayude a acabar con el desempleo en Argentina, pensando además en la necesidad de otorgar subvenciones y préstamos a pequeñas empresas locales (incluidas cooperativas y organizaciones sin fines de lucro) que se involucren en la transición hacia una economía verde menos carbono intensiva y con prácticas más sustentables que mantengan la riqueza creada por la mano de obra local en el lugar.

En otros casos,  como en el sector energético, la gran vedette de los empleos verdes por crear más de 10.000.000 de puesto de trabajo en el mundo para 2017[8], habría que ser más cuidadosos y pensar estratégicamente de qué manera se puede comenzar la transición hacia una matriz energética más diversificada y limpia, que no implique a priori  (como en el caso de los Estado Unidos o la UE), el abandono inmediato de la generación de energía fósil (petróleo y gas) ni nuclear.

De hecho, las explotaciones inteligentes de los yacimientos existentes podrían ayudar a financiar las necesidades sociales más urgentes, así como las costosas inversiones que una nueva red energética inteligente nacional implicaría. Sería ridículo y contraproducente abandonar la capacidad instalada y la oportunidad de desarrollo genuino que representan los recursos fósiles (particularmente el gas y petróleo de vaca muerta) en términos de desarrollo industrial, generación de trabajo decente y divisas.

El sector Nuclear por su parte, se trata de un caso emblemático de desarrollo tecnológico autónomo y virtuoso que no deberíamos abandonar (independientemente de las críticas ambientalistas), sino repotenciar lo máximo posible. Luego de cincuenta años de esfuerzos, el nuclear es uno de los pocos sectores robustos, complejos, reconocido internacionalmente por su calidad técnica y excelencia, que presenta un ecosistema con multiplicidad de actores privados y estatales que genera innovaciones y saberes que además de contribuir a nuestro desarrollo científico tecnológico, pueden ser exportados generando divisas.

Si bien las energías renovables han llegado para quedarse, convirtiéndose en un sector muy prometedor en términos económicos, ambientales y por su enorme capacidad para generar empleo de manera directa (construcción y operación) e indirecta (desarrollo, capacitación, venta de servicios), es imprescindible que sean incorporadas a nuestra matriz de manera paulatina, permitiendo el desarrollo  de capacidades tecnológicas “autónomas” [9], en lugar de entregar las licitaciones llave en mano a empresas extranjeras.

Porque la “revolución energética” que prometen las energías renovables, dejan de ser tal, si en lugar de desarrollar nuestros propios saberes y tecnologías asociadas a las fuentes eólicas, fotovoltaicas, térmicas, de biomasa, hidráulica, geotérmica o mareomotriz, aceptamos las promesas que nos hacen los países desarrollados y compramos toda la tecnología afuera.

Es por ello, que el Acuerdo Verde Argentino debería apoyarse fuertemente en la promoción y difusión de los mecanismos de la Transición Justa[10] como principio, como proceso y como práctica, para que los trabajadores no sean la variable de ajuste de la transformación de la estructura de nuestra economía y donde los beneficios del aumento de los estándares de calidad ambiental para todos los sectores, favorezcan de manera equitativa al conjunto de la sociedad.

Mecanismos que deben establecer procesos institucionalizados de Dialogo Social entre las organizaciones de los trabajadores, las cámaras empresarias y el Estado Nacional, a los efectos de implementar políticas públicas coordinadas a nivel nacional, regional y local que puedan garantizar la recapacitación de los trabajadores y la modernización de las competencias profesionales, facilitando una reinserción de los trabajadores en los nuevos sectores que son creados en la transición hacia una economía verde.

Porque, estos nuevos sectores que se crearán en la transición,  son los que nos permitirán el desarrollo genuino, como decía Aldo Ferrer “sustituir el futuro y no solo el pasado(…) incorporando al tejido productivo las actividades que lideran el desarrollo, para abastecer el mercado interno y exportar(…) fortalecer el entramado de las empresas nacionales y las pymes (…) ampliando las bases del cambio tecnológico y la innovación propias, (…) vinculando la educación con la capacitación de los recursos humanos necesarios para las ciencias básicas y la tecnología”[11]

La transición hacia nuevos patrones de producción, consumo y empleo representan también una gran oportunidad para crear trabajo decente y sustentable bajo un nuevo paradigma donde las mujeres y los jóvenes con sus conocimientos y capacidades únicas para la gestión de los recursos naturales y el uso de fuentes de energía, se constituyan en agentes de cambio clave para desarrollar los programas de trabajo verde a nivel local, regional e internacional

El Green New Deal o Acuerdo Verde Argentino podría convertirse en el modelo de desarrollo que nuestro país necesita para el futuro, uno que a través del dialogo social impulse decididamente la producción de bienes y servicios nacionales con alto valor agregado en todos los sectores, protegiendo al mismo tiempo la base de recursos naturales que constituyen “nuestra casa común” y generando importantes fuentes de trabajo decente y de calidad para lograr de una buena vez, la inclusión de todos.

 

 

 

[1] OIT; “Work for a Brighter Future Global Commission on the Future of Work”, Ginebra, ILO, 2019.

[2] El Instituto Internacional de Estudios Laborales (IIEL), indican que cuanto mayor sea la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, menores serán los resultados económicos y los niveles de productividad agregada. La modelización de los vínculos económicos mundiales realizada por este Instituto, sugiere que los costos económicos de la inacción serán muy altos, ya que, si no se toman medidas para cambiar la situación, los niveles de productividad serán un 2,4% inferior a los actuales en 2030, y un 7,2% en 2050. En OIT, Informe V; El desarrollo sostenible, el trabajo decente y los empleos verdes”, Conferencia Internacional del Trabajo, 102. ª reunión, 2013.

[3] https://www.congress.gov/116/bills/hres109/BILLS-116hres109ih.pdf

[4] El Panel Internacional contra el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) informó en 2018 que el calentamiento global por encima de los 2 grados celsius produciría pérdidas anuales en la producción norteamericana por más de U$D 500.000.000.000 para el año 2100; más de 350.000.000 de personas expuestas a la muerte por el calor extremo para el año 2050 y el riesgo de sufrir daños en la infraestructura pública y los bienes inmuebles costera en los Estados Unidos por U$D 1.000.000.000.000.

[5] Gudynas denomina así al extractivismo del siglo XXI, que reproducen la estructura y las reglas de funcionamiento de los procesos productivos capitalistas. Gudynas, Eduardo; “Estado compensador y nuevos extractivismos. Las ambivalencias del progresismo sudamericano”. 2012.

[6] Las Naciones Unidas definen el desarrollo sustentable “como la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” Informe “Nuestro futuro común” Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. 1987, ratificado posteriormente en La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, “Cumbre de Rio” 1992.

[7] ITUC CSI IGB Confederación Sindical Internacional; “Hacia un crecimiento del empleo verde y decente”. 2012

[8] IRENA, International Renewable Energy Agency; “Renewable Energy and Jobs, Annual Review”. 2018.

[9]“Capacidad autónoma en el manejo de la tecnología significa capacidad de elección de aquello que vamos a desarrollar y aquello que vamos a importar y completar”; Jorge Sábato, 1984.

[10] Para la Confederación Sindical Internacional (CSI), la Transición Justa es “…un proceso intersectorial que mediante el diálogo social  involucra a empleadores, trabajadores, gobiernos y comunidades en la planificación y discusión de la transición hacia una economía verde, baja en carbono,  socialmente justa y ambientalmente sustentable para todos los sectores y actividades productivas y de servicios, en un marco de gobernanza democrática, donde los derechos de los trabajadores y otros derechos humanos sean respetados y se alcance la igualdad de género.” ITUCCSI, 2010. El concepto de Transición Justa fue acogido y defendido por la República Argentina en sucesivas Conferencias de las Partes de la CMNUCC. Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, (SAyDS 2009 y 2010).

[11] Aldo Ferrer; “Nuevos principios”, Pagina 12, 16 de agosto de 2015.

 

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