Cambiemos y el nuevo paradigma de orden
Crimen y castigo

Por Iván Gabriel Dalmau (CONICET/UNSAM/UBA)

Notas para una lectura estratégica de la escalada represiva

“Nosotros vamos a cortar el pasto, ustedes hagan los goles.”

Mauricio Macri (Foro Económico de Davos, Enero de 2018)[1]

El pasto. A lo largo de lo que – esquemáticamente – suele denominarse como “tradición judeo-cristiana”, son recurrentes las referencias a las pasturas y el pastoreo, ligadas a la práctica pastoral de guiar a las ovejas, velando por todas y cada una de ellas. Así, las metáforas teológico-políticas vinculadas a la práctica de la conducción de conductas y gobierno de las almas se han convertido en objeto de múltiples indagaciones dentro del vasto campo de la Filosofía y la Teoría Política contemporáneas. Sin embargo, en la torsión articulada por el discurso del Presidente Mauricio Macri, el pasto adquiere otra tonalidad. No se trata del antiguo problema de “la mala hierba”, de la que hay alejar al rebaño, sino del pasto declinado como césped. Más que procurar, en el marco del “camino hacia la salvación”, que ninguna oveja caiga en “malas pasturas”, que sería la tarea propia del pastor, de lo que se trata es de recortar el pasto, en tanto condición de posibilidad de un “juego exitoso”. De este modo, el objeto “pasto”, aparece como correlato de la práctica de un sujeto que nada tiene que ver con el pastor, sino con el jardinero. Ahora bien, si en un registro socioeconómico resulta patente qué goles, o mejor dicho, sobre las posibilidades de que quiénes hagan goles se está gobernando, este indispensable señalamiento no agota las posibilidades de la crítica.

Retomando la metáfora que hemos colocado como epígrafe, cabría preguntarnos entonces: ¿por medio de qué herramientas se busca reestructurar el campo de acción posible de los gobernados? Dicho de otra manera, ¿qué estrategia se perfila a través de la escalada represiva? Si de lo que se trata es de cortar el pasto para favorecer “el juego exitoso”, las intervenciones del jardinero no pueden reducirse meramente al “corte que arrasa”. Declinando los interrogantes previamente explicitados, nos preguntamos: ¿qué forma de experiencia política se busca constituir a través de estos “cortes cuidadosos”?

Desactivar la amenaza de “las fieras”

“No puede alguien que hace un atentando ser liberado a las 24 horas. Una piedra de este tamaño puede matar a una persona. Si alguien tira esa piedra está dispuesto a matar.”[2]

Mauricio Macri (Brindis navideño, diciembre de 2017)

Tras la obtención del “aval de las urnas” en octubre de 2017, el oficialismo – haciendo gala de una hábil lectura de la ocasión – intentó avanzar hacia una “segunda fase del sinceramiento”. De este modo, dejando a un lado promesas de campaña, programó la agenda legislativa para dar tratamiento no sólo a la anunciada reforma tributaria, sino también a las antaño negadas reformas previsional y laboral.  Justamente, tras la aprobación escandalosa de la reforma previsional, que tuvo lugar tras las feroces represiones desatadas sobre los manifestantes los días 14 y 18 de diciembre, el Gobierno Nacional aplazó el tratamiento de la reforma laboral. En cierto modo, podría decirse que la jornada del 18 de diciembre fue clave, ya que si bien al interior del Parlamento obtuvo la aprobación de la reforma, se encontró en las calles con amplios sectores que se concentraron frente al Congreso, articulando en una misma acción el rechazo a la transformación regresiva y la resistencia a la táctica de amedrentamiento desatada por medio de la represión que tuvo lugar en el contexto de la fallida sesión del día 14.

Tal como lo señaláramos previamente, frente a dicho acontecimiento, en que la secuencia de “farsa de campaña”, saqueo y represión a los jubilados fisuró a su propia base electoral, dando lugar a los simbólicos “cacerolazos”, el oficialismo se reacomodó tácticamente. Por un lado, al aplazar el tratamiento de la reforma laboral apuntó a “enfriar la calle”. Por otro, se centró en legitimar la represión, tanto a través del discurso de las principales figuras del Ejecutivo, para lo que se ha valido del apoyo de los grandes medios de comunicación, como así también de las intervenciones de funcionarios del Poder Judicial.  De este modo, cabe recordar que la cita de Macri que hemos colocado como epígrafe del presente apartado, se hace eco del dictamen del Fiscal Germán Moldes, que el día 22 de diciembre – al apelar la excarcelación de manifestantes detenidos tras la marcha del 1º de septiembre realizada para exigir la aparición con vida de Santiago Maldonado – había pedido una modificación de las leyes para evitar las excarcelaciones de quienes “participan en el ataque coordinado y enfrentamiento a las fuerzas del orden”. En dicho escrito, sostuvo además que: “no encuentro grandes diferencias entre esas horas infaustas de esta última semana y los hechos del 1 de septiembre aquí analizados, salvo, quizás, que los delincuentes han progresado en organización, táctica y armamento”[3].

De este modo, resulta palpable que tanto desde la pluma de Moldes como desde la boca de Macri, circula un discurso que por medio de ciertos desplazamientos permite que la movilización popular pueda ser problematizada en términos criminales, habilitando incluso la aplicación de la lógica antiterrorista, ya que desde dicha perspectiva “tirar piedras” deviene “atentado”. Sería pertinente destacar que, nuevamente, con motivo de apoyar en este caso la apelación a las excarcelaciones de los militantes del Partido Obrero detenidos el 18 de diciembre, el citado fiscal, en un escrito en que se refiere a los manifestantes como “fieras antisociales”, planteó que: “es que esa agresiva caterva – de la que los imputados forman parte – no actúa de manera inconexa ni desordenada. Por el contrario despliega una aceitada gimnasia apta para eludir el accionar policial echando mano a todo un rimero de elementos de camuflaje y disfraz con el fin de evadir la acción de las fuerzas del orden y una parafernalia de asistencia anterior, concomitante y posterior al desarrollo de su actividad criminal. Me refiero al auxilio y la participación orgánica de socorristas, profesionales, comunicadores y supuestas ’organizaciones sociales’ prevenidas al efecto”[4].

Puede decirse, entonces, que nos encontramos con un discurso tan paradójico como potente en términos estratégicos. Por un lado, se destacan las figuras de la “agresiva caterva” y las “fieras antisociales”, que se “levantan frente un poder del Estado”, es decir aquellos que de alguna manera se encontrarían más allá de la racionalidad presupuesta por el orden jurídico-político. En dicho contexto, el pedido de modificación de las leyes, parecería ser una apuesta por otorgar cobertura legal al tratamiento de aquellos que presuntamente se encuentran más allá del orden. Así, tras ubicar a lxs manifestantes “más allá de la normalidad”, es decir en una situación de excepción – ¿cómo lidiar con las fieras? –  se busca un cambio normativo que permita hacer de la supuesta excepción, la regla. Por otro lado, estas peculiares fieras, parecen tener “capacidad de camuflaje”, lo cual se liga a los distintos sectores que participan activamente de las movilizaciones, desde las organizaciones sociales y políticas, a los comunicadores y socorristas. Dicho de otra forma, en la medida en que logran camuflarse por medio de estas redes, las fieras son capaces de dispersarse capilarmente a través de lxs manifestantes.

Por lo tanto, si de “desactivar a las fieras” se trata, todxs somos sospechosxs, ya que cualquiera puede ser una fiera camuflada o formar parte, al menos, de sus redes de camuflaje. Podría decirse que lidiar con “semejante amenaza” torna indispensable la presencia de infiltrados y la realización de detenciones masivas en las movilizaciones, como así también el espionaje sobre todas aquellas organizaciones que pueden favorecer el camuflaje. A tal punto resulta tácticamente potente dicha “viscosa” noción, que torna incluso razonable que se hagan “detenciones al voleo”, ¿podría, acaso, desestimarse de antemano que estamos frente a “fieras camufladas”? Más aún, cómo desestimar que detrás de unx presuntx periodista se esconde potencialmente una fiera…

Sin embargo, no puede desconocerse que dicha táctica se articula además con la búsqueda de otorgar “el privilegio de la duda” a los miembros de las “fuerzas de seguridad”. Tanto de parte de la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich como de la Vicepresidenta Gabriela Michetti, fueron recurrentes los señalamientos ligados a buscar un “cambio de doctrina”, que frente al denostado “garantismo”, se ocupara de “cuidar a quienes nos cuidan”, y de “asumir” que en el marco de “semejante tarea” pueden “cometerse errores”. Discursos proferidos a propósito de la desaparición forzada de Santiago Maldonado y del asesinato por la espalda de Rafael Nahuel. Crímenes perpetrados por el Estado que tuvieron lugar en el marco de feroces represiones al pueblo mapuche, y que fueron acompañados de campañas mediáticas estigmatizantes, en las que por ejemplo se hacía referencia al supuesto “arsenal de armas de grueso calibre” que presuntamente poseían las comunidades de dicho pueblo, al que se vinculaba con el “accionar criminal” de la “terrorista” Resistencia Ancestral Mapuche.

Cambio de doctrina, fieras y criminalidad potencial. Nociones que circulan en el discurso oficialista, articulando estratégicamente distintas tácticas. Así, nos encontramos nuevamente con el pedido de cambio de doctrina frente al asesinato por la espalda de Pablo Kukoc a manos del policía Luis Chocobar (quien luego sería investigado por la Justicia). El asesinato tuvo lugar cuando Kukoc, munido de arma blanca, se dio a la fuga tras asaltar y lesionar a un turista en La Boca. Sin embargo, en abierto desafío hacia el accionar del Poder Judicial, el Presidente y la Ministra de Seguridad recibieron al policía al que calificaron de “héroe”. En términos del propio Presidente: “estoy orgulloso de que haya un policía como vos, al servicio de los ciudadanos”[5]. Heroísmo ligado al hecho de que con su intervención presuntamente “salvó muchas vidas” ya que frenó a un “asesino”. Es decir, que ligando identitariamente a quien comete un ilícito con un efecto posible del delito cometido – ya que había herido a un transeúnte con arma blanca, sin ocasionarle la muerte –, se lo problematiza como “individuo peligroso”; cual si se tratara de una “fiera” que, al encontrarse portando un arma blanca, se convierte en una “amenaza”. Semejante “amenaza”, opera como condición de posibilidad de que un miembro de las “fuerzas de seguridad” que asesinó brutalmente por la espalda a un joven se convierta en “héroe”.

Peligrosa torsión, en un país en que los casos de gatillo fácil, desde el retorno de la democracia hasta la actualidad, se cuentan por miles. En dicho contexto, desde los medios de comunicación afines al Gobierno se pusieron en circulación “encuestas” que muestran el “apoyo popular” con que cuenta la posición del oficialismo, e incluso propagandistas del gobierno se han “hecho eco” del “pedido de pena de muerte” por parte de la “opinión pública”. Sería pertinente destacar que, sin pasar por alto la especificidad de dicha táctica, resulta susceptible de ser planteado que, leída en clave estratégica, la misma apunta a darle anclaje “popular” a la citada escalada. No sólo se logra el cambio de la agenda de discusión, en el marco de la caída de la imagen presidencial – estrechamente vinculada a la política económica del Gobierno –, sino que además se busca que los mismos sectores que ven materialmente precarizadas sus condiciones de vida y que de manifestarse serán blanco de la política represiva, avalen y, de hecho, pidan por el fortalecimiento del aparato represivo. “Amenaza delincuente” y pedido de “seguridad” como puntos de clivaje que fracturan al campo popular y operan como condición de posibilidad de la “reclamada” presencia capilar de los miembros de las “fuerzas de seguridad” en los conglomerados urbanos.

Además, en línea con el combate a la supuesta “amenaza terrorista” de la Resistencia Ancestral Mapuche, se han urdido dos tácticas articuladas estratégicamente en el seno de la mencionada escalada. Cabría recordar que desde el momento de su asunción, la Ministra Bullrich ha señalado la necesidad de fortalecer a las “fuerzas de seguridad” en el marco del presuntamente apremiante combate al terrorismo y al narcotráfico. En dicho contexto, junto al Ministro de Defensa Oscar Aguad, ha firmado un acuerdo con la agencia imperialista DEA (Drug Enforcement Administration), para formar una fuerza de intervención conjunta con base en la Triple Frontera. Permitiendo, so pretexto de la “lucha contra el narco” y la “existencia de células de Hezbollah”, que Estados Unidos logre el ansiado objetivo de tener una base allí. Táctica geopolítica por medio de la que el imperialismo logra “tener presencia” ni más ni menos que en el Acuífero Guaraní, uno de las reservas de agua dulce más grande del planeta. Menuda conquista geoeconómica.,.

Volviendo sobre el eje de nuestra lectura, cabría remarcar que el Ministro Aguad, en otro “cambio de doctrina”, ha resuelto la creación de una Fuerza de Despliegue Rápido, formada por las Fuerzas Armadas, borrando así la diferencia entre Seguridad (interior) y Defensa (exterior), y habilitando el accionar de dichas fuerzas en tareas de “seguridad interna” en cuestiones tales como el “cuidado de los recursos naturales”. Unidad de acción cuyo carácter ilegal se buscó enmascarar sobre su presunto carácter de “apoyo logístico”, que es el agujero por el que la vigente Ley de Seguridad Interior habilita que las citadas fuerzas se cuelen en actividades de “seguridad interna”. De la defensa de los recursos naturales, al combate a “grupos anarquistas antiargentinos” que “no reconocen la propiedad privada” parecería haber una distancia muy corta.

Poderes y resistencias

“¿Qué es lo que hacemos para vencer a la resistencia?  Primero, lanzar muchas iniciativas al mismo tiempo porque el gremio focaliza. Entonces cuando el gremio focaliza, estoy develando la estrategia pero no importa porque es poco atacable igual, le abriste doce y las otras once avanzan. Cuando se dieron cuenta que alguna ya se implementó, van atrás de esa y avanzás con la que no habías avanzado. (…) Un partido de ajedrez o de damas medio complejo, pero que funciona”[6].

Esteban Bullrich (Academia Nacional de Educación, 2014)

No puede desconocerse que unos de los grandes logros del macrismo, cuando desde la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires comenzó a despuntar como oposición presidenciable, fue haber logrado por medio de estrategias comunicacionales que la misma imagen de Mauricio Macri pudiera, paradójicamente, tornarse atractiva para un variopinto conjunto de sectores y, al mismo tiempo, fuera subestimada por sus críticos. Si para simplificar llamamos “izquierda en sentido amplio” a las distintas corrientes que, sin ser todas “propiamente de izquierda”, se encuentran a la izquierda del Gobierno Nacional, podría decirse que dicho error fue mayoritariamente compartido por casi todo el arco. Del “no nos pueden ganar”, de unxs, al llamar a votar en blanco en el ballotage, de los otrxs, semejante errata requeriría un profundo examen de autocrítica que nos excede. Lugar común: subestimar los peligros que acarreaba el ascenso macrista.

Si tamaña errata en el diagnóstico ha operado como condición de posibilidad de la apremiante situación en que nos encontramos, se impone cuanto menos calibrar de otra manera la lectura, de modo tal de poder resistir estratégicamente. Tal como lo señaláramos previamente, no puede subestimarse entonces, el modo en que el Gobierno ha buscado reposicionarse tácticamente. De hecho, que tras las jornadas de diciembre se aplazara – en principio –  para sesiones extraordinarias de febrero el tratamiento de la reforma laboral, da cuenta de dicha racionalidad. Justamente, en el marco de la caída estrepitosa de la imagen presidencial, ligada entre otras cuestiones a la herida abierta en diciembre, al “sinceramiento” de las metas de inflación, a la escandalosa situación del “negrero” Ministro de Trabajo Jorge Triaca y al intento de poner un irrisorio techo a las paritarias, dichas sesiones no se han llamado y, de momento, la reforma ansiada por el gran empresariado no ha sido tratada. En dicho escenario, en el que frente a cada nueva ronda de renovación de las billonarias Lebacs se cierne el fantasma de una corrida cambiaria, y un consecuente salto inflacionario, el oficialismo parece querer tener la calle “lo más fría posible”.

Por otro lado, en línea con la receta del entonces Ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, y actual Senador Nacional, Esteban Bullrich condensada  en el epígrafe de este apartado, cabría preguntarnos si, como lo insinuara el mismísimo Jefe de Gabinete Marcos Peña, parte de la reforma no se buscará pasar a través de acuerdos sectoriales, tomando por blanco privilegiado aquellos sindicatos cuyos dirigentes poseen “frondosos expedientes” que el oficialismo buscará activar en la Justicia. A su vez, no puede desconocerse que dentro del inmenso mar del megadecreto presidencial de enero, destinado a “desburocratizar el Estado”, se encuentra el alivio de las sanciones de que son objeto los empresarios que poseen “irregularidades en el registro de su personal”, en línea justamente con la amnistía que se buscaba otorgar con la sanción de la aplazada reforma.

Sin embargo, tan peligroso y “anestratégico” como subestimar al Gobierno, sería caer en el otro extremo, en el que presos de una cuasifascinación quedáramos estupefactos frente a su racionalidad estratégica. Al respecto, si de enfocarnos en las fisuras se trata, de modo tal de calibrar estratégicamente la resistencia, se torna pertinente detenernos en sus miedos. Desde la oficialista estelar Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y su reciente planteo de que “la mayoría de los argentinos no convoca a marchas”[7], a la descalificación de la marcha convocada para el 21 de febrero, ligada al señalamiento del Presidente de que “hay que buscar soluciones sin aprietes, extorsiones y comportamientos mafiosos”[8], el macrismo parece tener pavor a la movilización popular. Al respecto, cabría recordar que las movilizaciones de “apoyo al cambio” del 1º de abril de 2017 o la reciente del 17 de febrero, realizadas sugestivamente días sábado de modo tal de que “pueda participar la gente honrada que trabaja”, han resultado un tamaño fiasco que ni los trolls del Gobierno pudieron disimular. En contraposición, no podemos dejar de recordar al medio millón que nos manifestamos en mayo de 2017 y pusimos un freno al 2×1 a los genocidas avalado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

A modo de cierre, quisiéramos remarcar entonces, que si bien tras el acontecimiento de las jornadas de diciembre pueden haberse reacomodado tácticamente, ello no implica que – valga la redundancia – no hayan tenido que hacerlo. Por lo tanto, podría decirse que la articulación de los gobernados en tanto pueblo que, de manera desafiante, se planta frente al poder articulando una verdad-otra, que escapa a las mallas de la racionalidad gubernamental, habilita un ejercicio de la resistencia al macrismo capaz de desarticular las cuadrículas de su tablero de ajedrez.

 

[1] Citado en: https://www.infobae.com/politica/2018/01/24/mauricio-macri-a-los-empresarios-en-davos-nosotros-vamos-a-cortar-el-pasto-ustedes-hagan-los-goles/

[2] Citado en:  https://www.lanacion.com.ar/2095032-macri-pidio-que-los-violentos-no-sean-liberados-a-las-24-horas

[3] Citado en: https://www.pagina12.com.ar/84386-un-dictamen-para-criminalizar-la-protesta

[4] Citado en: https://www.laizquierdadiario.com/El-fiscal-Moldes-presento-un-escrito-absurdo-y-reaccionario-contra-manifestantes-del-18D

[5] Citado en: https://www.clarin.com/politica/mauricio-macri-solidariza-policia-mato-ladron-juez-proceso_0_SkfVLqeLG.html

[6] Citado en: https://www.eldestapeweb.com/la-estrategia-macri-enganar-al-pueblo-n25755

[7] Citado en: http://www.telam.com.ar/notas/201802/250179-vidal-la-mayoria-de-los-argentinos-no-convocan-marchas.html

[8] Citado en:  http://www.ambito.com/913071-antes-de-la-marcha-macri-volvio-contra-apuntar-a-los-sindicatos-hay-que-buscar-soluciones-sin-aprietes

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