Paro nacional del Ecuador
El Ecuador: del posmodernismo a la lucha por la hegemonía popular

Por José Antonio Figueroa
(Profesor de la universidad Central del Ecuador e investigador CALAS)

En pleno paro nacional del Ecuador, un colectivo de grupos artísticos y culturales  subió a la web el potente trabajo de Hip-Hop, Rickchari (despierta, en Quichua) a través del link https://www.youtube.com/watch?v=JdbZNeQ-Apo. Este trabajo, que tiene como hilo conductor  un rap  bilingüe quichua-castellano que articula las tradiciones de lucha local con las demandas nacionales de la actual movilización indígena, es una muestra representativa de las transformaciones que ha sufrido el movimiento indígena en el Ecuador en las últimas décadas, y constituye una pista para entender la dimensión de lo que ocurre políticamente en el Ecuador actual.

El video clip Rikchari, posiciona imágenes que resaltan la fortaleza de las acciones colectivas del quehacer político de los indígenas. Mediante el recurso de la voz en off de uno de los dirigentes, anuncian que el levantamiento continuará hasta que se bajen las medidas económicas del fondo monetario internacional, y mediante un coro en quichua que dice que actúan como “shuc maquilla, shuc shungulla, shuc yuyailla”, actualizan el antiguo lema de las comunidades quichua-hablantes que en el contexto de las acciones políticas, actúan como una sola mano, un solo corazón, y una sola idea. En 3 minutos 41 segundos, el video clip apunta a los ejes centrales de la movilización: las lucha contra el Fondo Monetario Internacional, contra las mentiras promovidas por los medios de comunicación y contra el racismo. Para esto recurren a figuras históricas del movimiento indígena como la gran líder Tránsito Amaguaña, así como al Sacerdote Leonidas Proaño, el ícono más representativo de la Teología de la Liberación en el Ecuador, conectando así la historia y el presente. El video termina diciendo del páramo venimos y allí nos quedamos, y lanzando la advertencia: cuidadito carajo, como una lúcida respuesta al pronunciamiento racista del líder de la derecha social cristiana Jaime Nebot, quien, en medio del paro nacional, dijo que los indígenas deberían quedarse en el páramo.

Mientras este trabajo visibiliza y muestra las convergencias entre los colectivos de jóvenes militantes de las comunidades indígenas y colectivos de jóvenes de los barrios populares, en el ámbito de la representación política, un cambio generacional de la dirigencia indígena muestra el aparecimiento de un discurso  y una práctica enfocada cada vez más en la validación de una voluntad y de un interés general de matriz popular.

Los discursos de los nuevos dirigentes de la revigorizada Confederación de Nacionalidades Indigenas del Ecuador –CONAIE- interpelan al interés popular y abren interrogantes en el papel protagónico de los indígenas en la conformación de un frente contrahegemónico contra el capitalismo tardío, neofascista y lumpen contemporáneo. La actual ola de movilizaciones empezó una vez el gobierno de Lenin Moreno anunció el primero de octubre un paquetazo de medidas encaminadas a sellar los acuerdos que ha firmado con el Fondo Monetario y su abandono definitivo a los proyectos de soberanía popular, que estuvieron en construcción en los años anteriores.  Las movilizaciones empezaron lideradas por los estudiantes universitarios y los transportistas, e inmediatamente se fueron incorporando las organizaciones barriales, hasta culminar con el definitivo apoyo dado por las confederaciones indígenas y las organizaciones clasistas que detuvieron al país durante 10 días, dejando un balance trágico de un número aun indeterminado de muertos, más de 1.100 detenidos y mas de 1.300 personas heridas. Las movilizaciones obligaron al gobierno a sentarse en una mesa de negociaciones públicas con los representantes del paro, consiguieron la derogatoria del decreto 883 que quitaba los subsidios y liberaba los precios de los combustibles,  la más sensible de las peticiones formuladas, pero dejaron una herida imposible de cerrar en el cuerpo político nacional.

Amparado en el argumento de que el gobierno de Correa había saqueado al país, y apoyado por el poder mediático del Ecuador, Lenin Moreno, inició una campaña de desmonte de las conquistas democráticas que el pueblo ecuatoriano había alcanzado en los últimos años y que se habían reflejado principalmente en la constitución de Montecristi y en el diseño de un aparato institucional que privilegiaba la garantía del cumplimiento de los derechos de las mayorías. La constitución de Montecristi, permitió la implementación de cambios fundamentales en las áreas de educación, salud, infraestructuras y energía, así como en el diseño de una serie de leyes encaminadas a controlar el poder de los medios de comunicación, del aparato judicial y del aparato financiero. Estas transformaciones funcionaron como un dique que detuvieron los procesos privatizadores que se habían dado desde los años ochenta y fueron los factores que estimularon el aparecimiento de un fuerte bloque de oposición a Rafael Correa, encabezado principalmente por los grupos que habían lucrado de la privatización de lo público y de la especulación financiera y veían afectados sus intereses corporativos.  Sin embargo, en el período neoliberal, los intereses corporativos también determinaron las dinámicas de varios sindicatos, organizaciones y partidos de la izquierda, así como de organizaciones étnicas, organizaciones no gubernamentales y organismos gremiales. La confluencia de intereses corporativos en sectores de la derecha y de la izquierda y su afectación durante el correato, permite entender el aparecimiento de un bloque de oposición a Rafael Correa en el que convergieron diversos actores del espectro político ecuatoriano.

La historia reciente del movimiento indígena del Ecuador refleja las tensiones que han existido entre las tradiciones neoliberales y corporativistas y las tradiciones democrático radicales que parecen activarse con fuerza en el último paro nacional del Ecuador. El movimiento indígena, que alcanzó su madurez en el levantamiento del Inti Rayi de 1990, mostró la dimensión nacional de un movimiento que hasta entonces había estado circunscrito a los espacios locales o regionales. Desde los años 90, el movimiento indígena ha protagonizado las mas profundas transformaciones que han conducido al derrocamiento de los gobiernos neoliberales. Los indígenas que protagonizaron las movilizaciones de 1997, 2000 y 2005, tumbaron a los gobiernos de Bucaram, Mahuad y Gutierrez, pero a pesar de ser opción de poder, no habían logrado resolver las tensiones entre sus intereses particulares y globales y no habían podido diseñar un proyecto que viabilizara una acción de gobierno. La señal más importante del último levantamiento es la de la reversión de ese legado.

Los discursos de los dirigentes Jaime Vargas y Leonidas Iza, el presidente y vicepresidente de la CONAIE tienen un claro sabor democrático radical y reivindican el republicanismo popular que ha marcado la historia nacional: los dirigentes indígenas han convocado a todos los sectores populares que son afectados por las medidas regresivas del gobierno, reivindican la oposición entre el pueblo y la oligarquía, establecen una clara diferenciación entre la izquierda, la derecha y la extrema derecha, y plantean su clara identificación con la izquierda, llaman a mantener los derechos conquistados en los últimos años, y planten una lucha clara contra el racismo, como componente estructural de las luchas democráticas. Los dirigentes indígenas han colocado las responsabilidades de lo sucedido en estos días en el gobierno y han evitado caer en la trampa de la oposición entre el correismo y el movimiento popular, como la baraja más importante que ha jugado el gobierno; de igual manera, plantean de manera innegociable recuperar la soberanía en el manejo de los asuntos económicos del país, lo que significa cuestionar el eje central de las políticas económicas de Moreno. Además, como otro eje central, han colocado el desenmascaramiento del papel fundamental de los medios de comunicación en la creación de un ambiente favorable para la consolidación del capitalismo lumpen contemporáneo.

El paro nacional del Ecuador muestra los límites de la pos-verdad, que se quiere instaurar como norma de la política contemporánea: cientos de miles de pobladores de estratos medios y populares han sido capaces de identificar los intereses estructurales que se esconden en las medidas del gobierno neoliberal, más allá de la realidad mediática que hace ver un país articulado armónicamente en torno a su despedazamiento, bajo el pretexto de la lucha contra la corrupción correista. En este contexto, nuevas capas del movimiento indígena interpelan a la nación y se constituyen como opción de poder en el corto plazo. Los legados de los últimos años plantea la posibilidad real de un movimiento indígena liderando la dirección política del país. Los discursos post-neoliberales que han utilizado en la actual coyuntura, y su interpelación democrático radical a la nación, son quizá la más intrigante señal de la capacidad de convocatoria universal del movimiento indígena del Ecuador actual.

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