La izquierda en América Latina
“El mapa político en Colombia cambió.”

Entrevista a Jorge Rojas. Por Fernando Collizzolli (UBA)

Jorge Rojas, coordinador de la última campaña presidencial de Gustavo Petro y pre-candidato en las elecciones a la Alcaldía de Bogotá en 2019.

El pasado jueves 15 de noviembre se cumplieron 100 días desde la llegada de Iván Duque a la Casa de Nariño, sede de la presidencia colombiana. A pesar del periodo de gracia del que goza todo nuevo gobierno, la expectativa de la ciudadanía colombiana parece estar disminuyendo rápidamente: solo el 27,2% de los colombianos tienen una imagen positiva del actual presidente, de acuerdo con los datos de la reciente encuesta de Invamer.[1]

Entre la continuidad del programa neoliberal y las dificultades de origen para asumir el liderazgo de la coalición de gobierno, aparece desdibujada la figura de Duque, quien ha intentado avanzar con una reforma tributaria regresiva, una agenda punitiva en materia de drogas, y una decidida y peligrosa inactividad frente a la implementación del acuerdo de paz.

Mientras tanto, la movilización en las calles crece de la mano del movimiento estudiantil. Fue esta acumulación política desplegada por los sectores populares colombianos -con creciente movilización social, aparición de nuevos liderazgos y triunfos a nivel local-, la que Gustavo Petro logró articular y conducir en las pasadas elecciones presidenciales hacia un histórico resultado electoral: desde un espacio de centro izquierda, Colombia Humana, Petro accedió a la segunda vuelta y alcanzó el 41% en el ballotage, ubicando al progresismo como una alternativa con posibilidades ciertas de disputar el poder político colombiano. Todo un logro en un país acostumbrado a que la política aparezca restringida a las disputas entre distintas fracciones de los sectores dominantes.

A propósito de las principales características de este escenario político, de la notable elección realizada por Gustavo Petro, y los grandes desafíos que tiene por delante Colombia Humana, conversamos con Jorge Rojas, uno de los máximos responsables de la campaña presidencial de Petro y pre-candidato en las elecciones a la alcaldía de Bogotá del próximo año.

Fernando Collizzolli: A 100 días de iniciado el mandato presidencial de Iván Duque ¿Cómo está hoy el proceso político colombiano?

Jorge Rojas: El triunfo de Iván Duque marca un retroceso en lo que se había avanzado en términos de acuerdos de paz, pero al mismo tiempo, supone una continuidad del modelo económico que une a los expresidentes Cesar Gaviria, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, y ahora Iván Duque, quienes no tienen diferencias de fondo en este aspecto. Es el mismo modelo económico basado en la economía fósil, la preminencia del capitalismo financiero, la profundización de la desigualdad social, y la ausencia de derechos y garantías políticas.

Eso implica que estamos ante un gobierno de derecha, que dentro de su propia estructura tiene fuertes contradicciones: hay un sector que quiere “hacer trizas la paz”, es decir, que quiere retroceder en los aspectos centrales de la construcción de la paz; pero también dentro del gobierno hay sectores que pretenden mantener el acuerdo y asegurar más o menos unos espacios de participación democrática. Me temo que está ganando el sector más derechista, que la tendencia como en Argentina, Brasil y otros países de América Latina, es que se posiciona un sector muy extremista, que quiere negar las libertades e impedir que haya nuevas expresiones políticas en el país.

FC: En este marco ¿Qué significó la notable elección realizada por Colombia Humana en la última elección presidencial?

JR: En Colombia el mapa político cambió. Colombia Humana logró el 41% de los votos en el balotaje presidencial, algo que nunca había ocurrido con las fuerzas progresistas y de izquierda en Colombia. Ganamos en 247 municipios, incluidos 9 departamentos, y la capital del país.

Pero estas transformaciones en el mapa político, generaron también un gran temor dentro de lo que llamamos “la institucionalidad o la clase política tradicional” en Colombia. La posibilidad de que Petro ganara movió a la unidad de todos los sectores del establishment: Pastrana, Gaviria, Uribe, e incluso Santos, quienes en el fondo apoyaron una candidatura que es la que ahora conduce el gobierno colombiano, porque ahí está hoy el partido de Santos apoyando a Duque.

Así que el panorama político colombiano no es fácil, pero tampoco es tan escéptico, en la medida en que hay una movilización social permanente, una bancada parlamentaria muy grande de sectores alternativos, y una base político-electoral que nos lleva a pensar seriamente en seguir el camino para ganar el gobierno en el 2022, y para ganar las elecciones locales del próximo año -si es que no nos impiden participar como lo están intentando en este momento-.

FC: ¿Qué elementos confluyeron para hacer posible este resultado? ¿Cómo definirías a Colombia Humana?

JR: Colombia Humana es la expresión de una inconformidad ciudadana frente a la politiquería, la corrupción, frente a la necesidad de transformar el país. Colombia Humana pretende interpretar ese sentimiento de cambio de la sociedad colombiana, y dentro de esa visión de transformación, emerge el liderazgo de Gustavo Petro. Este no es un fenómeno caudillista o individual, es un fenómeno colectivo, que ha logrado convocar la esperanza del país. Lo resumo como un proceso de politización de la sociedad colombiana.

Colombia Humana refleja diversos sectores y demandas sociales: desde las viejas ciudadanías que a través del sindicalismo y las luchas sociales de tantos años han resistido, hasta las nuevas ciudadanías, empezando por los jóvenes, los estudiantes, las mujeres, pero también los animalistas o los ambientalistas, que han mostrado cómo se puede asegurar desde abajo, desde la base, encauzar un movimiento político que logró 8 millones de votos.

Me parece que la razón de ser de ese avance significativo que para nosotros es un triunfo, es la capacidad de articular una sociedad que tiene vocación de cambio, que asume la política como el centro de la acción social y que se proyecta como opción de poder.

FC: Fuiste parte del equipo de coordinación de la campaña presidencial de Petro, en tiempos en los que se debate acerca de nuevos formatos y estrategias ¿Cuáles fueron las principales características de esta campaña?

JR: Lo primero que hay que decir es que fue una campaña que logró trascender los esquemas y romper los paradigmas de una izquierda que se había anquilosado, que no pasaba de ser una propuesta de oposición, y que no lograba convocar al conjunto de la sociedad colombiana. Eso se rompió. Y se rompió en la medida que hubo creatividad, innovación, y en la medida en que se convocó una esperanza, y se desató una pasión. Y eso es nuevo, porque logramos hacerle sentir en la piel y en el corazón a los colombianos, que la Colombia Humana estaba en capacidad de responder a sus preocupaciones, pero sobre todo que estaba en capacidad de transformar el país.

FC: En la construcción de este proyecto político y en la consolidación del liderazgo de Petro, la experiencia de gobierno en la alcaldía de Bogotá aparece como un hito ineludible. ¿Qué evaluación haces de los 4 años de la Bogotá Humana?

JR: Los 4 años de gobierno de Bogotá Humana marcaron una ruptura con un modelo de ciudad que estuvo enraizado durante muchos años, y que estaba en función de los intereses de los grandes constructores que quieren expandir la ciudad, de las empresas que se tratan de apoderar de los bienes y servicios públicos, en definitiva, de un modelo privatizador de ciudad. Por primera vez en la historia reciente de Bogotá, hubo un alcalde de izquierda.

Petro logró transformar la ciudad…y no fue fácil tocar los intereses de los grandes conglomerados sin afectar la propiedad privada -porque no era un proyecto estatista, sino un proyecto de nueva ciudad-; superar la pobreza multidimensional; asegurar libertades democráticas; incluir al conjunto de la sociedad. Fue un gran acierto, pero fue un gobierno en medio de una gran polarización, y sobre todo de una gran intencionalidad que buscaba impedir que él gobernara. Por eso lo destituyeron, lo embargaron, lo investigaron, por eso ahora le siguen cobrando parte de las acciones de política pública que se realizaron en Bogotá. Y aun así, Petro sigue creciendo como un referente de la ciudad, y lo demuestran los resultados electorales.

Creo que nos equivocamos. Creo que faltó más construcción colectiva del proyecto de gobierno de Bogotá, más participación de la ciudadanía. Pero sobre todo, Petro no tuvo un partido político que ayudara a repensar, evaluar y orientar al gobierno local. Y eso no puede ser, porque no es un proyecto individual. Lo entiendo en la medida que hubo una crisis permanente. Y también hubo problemas en la construcción del equipo de gobierno, porque la izquierda a veces es muy buena para la movilización y la denuncia, pero muy mala para gobernar. Tenemos que aprender a gobernar, con transparencia, sin robar un peso como lo hicimos nosotros, mostrando resultados.

Para lo que viene, estamos pensando en una ciudad incluyente, en el derecho a la ciudad. Manteniendo los principios de la Bogotá Humana: superar la segregación social, adaptar la ciudad al cambio climático y mitigar sus efectos, defender lo público y construir la democracia. Eso lo tenemos que hacer con políticas públicas y no con discursos. Creo que ese sentido de lo que fue Bogotá Humana, sigue vigente para nuestro proyecto, para la ciudad y el país…perdimos la alcaldía de Bogotá, y la vamos a recuperar.

FC: ¿Qué papel jugó Juan Manuel Santos en este escenario de polarización, teniendo en cuenta su carácter ambivalente frente al proceso de destitución de Petro? ¿Cómo fue la relación entre el gobierno de Santos y el de Petro?   

JR: Juan Manuel Santos fue un traidor de la Bogotá Humana. Nosotros apoyamos a Santos solo por la paz, sin recibir un solo cargo del gobierno nacional. Yo estuve con Petro hablando con Santos alrededor de 3 temas: el metro de Bogotá, y él se comprometió a emitir un documento del Consejo Nacional de Política y Económica Social (CONPES), que es el paso previo para abrir una licitación del metro. Nos incumplió, nos traicionó. Lo segundo era reabrir el Hospital San Juan de Dios, que es el símbolo de la salud pública en Colombia. Nos dijo que sí y nos traicionó. Después cuando vino la crisis por el proceso de destitución de Petro, fuimos a hablar con Santos y nos dijo “si la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emite medidas cautelares en favor de Petro, yo respeto las medidas”. Falso, destituyó a Petro.

La relación no fue fácil, porque eran dos modelos distintos. En el fondo, Santos representa una clase política tradicional con algunos elementos de modernidad, y sobre todo, con una visión de paz que nosotros compartimos. Del resto no compartimos con Santos, ni el modelo económico, ni el modelo político, ni la visión que tiene esta clase dirigente de prolongar la estructura de injusticia y exclusión característica de la sociedad y el Estado en Colombia.

 

[1] Acceso a los resultados de la encuesta en: https://www.eltiempo.com/politica/gobierno/encuesta-de-invamer-dice-que-bajo-imagen-favorable-del-presidente-duque-294194

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