Políticas de género y diversidad sexual
¿Qué esconde el discurso anti-woke?

Por Carolina Pecznik

Los dichos del presidente argentino atacando las diversidades de género y sus derechos derivaron en la más reciente y multitudinaria movilización. “¿Qué concepciones de sexualidad se esconden tras las palabras de Milei en Davos? ¿De qué manera se articulan dichas representaciones con las políticas de género y diversidades sexuales que se quieren imponer?” se pregunta Carolina Pecznik, licenciada en historia y especialista en temáticas de género, diversidades y derechos humanos, al analizar la trama discursiva anti-woke a la luz de los debates sobre reconocimiento y redistribución.

 

La retórica anti-derechos en clave libertaria 

El último año nos ha visto envueltos en un escenario de discursos anti-derechos, vociferados por el mismísimo presidente de la nación argentina, Javier Milei. En su pugna por eliminar una serie de conquistas, la batalla cultural ha tenido eco a nivel discursivo y material. Las políticas de reconocimiento y de redistribución hacia los sectores vulnerables ahora son atacadas por el propio jefe de Estado. Se cuestiona a quiénes reconocer y a quiénes ayudar en un mundo cada vez más desigual.

El presente artículo se propone examinar el discurso del actual presidente de la República Argentina, Javier Milei, en el Foro Económico Mundial de Davos el 23 de diciembre de 2024,[1] el cual representó una clara disertación anti-woke y contra las políticas de reconocimiento y redistribución llevadas a cabo en años anteriores. ¿Qué concepciones de sexualidad se esconden tras dicha alocución? ¿De qué manera se articulan dichas representaciones con las políticas de género y diversidades sexuales que se quieren imponer? Nos proponemos, entonces, indagar el universo de significados respecto a la sexualidad que subyacen en la narrativa oficial para comprender las medidas de disciplinamiento que se han tomado contra el movimiento woke.

Este discurso no es un elemento aislado y, menos aún, disociado de la realidad. Su envergadura cobra aún más significado en la medida en que el primer año de gestión de La Libertad Avanza deja un saldo alarmantemente negativo tanto para las políticas educativas, y especialmente las de ESI, como las de género y diversidades.[2] El desmantelamiento de dichas carteras fue implementado en simultáneo con un conjunto de despidos masivos, lo cual encrudece aún más la preexistente crisis, especialmente para las mujeres y diversidades. En sincronía con ello, la gramática neoconservadora encontró su paroxismo al hacerse usufructo de la herramienta del Estado y transformarse en oficial. Desde esa plataforma ha colocado sobre la arena política un conjunto de enunciados que buscaron justificar su quehacer y convertirse en hegemónicos.[3] Lo punzante del discurso seleccionado radica en la unidad que cobraron dichos argumentos en el módico espacio de casi treinta minutos frente a una audiencia internacional. Rápidamente las resistencias se han potenciado desde los poros, organizando asambleas y movilizaciones antifascistas federales e internacionales de alto alcance.

Es en este contexto que nos proponemos, entonces, desarticular la semiótica oficial a partir de la fuente mencionada y ponerla en articulación con un conjunto de autorxs cuyos marcos conceptuales y debates se han transformado en acervo teórico significativo a la hora de indagar respecto a las problemáticas de la sexualidad, la redistribución y el reconocimiento.

Representaciones sobre la sexualidad en el discurso de Davos

Ya hacia 1989 Gayle Rubin advertía que “No es probable que la reacción anti-sexo haya finalizado, ni incluso que haya llegado a su máximo”.[4] Claramente no sabía lo que nos deparaba la avanzada de extrema derecha anti-derechos para el entrado siglo veintiuno. Con el objetivo de desenmarañar los presupuestos epistemológicos sobre los que dicha corriente se asienta en el largo siglo veinte, Rubin señala lo que denomina como las seis escuelas ideológicas del pensamiento sexual occidental. Analizaremos si en el propio discurso del presidente podemos identificarlas.

En primer lugar, se encuentra el esencialismo sexual, el cual revela la idea, profundamente arraigada de las sociedades occidentales, de concebir al sexo en clave ahistórica, inalterable y eternamente arraigado a cuestiones biológicas. Es éste el axioma esgrimido por el actual presidente, quien en su discurso sostuvo que la agenda LGBT busca imponer la noción de que “las mujeres son hombres y los hombres son mujeres, solo si así se autoperciben”, como si sólo existiese una única sexualidad biológica “natural”: la binaria donde sólo existe ser hombre o mujer con identidad cis. Este postulado biologicista y reduccionista se entronca con una segunda idea de que existe una única sexualidad benigna o ideal y “sana” que representa el modelo paradigmático a alcanzar y donde cualquier divergencia se transforma en un “virus que hay que extirpar” (Milei en Davos, 2024). Entonces, para Milei, las personas homosexuales que tienen hijxs “son pedófilos y abusadores infantiles”; mientras que las personas trans, a quienes designa como “la ideología de género”, “están dañando irreversiblemente a niños sanos mediante tratamientos hormonales y mutilaciones, como si un menor de 5 años pudiera prestar su consentimiento” (Milei en Davos, 2024).

Existe, con ello, una valorización jerárquica de los actos sexuales, donde ciertas prácticas e identificaciones sexuales son legitimadas mientras que otras, como es el caso de las personas trans, son ubicadas al final de una supuesta pirámide sexual revestida de moral biologicista.

Pero otro tanto cabe mencionar respecto al subtitulado detrás de los dichos del presidente, quien presupone una incapacidad de las infancias de autoidentificarse según el género y, con ello, una borradura de cualquier tipo de sexualidad en las niñeces.[5] La estrategia sensacionalista de cuño conservador que se esconde en la consigna de “salvemos a nuestros hijos” y -en su formato más actualizado- “con mis hijos no se metan” busca transmitir una idea de sospecha respecto a cualquier contacto con la sexualidad -o, al menos, una sexualidad divergente a la normada-. Opera de esta manera lo que Rubin denomina la falacia de la escala extraviada, donde las cuestiones sexuales alcanzan un grado tal de ansiedad social como ninguna de las otras esferas de la vida condensa.

Se detona con ello, una teoría del dominó del peligro sexual donde un cruce de la frontera normativa se trasforma en acabose. La sexualidad no es sólo cis-heteronormativa sino también cosa de adultos, preferentemente casados y monogámicos, que se reproducen y pueden decidir sobre la educación y sexualidad de sus hijxs. D´Emilio expone lúcidamente cómo el terreno de lo sexual pasa a ser privatizado, siendo la familia quien decide sobre el devenir de su prole.[6] La embestida contra la ESI y sus intentos de, ya sea eliminarla o ya sea disciplinarla en clave conservadora, se basan en estas premisas.

Frente a tanta escalada reaccionaria, no parece nunca redundante destacar que los dichos esgrimidos por Milei sobre la diversidad sexual en Davos son falsos y esto ha sido denunciado por numerosos organismos y representantes de la sociedad civil. La sexualidad es un constructo humano, diversa como la misma humanidad, y producto de la historia.

Ni reconocimiento ni redistribución

El discurso de Milei esgrime que el denominado wokismo[7] “ha llegado incluso a cuestionar la idea misma de sexo a través de la nefasta ideología de género. Esto ha derivado todavía mayor intervención estatal mediante legislación absurda como que el Estado tiene que financiar hormonas y cirugías millonarias para cumplir con la autopercepción de ciertos individuos” (Milei en Davos, 2024). Presenciamos con ello dos argumentos principales en la disertación gubernamental. Por un lado, que existe una operatoria ideológica denominada “ideología de género” que vino a imponer una serie de ideas sobre la sexualidad que cuestiona los fundamentos “biológicos”. Por el otro, que este constructo ideológico hizo usufructo de la herramienta del Estado para hacerle pagar a las mayorías por los “privilegios/ beneficios” de una minoría.

Con ello, Milei condena las políticas de reconocimiento y redistribución dirigidas a colectivos subalternizados por el sistema capitalista hetero-patriarcal, por entenderlas como parte de “la agenda marxista” que “distorsiona” el ya hecho y derecho -muy derecho- concepto liberal de igualdad ante la ley (Milei en Davos, 2024). Lo que Milei omite es que la igualdad formal ante la ley aparece como el velo sobre el cual se invisibilizan desigualdades estructurales que organizan la vida social: la sexual, el género, la clase, el racismo, el imperialismo.[8] Por caso, el movimiento de mujeres y el feminismo representan, en su discurso, una “distorsión” “redundante” de las ideas de la igualdad en tanto buscan determinados “privilegios” (Milei en Davos, 2024). En este marco, la existencia de la figura del femicidio o “la agenda sanguinaria del aborto” (Milei en Davos, 2024) encarnarían dichas prerrogativas.

¿Cómo se articula este discurso con el debate acaecido hacia los años ´90 respecto a las problemáticas de reconocimiento y redistribución? En su reconocido artículo, Fraser sostiene que en la era “postsocialista” las demandas por el reconocimiento han ido ocupando mayor terreno en el escenario político en relación con aquellas luchas desenvueltas contra la desigualdad material.[9] Mientras que la injusticia económica es aquella arraigada en la estructura político-económica de la sociedad capitalista; la cultural, por su parte, corresponde a aquella enraizada en los imaginarios y representaciones sociales. Ambas colocan a grupos en situación de desventaja y se refuerzan dialécticamente. La solución para la injusticia económica consiste en políticas redistributivas que tiendan a generar igualdad -y que también suponen reconocimiento-, mientras que el medio para revertir la injusticia cultural implica políticas de reconocimiento de la diferencia -que también llevan implícito políticas de redistribución-. Ninguna de estas soluciones afirmativas trastoca las mismas bases de la desigualdad (económica o cis-heteropatriarcal). De hecho, Fraser advierte que estas políticas afirmativas pueden traer como contracara cierta animadversión contra los colectivos vulnerados, ya que dichos intentos de atenuar las desigualdades del régimen pueden ser tomados como “privilegios” en vez de paliativos.

El discurso de Milei versa exactamente sobre esto al desacreditar a las mujeres y diversidades sexuales por “privilegiarse” de dichas políticas y ubicarlxs como chivo expiatorio de los males de nuestro país. Con ello, Milei se sustenta sobre ambas injusticias: discrimina y apuntala contra las políticas de reconocimiento y redistribución de las cuales dichos colectivos son titulares de derechos conquistados -y no “beneficiarios”-.[10] Da por tierra con aquellas soluciones afirmativas que el Estado de Bienestar había implementado como mecanismo de reproducción del sistema capitalista, dejando aflorar, con ello, la desigualdad en la versión más violenta del sistema.

Butler por su parte ha cuestionado el modelo presentado por Fraser denunciando que el plano material y el superestructural no se encuentran escindidos, sino que, por el contrario, la regulación de la sexualidad -a través de la heteronormatividad, la generización de las personas y la división sexual del trabajo-, es parte constitutiva del modo de producción capitalista ya que permite su funcionamiento y su reproducción.[11] De la misma manera, Butler sostiene que es erróneo considerar a los movimientos sociales como “meramente culturales” en la medida en que su pugna se da tanto por la conquista de reconocimiento como de redistribución, las cuales se encuentran inexorablemente entroncadas.

Quizás, con esto, Butler aporta una pieza clave para comprender por qué el presidente ataca lo que denomina como “ideología de género” -representada en la ESI, en el movimiento de mujeres y en las disidencias sexuales-: porque justamente simboliza la amenaza al modo de producción capitalista del cual es un ferviente enamorado. El capitalismo no es necesariamente incompatible con políticas de reconocimiento o redistribución, pero sí alcanza su cariz patognomónico en su formato de extrema derecha.

El potencial woke

Frente a un Milei que busca aplacar las demandas de reconocimiento y redistribución apelando a la noción de igualdad jurídica, se potencian las luchas sociales y las demandas por dar cuenta que aquella entelequia es insuficiente. Butler se pregunta por el alcance de esa noción universalizante de la igualdad política, que borra las particularidades sociales -estructurales y culturales- y domestica los movimientos sociales. Entonces, ¿por qué Milei ataca al wokismo? Porque allí emerge la posibilidad de trastocar la desigualdad estructural y sus múltiples marcos de opresión, representando una verdadera amenaza al proyecto de la derecha neoconservadora capitalista. No vamos a responder aquí si esas desigualdades constituyen problemáticas de redistribución o reconocimiento.[12] Pero sí destacaremos que “los momentos más prometedores se producen cuando un movimiento social halla su condición de posibilidad en otro”.[13]

 

 


Carolina Pecznik es Profesora de Enseñanza Media y Superior por la Universidad de Buenos Aires y Licenciada en Historia por la misma casa de estudios. Se especializó en Educación Sexual Integral y trabaja temas de género, diversidades y Derechos Humanos. Se encuentra cursando la Maestría en Estudios de Género, Derechos Humanos y Políticas Públicas en la Universidad del Centro y da clases de Derechos Humanos, Sociedad y Estado en el Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”.

 


[1] Casa Rosada. (2024, 17 de enero). Discurso del presidente de la Nación, Javier Milei, desde el Foro de Davos, Suiza. Recuperado de https://www.casarosada.gob.ar/slider-principal/50848-discurso-del-presidente-de-la-nacion-javier-milei-desde-el-foro-de-davos-suiza

[2] Al respecto, la eliminación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad Sexual de la Nación (DNU 8/2023, art. 10), el cuestionamiento a la Ley de Educación Sexual Integral (Gil Moreira y Leudesdorf, 2023), a la Ley Micaela (Chaina, 2024), la presentación de un proyecto de derogación de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (Carbajal, 2024), la eliminación de partidas presupuestarias para áreas claves como el Programa Acompañar, la línea 144 de atención, prevención y asistencia ante la violencia de género (ACIJ y ELA, 2024), son tan sólo algunos ejemplos del retroceso en materia de género y diversidades que han tenido lugar desde el 2024. Para profundizar al respecto véase: Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). (2024). Análisis del proyecto de presupuesto 2025: Políticas de género. Recuperado de https://acij.org.ar/wp-content/uploads/2024/10/Analisis-del-proyecto-de-Presupuesto-2025-Politicas-de-genero-ELA-y-ACIJ.pdf; Carbajal, M. (2024, febrero 8). Aborto: el oficialismo presentó un proyecto para derogar la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Página 12. https://www.pagina12.com.ar/711126-el-gobierno-presento-un-proyecto-para-derogar-la-interrupcio; Carbajal, M. (2025, enero 9). Ahora el gobierno nacional busca destruir la ESI. Página 12. https://www.pagina12.com.ar/795586-el-gobierno-nacional-vuelve-a-atacar-la-esi; Chaina, P. (2024, enero 17). “Esto es prácticamente derogar la ley”. Página 12. https://www.pagina12.com.ar/704678-esto-es-practicamente-derogar-la-ley; DataClave. (2024, 14 de octubre). Presupuesto 2025: sin plata para ESI y sin detalles sobre la línea que acompaña a víctimas. DataClave. https://www.dataclave.com.ar/poder/presupuesto-2025–sin-plata-para-esi-y-sin-detalles-sobre-la-linea-que-acompana-a-victimas_a670d4bfb6480ee66b5730e3c; Gil Moreira, J., & Leudesdorf, G. (2023, octubre 4). Disparen contra la ESI: Por qué Milei dice que es adoctrinamiento, pero el resto de los candidatos la defienden. La Nación. https://www.lanacion.com.ar/sociedad/disparen-contra-la-esi-por-que-milei-dice-que-es-adoctrinamiento-pero-el-resto-de-los-candidatos-la-nid04102023/

[3] Para Gramsci la clase dominante se realiza como clase dirigente en la medida en que logra construir un discurso hegemónico, revistiendo el interés particular de esa clase como interés “universal”. Véase Campione, D. (2000). Algunos términos utilizados por Gramsci. En Cuadernos de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas. Recuperado de https://fisyp.org.ar/wp-content/uploads/media/uploads/regular_files/campione.gramsciterminos.pdf

[4] Rubin, G. (1989). Reflexionando sobre el sexo: Notas para una teoría radical de la sexualidad, p.12. En C. S. Vance (Comp.), Placer y peligro: Explorando la sexualidad femenina (pp. 113-190). Ediciones Revolución. De ahora en adelante seguiremos trabajando con este artículo.

[5] Cabe resaltar aquí que, según la Ley de Identidad de Género, a los cinco años las niñeces no deciden respecto a cambios hormonales o cirugías en su cuerpo. Véase Ley de Identidad de Género, Ley 26.743/ 2012. Recuperada de https://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/195000-199999/197860/norma.htm

[6] D’Emilio, J. (2006). Capitalismo e identidad gay. En R. S. Segura (Comp.), Cuadernos de Nuevo Topo. Ensayos sobre el pensamiento crítico en América Latina (pp. 129-143). Ediciones Nueva Visión. Disponible en https://issuu.com/nuevotopo/docs/04-art_culo_john_d_emilio_nt2

[7]Con wokismo se alude a todos aquellos movimientos que se han levantado en la búsqueda de la justicia y la igualdad: el feminismo, la diversidad sexual, el movimiento por el aborto legal, el activismo ecológico, el antirracismo, entre otros.

[8] Si bien Marx ya había explicitado este juego siniestro del capitalismo, la propia Historia nos demuestra la existencia de múltiples luchas que se han librado tanto por la ampliación de esa igualdad formal —lo cual podríamos llamar también las disputas por el reconocimiento— como contra las injusticias del modo de producción capitalista —que podríamos denominar como de redistribución o directamente contra el propio sistema—. Lo que nos encontramos, entonces, son los intentos de invisibilizar una desigualdad estructural a partir de la utilización del paraguas de la igualdad formal, como si ello fuese el escudo que todo lo cubre y todo lo puede. Para incursionar en el tema véase: Nogueira, J. V. (1980). Igualdad jurídica y desigualdad económica en el Estado. Revista de Estudios Políticos (Nueva Época), (14), marzo-abril. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es

[9] Utilizaremos a continuación el siguiente artículo de la autora: Fraser, N. (1997). ¿De la redistribución al reconocimiento? Dilemas en torno a la justicia en una época postsocialista. En Iustitia Interrupta: Reflexiones críticas desde la posición “postsocialista”. Bogotá: Siglo del Hombre Editores.

[10] Se vuelve aquí sobre la conceptualización de los individuos como titulares de derechos, tal como lo establecen los Derechos Humanos. Véase Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (2006). Preguntas frecuentes sobre el enfoque de derechos humanos en la cooperación para el desarrollo. Recuperado de http://www.ohchr.org/Documents/Publications/FAQsp.pdf, p. 1.

[11] Nos referimos al siguiente artículo: Butler, J. (2000) [1997]. El marxismo y lo meramente cultural. New Left Review, (2), mayo-junio, 109-121.

[12] Dicha problemática será objeto de futuros trabajos.

[13] Butler, J. (2000) [1997]. El marxismo y lo meramente cultural. New Left Review, (2), mayo-junio, p. 113.

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