CFK y el discurso político
Una carta llega siempre a su destino

Por Sol Montero  

A diez años de la muerte de Néstor Kirchner y a un año del triunfo electoral de Alberto Fernández, Cristina habló y produjo un acontecimiento político, sostiene Sol Montero. “Un acontecimiento es siempre una cesura en el tiempo lineal de los hechos. (L)as noticias diarias, los sucesos de la política, la farándula, la gestión de los cuerpos y la economía se suspenden por un instante para hacer resonar algo de lo político.” Así, el juicio de la coyuntura propuesto por la vicepresidenta, ubicada entre el adentro y el afuera, sacudió el espacio público argentino, abrió a interpretaciones múltiples y llegó a su destino. 

Antes que la carta en sí, leí lecturas sobre la carta de Cristina. En medio del torrente de homenajes a Néstor se me aparecían, esparcidos, comentarios de colegas y amigos que leyeron en las palabras de la vicepresidenta tanto señales de respaldo al Presidente como indicios de fuego amigo.  

Lo cierto es que el 27 de octubre, a los diez años de la muerte de Néstor Kirchner y a un año del triunfo electoral de Alberto FernándezCristina habló. Si la voz siempre se recorta en los bordes del silencio, el sentido de las intervenciones de la vicepresidenta se juega en sus dichos y en sus ausenciasClaro que había hablado antescomo presidenta del Senado y como vicepresidenta, en Twitter y en espacios institucionales. Pero esta vez lo hizo en nombre propio. Porque, al estilo de las misivas de Perón desde el exilio, en esta carta Cristina habló el metalenguaje de quien hace el balance de un proceso en el que ella misma es la protagonista. Tal vez la extrañeza de ese mensaje resida en ese punto de mira entre nostálgico y evaluador, como si Cristina, la líder del movimiento kirchnerista, la legítima heredera del legado nestorista, juzgara los años transcurridos desde una suerte de interioridadexterioridad.   

Un acontecimiento es siempre una cesura en el tiempo lineal de los hechos. Hay acontecimiento cuando las noticias diarias, los sucesos de la política, la farándula, la gestión de los cuerpos y la economía se suspenden por un instante para hacer resonar algo de lo político. Cuando el runrun de las subidas y bajadas, las presiones, los desacuerdos, las tensiones, la saturaciones y la rosca se detiene para hacer oír algo inesperado, como un rayo que interrumpe el monótono discurrir de lo dado.  

Habitualmente, un acontecimiento es un acto de discurso. Se irrumpe hablandoaunque también se puede decir mucho callando. Pero no cualquier palabra ni cualquier silencio alteran el orden de las cosas. Un acontecimiento es por definición un gran productor de interpretacionesSu potencia reside en la multiplicidad de lecturas que habilita, por eso solo puede reconocerse ex post, una vez acaecido. Cuando algo sucede, proliferan los exégetas.  

La ambigüedad de la carta de Cristina irritó a más de uno. Parecía circular un reproche: en tiempos turbulentos Cristina no trajo soluciones, más bien sembró confusión y desazón. Pero un acontecimiento político, como la intervención de Cristina del 27 de octubre, no aparece para resolver nada, no está destinado a solucionar problemas. En verdad, quienes anhelan que un discurso político venga a traer soluciones esperan una fórmula, una receta o un reglamento, pero no están preparados para lo que adviene con un acontecimiento político. Como funcionaria, puede esperarse que Cristina actúe en el plano de las políticas. Pero este discurso opera menos sobre las políticas que sobre lo político mismo, y lo político siempre es abierto a la pluralidad de interpretaciones. Aunque está llena de certezas, la carta de Cristina abre todo un campo de ambiguedades e incertezas. 

La materialidad importa: el género, el espacio, la escena, la temporalidadEn primer lugar, la carta no es estrictamente una carta. Carece de los rasgos propios del género epistolar, y sin embargo fue leída como una misiva. Es cierto que está la primera persona, el tono íntimo, el carácter situado, pero en rigor se trata de una nota en la página personal de Cristina, luego posteada en Twitter. Luego, la escenografía: el texto no surge de una alocución pública, porque Cristina no participó personalmente de los actos en homenaje a Néstor, sino que se presenta como un discurso elaborado y dedicado, de ahí su aire a correspondencia. 

¿Dedicado a quién? ¿Le habla a Alberto, a los funcionarios que no funcionan, a los propios, a los extrañosEs una carta con muchos destinos. “Como todos y todas saben”, “ya saben”, “Miren Bolivia”, “¡Qué increible!, ¿no?”: la segunda persona aparece bajo la forma de una evidencia. Los seguidores ya saben, ya conocen. Luego están los otros, más o menos velados, evocados en impersonal o en tercera: “Durante mucho tiempo se sostuvo que uno de los problemas centrales durante mis dos mandatos como presidenta eran las formas”, “no pocos dirigentes en el peronismo pensaban que efectivamente el problema eran las formas y no el fondo”, “quienes no sólo criticaron duramente nuestros años de gestión sino que hasta prometieron cárcel a los kirchneristas “La otredad está adentro, se alude a ella pero no se la identifica, y se la rebautiza como tolerancia en medio de la urgencia. Por último, está la adversidad radical, la que puede ser nombrada sin titubeos: los medios hegemónicos, el macrismo, el propio Mauricio Macri. 

Finalmente, la temporalidad. En un tiempo corto, las críticas veladas al gabinete y a miembros de la coalición dejan ver una toma de distancia. Sin embargo, en un tiempo más largo, allí donde Cristina traza una filiación histórica se lee una ponderación del gobiernoLa línea que va de Néstor a Alberto, con un ojo en el 2003 y otro en el 2020, suena como un espaldarazo y una alerta: la crisis es de magnitud. Así, el homenaje a Néstor deviene rápidamente un examen sobre el presente y sobre el derrotero del gobiernoLas cualidades del presidente –“sus características personales y su experiencia política al lado de Néstor, signadas por el diálogo con distintos sectores, por la búsqueda de consensos, por su íntimo y auténtico compromiso con el Estado de Derecho […], su contacto permanente con los medios de comunicación cualquiera fuera la orientación de los mismos y finalmente su articulación con todos y cada uno de los sectores del peronismo”–, en plena continuidad con las del propio Nestor Kirchner, le otorgan a Alberto volumen y entidad. Hay quienes leyeron aquí un gesto de desresponsabilización por parte de Cristina, pero ¿qué mayor ratificación que aquella que permite desarticular los clichés y desarmar los lugares comunes?  

Protagonista y a la vez lectora de la época, Cristina juzga la coyuntura como un tiempo excepcional que, al igual que en aquel otro enorme acontecimiento que fue el 18 de mayo de 2019, requiere un nuevo punto de mira. Esa mirada, la de Cristina, está ubicada entre el adentro y el afuera, de allí su polisemia y su multidestinación. Por eso la carta es un acontecimiento y por eso llegó a destino. 

 

 


Sol Montero. Licenciada en Sociología y Doctora en Letras (UBA). Investigadora Adjunta del Conicet, docente en la Universidad de San Martín y en distintos programas de posgrado. Su tema de investigación es el análisis del discurso político, su relación con la memoria y con la constitución de identidades políticas. 

 

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