Por Sergio Israel
El expresidente uruguayo falleció el martes 13 de mayo, unos días antes de cumplir 90 años. El Pepe Mujica fue tupamaro, diputado, ministro, senador y presidente, entre 2010 y 2015. También, vendedor de flores, agricultor, detenido político, revolucionario. Su legado, recién empieza a emerger, a tomar forma. En este texto, el periodista y docente uruguayo Sergio Israel recorre la vida política de Mujica, su personalidad, posicionamientos y alianzas con las que se fue abriendo camino en la vida pública y dejando una huella en su época.
Bamboleante, barrigón, con gesto dulce y de asombro, a los 80 años, vestido con un eterno saco Príncipe de Gales azul piedra y seguido de cerca por guardaespaldas regresó a su viejo barrio una mañana de noviembre. En la escuela Cataluña del barrio montevideano Paso de la Arena, controlando los nervios, niños de túnica blanca y moña lo recibieron con una cartelera en la que habían escrito dos frases del exalumno, ahora presidente de la República: “El poder no cambia a las personas, solo revela quienes verdaderamente somos” y “Lo inevitable no se lloriquea. Lo inevitable hay que enfrentarlo”.
José Alberto Mujica Cordano, hijo primogénito de Lucila (Lucy) y Demetrio, uruguayos descendientes de vascos y piamonteses, nació el 20 de mayo de 1935, en plena dictadura de Gabriel Terra y vivió justo al lado de la escuela. Luego de una intensa existencia en la que recibió varios disparos de bala y sobrevivió durante 12 años aislado y rotando por cuarteles en condiciones casi siempre inhumanas, Pepe Mujica falleció el martes 13 de mayo a los 89 años, meses después de que le hubieran diagnosticado un cáncer de esófago.
Luego de la derrota del movimiento tupamaro en 1972 pasó más de una década en prisión y salió con un discurso de lucha pacífica, pero sin renegar de las armas. Encabezó mateadas y la reorganización del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) con otros dirigentes, con quienes fundó el Movimiento de Participación Popular (MPP), convertido, desde 2004, en la principal fuerza del Frente Amplio (FA). Fue diputado, ministro, senador y presidente de la República (2010-2015). Además de convertirse en una figura de gran popularidad nacional —y también de fuertes rechazos—, logró enorme prestigio en todo el mundo gracias a su personalidad, un discurso político de tono filosófico atípico y directo y una forma de vida austera y nada protocolar, en un rancho destartalado en una chacra de Rincón del Cerro, en los suburbios de la capital, donde alternó la política y el trabajo de la tierra, manejando un tractor y un viejo Fusca.

Vecino blanco de Luis Batlle
Parecido al vecino del popular barrio La Teja, Tabaré Vázquez, un aliado político con quien no se llevó bien, pero que le abrió el camino a la presidencia, Pepe Mujica tuvo una infancia pobre. La casa natal, que sus padres pagaron en cuotas, quedaba entonces en la calle Simón Martínez 6411, luego renombrada Luis Batlle Berres, en homenaje al más acomodado vecino del barrio, que fue presidente de la República por el Partido Colorado.
Los Cordano eran del Partido Nacional o Blanco, pero el padre de su padre, José Cruz Mujica, se había casado con una muchacha de la familia del colorado Gabriel Terra, a la que había conocido mientras recorría las estancias en un carro vendiendo pequeñas mercancías.
El padre de Pepe Mujica también vendía por los campos y se dedicó a la construcción de galpones luego de dar quiebra como pequeño productor agropecuario en Casupá, Florida. Años más tarde, gracias a los vínculos con los nacionalistas, obtuvo un puesto de funcionario en Vialidad.

Pepe y su única hermana, María Eudoxia (fallecida en 2012, a los 71 años), fueron a la Escuela N° 150, entonces pegada a la casa familiar, que ya no existe. El niño estaba comenzando primaria cuando murió el padre, pero de todas formas continuó con clases de piano dos veces por semana y luego fue al liceo. La ayuda de los abuelos Cordano, que residían en Colonia Estrella, cerca de la ciudad de Carmelo, en el departamento de Colonia, el sacrificio de la madre y la temprana incorporación de Pepe a la venta de flores lograron crear una “estrategia de supervivencia” que incluía amasar el pan que consumían.
Entre el liceo, las clases en el bachillerato IAVA y las que asistió de oyente para escuchar a los intelectuales Francisco Espínola, Carlos Real de Azúa y el exiliado español José Bergamín en la Facultad de Humanidades, comenzó su formación política y también su militancia “medio anarquista”. Entonces tenía como amigos y compañeros de lucha callejera contra la caballada de la Guardia Republicana a quienes luego fueron el escritor Alejandro Paternain y el antropólogo Renzo Pi Ugarte, entre otros.
“Fue la etapa más intelectual de mi vida; casi todos los días leía cuatro o cinco horas en esa biblioteca de Humanidades, que era fenomenal”, contó en 2002 al periodista Fernando Mazzeo. En un libro coordinado por el historiador Gerardo Caetano en 2023 habló también de las lecturas en esa biblioteca en la Aduana, un tiempo en el que comenzó a leer el semanario Marcha.

Al estudio, la política y el trabajo con las flores, Pepe Mujica —que un tiempo fue monaguillo— sumó el ciclismo —inspirado en el famoso corredor conocido como León de Carmelo, Atilio François—, actividad que debió abandonar tras una lesión. En el barrio del Cerro, adonde iba a vender sus flores cartuchos, terminó haciendo amigos como David Melián y el Loco Naya, que, junto con Washington Rodríguez Beletti, serían sus compañeros de militancia.
En 1954, votó por primera vez y lo habría hecho por Emilio Frugoni, que encabezaba la lista 90 del Partido Socialista, pero la influencia blanca lo llevó a enrolarse con Enrique Erro —entonces diputado del Partido Nacional, electo por la lista 41— con quien militaba su madre. En 1959, luego de la primera victoria blanca en más de nueve décadas, el austero vecino de La Paz ocupó la cartera de Industria y Trabajo, pero por poco tiempo.
En esos años de militancia blanca Mujica viajó a Cuba, la Unión Soviética y China.
Para las elecciones de 1962, Erro ya había dejado el seguro alero del lema para construir una alianza con el Partido Socialista, la Unión Popular (UP), que compitió con la lista 4190, teniendo a Mujica como candidato a concejal por Montevideo.

Foquista leído
El pésimo resultado electoral provocó una fuerte crisis en la alianza y llevó a unos cuantos jóvenes que habían votado a la UP a decidirse por la vía armada, que en principio parecía más directa. Para ello fueron alentados, como en el resto del continente, por la Revolución cubana, que empujó —junto a la crisis del país— al proceso fundacional del MLN, al que Mujica pronto adhirió en épocas en las que los revolucionarios aspiraban a construir “el hombre nuevo” de una forma más rápida que los partidos clásicos de la izquierda.
Fue un tipo de acción, pero también un ávido lector de historia, biología y antropología. Estudió a Luis Alberto de Herrera, a quien llegó a conocer en su casa, de la mano de su madre Lucy, y también al uruguayo Vivián Trías y a varios historiadores revisionistas argentinos, influido por Alberto Methol Ferré.
Respetó mucho a Carlos Marx, pero no lo que hicieron con su teoría. El historiador británico Arnold Toynbee fue uno de sus preferidos y entre los orientales, además de a José Artigas y a José Batlle y Ordóñez, admiró a Herrera. Compartía el antiimperialismo del caudillo blanco y la forma posibilista de hacer política, pero le sumó una preocupación por la distribución de la riqueza. Por eso le confió al historiador Gerardo Caetano que no se molestó cuando Tucho Methol lo llamó “el Herrera de los pobres”.
En sus primeros pasos de acción directa, junto con Germán Vidal, Rodríguez Beletti y Julio Arizaga, entre otros, Pepe se había incorporado, primero al prochino Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), parte del llamado Coordinador del que más tarde nació el MLN.
Unos meses después del asalto al Tiro Suizo, (un club de tiro en la localidad de Nueva Helvecia) que se produjo en agosto de 1963 y es considerado como la primera acción de los tupamaros, aunque todavía no llevaban ese nombre, Mujica fue procesado por tentativa de rapiña y remitido a la cárcel de Miguelete. Allí pasó ocho meses como preso común, para encubrir que el asalto era para hacer finanzas.
En julio de 1968, Pepe Mujica participó en un “tirón de orejas” al diario colorado Acción y al mes siguiente estuvo en la Operación Sabina, el primer secuestro del entonces presidente de la empresa estatal de energía y teléfonos, UTE Ulysses Pereira Reverbel. Más tarde debió pasar a la clandestinidad por la caída de una casa donde guardaba unas subametralladoras. Estuvo al frente del comando que controló la central telefónica durante la toma de la ciudad de Pando (Canelones), el 8 de octubre de 1969, y eludió el cerco con sus compañeros dando un rodeo.

Según la historiadora Clara Aldrighi, de 1968 a 1972, la organización clandestina pasó de tener 50 militantes a alrededor de 2.000, más otros 3.000 periféricos que seguían la línea de crear focos revolucionarios, “muchos Vietnam”.
Durante un tiempo, la pareja de Pepe Mujica fue la militante tupamara Yessie Macchi, hija de un coronel batllista del Ejército. Antes había vivido con otra mujer, pero nunca tuvo hijos. En marzo de 1970, resultó herido de gravedad durante un tiroteo en el bar La Vía, ubicado en el cruce de las calles Larrañaga y Monte Caseros. En el Hospital Militar le extirparon el bazo y dos meses después fue procesado y recluido en la cárcel de Punta Carretas, de donde se fugó junto a otros 110 presos en setiembre de 1971.
La libertad le duró poco: el 19 de octubre cayó en una casa del barrio Punta Gorda por la información aportada por uno de los cinco presos “sociales” que los acompañaron en “El Abuso”, así que las elecciones de 1971, en las que los tupamaros apoyaron, sotto voce, las listas frentistas de Erro y Zelmar Michelini, las pasó tras las rejas.
El 12 de abril de 1972, dos días antes de la operación Hipólito, que terminó con la vida de un civil, dos policías y un marino acusados de integrar los escuadrones de la muerte, y, luego, de ocho tupamaros, Mujica escapó de prisión por segunda vez.
Al mes siguiente estuvo a punto de caer de nuevo, pero huyó a los tiros por las cloacas ubicadas debajo del barrio Villa Dolores. Desde entonces evitó entrar en locales de la organización y se mantuvo la mayor parte del tiempo a monte, gracias al conocimiento que tenía del Parque Tomkinson y otros lugares cercanos a su barrio natal.
En agosto, cuando iba a un contacto en bicicleta con una subametralladora UZI a la espalda, debajo de un grueso sobretodo, cayó otra vez preso y fue llevado al Batallón de Infantería Florida, donde primero fue torturado y luego tomó parte de las negociaciones del MLN con los militares.

Preso 813 y rehén
Luego de interrumpidas las negociaciones, Mujica quedó preso en Punta de Rieles (entonces cárcel de hombres) y desde allí fue trasladado al Penal de Libertad, donde recibió el número 813. En el penal compartió celda en el ala izquierda del segundo piso con Raúl Sendic, Juan José Domínguez, Jorge Zabalza y otros.
En setiembre de 1973, ya consumado el golpe de Estado, fue sacado del penal con otros ocho dirigentes tupamaros (y también 11 mujeres) y puestos de “rehenes” ante eventuales acciones de sus compañeros, aunque la organización ya estaba en franco repliegue.
Hasta abril de 1984, cuando lo regresaron al penal, estuvo rotando junto a Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro por diferentes cuarteles del interior, padeciendo durísimas condiciones, incomunicado y, según contó, sin poder leer durante siete años, hasta que la intervención de una psiquiatra del Hospital Militar hizo que le dejaran tener libros de ciencias naturales.
El 10 de marzo de 1985 fue finalmente liberado por la Ley de Amnistía; se reencontró con su nueva compañera, Lucía Topolansky, y luego de unos días en Conventuales se fue a vivir a la casa materna, en Paso de la Arena. Apenas una semana después habló en un acto del 26 de Marzo que se realizó en el Club Platense.

Camino del Frente Amplio
Antes de que terminara el año, la III Convención del MLN en el Club Trouville reafirmó “el carácter estratégico de la unidad de la izquierda” y eligió un nuevo Comité Central. Mujica quedó tercero entre los más votados, después de Raúl Sendic y de Fernández Huidobro, aunque el viejo líder de los cañeros tuvo diferencias con sus compañeros, dejó la organización y creó el Movimiento por la Tierra.
Aunque la idea de un Frente Grande permaneció, cuando el Partido por el Gobierno del Pueblo (PGP) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC) abandonaron el FA, quedó abierto el ingreso formal de los tupamaros. Era el año 1989 y entonces se produjo la creación del MPP, la campaña por el voto verde, para derogar la ley de caducidad, la llegada del FA al gobierno en Montevideo y la muerte de Sendic en París, donde estaba recibiendo tratamiento médico.
En 1994, el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), que hasta entonces lo había integrado, se retiró del MPP. El sector donde militaba Mujica junto con Fernández Huidobro, Zabalza y Helios Sarthou, tres dirigentes que más tarde también dejarían el sector, votó en contra de la creación del Encuentro Progresista.
La nueva formación había sido alentada por el presidente del FA, Liber Seregni, y por Vázquez para reincorporar a parte de los que se habían ido en 1989 y sumar escindidos de los partidos tradicionales, como el exintendente blanco de Cerro Largo Rodolfo Nin Novoa, que una década después sería vicepresidente de la República en el primer gobierno frentista, en el cual Mujica ocupó el cargo de ministro de Ganadería.

Antes había sido el primer tupamaro en acceder al Parlamento. Concurría a las sesiones de Diputados en motoneta, de pantalones vaqueros y con aspecto desprolijo, pero tenía un buen manejo político y apostaba al diálogo. La primera intervención que hizo en sala fue sobre el pasto y, desde entonces, cuando hablaba se hacía tal silencio que podía oírse el ruido de una cucharita al revolver el café.
Los graves incidentes del Filtro por la extradición de tres independentistas vascos reclamados por la Justicia española, durante la campaña electoral de 1994, en cierta forma marcaron el final del horizonte armado.
Mujica, con sus intervenciones punzantes, había mostrado dotes para la radio y el debate en televisión y, en el mano a mano, carisma para comunicarse con los sectores más populares, sobre todo en los suburbios de Montevideo y en el interior del país.
En octubre de 1999 fue electo senador. Ese año, el MPP triplicó la votación anterior, logrando el 14% de los votos del FA, que fue el más votado en octubre, pero perdió en el balotaje contra Jorge Batlle.
En las elecciones internas de mayo de 2002, en medio de la mayor crisis bancaria de los últimos 50 años, el MPP se convirtió en la primera fuerza del FA, dejando atrás al Partido Socialista.

Al crecer, la figura de Mujica cosechó más críticas de todo el espectro. La derecha resistía su estilo y sospechaba por sus antecedentes y, por otra parte, la Corriente de Izquierda, que ya no integraba el MPP, lo calificó de “botón” y “controlador” y de haber olvidado su pasado revolucionario “porque el éxito político se le subió a la cabeza”. Zabalza criticó que “anteponen todo en pos de una victoria electoral” y en función de ella “renuncian a un montón de cosas”.
Los socialistas, a su vez, crearon el Espacio 90 tratando de convertirse en “la gran alternativa al mujiquismo”, pero la avasallante popularidad del senador tupamaro siguió en aumento. En octubre de 2003 dio un golpe de efecto cuando, hablando de asuntos del campo, soltó la expresión “no sea nabo” durante una entrevista en Canal 12, descolocando al prestigioso periodista Néber Araújo. Luego continuó con salidas de ese tipo, en contra del sector “doctoral”, que le daban mucho rédito y atraían a los medios.
Entre diciembre de 2004 y el enero siguiente estuvo 21 días internado a causa de una enfermedad autoinmune que le afectó los riñones, un problema que ya había tenido en prisión debido al bajísimo consumo de agua.
Ya recuperado, la interna del MPP se le complicó cuando, siendo ministro, el gobierno procuró un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Entonces amenazó con dejar el sector y declararse “independiente”. Participando, el quincenario oficial del movimiento, criticó a Mujica en un editorial titulado “El valor de la palabra”, pero este subió la apuesta con relación al tratado: “Si tengo que comerme un pan podrido me lo comeré”.
La modesta vivienda de la chacra en camino Colorado 895, donde en 2005 contrajo matrimonio en la cocina con su compañera Lucía Topolansky, pasó a ser un lugar de reuniones políticas, al que luego se sumó el quincho de su vecino Sergio Varela. En octubre del año siguiente, mantuvo en la chacra un largo encuentro con los tupamaros de la vieja barra, Julio Marenales y Fernández Huidobro luego del cual las diferencias “quedaron bastante saldadas”, pero de todas formas el Ñato Fernández Huidobro, al que llamó su “hermano del alma”, formó su propio sector político, primero dentro del MPP y luego con lista propia.

Pepe presidente
En enero de 2008 respondió con su ya clásico “difícil que el chancho chifle” cuando le preguntaron si sería candidato a la presidencia. Y poco después insistió: “Ni loco, hay que usar corbata y decir good morning, cada uno sabe sus límites”. El subsecretario de Ganadería y dirigente del MPP Ernesto Agazzi vaticinó que su compañero “sería un mal presidente”.
Sin embargo, a mitad de año, el MPP lo proclamó oficialmente precandidato y antes ya había lanzado su campaña en Paysandú, donde dijo que estaba “viejo, pero con fuerza para la pelea”.
El crecimiento de la figura de Pepe Mujica, ahora lanzado a la Torre Ejecutiva, aumentó la tensión con el presidente Vázquez, que hizo pública su preferencia por Astori. La respuesta no se hizo esperar: “Yo creo que su opinión es muy importante y que la fuerza política la tendrá en cuenta, pero nuestro Frente es glorioso. Es tan insurrecto que no le da bola a nadie y por más que alguien de mucho peso diga una cosa…”.
Para ganar la interna, Mujica tejió una alianza con el Partido Comunista, viejo rival de los tupamaros en la izquierda. Esa movida le valió ser el candidato más votado en el Congreso del FA, frente a Astori, Marcos Carámbula y Enrique Rubio. Poco después, los dos últimos se retiraron de la competencia y Mujica terminó derrotando a Astori, que sufrió serios problemas de salud en un largo tramo de la campaña. Luego del triunfo, que se produjo con un margen no tan amplio, después de largas negociaciones entre Eduardo Bonomi y Fernando Lorenzo, el perdedor de la interna aceptó un acuerdo para gobernar que se selló con un frío apretón de manos en la sede del FA en la calle Colonia.

En su carrera a la Presidencia Mujica dejó formalmente a la barra del MPP, pero mantuvo un enlace permanente, y su esposa fue la primera candidata al Senado por la lista 609. Visitó a la presidenta Cristina Fernández en Buenos Aires, con el conflicto binacional aún sin resolver. Siguiendo el consejo de su asesor Francisco Vernazza, en su primer viaje a Brasil como candidato, se encontró con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva luciendo un traje de Studio Muto, famoso por haber vestido a mandatarios. A Brasilia había llegado en un avión del luego procesado empresario de la pesca Alberto Fernández, que también prestó ese servicio a Vázquez.
El 18 de setiembre la tensión con Vázquez se puso a tope. Luego que se conocieran las expresiones del candidato en el libro Pepe. Coloquios, del periodista Alfredo García, el presidente declaró a la prensa, desde Nueva York, que a veces Mujica decía “estupideces”, “criticando a todo y a todos” con “una actitud pontifical”, pero advirtió que lo votaría “por disciplina”.
El libro provocó tal revuelo que dos días después Pepe Mujica presentó la renuncia, aunque no fue aceptada. La intervención del asesor Vernazza lo ayudó a superar la crisis que provocó lo que —según luego admitiría a Búsqueda— era su pensamiento “en calzoncillos” y también los embates desesperados de Jorge Batlle y de los blancos, con asuntos tan delicados como la aparición del arsenal de Saúl Feldman, a solo 20 días de las elecciones.
El candidato frentista no logró ganar en primera vuelta, pero superó a Luis Alberto Lacalle en el balotaje, de modo que, luego de un festejo bajo lluvia, pasó el verano armando su gobierno.

La gestión, como estaba previsto, fue desordenada y se trazó muchos objetivos que no pudo concretar, pero dejó al país una nueva universidad pública, terminó con el conflicto con Argentina, puso fin a la eterna guerra de las patentes entre las intendencias y al déficit energético mediante la energía eólica. También mejoró los salarios en el campo y los de las empleadas domésticas. Hizo algunos avances en la búsqueda de los desaparecidos, pero mantuvo una relación ambigua y tolerante con los militares de la dictadura.
Su “buque insignia”, el Plan de Integración Socio-habitacional Juntos logró pocos resultados. “El 60% del Plan Juntos son mujeres solas con hijos. ¿Vos creés que apareció una organización feminista para ayudar? No, esas son todas intelectuales con sirvientas. Y el Frente Amplio tiene el caudal más grande de esas intelectuales insoportables (…) Es preferible lidiar con una trituradora antes que con ellas”, se quejó en el libro Una oveja negra al poder, de los periodistas Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz.
Gracias a Mujica, Uruguay ganó prestigio en el mundo, por su presencia y por la incorporación de una nueva agenda de derechos, que incluyó el matrimonio igualitario, la legalización del aborto, a la que se había opuesto Vázquez, y sobre todo la legalización de la marihuana, por la que incluso, en 2014, fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz por la ONG holandesa Drug Free Institute, 115 profesores de la universidad alemana de Bremen y la bancada de diputados de la coalición de izquierda.

Su gobierno debió cerrar la compañía aérea Pluna y tuvo reveses como el proyecto minero Aratirí, además de los choques con sus socios del astorismo; el más sonado se produjo cuando destituyó al ministro de Turismo Héctor Lescano por presiones del empresario deportivo Francisco Casal.
Su frase más recordada durante años respecto a Argentina fue: “Esta vieja es peor que el tuerto”, dicha en privado, pero con un micrófono abierto, en abril de 2013, con relación a la entonces presidenta Cristina Fernández y su exesposo Néstor Kirchner.
Cumplido su mandato entregó el gobierno a Vázquez con un abrazo y ocupó una banca en el Senado, además de continuar con la agricultura en Rincón del Cerro. Promovió a dirigentes jóvenes, entre ellos el canario Yamandú Orsi. Finalmente retirado del Senado, pandemia mediante, comenzó un nuevo relacionamiento con el dos veces presidente colorado Julio María Sanguinetti, aportando experiencias.

A diferencia de Astori y Vázquez, que no dejaron una herencia fuerte, Mujica logró construir un proyecto con las nuevas generaciones. El último domingo de junio de 2024, el MPP volvió a imponerse en la interna de la fuerza política y casi triplicó su votación de cinco años atrás. El sector de Mujica, quien, junto con el presidente Luis Lacalle Pou, ocupa en las encuestas el podio de los políticos más populares del país, obtuvo 114.081 votos, el 28% del total de adhesiones que recogió el Frente Amplio.
A pesar de su amistad con el expresidente de Venezuela Hugo Chávez, tomó distancia de su sucesor Nicolás Maduro, así como de la Nicaragua de Daniel Ortega, y en los temas internacionales se alineó con el brasileño Lula da Silva.
La parca no lo sorprendió. Había hecho muchas referencias, tantas como a la vida, en especial hablando a los jóvenes en todo el mundo. En el libro de Danza y Tulbovitz había reflexionado: “A nadie le gusta la muerte, pero a determinada altura sabés que un poco antes o un poco después te va a llegar. Y ¡por favor! No vivas temblando frente a la muerte. Acéptala como los bichos del monte. El mundo va a seguir dando vueltas y no va a pasar nada, no va a quedar nada de todo ese temor al pedo. Hay que ser más primitivo. No da para festejar. No le estoy haciendo una apología a la muerte, pero está ahí, hay que convivir con ella”.
Este artículo fue originalmente publicado en la revista Búsqueda (https://www.busqueda.com.uy)
Sergio Israel (Montevideo, 1957) aprendió el oficio de impresor en la ex República Democrática Alemana (RDA) y estudió periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona (España). Fue docente universitario y trabajó en Búsqueda, La República, El País Cultural, Mundo Afro y Brecha, entre otros medios. Es autor de El enigma Trabal (Trilce, 2002); Yenia Duvnova, un amor en la guerra fría (Trilce, 2004); Silencio de estado. Eugenio Berríos y el poder político en Uruguay (Aguilar, 2008), Mujica el florista presidente (Fin de Siglo, 2010), Tabaré Vázquez, compañero del poder (Planeta, 2018) y El librero de Moscú (Planeta 2022). X:@sisrael21