Malvinas
A 35 años. Trasvasamiento en Oculta

Por Rosana Guber (CIS-IDES/CONICET)

 

Cancha de Ciudad Oculta, CABA, 8 de abril, 2017. Foto de R Guber
Cancha de Ciudad Oculta, CABA, 8 de abril, 2017. Foto de R Guber

Teníamos que llegar más o menos rápido a la enorme cancha de césped sintético porque las chicas del futbol femenino estaban esperando a Leandro y a Héctor, el veterano de guerra amigo suyo. Caminamos por Simón Guerrero, una de las calles de entrada al barrio desde Avenida Eva Perón, y a paso redoblado avanzamos los cuatro, Leandro y el veterano adelante y yo atrás con Jonás y su bracito izquierdo enyesado, que no paraba de hacerme preguntas.

–¿Y él fue a la guerra?, me preguntó.

–Sí, le dije.

–¿Pero de verdad fue a la guerra?

–Sí que fue.

–¿Y él revivió?

–Noooo, él ya venía viviendo…

–Pero ¿él hacía mucho que vivía?

–Y siiii.

–¿Cuánto?

–Y, como sesenta años.

–Paaahhhhh!!!

Como se quedó pensando, aproveché:

–¿Y vos hace cuánto que vivís?

–Hace 5 meses

–Vos sos más grande que 5 meses!

–Sí. 5 meses.

Quizás me quiso decir que tenía 5 años; quizás me había preguntado si el veterano había sobrevivido. Pero el diálogo se hizo simpático para mí, y curioso para él, en ese primer momento entre él tan chiquito y yo tan grande, entre él, bien de ahì, de Ciudad Oculta, la villa que conoce todo Mataderos, y yo, de afuera, una señora que caía como tanta otra gente al barrio, igual que los amigos y parientes, los médicos y las maestras, las trabajadoras sociales y los políticos, los dealers, los funcionarios, los policías y los gendarmes, los operarios de la municipalidad, los legisladores, los proveedores, los curas y pastores, los investigadores sociales y varios etcéteras más.

La novedad era que este sábado, el segundo de abril y en el 35º aniversario de la guerra, vendría un veterano de Malvinas a decir unas palabras y a dar el puntapié inicial del campeonato. Esto ocurriría después que Leandro, un joven dirigente de militancia con tradición familiar, pronunciara unas palabras alusivas a la conmemoración y presentara a Héctor, Teniente 1ro de artillería y jefe de una batería al oeste de Puerto Argentino.

Héctor empezó su parte pidiendo un minuto de silencio por los 649 caídos. Los minutos de silencio suelen ser un poco arduos para quienes no están acostumbrados: nadie sabe bien qué hacer ni adónde mirar; los chicos y adolescentes suelen esconder sus risitas nerviosas, mientras que los más grandes miran al piso con aire de consternación. Tampoco está muy claro quién y cómo calcula ese minuto ni cuándo terminará, así que de vez en cuando se mira de reojo al oficiante en busca de una señal. La cosa es que el silencio de homenaje en aquel mediodía de sábado en la cancha del barrio, rodeado por el alboroto de los autos, la música, las charlas y los gritos, se sintió tan potente que cuando Leandro lo concluyó con un aplauso, a todo el mundo le vino como un alivio de volver a la normalidad.

Otra novedad de ese sábado fue la llegada de un artista plástico que pintó un mural con las islas, un soldado con casco y cara de fiero guerrero, y el sol asomando, en la pared de una vecina frentista sobre la calle de entrada. Varios chicos colaboraron con entusiasmo y el veterano dio un par de pinceladas simbólicas, ratificando su sentido malvinero. El acto se coronó con una secuencia de breves discursos y palabras contundentes: uno de bienvenida a todos los presentes distinguiendo sus aportes; otro fue para anunciar que en una casa a metros de allí se ofrecerían distintas actividades para niños y, quizás, apoyo escolar, todo de manera gratuita; otro discurso lo dio el delegado comunero que repitió un par de veces que la vida allí en Oculta es más difícil que en otros lugares; otro discurso fue de una joven legisladora capitalina para levantar con palabras claras la vigencia de la causa de soberanía; y finalmente el veterano Héctor volvió a recordar a los 649 y, con tranquila precisión, necesitó aclarar que en Malvinas no había NN sino argentinos que lucharon contra el colonialismo británico en una verdadera guerra y, además, que la posta de los guerreros debía continuarla la UNASUR, Unión de Naciones Suramericanas, que desde 2011 sesionaba desde la ciudad de Quito procurando la descolonización de Malvinas y la Guayana Francesa.

No mucha gente escuchaba los discursos, aunque cruzando la calle estuviera la parrilla con los choris y alguien fuera acercando la bolsa con los panes. Las doñas escuchaban muy sentadas en sus sillas playeras sobre la vereda, los vecinos de altos miraban el panorama, y algunos niños seguían, junto al pintor, cubriendo de colores sus acotadas superficies sobre la pequeña pared. En un par de horas Villa Oculta tendría un nuevo mural, a metros nomás de otro dedicado al Padre Mujica por la misma Agrupación.

Jonás seguía merodeando equipado, como los otros chicos, con una dosis intensiva de conciencia malvinera: un veterano de carne y hueso llamado “héroe” en algunos discursos y, sobre todo, por su amigo grande, Leandro; el minuto de silencio por los 649, y breves discursos desde un sitial de honor que no necesitaba ni tarima ni escenario. Malvinas se había convertido en una serie de acciones que comunicaban orgullo, centralidad, presencia, a pesar de la tan mentada desmalvinización, de la entrega, de los mapas sin la porción insular. Malvinas, la guerra, congregaba para pintar, para crear conciencia, para cocinar choris, para preparar jugo, a la vista de otros vecinos y visitantes que iban y venían en ese mediodía de sábado llevando y trayendo carbón, cerveza, muebles, y vaya a saber cuántas cosas más.

Leandro Rachid y Héctor Tessey, Ciudad Oculta, CABA, 8 de abril, 2017. Foto Agrupación Peronismo Militante
Leandro Rachid y Héctor Tessey, Ciudad Oculta, CABA, 8 de abril, 2017. Foto Agrupación Peronismo Militante

Mientras los tramos preestablecidos del programa se iban sucediendo, había tiempo para las charlas. Un veterano, esta vez no de guerra sino de años de militancia que procedía de una comuna vecina junto a su mujer y a su hija, venía conversando conmigo desde el acto de la cancha. Por su edad, éramos junto al veterano y alguno más, los únicos contemporáneos con la guerra y todo aquello que la había precedido. Mi interlocutor, maestro, igual que Leandro, protestaba por los cambios que habían atravesado a la militancia, una actividad que en otros tiempos abarcaba todos los aspectos de la vida y de la sociabilidad: la discusión política, el cine, las librerías, los amigos, las novias, etc. Ahora era diferente, se lamentaba, porque los jóvenes activaban por facebook, atendían distintas actividades no necesariamente ligadas entre sí, con la militancia como una más de sus múltiples tareas.

–El otro día estábamos en una reunión y viene una piba y me dice: “Mirá, me tengo que ir porque tengo Tela”.

Con “tela” se refería a un tipo de gimnasia acrobática que se parece al pole dance pero utilizando largas extensiones de telas de colores vistosos.

–Ahora, siguió mi interlocutor, vos imaginate que está el Che en la Sierra Maestra y están en un combate y dice: Miren, muchachos, yo me tengo que ir porque tengo Tela!!!”.

El veterano militante también reparaba en la mayor proporción de mujeres que de varones, más dados a “la play” que a salir a los barrios. Ni qué hablar de los celulares que ya eran tan parte de la militancia como la más mentada de las consignas.

Entonces, y casi cuando estaban por servir los “choris”, me dio la clave del problema:  -es que no hubo trasvasamiento generacional”. Me preguntó si sabía a qué se refería y me pareció correcto identificar el término con las enseñanzas de J.D.Perón y la transmisión inter-generacional del movimiento. Entonces él hizo un ademán bien concreto con sus dos manos y me dijo: “-Trasvasar es pasar el agua de un vaso a otro. Bueno. Eso (la militancia de los ’70) no pasó, porque mataron a los 30.000”.

Sin pensar específicamente en el peronismo, yo le había dado vueltas al asunto cuando años atrás me di cuenta que la generación de los soldados clases 1962 y 1963 que fueron a la guerra, eran argentinos “limpios de subversión”, porque habían ingresado a la escuela secundaria con el Proceso de Reorganización Nacional, más conocido como “la última dictadura”. Así, quien nació en 1962 fue sorteado a los 18 e hizo el servicio militar a los 19 años, en 1981; quien nació en 1963 fue sorteado a los 18 e hizo el servicio a los 19, es decir, en 1982. Como se sabe, muchos “clase 62” ya habían terminado la conscripción para comienzos de 1982, pero fueron vueltos a convocar ni bien empezó el conflicto armado. Entonces, pensé, la articulación política entre las generaciones mayores y más jóvenes era sumamente problemáticas, lo cual puede haber influido en las posibilidades de interpretar lo vivido por aquellos jóvenes sin experiencia política previa. Pero ahora, en 2017, este veterano militante extendía la misma lógica a 34 años de democracia ininterrumpida. Acaso me estaba plantando una formidable veta para la pregunta y la investigación.

Ahora bien: el trasvasamiento puede tomar formas inesperadas en quien uno menos lo espera …

Jonás seguía revoloteando. Ni bien se comió su chori y cuando el veterano-héroe de Malvinas y yo nos disponíamos a partir, Jonás volvió a la carga pero esta vez para interrogar a su verdadero informante. Ya más seguro de cuál era su propia inquietud, le disparó:

–¿Vos estuviste en la guerra?

–Sí estuve.

–¿Y qué arma tenías?

–Yo manejaba un cañón.

–¿Qué es un cañón?

–Un cañón es un tubo que tira bombas muy muy lejos.

–¿Y mataste muchos ingleses?

–No sé.

–¿Pero mataste muchos?, insistió.

–No sé, no sé, le repitió el veterano con cara de abuelo bueno.

Entonces Jonás lo miró y con cara de llegar a una conclusión satisfactoria para su pequeña reconstrucción de la historia, dio por terminado el asunto. Con ojos de entender sentenció:

–Ahhh, entonces vos mataste a muchos ingleses.

 

Foto de portada: Mural Malvinas de Ciudad Oculta, CABA, 8 de abril, 2017. Foto de R Guber

 

[i] Rosana Guber es antropóloga social, investigadora del CIS-IDES/CONICET, dirige la Maestría en Antropología Social del IDES-IDAES/UNSAM, y el Centro de Antropología Social del IDES. Es conocida por sus contribuciones a la teorización, difusión y enseñanza del método etnográfico (El salvaje metropolitano, 1991/2004, Etnografía: método, campo y reflexividad, 2001/2011, La articulación etnográfica, 2013, Prácticas etnográficas, 2015) pero también se ha dedicado a investigar qué hemos hecho los argentinos de nuestra única guerra internacional del siglo XX, la guerra de las Malvinas (1982). Al respecto ha publicado De chicos a veteranos, 2004/2011, Por qué Malvinas? De la causa justa a la guerra absurda, 2001, y recientemente Experiencia de Halcón, 2016, sobre los pilotos del Grupo 5 de Caza, de A-4B.

Comentarios:

2 comentario en “Malvinas
A 35 años. Trasvasamiento en Oculta
Agregar comentario →

  1. Excelente nota, necesitamos trasvasamiento militante para formar conciencia nacional y poder pensar en una patria inclusiva a futuro. Gracias.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.