Por Eduardo Chávez Molina y Damián Andrés Mux
La Argentina se enfrenta este domingo a una de las elecciones más importantes de su historia donde lo que está en juego no son solamente dos formas de gobierno sino dos tipos distintos de sociedad. En este contexto los sociólogos Eduardo Chávez Molina y Damián Andres Mux analizan aquí uno de los aspectos del tipo de sociedad que propone La Libertad Avanza. “Si Weber llamó “Capitalismo de cátedra” al “capitalismo que repite desde arriba el dogma liberal”, nosotros podemos llamar “Capitalismo al paso” al que pregonan desde pequeñas tarimas en mitines quienes encarnan la versión farsesca y “low cost” del “líder carismático” bajo la figura de un coach, un “visionario” de la autoayuda financiera que llama a despedir a la sociedad industrial del escenario de la historia mundial “por la escalera trasera de los efectos secundarios”
Una reflexión que gira en torno a la elección presidencial argentina en su etapa ballogate o “mata-mata”, es no tanto lo que encarna cada candidato sino lo que sugiere; independientemente de las predilecciones que se tenga de cada uno, o la explicación de por qué surge un candidato de estas características como Javier Milei y su idea de la motosierra, expresión explícita de sus cambios extremos neoliberales, o incluso Sergio Massa, bajo cuya conducción económica actual recaen las responsabilidades políticas de factores que afectan la calidad de vida de argentinos y argentinas como la inflación.
Pero queremos ir sobre la idea que ha aflorado en los últimos tiempos, sobre los procesos desregulatorios, la quimera del enriquecimiento individual y sin esfuerzo, y la anti-solidaridad que parece expresar con fuerza Libertad Avanza y sus principales dirigentes.
I. El ciclo de la lluvia tecno-financiera
La fuerte desterritorialización de las actividades, producto del cambio tecnológico, bajo conducción del capital concentrado de los últimos años, modificó las coordenadas de producción, reproducción y solidaridad de los trabajadores, a la vez que valorizó las “tecnologías de usos múltiples”; dispositivos “que tanto guían armas teledirigidas como controlan orientaciones del mercado y calculan el itinerario futuro de las tasas de interés” (González, 2020). La hipertrofia funcional alcanzada por la industria del software y sus jefes bursátiles se cristalizó en una Tecnópolis Oracular que discute los fundamentos mismos del contrato social moderno. En la actualidad, luego de años de elegir vivir de las deudas financieras de los Estado-Nación, se animan a disputar con la burocracia estatal la regulación de la vida en común y de las prácticas e identidades de los individuos, generando una “traducción” de los grandes temas de debate público en “agendas de interés”.
Así, la historia acumulada en el Estado puede ser “convertida” (legal o blue) en Unidades de Negocios diversificadas, la producción e industria puede reducirse una serie de “enclaves” en manos de conglomerados financieros; el trabajo colectivo e inconscientemente generado puede reconvertirse en divisas, métricas, datos, proyección, diagnóstico, etc. La sociedad calculada como activo en el tiempo.
Las incertidumbres económicas, ambientales y geopolíticas encierran a las instituciones clásicas en la carrera por generar un diagnóstico más confiable que dichas tecnologías de usos múltiples. En Argentina, las mutaciones de la dominación capitalista pivotean sobre el enigma autodestructivo de la deuda externa. Si Alberdi vio en el “pueblo-mundo” que abría el capitalismo a la puerta de la unidad nacional a partir de la Unidad Comercial del planeta, los extraños alberdianos del presente proyectan imponer un desmembramiento final del Estado-Nación montados a la lógica kafkiana del “endeudamiento multilateral” que amenaza las instituciones comunes y lleva a la sociedad al borde de una disgregación precarizada.
La captura de la vida en común se acompaña de un borramiento de su propia historia y un emplazamiento en una sociedad determinada. A su vez, “el capital tecno-financiero no es identificable en términos territoriales ni personales”.[1] En nuestro país, este proceso de sustracción material se conjuga -no sin ironías- con la finísima selección de nombres que adoptaron las compañías que conforman el ciclo virtual de “empresas de la estafa”: desde el firmamento podemos ver a la etérea “Nimbus”, operadora bursátil de la “City Porteña” con conexiones en Rosario, Paraguay y Miami, “moviendo” 350 millones de dólares en negro por mes.[2] La característica de tal tipo de nube no es el derrame, sino la precipitación, los relámpagos y las tormentas. Su operación forma un verdadero “ciclo de la lluvia tecno-financiero”: maniobras de sobrefacturación, donde las divisas fugadas iban a cuentas de países como China o Estados Unidos, volviendo luego a la Argentina vía el dólar Contado con Liquidación (CCL), para luego comercializarse en el mercado del “blue”. La red de “cuevas” se nutre de sus chaparrones financieros e infiltra sus lógicas de economía ilegal en el territorio. El cuadro se completa con la combinación de sofisticadas técnicas de evasión por parte de estas empresas con rústicas bandas de pequeños vendedores con fajas que mantenían dólares adheridos a sus cuerpos.
Su excusa justificadora es la existencia de múltiples tipos de cambio, medidas coyunturales de largo aliento para que el tipo de cambio no termine en una verdadera catástrofe económica para un Estado que no genera divisas, y debe esperar la liquidación de las mismas en el mercado cambiario como un mendigo para sufrir allí unos de los principales desórdenes de la macro-economía.
Su correligionaria rosarina, “Transatlántica”, empresa familiar, posee una casa de cambios llamada TSA, y otra casa de Bolsa llamada TSA Bursátil. Hace dos años, la firma le vendió al grupo brasileño “CVC Corp.” el negocio de la operación de paquetes turísticos, y se quedó con todos los negocios netamente financieros. Su forma final la encarna “REBA” (antes “Rebanking”) billetera virtual de la entidad investigada desde 2020 por haber abierto una serie muy importante de cajas de ahorro en pesos vinculadas con cajas de ahorro en dólares[3].
Este “ciclo de la lluvia tecno-financiero” se completa con entidades corporativas como “Sunrise Coach”, un “sistema de educación inteligente” que incorpora a grupos sociales a las lógicas de los esquemas Ponzi, el management empresarial y las criptomonedas. El “éxito” que tuvo Generación Zoe se verifica más en la proliferación de múltiples y semi anónimos “Gen Z” (el caso más reciente, con decenas de policías federales implicados en un “Zoe Azul”[4]) que en la suerte personal de su perseguido fundador, Leonardo Cositorto.
II. Generación Zoe: entre Warren Buffet y Franco Milazzo
Los principales referentes del fundador de “Gen Z” son figuras como Robert Kiyosaki y Warren Buffet. ¿Quiénes son?
El primero, un estadounidense-japonés surgido de la Academia de la Marina de los Estados Unidos, debe su fama a dos libros cruciales en el management empresarial global: Padre Rico, Padre Pobre de 1997, y Queremos que seas rico, coescrito con Donald Trump, mecenas del escritor, unidos bajo premisas de actual circulación en los debates públicos sobre desigualdad del tipo “queremos que seas parte de la solución y no del problema”. La riqueza como condición de acceso a la ciudadanía, la pobreza como impericia personal y los pobres como la encarnación del “problema” de la sociedad contemporánea (Kiyosaki, 2003). Fueron traducidos a 40 idiomas y comercializados en más de 80 países.
Al ser consultado sobre la veracidad de Padre rico, padre pobre, dijo “Kiyosaki en vez de alegar que su “Padre rico” es una persona de verdad, dijo, “¿Harry Potter es real? ¿Por qué no dejan que Padre rico sea un mito, como Harry Potter?”[5]
Kiyosaki reivindica en su libro más vendido una fuerte defensa del corporativismo como estrategia que los ricos tienen para enseñar a los pobres. La “educación financiera” sería el primer motivo de la desigualdad entre ricos y pobres, siendo los primeros los que han contado con el “secreto/consejo” del “Padre Rico” que, a diferencia del Padre Pobre, tiene la sabiduría de “gastar primero, luego pagar impuestos”. El padre pobre, en cambio aconseja el pago de impuestos, a la vez que valora a la educación en general y la universidad en particular como motor de la salida de la pobreza. El padre rico, en cambio, cree en las mieles y novedades de la “sociedad de la información” en materia de nuevas posibilidades por fuera de la “estructura de éxito del pasado”.
Jamás Padre Rico/Kiyosaki sería siquiera aliado de aquellos a los que elige como público. A lo sumo, pueden ser sus clientes. En esa relación comercial diluye los contextos específicos y surca en escenarios, figuras y poses el teatro de la “autoayuda financiera” que, con la bendición de las nuevas tecnologías, salvará a una “clase media condenada a la desaparición”.
Warren Buffet, llamado “oráculo de Omaha” encarna la figura del accionista total. Presidente de la sociedad de capitalización “Berkshire Hathaway”, tiene cerca del 45% de Apple, el 9% del Bank of America, el 7% de Chevron, Coca Cola, American Express, Iron Mountain, entre muchos otros consorcios internacionales. A sus 92 años, es propietario de una de las 7 mayores fortunas del mundo.[6] Un fantasma recorre el debate público: la sacralización del lobby, único lenguaje capaz de reunir en un mismo collage tan dispares personajes del olimpo carismático de las “grandes fortunas”.
La promesa detrás del coaching es estimular la “inteligencia financiera”. Dicho saber consiste en “beneficiarse” del corporativismo al margen de las regulaciones estatales/impositivas. De esta manera, Zoe fue presentada como organización espiritual y financiera, un tándem ideológico de fuerte impregnación en estos espacios “emprendedores”. Como revés de trama, los esquemas Ponzi, las denuncias por estafas y la fuga de capitales.
El recinto perfecto de esta estrategia corporativa se encuadra sobre la cuestionada “Ley de entidades financieras” (Ley 21526/1977) y encuentra en el opaco ecosistema digitalizado de las finanzas su punto de acumulación. La economía, reducida a apéndice de la “sociedad del conocimiento” y vehiculizada por la industria del software, queda desprovista de cualquier lenguaje racional, sea liberal o keynesiano. En ese punto ciego, la técnica ofrece sus imaginerías “en principio utópicas, pero luego partes de una teoría del control de los impulsos vitales” (González, 2021). Tal vez el ejemplo más cercano lo encontremos en el “Robot de índices Sintéticos”, supuesta creación de Rosa María, directora de Trading de Generación Zoe. Este “bot” es un software que predice el comportamiento de los mercados y a partir de allí la empresa genera ganancias. Es decir, un bot que predice el futuro, y que puede generar “ganancias progresivas en dólares durante 7 meses: 25%, 30%, 35%, 40%, 45%, 50% y 55%”.[7]
El increíble rendimiento propuesto por esta empresa descansaba sobre una doble construcción de confianza: por un lado, el coaching y la relación cercana a partir de una construcción corporativa que avanzaba sobre los lazos cercanos de cada nuevo “inversor”. Por otro lado, la superioridad de la técnica como último oráculo, desprovisto del “margen de error” con el que cargan los cuerpos, en última instancia políticos, interesados, particulares. Es la IA, la racionalidad digital, la última palabra con respaldo en un mundo de “demencia colectiva”[8] y pobreza generalizada.
En la disputa de la asimilación, estos experimentos empresariales nos muestran hasta qué punto la apelación a la “razón de la IA” es capaz de persuadir, asociada con el recurso de la intuición del emprendedor que, a partir del supuesto del instinto de preservación, tiene su “fuerza interior” como don y una serie de start ups y bots como predictivo a prueba de fallas humanas.
Otro ejemplo lo encarnan la compra y venta de criptomonedas, espacio de preferencia de los “scammers”. Concepto surgido de la Ingeniería social, presenta sujetos dispuestos a la estafa sostenidos por las “ventajas” que da el entorno virtual. En el caso de Zoe, como en el de muchas empresas similares, su principal activo lo representaban las criptomonedas. Sin embargo, se trataba de “chicos trabajando en cuentas ficticias que no existen. Son cuentas de práctica con etiquetas de cuentas reales”. La propia Rosa María admite “era dinero de crédito, al no haber una carga real de dinero, porque no la hay, no se les puede pagar al 100%”[9].
III. ¿Cómo les fue posible sostener una relación duradera con sus asociados?
Con la “cercanía” y el alcance que permite la comunicación digital, los dominantes pueden dedicarse a un trabajo de continua creación de las relaciones sociales, reducidas a relaciones personales mediadas por entornos virtuales enigmáticos, sin exposición ni rastreo sencillo para sus ejecutores.
Desesperadamente, Zoe intentaba generar credibilidad recurriendo a los más diversos argumentos. La estrategia era demostrar riqueza en forma de grandes activos imaginarios a los cuales remitirse en pos de obtener liquidez. Por otro lado, la apelación a “estrategias de honor” (Bourdieu, 2011) a través de la consolidación de su líder como “garante” del negocio, por su rol de inversor “capaz de concluir un negocio sin desembolsar ni un franco al contado” (Bourdieu, 2011: 53), en una apuesta por inventar una reputación de honor y riqueza que le permita acumular en capital de confianza.
Resulta imprescindible mapear dichas correspondencias, de segmentos del debate público, de aspectos cotidianos que se acuerdan en la superficie social como “apolíticos” pero guardan poderosas consecuencias sociales. Sobre tales potencialidades Hayek imaginó su contrarrevolución: su propuesta era quedarse con los intelectuales de “segundo orden”. También los llamó “economistas en estado salvaje” o “de laboratorio” (Hayek, 2016). Hay una valoración (al igual que en Friedman) de los periodistas, maestros, “ministros religiosos”, profesores, publicistas, comentaristas de radio, escritores, cantantes, artistas, incluso los taxistas. Sin ellos no hay “organización espontánea de la realidad”. La mirada de Hayek acerca de cómo se construyó el socialismo como teoría de masas es un ejercicio de constructivismo utópico determinista: si los intelectuales de segundo orden están con nosotros, la realidad del mañana será nuestra.
La trampa radica en que ese potencial aliado es también su objetivo comercial: sus ahorros, inversiones, su voto. La figura del cliente emerge como última entidad reconocida de un mercado ya sin más contexto que el de la monetización, paredón y después.
IV. Capitalismo al paso para las multitudes argentinas
Si Weber llamó “Capitalismo de cátedra” al “capitalismo que repite desde arriba el dogma liberal”, nosotros podemos llamar “Capitalismo al paso” al que pregonan desde pequeñas tarimas en mitines quienes encarnan la versión farsesca y “low cost” del “líder carismático” bajo la figura de un coach, un “visionario” de la autoayuda financiera que llama a despedir a la sociedad industrial del escenario de la historia mundial “por la escalera trasera de los efectos secundarios” (Beck, 1986).
Si en el pasado dos referentes del In dubio pro progressum como Sarmiento y Lugones trágicamente nos identificaron argentinos en tanto “último eslabón de Roma y Grecia”, hoy el bloque de poder dominante nos busca ubicar, control del capital tecno-financiero mediante, en el último eslabón de cadenas de valor global desterritorializadas.
Por otro lado, en los últimos tiempos se ha establecido casi como un dogma, con mayor o menor sustento, la idea del rol del mercado en la configuración en nuestras sociedades, basada en la idea de la “libertad”, contra cualquier límite de la organización estatal cuando pone barreras al orden que genera las asimetrías propias de los más poderosos. Y obviamente en las luchas por la igualdad social, se antepone ante cualquier intento de transformar las condiciones previas de las personas, sus oportunidades, y sus resultados, como atropellos al discurrir de las fuerzas del mercado.
A propósito de ello, Friedrich von Hayek en Los fundamentos de la Libertad (1998) expresa que la igualdad esencial que debería perseguir una sociedad libre es la igualdad ante la ley. Las diferencias entre los individuos son esenciales, la particularidad de una sociedad es la demanda de igualdad ante la ley y significa que la gente debería ser tratada igual a pesar del hecho de que son diferentes. Es en ese marco que descarta cualquier distribución del ingreso o de la riqueza realizada por el Estado; lo cual lleva a pensar que desde esa perspectiva que la diferencia es asimilable a la ¡desigualdad!
Hayek señaló y asimiló a la envidia, como muchos políticos, economistas y pensadores neoliberales latinoamericanos, como un sentimiento no virtuoso de las personas y que no es probable que una sociedad pueda eliminar, pero “es probablemente una de las condiciones esenciales para la preservación de dicha sociedad que no consintamos la envidia, que no aprobemos sus demandas disfrazadas de justicia social, sino que la tratemos, en -las palabras de John Stuart Mill, como ‘la más anti-social y nefasta de todas las pasiones” (Hayek, 2009: 129)
Durkheim, en su planteo sobre el funcionamiento de una sociedad moderna, basada en la solidaridad orgánica, planteaba la necesidad de sofrenar los impulsos egoístas, a fin de preservar la moral social, que implicaba además dejar en las instituciones de la vida social (las empresas, los sindicatos, la escuela, la familia) la preservación del bien común. Una sociedad moderna implicaba además la potencia del talento, el desarrollo de su posibilidad limitando las desigualdades externas, a fin de dar lugar a las capacidades individuales la legitimidad de acceder diferencialmente a los recursos materiales.
El acento neoliberal concentra su batería en desestimar los problemas de la distribución como pilar de los debates modernos de la opacidad de la democracia, bajo un formato que transforma el planteo propio liberal de la división social del trabajo que formula el límite a las pasiones humanas, pero ya no el egoísmo para este pensamiento ortodoxo, sino la envidia, donde es necesario recurrir a esfuerzos discursivos, donde la entrada al paraíso del consumo de las clases altas es posible para todos las personas de este mundo (o casi).
La Concepción del Hombre de Friedrich Hayek, donde reflexiona sobre la idea de que los hombres son desiguales se basa a tres aspectos centrales: (a) su tesis de la desigualdad natural de los hombres; (b) las legítimas desigualdades económicas, y (c) las igualdades funcionales. En ese sentido, cada ser humano es un conjunto único de atributos, producto de una combinación única de genes de donde proviene. Y esta unicidad biológica es reforzada por las diferencias de educación y formación. Estas diferencias se expresan en la distinta capacidad adaptativa a la vida práctica, especialmente al mercado. Los seres humanos se dividen en la mayoría y la minoría. La primera constituye la masa, los menos originales y menos independientes, cuya fuerza reside en el número. Ellos son “insuficientemente civilizados”, y se guían por los “atavismos”.
Bueno, ¿usted esperaba menos?, pero esto continua con la idea de que las reglas sociales arcaicas de la sociedad tribal están basadas en la solidaridad (Hayek, 1998). Y asume incluso un mayor riesgo radical: las masas no comprenden las reglas y las leyes abstractas que rigen la sociedad extendida. Por eso, no logran adaptarse de manera adecuada a la competencia. La minoría, en cambio, posee todas las capacidades de las que carecen las masas. Son enteramente civilizadas, pueden comprender y aplicar las reglas abstractas que rigen la vida social y el mercado. Por ello obtienen éxito en la vida práctica y en el mercado como plantea el filósofo Vergara Estévez.
Consecuentemente, sostiene que “en una sociedad de mercado, las desigualdades sociales y económicas son una consecuencia esperable y deseable del ejercicio de la libertad y de la competencia en el mercado entre individuos desiguales” (Hayek [1960] citado en González Sarro, 2019: 27). De allí, la idea expresada por adalides criollos y despeinados: la libertad no tiene nada que ver con cualquier clase de igualdad, sino que produce desigualdades en muchos aspectos. Se trata de un resultado “necesario que forma parte de la justificación de la libertad individual” (Hayek, 1998). Así mismo, cree que la pasión por la igualdad es una forma de envidia: “la existencia de diversas formas de desigualdad entre los seres humanos no implica que deban ser tratados en forma desigual” (Hayek, 1998). Al contrario, en una sociedad extendida es adecuado tratar a los seres humanos de la misma manera. Esto implica el reconocimiento de la igualdad ante la ley, la justicia y el mercado, todas las cuales son formas de igualdad funcionales a la reproducción de la sociedad de mercado. “Es esencial afirmar que se aspira a la igualdad de trato, no obstante, el hecho cierto de que los hombres son diferentes. Ha constituido el gran objetivo de la lucha por la libertad conseguir la implantación de la igualdad de todos los seres humanos ante la ley” (Hayek, 1998, pp. 85-86).
V. Los dilemas de la lucha por la desigualdad en América Latina
Sin embargo, aun ante pensamientos extremos como negar la centralidad de las disputas en torno a la distribución, el pensamiento clásico liberal, como las versiones críticas ya sean marxistas o utópicas, nos remite a los debates en torno a la desigualdad social.
La desigualdad social, más allá de las controversias de los acentos de preocupación ideológicos y/o gubernamentales, no deja de estar ligada a los comportamientos de las clases y grupos sociales que han pugnado por la distribución de la riqueza, en algunos casos con mayor plausibilidad y en otros en francos retrocesos.
Los dilemas de la lucha contra la desigualdad encuentran elementos estructurantes que limitan los conflictos por la redistribución más justa en la región, en la mayoría de los casos por la matriz de apropiación de la tierra, el prestigio, el capital, las oportunidades. Obviamente no son problemas de envidia, sino de legitimidad de la distribución, y las dificultades que se generan por las condiciones heterogéneas estructurales que actúan como una matriz de difícil disolución en la región. Las condiciones propias del desarrollo capitalista latinoamericano permiten una convivencia muy particular entre actividades de alta productividad, y otras de baja o escasa productividad, como muy bien lo han señalado diversos autores para hablar de una lógica imperante en el contexto económico productivo que genera problemas estructurales: la distribución del ingreso, la absorción de la fuerza de trabajo en las actividades “modernas” o productivas y la concentración espacial, elemento que se transforma en agenda futura de acuerdo al presente artículo, y en ella interactúan las más diversas discriminaciones: género, étnico, generacional, territorial, por mencionar algunas.
Sobre los vestigios aún humeantes de las protecciones laborales, se inspira un formato del viejo cambio: dirimir la puja distributiva, cambiando la orientación de sus resultados en aquellos países que vieron emerger a principios de este siglo el ejercicio del poder del Estado que funcionó alejado de intereses de los grupos dominantes.
Eduardo Chávez Molina: Sociólogo, investigador y docente (IIGG/FSOC/UBA/UNMdP). Director de la carrera de Sociología (UNMdP) e Investigador Principal del Instituto Gino Germani nodo UBA para International Network for Comparative Analysis of Social Inequalities (INCASI, su sigla en inglés). Entre sus últimos libros destacan “El Desencuentro” y “El llamado de la gran urbe” entre otros.
Damián Andrés Mux: Licenciado en Sociología (UNMdP). Actualmente cursa el Doctorado en Cs Sociales (UBA) y es Investigador en el instituto Gino Germani (IIGG).
Bibliografía
Beck, Ulrich (1998). La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Barcelona: Paidós, 1998.
Bourdieu, Pierre (2011). Las estrategias de la reproducción social. – l ª ed.: Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires.
Fridman, Daniel. (2016). Cashfow: Juego, autoayuda financiera y producción de sujetos económicos. Apuntes de investigación del CECYP, (28) Recuperado en 10 de noviembre de 2023, de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-98142016000200003&lng=es&tlng=es.
González, Horacio (2020). Ciudad y conocimiento. Disponible en: https://lateclaenerevista.com/ciudad-y-conocimiento-por-horacio-gonzalez/
González Sarro, Ignacio (2019) Políticas públicas neoliberales y desigualdad: México, Estados Unidos, Francia y España (1973-2013). Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT), Universidad de Alcála
Kiyosaki, R. (2003). Padre rico, padre pobre: ¿qué les enseñan los ricos a sus hijos acerca del dinero? ¡que las clases media y pobre no! (1a. ed., 1a. reimp.). BUENOS AIRES: TIME & MONEY NETWORK.
Von Hayek, Friedrich (1998).Los fundamentos de la libertad, Unión Editorial, Madrid.
Hayek, Friedrich A. The Constitution of Liberty. Londres: Routledge, 2009. Versión castellana de José Vicente Torrente Secorún, Los fundamentos de la libertad.
Von Hayek, Friedrich (2016). Revista europea de economía política, ISSN 1697-6797, Vol. 13, Nº. 2, 2016, págs. 515-536.
Weber, Max (1992) Economía y sociedad. Editorial Paidós. Barcelona.
[1] Entrevista a “Bifo” Berardi en P/12. Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/599173-vivimos-un-fenomeno-de-demencia-masiva
[2] https://www.tiempoar.com.ar/economia/nimbus-actuaba-como-mayorista-de-billetes-de-dolar-para-las-cuevas/
[3] https://corta.com/dolar-blue-la-uif-allano-una-financiera-del-microcentro-de-rosario-vinculada-a-nimbus/
[4] https://www.cadena3.com/noticia/policiales-ilustrados/secretos-del-zoe-azul-millones-en-las-narices-de-la-policia_321872
[5] Kiyosaki en “Smartmoney.” 2003.
[6] www.elfinanciero.com.mx/millonarios/2023/07/22/negocios-warren-buffett-millonario-que-gana-cada-que-compras-una-coca-o-un-iphone/
[7] https://www.perfil.com/noticias/cordoba/las-7-mentiras-sobre-zoe-que-cositorto-no-puede-explicar.phtml
[8] https://www.pagina12.com.ar/599173-vivimos-un-fenomeno-de-demencia-masiva
[9] https://www.perfil.com/noticias/cordoba/las-7-mentiras-sobre-zoe-que-cositorto-no-puede-explicar.phtml