Transformaciones globales
Ciudades políticas

Por Fernando Collizzolli (UBA)

El protagonismo de los alcaldes capitalinos en América Latina

Existe un fenómeno político que crece sigiloso pero firme en América Latina. En él convergen características históricas de nuestra región, con dinámicas actuales de índole global: la referencia es al creciente protagonismo que vienen adquiriendo los alcaldes o jefes de gobierno de las ciudades capitales en la escena política latinoamericana.

El pasado domingo 03 de febrero, Nayib Bukele fue electo como nuevo presidente de El Salvador. Ex alcalde de la ciudad de San Salvador, capital del país, su contundente triunfo en primera vuelta sacudió la política salvadoreña y centroamericana. Más allá de las muchas particularidades del caso -que van desde la crisis del bipartidismo salvadoreño hasta su tormentosa expulsión del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), pasando por la enorme violencia que sacude al país- su victoria es parte de este fenómeno en aumento.

Nayib Bukele, ex alcalde de la ciudad de San Salvador.

De las 6 elecciones presidenciales que se disputarán este año en América Latina –no se contemplan las que se desarrollarán en el Caribe-, todo parece indicar que en al menos 4 comicios habrá ex alcaldes y/o jefes de gobierno capitalinos con distintas posibilidades de alcanzar o retener la presidencia.

Además del caso de Bukele, el actual alcalde del distrito de Panamá, José Blandon, buscará sorprender en las presidenciales panameños de mayo, mientras que Daniel Martinez, alcalde de Montevideo, parte como favorito en las internas del Frente Amplio en Uruguay, y Mauricio Macri intentará la reelección presidencial en el marco de una fuerte crisis económica en Argentina, tras haber sido Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en dos oportunidades.[1]

Este fenómeno, lejos de ser exclusivo del calendario electoral 2019, supone una continuidad respecto de lo acontecido el año pasado, cuando Gustavo Petro (ex Alcalde Mayor de Bogotá),  Andrés Manuel López Obrador (ex Jefe de Gobierno de la Ciudad de México) y Fernando Haddad (ex alcalde de San Pablo)[2] disputaron las elecciones presidenciales en Colombia, México y Brasil, respectivamente, intentando dar el salto de la ciudad a la nación que ya habían logrado Tabaré Vázquez y el mismo Macri en el presente siglo.

Mauricio Macri, ex Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

El predominio de las grandes ciudades en el escenario político de cada uno de los países latinoamericanos es histórico. El centralismo ha sido, desde la época colonial, una tendencia dominante en nuestra región, erigiendo a las capitales en ejes ordenadores de la disputa política.

En la segunda mitad del siglo XX, y como resultado de un proceso de urbanización acelerado,  América Latina se convirtió en la región más urbanizada del mundo, con alrededor del 80% de su población viviendo en ciudades y un gran porcentaje residiendo en apenas un puñado de urbes (Buenos Aires, San Pablo, ciudad de México, Bogotá, etc.), que se destacan por su peso demográfico, pero también económico, social, cultural y político.

Como ha señalado Adrián Gorelik, retomando a José Luis Romero, en América Latina la ciudad no solo ha sido un producto de la modernidad sino también su artefacto ideológico. Más allá de las características “reales” que pueda asumir en cada momento histórico, la ciudad ha sido usualmente representada aquí como sinónimo de modernidad y civilización, frente al atraso y la barbarie extramuros.[3]

Esta tendencia hacia el protagonismo de las grandes ciudades, además, se ha visto reforzada en el último tiempo merced a distintos procesos regionales y globales, entre los que se destacan: la fragmentación de los sistemas de partidos y la territorialización de la política, la centralidad de los recursos estatales para hacer política en América Latina, y la concentración de los medios de comunicación que  ha situado a estas ciudades en una posición predominante dentro de la agenda mediática.

En particular, es el proceso de reorganización espacial de la economía global que ha dado como resultado la generación de lo que Saskia Sassen denomina “nuevas geografías de la centralidad”, el telón de fondo sobre el que se inscribe este creciente protagonismo de las grandes ciudades, y de los liderazgos políticos que allí se construyen.[4]

En las últimas décadas, la globalización financiera ha conllevado una redefinición de las relaciones centro/periferia –a través del surgimiento de periferias en los centros de poder mundial y de centros en las periferias- en la que las grandes ciudades se han erigido en nodos articuladores de los flujos económicos globales, generándose dinámicas similares al interior de las mismas.

Como han destacado distintos autores, gran parte de la disputa política en este siglo se dirimirá al interior de las “ciudades globales”, las cuales se debaten entre ser centros expulsivos, activos necesarios para la especulación financiera y escenarios inhertes para el turismo, o bien, espacios públicos vibrantes, inclusivos y sostenibles en los que pueda confluir la diversidad.[5]

Es en este contexto, entonces, que han emergido en las grandes ciudades de América Latina nuevos liderazgos que comparten determinadas características singulares en su estrategia de construcción política.

En general, estos liderazgos intentan situarse, al menos discursivamente, más allá del clivaje ideológico (izquierda-derecha), delinean mayoritariamente un perfil opositor al gobierno nacional, desde donde se presentan como una alternativa de “cambio”, a partir de un discurso centrado en la gestión y en “valores” (transparencia, lucha anticorrupción, institucionalidad, etc.), con una estética (pos) moderna y cosmopolita, y una fuerte utilización de las nuevas tecnologías y redes sociales como vías de comunicación.

Estos elementos presentes en la estrategia de Nayib Bukele, pueden rastrearse también en otros tantos dirigentes latinoamericanos actuales que han consolidado sus liderazgos en el ejercicio del gobierno de las grandes ciudades de la región. Más allá de las particularidades de cada uno de ellos, las significativas similitudes y la creciente preponderancia que han adquirido merecen ser explorados aun con mayor detenimiento.

 

 

[1] Incluso, en el caso de las elecciones presidenciales en Bolivia, si bien no se presentará el alcalde de la capital, si lo hará el gobernador del departamento de La Paz, en el que se encuentra la ciudad capital.

[2] En el caso de Brasil, se considera la ciudad de San Pablo por su peso demográfico y económico.

[3] Ver el muy buen ensayo de Adrián Gorelik (2002): “Cultura Urbana y pensamiento social en América Latina”, en el Seminario CLAS. Acceso en: http://rodolfogiunta.com.ar/Historia%20urbana/Cultura%20urbana%20(Adrian%20Gorelik).pdf

[4] Ver el artículo de Saskia Sassen: “La ciudad global: emplazamiento estratégico, nueva frontera”. Acceso en: https://www.macba.cat/PDFs/saskia_sassen_manolo_laguillo_cas.pdf

[5] Ver “Las ciudades del futuro: de los prodigios al nuevo colonialismo”. Acceso en: https://www.eldiario.es/sociedad/ciudades-futuro-prodigios-nuevo-colonialismo_0_725477619.html

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