Tecnología y sociedad
En búsqueda de la clave de nuestros tiempos: La perspectiva sociotécnica en Argentina. Comentarios sobre “Emergencia, desarrollo y transversalidad de los saberes tecnosociales”, de Fernando Peirone

Por Julián Tagnin

Julián Tagnin trae una invitación a leer “Emergencia, desarrollo y transversalidad de los saberes tecnosociales”, la tesis doctoral de Fernando Peirone. El objeto de estudio es “Arbusta”, una empresa mayoritariamente integrada por personas sin grandes titulaciones de la educación formal, pero que aplican sus saberes tecnosociales de forma productiva en el sector IT. “Arbusta” se transforma en un laboratorio conceptual para revisar el modo en que los saberes tecnosociales impactan tanto en nuestra vida en común como en los saberes que permiten dar cuenta de esa vida en común.

 

Fernando Peirone justifica el interés de su investigación en el cruce entre dos problemáticas que atañen tanto al Estado y las instituciones modernas como a la falta de respuestas satisfactorias de las ciencias sociales. Por un lado, detecta el desacople cada vez más pronunciado entre el ritmo de la evolución de la sociedad informacional y la lentitud burocrática con que el Estado en primer lugar, pero seguido por las instituciones tradicionales del siglo XX, corre desde atrás estos cambios. Por el otro, expone las “limitaciones que tienen las ciencias sociales para trascender sus propios límites interpretativos”[1] que nos conduce a entenderlas en estado de crisis.

Para superar ambas situaciones propone la adopción de una perspectiva sociotécnica que nos permite recalibrar estas instituciones antropocéntricas para comprender el orden emergente de la actual organización tecnosocial. No estamos solo frente a una cuestión burocrática o un problema metodológico de las ciencias: la afectación opera en un nivel más profundo, que podemos localizar en los modos de individuación e imbricación dentro de nuevas mediaciones. Peirone enfatiza que el cambio generacional es relevante en esta transformación y que habitamos una cultura prefigurativa, en el sentido en que lo propuso Margaret Mead, en dónde las y los jóvenes no aprenden tanto de sus mayores sino de diversos dispositivos sociales ya que el mundo se les presenta radicalmente distinto al de aquellos.

Esta tesis constituye un importante hito dentro de la larga historia que tejió el autor, motivado por la observación y el análisis de las emergencias socioculturales. En sus iniciales ficciones y ensayos, tanto como en los seminarios que organizó y en los que participó, podemos identificar la misma búsqueda, alegre e implacable a la vez, de las claves que le permitan a la sociedad postmoderna entenderse a sí misma. Dicho interés lo lleva a cristalizar un registro detallado de la crisis del pensamiento logocéntrico producido por las transformaciones sociotécnicas contemporáneas, al tiempo que colabora con la propuesta de autores como Bruno Latour o Jesús Martín Barbero en la elaboración de herramientas que nos permitan desarrollar una percepción propia a los fenómenos que nos toca vivir en lo que el autor señala como un cambio de base epistémica y de racionalidad.

De la racionalidad logocéntrica (secuencial, seriada, argumental, centrada en la palabra) mutamos nuestra condición interrelacional hacia una racionalidad más visual, donde la palabra tiene distintos niveles de sentido y conexiones espaciales (hipertextualidad), los esquemas de autoridad varían (Holocracia[2], horizontalidad, interoperabilidad, autocomunicación de masas[3]) y pasamos del silogismo a la fuerza expresiva de los memes y el lenguaje de los afectos para la persuasión o las artes retóricas en general.

Peirone logra maridar la robustez argumental que exigen las tesis doctorales con la audacia intelectual de servirse de construcciones conceptuales de distintos autores en una composición coral que es fiel, antes que nada y como un acierto, al objeto de estudio. Contrariamente a la práctica común de ajustar la realidad a un marco teórico previo, donde todos los patos son verdes porque los vemos con gafas de esta tonalidad; el autor selecciona, discute, ajusta, recorta y adapta los conceptos para reestructurar el andamiaje teórico y corresponderlo a su objeto. Un objeto situado, tan cercano y extraño como son las relaciones sociotécnicas. Sostener la coherencia y solidez de un sistema de pensamiento ecléctico, lograr una metaestabilidad en el sentido que propone Gilbert Simondon (un autor reverberante en múltiples pasajes de la tesis), es algo complejo y que le insume a Peirone más de 200 páginas de análisis y crítica de autoras y autores de la filosofía, epistemología, sociología, antropología,  las ciencias sociales en general, y cierta preeminencia de enfoques constructivistas que apoyan agencias híbridas para explicar un dominio de fenómenos que excede y cuestiona las interpretaciones tradicionales de las humanidades.

Los dispositivos técnicos actúan en redes con humanos dentro de un entorno o sistema mayor que produce resistencias, propicia continuidades. Para pensar este entorno, Peirone se sirve de la teoría sistémica de Niklas Luhmann, que permite entender la creación y reproducción de diferencias dentro del sistema social por sus constantes operaciones, y la hace entrar en diálogo con la teología spinoziana, cara a Giles Deleuze, donde el centro (léase la posibilidad de la emergencia/diferencia) está en todas partes y se reproduce por sus propios métodos.

Peirone retoma a Deleuze en esta lectura crítica de Luhmann, justamente para proponer el concepto de “autopoiesis rizomática” cómo lógica operativa de la episteme que nos habita. Donde se terminan las explicaciones verticalistas, los puntos de paso obligados dejan de ser la interpretación exclusiva, se acaban los actores únicos de la historia. Justamente, el caso de estudio es una empresa que se llama “Arbusta”, en referencia a este tipo de planta cuyas raíces se vuelven troncos y estos se convierten en ramas. El género del nombre también refiere a un movimiento social reticular y falto de un centro de legitimidad institucional único, como se puede entender al dominio general de los distintos feminismos.

En el estudio de caso se puede ver cómo jóvenes con distintas vulnerabilidades, en su mayoría sin un nivel alto de educación formal, aplican sus saberes tecnosociales de forma productiva en el sector IT, uno de los más competitivos y rentables del capitalismo global. Sin dudas, y aceptando las buenas intenciones de capacitación y empleo de una población vulnerable, es significativo que intenten evangelizarlos de manera repetitiva, no les reconozcan la sindicalización y que cobren menos que la media en el sector. Como sea, la tesis enfatiza en que el vínculo entre la educación formal y el mercado laboral, especialmente en el sector informacional pero también en aquellos cuya matriz ha sido atravesada por este, no es tan obvia debido a que muchos saberes necesarios para la empleabilidad están implícitos en otras actividades que la sociedad aprende informalmente. Esto plantea que hay profesiones invisibles para el sistema educativo formal pero necesarias para el desarrollo productivo. En este asunto Peirone avanzó grandemente con la presentación de las tecnicaturas informacionales adecuadas a estas necesidades (y la implementación de algunas en el proyecto académico de la UNPaz), llamando la atención a las instituciones educativas que necesitan formalizar esos saberes, democratizar su acceso y revisar los diseños curriculares para formar ciudadanos que puedan participar en la organización de estos sistemas sociotécnicos.

Existe una clara relación familiar del presente trabajo con el campo y la metodología de investigación de Fernando Calderón, uno de los codirectores, como por caso puede ejemplificar la centralidad del ineludible Manuel Castells en el marco teórico o la atención a las juventudes y los nuevos movimientos sociales como actores principales del acelerado cambio contemporáneo. Sin embargo, la tesis goza de una saludable autonomía epistémica que le da una voz propia pero alejada de una pretendida fundacionalidad. Esta creatividad se resume en los que son, a mi criterio, los mayores aportes de una tesis que dice mucho y bien:

1- Dimensiona y describe, sin clausurar, los alcances del nuevo marco epistémico. También señala las limitaciones que nos impiden pensarlo acabadamente.

2- Pondera como objetos culturales a internet y los saberes tecnosociales. Con este gesto aporta un argumento de peso a la urgente discusión por la apropiación del excedente de los distintos capitales producidos por las sociotécnicas informacionales, hoy regidas por las normas de la acumulación capitalista y la propiedad intelectual. Esta última es una institución cuya existencia los occidentales interiorizamos como la norma al menos desde el renacimiento, pero es solo un sistema posible como enseñan algunos filósofos orientales como Byun-Chul Han y Yuk Hui.

3- Aplica cada una de las abstracciones logradas en el desarrollo del marco teórico a los casos de estudio, acto que sitúa y explica la pertinencia conceptual permitiendo trasladar estos hallazgos a otras investigaciones, amén de su utilidad para validar el análisis de casos.

4- Identifica y propone una clasificación valiosa de las competencias y habilidades sociotécnicas de las juventudes y agencias informacionales. Con esto no sólo aporta a la discusión económica sobre la circulación y producción del valor en la sociedad informacional, sino que también atiende una cuestión que pone en crisis permanentemente a la educación formal.

5- Ofrece entender a las y los millones de usuarios que consumen y producen contenido, dedican su atención y participan de los ámbitos digitales, no reconocidos tradicionalmente en los estudios sobre la sociedad informacional, como los “iguales”. Es una categoría laxa que refiere al “colectivo humano dinámico, heterogéneo y socialmente representativo que produce y desarrolla bienes tecnosociales públicos”[4].  Peirone entiende que existe un nuevo contrato social en el capitalismo simbólico, aquel que genera rentabilidad sobre la actividad cognitiva, en donde quienes producen el excedente que dinamiza la economía no son reconocidos ni pagados. Tal como pasa con las inteligencias artificiales (IA) actuales, que se sirven de las conversaciones y contenidos digitales creados por millones de usuarios, en general no es reconocida la acumulación anónima de trabajo humano. Peirone señala, en contraste con el caso Arbusta, que por regla general no existe un reconocimiento de la entidad comunitaria de los saberes tecnosociales. Las consecuencias políticas y jurídicas de esta agencia serían probablemente democratizadoras. Considero a bien tener presente que la construcción del sujeto de derecho moderno, individual y liberal es tanto una invención histórica como la categoría constitucional “pueblo”, que su carácter artefactual no les quita realidad.

Peirone demuestra tener presente las posibles derivas de su trabajo en el diseño y decisión de políticas públicas, lo que invita a las instituciones interesadas a un diálogo para operar en el registro de los hallazgos de la investigación.

Por estas razones, y algunas otras que una buena o buen lector podrá encontrar en el trabajo de Fernando, esta tesis está destinada a ocupar un lugar importante dentro de una pujante línea de investigación en ciencias sociales que observa la tecnosociabilidad informacional que vivimos. Esto no solo constituye una adaptación científica a un objeto social mutado y mutante, sino que es una ruptura epistémica con la tradición antropocéntrica y un esfuerzo por asir las lógicas que ordenan esta racionalidad definida por contraste con la moderna pero no expuesta acabadamente aún.

 

 


Julián Tagnin es Profesor y Magíster en comunicación por la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Licenciado en periodismo (UNLZ), doctorando en Epistemología e historia de la ciencia (UNTreF) y profesor de UNPaz para el proyecto de las tecnicaturas informacionales. Las tecnologías de la información y la comunicación y sus derivas epistémicas son su principal interés académico.

 

 

 


[1] Peirone, F (2022). “Emergencia, desarrollo y transversalidad de los saberes tecnosociales”. Pág 21. Tesis doctoral de la Universidad Nacional de Córdoba.

[2]  Término acuñado por el emprendedor Brian Robertson para referirse a un sistema sin jefes ni organigrama que desafiaba la estructura piramidal típica de las empresas capitalistas del SXX.

[3] Es un término propuesto por Manuel Castells para entender el sentido de la comunicación multidireccional dónde los públicos se convierten también en productores y distribuidores de contenidos. El término nace como oposición y crítica de la tradicional “comunicación de masas” verticalista, y fue criticado a su vez por indiferenciar al sujeto referido (masas).

[4] Peirone, F. (2022). Emergencia, desarrollo y transversalidad de los saberes tecnosociales”. Pág 144. Tesis doctoral de la Universidad Nacional de Córdoba.

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