Ni Ceos ni científicos
¿Gobierno de lxs expertxs? 

Por Pablo Martín Méndez (UNLa/CONICET)  

La política argentina y sus dilemas frente al Covid-2019 

La actual pandemia ha suscitado un curioso hecho tanto para la Argentina como para el resto del mundo. Se trata de una suerte de guerra en sordina entre expertxs provenientes de las ciencias económicas y las ciencias de la salud. Si antaño eran lxs economistas quienes llevaban la voz cantante a la hora de proponer y, sobre todo, juzgar las políticas de gobierno, ahora se ven obligadxs a convivir con una legión de virólogxsinfectólogxs y epidemiólogxs entre otras especialidades. La disyuntiva economía-salud parece ineludible no sólo en el terreno de la discusión pública, sino también al momento de determinar cuál es la “verdad” última que debería orientar las acciones gubernamentales. Aquí y allá se muestran datos, se hacen estimaciones a futuro y se señalan las consecuencias por seguir o dejar de seguir tal o cual curso de acción; como si, a mayores niveles de incertidumbre, más se necesitase de decisiones científicamente fundadas 

La cuestión no es tan novedosa como parece. Expertxs asesores de gobierno ha habido siempre o casi siempre. La pregunta que deberíamos hacernos, y que algunxs ya se planteaban desde un primer momento, es si esta pandemia deja lugar para la política. ¿Quién decide lo que hacer? ¿Los gobiernos, lxs expertxs en salud, lxs economistas o todxs juntxs? Como veremos en las siguientes líneas, el dilema economía-salud no tiene una respuesta científica, sino primordialmente política. Por eso es, en el fondo, un falso dilema. La ciencia, lxs expertxs, pueden ayudar y aconsejar, pero la decisión última reside en la política como creación de un orden de valores en medio de la contingencia.  

¿Amenaza tecnocrática?  

La implementación del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio en Argentina estuvo acompañada por distintas críticas desde el comienzo. La mayor parte de la ciudadanía expresa una legítima preocupación por las consecuencias socioeconómicas de la pandemia (sobre todo por su impacto en los sectores populares). Otras voces advierten los peligros que acarrea la vigilancia social en tiempos de cuarentena, yendo desde el continuo estado de sospecha de cada unx hacia el otrx, hasta el incremento del accionar represivo de las fuerzas de seguridad (cuyos excesos, no casualmente, también recaen sobre los sectores populares). Finalmente, aunque no menos importante, algunxs pretenden cuestionar la situación actual sirviéndose de teorías que en ocasiones rozan el conspiracionismoEn este último caso, entre el abanico de ofertas disponibles para el gusto del consumidorhay quienes buscan instalar la idea de que la cuarentena se está transformando en un “método de gobierno”, es decir, una técnica que no tendría ninguna otra finalidad más allá de sí misma. La vida democrática sería reemplazada entonces por una temible tecnocracia o, como ha señalado Eduardo Fidanza, una “infectocracia.1   

La tecnocracia, entendida literalmente como el “gobierno de lxs técnicxs”, es un término muy presente en la crítica social argentina, y no sólo entre los intelectuales críticos del capitalismo moderno, sino también en posiciones que podrían calificarse como “liberales”. Así se dice que tecnócrata es quien pretende transformar el mundo desde las técnicas elaboradas por una disciplina específica, pasando por alto la riqueza y variabilidad que presenta toda realidad humana. Lxs primerxs en recibir la calificación de tecnócratas suelen ser lxs economistas, a quienes se acusa de mirar la realidad exclusivamente desde las variables de la economía.  

Si retomamos nuestra historia reciente, veremos algo de eso en las críticas planteadas al gobierno de la Alianza Cambiemos, que llegó a ser calificado como un “gobierno de Ceos” por la procedencia de muchxs de sus funcionarixs y su visión inspirada en el mundo empresarial. A la imagen de unxs economistas comandando torpemente la realidad desde un tablero de control y una planilla Excel, se le ha querido contraponer la imagen de un Consejo de Expertxs gobernando al país en base a criterios exclusivamente médicos. ¿Gobierno de Ceos versus Gobierno de Científicxs? Si bien los contenidos y criterios son distintos, se ha llegado a decir que los métodos de gobierno serían los mismos: “algo que habría que mostrar ahora a los epidemiólogos cercanos al poder también y a los gobiernos que los han encontrado ahora como mejores aliados que los economistas cortesanos, [es] que los modelos matemáticos en su simplificación nublan la vista acerca de la individualidad y la complejidad consecuente”.2 Sin embargo, la dicotomía es tan falsa como reduccionista. Ya sea por virtud o por defecto, no hubo un gobierno de Ceos ni tampoco existiría hoy un gobierno de Científicxs.    

A mediados del año 2018, cuando la economía marchaba mal y Mauricio Macri decía que “pasaron cosas” (“porque se apreció el dólar, aumentaron las tasas de interés, aumentó el petróleo”),3 aludía a un mundo cuya volatilidad económica debía aceptarse como una realidad irrefutable. En otras palabras, para comprender –y sobre todo aceptar– las cosas que pasaron, había que buscar la explicación en las ciencias económicasAhí estaba la verdad. Tal vez sí… aunque no ocurre lo mismo con la decisión que llevó a que esas cosas afectasen al país de tal o cual manera. Aquí la decisión es y ha sido siempre política. No hay ciencia que la explique. Lo mismo vale para las decisiones que el actual gobierno ha tomado frente a la pandemia del Covid-2019.  

“No estoy enamorado de la cuarentena” y “Prefiero que una fábrica no esté trabajando porque sus empleados están en cuarentena y no porque estén enfermos”, fueron algunas de las frases más resonantes de las últimas conferencias del Presidente Alberto Fernández, a propósito de la extensión del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio. Ambas frases parecen contradictorias, y sin embargo apuntan hacia un mismo lugar. No gobiernan lxs expertxs de la salud, tampoco gobiernan lxs economistas. Gobierna la política 

Cualquiera de nosotrxs sabe que el aplazamiento de la cuarentena acarrea enormes costos económicos y sociales, así como también que su suspensión implicaría una pérdida incalculable de vidas humanas. No hay soluciones ideales, es decir: no hay posibilidad de aplicar –y, menos todavía, extender indefinidamente– una cuarentena absoluta, pero tampoco se puede liberar las actividades económicas como si no estuviese sucediendo nada. El difícil equilibro en cual se mueve el gobierno consiste en preservar la vida produciendo el menor daño económico posible. En este punto, toda decisión tiene consecuencias negativas. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo decir cuál es el mal menor? La respuesta a semejante dilema no reside en el saber de lxs expertxos. No es un dilema científico. Es un dilema ético-político que sólo puede encontrar una respuesta política. Así de sencillo, y así de complejo…        

Pronósticos inverosímiles, pero con efectos bien reales  

A estas alturas, no han faltado las especulaciones sobre el orden social que podría surgir con el Covid-2019. Si bien la contingencia hace que todo pronóstico se torne obsoleto con extrema rapidez, varixs analistas coinciden en sostener que la crisis está dando un rol más activo al Estado no sólo en el área de la salud, sino además en la economía y la sociedad en general. ¿Cómo juzgar esto? ¿Hay que temer o celebrar una mayor presencia estatal en nuestras vidas? Con cierto optimismo ingenuo, algunxs han pronosticado el retorno al Estado de Bienestar, suponiendo que se puede repetir la historia acontecida tras la crisis de los años 30’La factibilidad de tales pronósticos es por supuesto un gran tema de debateAhora bien, al menos para quien escribe estas líneas –y también para una parte de lxs expertxs pertenecientes a las ciencias sociales–, la cuestión no consiste tanto en plantear pronósticos, sino en analizar los efectos que los mismos pueden tener sobre la opinión pública en la actualidad. Además de los pronósticos sobre el retorno del Estado de Bienestar, existen otrapredicciones que quizá resulten menos verosímiles si se los considera a futuro pero que, no obstante, están produciendo efectos ahora mismo.        

Durante las últimas semanas, ha proliferado en la Argentina y otras partes del mundo una serie de pronósticos sobre el advenimiento de un Estado todopoderoso, casi totalitario, cuya sombra se proyectaría tenebrosamente sobre las libertades de lxs ciudadanxs. Estos pronósticos no son nada nuevo; al contrario, están relacionados con la larga tradición anti-estatista presente en la historia de nuestro país. Lo interesante, en todo caso, es la forma en que se reeditan y las dimensiones que pueden adquirir en la actualidad.  

Uno de los efectos más poderosos del discurso anti-estatista es la capacidad de asociar fenómenos sociopolíticos de distinta índole, llegando, como se suele decir, a “poner todo en la misma bolsa”. Así se ha sostenido que la actual pandemia está siendo utilizada para “acaparar prerrogativas políticas y económicas que en otro contexto la ciudadanía rechazaría resueltamente”. Con ello resurgen el estatismo, el intervencionismo y el populismo con un ímpetu que hace pensar en un cambio de modelo alejado de la democracia liberal y la economía de mercado”.4 Las medidas sanitarias, especialmente en lo que respecta ala cuarentena, serían entonces una oportunidad para ejercer lo que 300 intelectuales autoconvocadxs denominaron recientemente como una “infectadura”: “En nombre de la salud pública, una versión aggiornada de la ‘seguridad nacional’, el gobierno encontró en la ‘infectadura’ un eficaz relato legitimado en expertos, seguramente acostumbrados a lidiar con escenarios que se asemejan a situaciones de laboratorio y ratones de experimentación, pero ignorantes de las consecuencias sociales de sus decisiones.5   

El problema no está en que se critique puntualmente tal o cual acción gubernamental. Esto es un ejercicio intrínseco a todo régimen democrático. El problema es que las diversas críticas se articulen en una explicación unívoca y lineal de todo lo que está pasando, hasta el punto mismo de rozar el conspiracionismoPara el caso particular de la Argentina, se ha llegado a decir que la cuarentena, la intervención estatal en la economía, el arribo de médicxs cubanxs al país, la supuesta liberación masiva de presxs, etc., forman parte de un mismo camino hacia el comunismo: “el coronavirus es una excusa para cerrar la economía, para cerrar las fronteras y para que todos los comercios e industrias fundan y una vez que funden, empiezan a estatizar”.6 No sólo hay que preguntar por el grado de veracidad de estos enunciados; hay que detenerse en algo más importante, y es cómo articulan fenómenos distintos en una misma explicación. La cuestión, en una palabra, está la capacidad dediscurso anti-estatista para producir sentido común 

Quienes creen que el avance del Estado implica necesariamente una amenaza para nuestras libertades, olvidan que esas libertades –y sin duda nuestras vidas mismas– se desarrollan siempre en un orden de condiciones establecido colectivamente. Si los argumentos no pueden ilustrar un principio tan básico, tal vez sí pueda hacerlo la ciencia ficción. Las series y películas pos-apocalípticas de Hollywood o Netflix tienen algo en común, una constante que, por lo general, no necesita hacerse explícita pero que asegura la lógica de la trama. Allí donde reina la catástrofe, el sufrimiento y la lucha por la supervivencia, es necesario poner al Estado en el lugar del Gran Ausente.   

Un poco de ciencia, para no perder la cordura…  

¿Hay que temer al gobierno de lxs expertxs? ¡Siempre! Aunque también hay que evaluar las cosas desde la coyuntura en la cual nos encontramos inmersxs. Sabemos –o deberíamos saber– que la ciencia nunca ha jugado un papel neutral. No lo fue así en los siglos XVI y XVII, cuando luchaba contra el oscurantismo y contribuía a levantar los pilares del orden occidental moderno. No lo fue tampoco entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando legitimó las políticas eugenésicas, la segregación de las minorías y el racismo de Estado. Y no lo es hoy, cuando muchas veces se pone al servicio de los poderes económicos para explotar el medioambiente, medicalizar los cuerpos o controlar mejor nuestras formas de consumo entre otros tantos.  

Sin embargo –y quizá también por todo lo dicho–, la ciencia no tiene la misma hegemonía de antaño. Basta prestar un poco de atención a la dinámica de una sociedad hipermediatizada como la nuestra, donde la llamada “evidencia científica” ya no parece imponerse con tanta facilidad. Como suele suceder, incluso con los números sobre la mesa, todo está sujeto a interpretación y discusión. Esto es parte del juego democrático y está bien que así lo siga siendo. El peligro aparece cuando las interpretaciones se articulan en unas teorías conspirativas carentes de contrastación con la realidad. Aquí declinan los argumentos y los hechos. Simplemente, se nos llama a “creer o reventar”. Tal es el poder de las teorías conspirativas, que no sólo alimentan la imaginación de la gente, sino que a veces también se invocan para minar las medidas preventivas implementadas por diferentes Estados del mundo. En esta coyuntura, la ciencia de lxs expertxs ya no puede ser neutral.  

¿Debemos creer que lxs expertxs de la salud están contribuyendo a edificar un nuevo orden totalitario? ¿O quizá están ayudándonos a mantener cierto grado de cordura (además de la salud pública) en medio de la incertidumbrePara responder tal interrogante, convendría ver primero lo que dicen y hacen los líderes políticos que hoy se oponen a las medidas sanitarias, desde Donald Trump: “Don’t ask me. Ask China” [No me preguntes a mí. Pregúntale a China]7hasta Jair Bolsonaro: “E daí? Lamento, quer que eu faça o quê?” [¿Y qué? Lo lamento, ¿qué quieren que haga?].8 Así tendríamos una muestra del (des)orden delirante que asoma en el horizonte de la pandemia. Los Estados, lxs científicxs, los pueblos no pueden hacer nada. La vida tiene que seguir…  

Justamente, ante un escenario donde la vida ya no puede seguir siendo tal y como fue hasta ahora, se necesita una nueva alianza entre Estado, ciencia y pueblo; una alianza que no priorice tal o cual saber experto, sino que apunte a crear nuevas formas de estar con el otrx. La ciencia, el arte, la filosofía: toda forma de saber es indiscutiblemente necesaria cuando se trata de construir un nuevo “nosotrxs”. El desafío es enorme, pero quizá no haya más opción que encararlo, sobre todo si queremos salir de esta pandemia con unas democracias capaces de preservar y respetar la vida de todxs y cada unx de sus ciudadanxs.     

 


1 Fidanza, E. (03/05/2020). “Epidemiólogos toman el poder”. Recuperado de https://www.perfil.com/noticias/columnistas/epidemiologos-toman-el-gobierno.phtml   

2 Benegas, J. (10/05/2020). “Hayek y el coronavirus”. Recuperado de https://www.infobae.com/opinion/2020/05/10/hayek-y-el-coronavirus/ 

3 Wikipedia (2018). “Pasaron cosas”. Recuperado de  https://es.wikipedia.org/wiki/Pasaron_cosas 

4 Fundación Internacional para la Libertad (2020). “Que la pandemia no sea un pretexto para el autoritarismo”. Recuperado de https://fundacionfil.org/manifiesto-fil/ 

5 Ámbito Financiero (01/06/2020). Infectadura: la carta de intelectuales, científicos y políticos contra la cuarentena”. Recuperado de https://www.ambito.com/politica/coronavirus/infectadura-la-carta-intelectuales-cientificos-y-politicos-contra-la-cuarentena-n5106654 

6 La Marca de Lincoln (28/04/2020). “Legisladora de la Cuarta sección lanzó duras acusaciones al Gobierno en el marco del coronavirus”. Recuperado de http://www.lamarcadelincoln.com.ar/web/noticias-detalle/legisladora-de-la-cuarta-seccion-lanzo-duras-acusaciones-al-gobierno-en-el-marco-del-coronavirus/10991 

7 The Guardian (12/05/2020). Don’t ask me. Ask China’: Trump clashes with reporters then abruptly leaves press briefing”.  Recuperado de https://www.theguardian.com/world/2020/may/11/trump-us-latest-coronavirus-reporters 

8 Folha de S. Paulo (28/04/2020). “‘E daí? Lamento, quer que eu faça o quê?’, diz Bolsonaro sobre recorde de mortos por coronavírus”. Recuperado de https://www1.folha.uol.com.br/equilibrioesaude/2020/04/e-dai-lamento-quer-que-eu-faca-o-que-diz-bolsonaro-sobre-recorde-de-mortos-por-coronavirus.shtml 

 

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