Por Dolores Amat
Ofrezco por lo tanto humildemente a la consideración del público que de los ciento veinte mil niños ya calculados, veinte mil se reserven para la reproducción, de los cuales sólo una cuarta parte serán machos; lo que es más de lo que permitimos a las ovejas, las vacas y los puercos (…). De manera que los cien mil restantes pueden, al año de edad, ser ofrecidos en venta a las personas de calidad y fortuna del reino; aconsejando siempre a las madres que los amamanten copiosamente durante el último mes, a fin de ponerlos regordetes y mantecosos para una buena mesa. Un niño llenará dos fuentes en una comida para los amigos; y cuando la familia cene sola, el cuarto delantero o trasero constituirá un plato razonable, y sazonado con un poco de pimienta o de sal después de hervirlo resultará muy bueno hasta el cuarto día, especialmente en invierno.
Jonathan Swift. Una modesta proposición.
Soluciones epistémicas a los problemas de los argentinos
“Si yo tuviera un hijo no lo vendería”, aseguró Javier Milei el año pasado en una entrevista radial con Ernesto Tenembaum. Luego aclaró “quizás de acá a 200 años se podría debatir” la posibilidad de abrir el mercado de niños.[1] De esta manera, el diputado nacional por La libertad avanza y actual candidato presidencial, formulaba seriamente y en un país en el que se siguen buscando chicos robados por la última dictadura militar, lo que Jonathan Swift había propuesto con intención satírica en su “modesta proposición” de 1729.
Milei se autodenomina paleocapitalista y define al anarcocapitalismo como el horizonte normativo que inspira sus ideas y decisiones. Desde ese marco conceptual, hace referencia a un mundo utópico de absoluta libertad económica en el que no habrá políticos y tanto los hijos como los órganos vitales podrán ser intercambiados por bienes o servicios. Disuelto el Estado, ya no existirán relaciones de dependencia involuntarias y los individuos autónomos podrán disponer libremente de sus cuerpos y posesiones.
Para apoyar sus ideas y para descalificar a aquellos que lo cuestionan, Milei menciona de manera recurrente a un puñado de autores como Milton Friedman, Kenneth Arrow y Murray Rothbard, entre varios otros que demostrarían de modo teórico y fehaciente la veracidad de sus análisis y la legitimidad de sus proyectos. Así, el diputado califica de burros e ignorantes a los que no están familiarizados con esa bibliografía específica y da a entender que todos coincidirían con sus posiciones si leyeran ciertos libros fundamentales. Eso sugirió en un programa de televisión, cuando la periodista Luciana Geuna le preguntó si creía en la democracia. Él respondió “yo creo que la democracia tiene muchísimos errores. Te hago al revés la pregunta, ¿conocés el Teorema de imposibilidad de Arrow?” Cuando la conductora dijo que no, él cerró el intercambio con la siguiente frase: “si usted conociera el teorema, tendría algunas conciliaciones (sic)”.[2]
De esta manera, el candidato presidencial sostiene sus propuestas en un conocimiento filosófico y científico de los asuntos humanos, que podría resolver las incertidumbres, los dilemas y las angustias propias de las democracias contemporáneas. En particular, de la sociedad argentina. Así, introduce en un debate público en el que las propuestas de los partidos políticos mayoritarios no consiguen figurar un futuro atractivo y en el que la palabra posverdad se repite insistentemente, una referencia epistémica que ofrece certezas y soluciones.
Podríamos decir, así, que Milei responde con su biblioteca y sus propuestas radicales a una de las crisis que forman parte de las experiencias democráticas de nuestros tiempos.
Claude Lefort describe a la democracia moderna como el régimen que inaugura una forma de convivencia que no se asienta sobre determinaciones inamovibles sino sobre la interrogación constante acerca del sentido: nuestro sistema se caracteriza por la indeterminación, funciona a partir de la pérdida de los fundamentos trascendentes de la ley, del poder y del saber, y de esa manera sus sentidos sociales y políticos se encuentran en constante movimiento. Pero este mismo movimiento, que es su fortaleza (dado que el régimen se va adaptando a las diversas respuestas, siempre provisorias, que surgen de las preguntas de la propia comunidad acerca de su destino colectivo), abre también a la posibilidad de crisis agudas: la incertidumbre puede en determinadas circunstancias volverse insoportable y alentar tanto a la perplejidad más destructiva como a la búsqueda de identidades sustantivas y verdades últimas.[3]
Lefort destaca las características de la democracia en contraste con el Antiguo Régimen y con el totalitarismo. En los regímenes totalitarios, el poder es ocupado por un líder o un partido que detentan una verdad última, una ley de la naturaleza o de la historia que marca también el rumbo de la ley positiva. En ese contexto, el régimen se vuelve epistémico (como lo caracteriza Martín Plot) porque se apoya sobre un polo de certidumbre que permite una nueva condensación de las esferas del poder, el saber y la ley, y que postula una sociedad transparente para sí misma, sin misterios ni fisuras.[4]
Pero, como sugiere Plot, no es necesario que se de una mutación completa del régimen, que se abandone la democracia para pasar a un sistema totalitario o teológico, para que se produzcan transformaciones relevantes en el modo de vida colectiva. Desde su “deformación coherente”[5] de la noción de régimen de Lefort, Plot propone pensar a los órdenes políticos no como totalidades coherentes y excluyentes sino como sistemas complejos en los que coexisten elementos diversos. Así, se puede observar en cada régimen (el teológico, el democrático o estético, y el totalitario o epistémico) la existencia de constelaciones de prácticas e instituciones, de posiciones sociales y horizontes interpretativos que son inaugurados, se sedimentan y se mantienen disponibles. En este sentido, cada nuevo régimen mantiene entre su repertorio de acciones y sentidos modos abiertos por sistemas anteriores, que conviven con las formas nuevas aunque no de manera hegemónica.[6]
Partiendo de esta base, las modestas proposiciones de Milei pueden verse como soluciones epistémicas a los problemas democráticos de los argentinos. Las ideas de economistas mayormente ingleses y estadounidenses, que el candidato presenta como verdades incontestables, parecen querer ocupar el lugar del debate público, el lugar de la interrogación colectiva acerca de lo que está bien y lo que está mal, del sentido de lo justo y de lo injusto, de la pregunta por la vida en común. Pero dado que este tipo interrogación hace a la naturaleza misma del sistema democrático, los intentos de desplazarla empujan hacia una transformación del régimen que podría ser sustancial.
En este contexto, en un año electoral marcado por el deterioro acelerado de las condiciones de vida de millones de personas, y protagonizado por candidatos con enormes dificultades para prometer un futuro deseable, las fuerzas democráticas se encuentran con la necesidad urgente de volver a plantear la pregunta por el sentido de lo político.
Mientras tanto, mientras esa búsqueda no se transforma en discursos capaces de recrear e interpelar a un nosotros, las propuestas utópicas de Milei parecen adquirir la desconcertante verosimilitud del texto que escribió Jonathan Swift en 1729, cuya intención satírica no fue comprendida por muchos de sus contemporáneos, en un momento en el que la miseria y la desorientación de los irlandeses parecían reclamar soluciones radicales y definitivas.
Dolores Amat es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires y Doctora en Filosofía Política por la Universidad Paris Diderot – Paris 7. Magíster en Ciencia Política por la Universidad Nacional de San Martín y Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es investigadora en el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), docente en la Universidad Nacional de José C. Paz y miembro del grupo editor de la Revista Bordes. @DAmatCordeu
[1] Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=9yfKQ7YaYP8&t=13s&ab_channel=JavierMilei
[2] Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=JnwwYwnijqk&t=2552s&ab_channel=TodoNoticias
[3] Lefort, C. (1990). Ensayos sobre lo político. México: Editorial Universidad de Guadalajara.
[4] Ibídem.
[5] Plot retoma esta expresión de la obra de Maurice Merleau-Ponty.
[6] Plot, M. (2014). The Aesthetico-political. The Question of Democracy in Merleau-Ponty, Arendt and Rancière. New York: Bloomsbury Academic.
Imagen de portada: del libro EL FIN DE LA INFLACION – JAVIER MILEI. Editorial PLANETA