Por Carolina Ramallo
En esta lectura del libro Comunología de Nicolás Vilela, Carolina Ramallo articula en primera persona el trabajo del autor a propósito de la militancia, la teoría y el pensamiento como una acción potente: “una militancia de la teoría, del pensamiento como acción comprometida con la confianza en el pueblo, en su saber y su poder, fundamentalmente en su autoatribución de saber y poder, organizada políticamente, en comunidad.”
Acá, en Puán, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, hace ya más de 10 años nos conocimos, Nicolás y yo. Compartimos unos años siendo compañeres de cátedra en Teoría y Análisis Literario C, la del primer cuatrimestre, la de Jorge Panesi y Silvia Delfino; dimos prácticos, concursamos como Auxiliares, nos cubrimos en algunas, y un día Nicolás se fue a Hurlingham. Y otro día volvió a Puán para invitarme a ir a la Unahur. Y me fui y me enamoré de Hurlingham, de su territorio, del proyecto político, de que no era magia, pero todo era alucinante: la vida transformándose, empujando desde adentro, cambiándolo todo, confiando en que era posible, en que es real. Y un tiempo después volví a Puán, pero siendo otra por haber ido a Hurlingham. Y hoy Nicolás volvió a Puán con su bellísima Comunología. Del pensamiento nacional al pensamiento de la militancia. Para seguir pensando, juntes. La centralidad teórica de los afectos, como dice él. El cuidado en el centro de la vida, como digo yo. El pensamiento, la teoría, la política como decimos varies de les que estamos acá.
En esa cátedra donde nos conocimos y donde nos formamos como docentes universitarios, lo primero que les enseñamos a les estudiantes es que les intelectuales revolucionaries que leemos del siglo XX no están escribiendo análisis literarios o narratológicos, sino programas de acción: que sus teorías son formas de transformar la realidad, de intervenir en el mundo, de repensarlo todo para que todo sea más justo, más digno, hasta que todo sea para todes.
Comunología es una propuesta en ese mismo sentido. Es una apuesta fuerte, audaz, lúcida y sostenida por el poder del pensamiento para la acción. Marcelo Topuzián, compañero de ambos en esa misma cátedra, en su libro Creencia y acontecimiento. El sujeto después de la teoría nos ha enseñado que la teoría es capaz de desplegar y sostener verdades de modo tal de producir una ética, una política y una actitud crítica que son condición de posibilidad de la intervención. Comunología hace eso: ensaya reflexiones y arriba a la construcción de verdades que no solo permiten ver la realidad de otro modo, sino también organizar la acción, pasar a ella y repensarla. Por eso, decía, que es una apuesta por el pensamiento, pero por un pensamiento que es parte de un plan de acción.
Marcelo también dice que la teoría permite pensar no solo las condiciones de intervención en la realidad, sino también las implicancias institucionales de la acción. Las instituciones nos han encontrado y protegido, nos han desafiado e interpelado, las amamos y les tememos, las deseamos y las empujamos un poquito para cambiarlas. Queremos generar un espacio mitad dionisíaco, mitad disciplinado, pero no siempre nos sale. A veces nos violentamos. Son cosas que pasan cuando uno hace, en la universidad, en el municipio, en la escena cultural, en todos lados. El libro de Nicolás juega con las instituciones, en el mejor sentido: se la juega por transformarlas.
Por eso, ¿en qué etiqueta institucional, de esas que son protocolos de lectura, colocamos Comunología? o, para decirlo más pedestremente ¿en qué estante de la biblioteca cada uno de nosotres puso el libro verde cuando lo terminó de leer? Yo lo puse cerca de Sinceramente, de los libros de Damián Selci, de los de Horacio González, de la Correspondencia Perón- Cooke (¿Comunología no es un poco una larga carta a la comunidad, acaso, a nuestra comunidad, a la comunidad que queremos ser, que estamos tratando de ser?), lo puse ahí, pero también podría haberlo puesto en el estante de Laclau, Foucault, Lacan, Virno, Sloterdijk, de los libros que enseñábamos nosotres juntes en Teoría Literaria. El librero de mi barrio un día me dijo que iba a hacer un estante que fuera “libros que te hacen mejor persona”. Ahí va Comunología.
La argumentación, desde El Arte de la Retórica de Aristóteles hasta los tratados de argumentación modernos, explora en la escritura la producción y transmisión del conocimiento (tanto en la concepción de la disputa, como en la de formación de consenso); lo hace por medio de la confianza en el poder del lenguaje articulado y en el orden de la representación de las cosas como modos de transformar el mundo de la vida. Estudiar y enseñar argumentación nos ha enseñado que mediante las palabras se produce una construcción efectiva del poder y que el lenguaje tiene una poderosa capacidad de transformar la realidad mediante la persuasión y la conducción (que bien entendida es, siempre, un servicio).
En este sentido, Comunología, como sostiene Nicolás desde sus primeras páginas, es una escritura que es puesta en acción de: una técnica, una enseñanza, una práctica social y un juego (de nuevo, esa maravillosa idea de “jugársela jugando”, de tomarse en serio el juego de pensar que todo puede ser de otra manera. Y hacerlo). Y allí radica su potencia: en la confianza en la capacidad de persuasión como un modo de transformar la realidad.
A les que nos gusta enseñar argumentación esto nos resulta seductor, conocido, una de esas verdades que se sostienen con el cuerpo. A les que nos gusta hacer política esto nos convoca, nos enamora, nos entusiasma.
Nicolás dice:
Hay militancia sí y solo sí existe la posibilidad de debatir, convencer, compartir; en suma, de transformar y transformarse […] el pensamiento comunológico [es] donde la alteridad cobra primacía sobre la propiedad (de las ideas, los sentimientos, ese ser “dueños de mis opiniones”], la contaminación disuelve la pureza, la confianza reemplaza la vigilancia, la conquista deviene superior a la defensa.[2]
La tarea militante fundamental es, a través del poder político de la palabra, producir efectos concretos en la vida de todes. Y hacerlo, aun en medio de las tensiones de la gestión, de la implementación de políticas públicas, de los escenarios electorales y postelectorales, hacer, hacer, hacer, no saliendo del dilema acción/pensamiento, sino teniendo al pensamiento como una acción potente y concreta.
Mi parte favorita del libro (todos tenemos una ¿verdad?) es el apartado “¿Quién sabe lo que puede un pueblo”? Allí se dice:
En la frase de Spinoza no solamente hay una pregunta por el poder sino también por el saber (“quién sabe” …). Manteniendo nuestra paráfrasis (“pueblo” en lugar de “cuerpo”), digamos que se trata de pensar conjuntamente el saber y el poder popular. ¿Y quién es el que sabe lo que puede un pueblo?[3]
Y acá traigo una cita del comienzo del libro:
Los fundamentalistas de la victimización, los peritos de parte de la pureza y la inocencia, nos imputarían que reemplazamos un término igualitario como pueblo por un término presuntamente de élite como militancia. Pero no se trata de eso. Militancia no es más que el nombre que se da el pueblo para interrogar el destino de su potencia y su organización. No es la vanguardia del pueblo porque el pueblo no es la retaguardia[4]
Retomo y continúo:
¿quién es el que sabe lo que puede un pueblo? Nos encontramos nuevamente ante el problema de la teoría y de la práctica. También aquí se trata de un reparto de tareas: quién sabe de política y quién hace política. […] en definitiva, con la militancia se pone en juego la autoatribución popular de saber y de poder[5]
La propuesta (y la acción, yo, como muches de nosotres, lo hemos visto y oído) es hacer teoría, sin prejuicios (pensar sin prejuicios cientificistas, sectarios, sin restricciones subdisciplinares o corporativas chiquitas, permite leer todas las bibliotecas, como dice Nicolás, soportar y producir “altas dosis de verdad”, creer en y crear un pensamiento transformador).
Y la otra cualidad que requiere este plan de acción es no caer en la tentación de la indignación moral. La ilusión -o la mentira- de la pureza siempre es limitante, defensiva, excluyente. Que todo (el trabajo, el tiempo libre, la militancia) sea para todes es lo que queremos. Y la propuesta es hacerlo apostando por el contagio, la contaminación, la mezcla que permitan el nacimiento y el crecimiento de una figura de acción nueva y potente: la militancia.
Esa es la propuesta y la acción de Comunología, eso es Nicolás: ya no lo que nos enseñó nuestro amado Benjamin hace casi un siglo del autor como productor, sino el autor como militante. No un intelectual que le “pone cabeza” al pueblo, pero no le pone el cuerpo, no una política de la desconfianza y la desilusión, mucho menos una certeza que devenga cinismo, sino una militancia de la teoría, del pensamiento como acción comprometida con la confianza en el pueblo, en su saber y su poder, fundamentalmente en su autoatribución de saber y poder, organizada políticamente, en comunidad: la invitación es a “liberarnos con y por los otros organizando el lazo común” siendo militantes.
Qué bueno habernos formado acá, en estas aulas; qué bueno habernos encontrado, habernos ido y, sobre todo, haber vuelto.
Carolina Ramallo es Profesora y Licenciada en Letras (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires), Doctora de la Universidad de Buenos Aires, Área de Literatura. Docente de Teoría Literaria, Literatura del siglo XIX y escritura en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Hurlingham.
Facebook @Caro Ramallo. IG @carolina_ramallo. Twitter @CaroRamallo2.
[1] Este texto fue leído en la presentación del libro organizada por el Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el 22 de abril de 2022.
[2] Vilela, N. (2021). Comunología. Del pensamiento nacional al pensamiento de la militancia. Buenos Aires: Cuarenta ríos. p. 101
[3] Vilela, N. (2021). Comunología. Del pensamiento nacional al pensamiento de la militancia. Buenos Aires: Cuarenta ríos. p. 232
[4] Vilela, N. (2021). Comunología. Del pensamiento nacional al pensamiento de la militancia. Buenos Aires: Cuarenta ríos. p. 101
[5] Vilela, N. (2021). Comunología. Del pensamiento nacional al pensamiento de la militancia. Buenos Aires: Cuarenta ríos. p. 232