Elecciones en Gran Bretaña
Descontentos desconcertantes

Por Ingrid Bleynat (King’s College London) y Lucas Arce (CADEP)

Los resultados de las elecciones parlamentarias generales del pasado 9 de Junio en Gran Bretaña tomaron a los encuestadores, a los analistas políticos, a los candidatos, y al electorado mismo por sorpresa. El Partido Conservador (Tory) liderado por Theresa May obtuvo sólo 318 escaños, quedando a 8 bancas de una mayoría, pese a que las predicciones le otorgaban una gran ventaja. A su vez, el partido Laborista de Jeremy Corbyn, con una plataforma socialdemócrata bastante radical para el sistema político británico, ganó circunscripciones a lo largo del país, 32 más que en 2015, llegando a obtener 262 escaños. Este resultado es un gran revés para el Partido Conservador, el cual, a pesar de seguir en control del gobierno, ha terminado perdiendo votos frente al laborismo en todo territorio.

La apatía de los electores de cara a las elecciones de 2015 y el referendo de 2016 se transformó en acción para las elecciones de 2017. En parte gracias a las redes sociales y a la micro-militancia de decenas de miles de ciudadanos -muchos de ellos jóvenes que tocaron puertas, acudieron a actos de campaña, distribuyeron volantes, y donaron pequeñas cantidades de dinero- el Partido Laborista tuvo el mayor incremento de votos desde 1997, cuando Tony Blair ganó las elecciones. El resultado es un desastre para los Tories: May perdió su pequeña pero funcional mayoría parlamentaria, y ahora debe acudir al Partido Unionista Democrático (Democratic Unionist Party o DUP), el mayor partido de Irlanda del Norte, de tintes religiosos y reaccionarios, para poder asegurar un gobierno de coalición con el cual llevar adelante las negociaciones para salir de la Unión Europea (UE), el famoso Brexit. El país vive un gran desconcierto.

Elecciones anticipadas y las negociaciones del Brexit

Si bien existe la percepción de que las últimas elecciones en Gran Bretaña se han dirimido por la agenda externa del país, en especial por cómo manejar la salida de la UE, lo cierto es que las mismas también han estado marcadas por el ritmo de los cambios políticos internos. El descontento de parte de los votantes con las políticas gubernamentales de los gobiernos conservadores, el revuelo generado por la elección de Jeremy Corbyn como líder del Partido Laborista, la desaparición paulatina de los Demócrata Liberales, y el colapso de los independentistas del UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido) ha llevado a un escenario político difícil de descifrar.

Para entender las causas inmediatas del llamado a la actual elección, así como sus resultados, es necesario empezar por explicar por qué el exprimer ministro David Cameron llevó adelante el referéndum que decidió el Brexit. Cameron había rechazado el llamado al mismo en 2012, cuando 100 parlamentarios de su partido se lo solicitaron, pero, dada la popularidad de la medida, un año después –ya en plena campaña electoral— anunció que su gobierno llevaría uno a cabo en caso de ser reelegido en 2015. Poco después de ganar la elección decidió cumplir su promesa.

Cameron tuvo que ceder ante las presiones de parte de su bancada Conservadora, que veía cómo la idea del Brexit tomaba tracción con el ascenso del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP). UKIP canalizó cierto descontento que la clase política intentó ignorar, cobrando popularidad gracias a su discurso contra las élites (de Londres y Bruselas) y su ferviente rechazo a la inmigración. A pesar de ello, Cameron apostaba a permanecer en la Unión Europea (aunque aprovechando la situación para negociar ciertas concesiones hacia el Reino Unido), aplacar las críticas dentro de su propio partido, y de esta manera de proteger su agenda política de la competencia de sus propios parlamentarios. No obstante, la apuesta de Cameron terminó mal: contra todos los pronósticos, durante las últimas semanas la campaña por la permanencia en la UE (“Remain”) perdió fuerza y ganó la salida (“Leave”), 52% a 48%. Con este resultado, Cameron se vio obligado a renunciar, siendo reemplazado por la actual primer ministra Theresa May.

Theresa May, Secretaria del Interior del Gabinete de Cameron, había apoyado tibiamente la campaña del “Remain”, pero una vez en el poder construyó su autoridad proponiéndose como una líder capaz de llevar adelante exitosamente la decisión tomada por el pueblo británico de salir de la Unión Europea. Para ello, May y su equipo estimaban necesario construir un respaldo electoral más fuerte, bajo su propio memorando de gobierno, en vez del que habían heredado de Cameron.

A pesar de contar con una modesta mayoría con 331 escaños en la Cámara de los Comunes, May buscaba disciplinar a los propios conservadores anti-Brexit, y obtener una mayoría aun más pronunciada. Hay quienes creen que, además, la primer ministra fantaseaba con pasar a la historia como la sepulturera del Partido Laborista.

Por eso, el 18 de Abril de este año May asumió el riesgo de llamar a una elección general anticipada a días de empezar las negociaciones del proceso de Brexit. Durante estas negociaciones se definirá, entre otras cosas, si el país va a poder retener el acceso al mercado europeo, y si va a poder imponer trabas al movimiento de personas, como reclaman muchos votantes. El hecho de que su gobierno no tuviera un plan o un conjunto de objetivos claros al respecto parecía ser un detalle menor.

Resultados inesperados

Como en la votación del Brexit, los resultados de estas últimas elecciones fueron totalmente inesperados. Mientras al comienzo de la campaña May y su equipo tenían como objetivo ganar al menos 50 escaños extra, y de esa forma barrer con el Partido Laborista, el Partido Conservador terminó finalmente perdiendo 13 bancas (ver tabla 1). Los conservadores lograron mantener buena parte de su tradicional territorio, consiguieron capturar una parte de los votos de UKIP, ganaron algunos distritos escoceses y evitaron la recuperación de los Demócrata Liberales en el sudeste inglés. A pesar de ello, fallaron en atraer votantes desencantados por el Brexit (particularmente en aquellas regiones donde ha prevalecido el voto por el “Remain”) y el voto joven.

Theresa May apostó a buscar votos de la clase trabajadora que votó por el Brexit, además de todos aquellos que votaron por su partido en las elecciones parlamentarias anteriores. Por eso, ella y su equipo pusieron mayor énfasis durante la campaña en el norte de Inglaterra, territorio desindustrializado y tradicionalmente laborista, donde el voto por salir de la UE fue predominante en el referéndum.

Esta parte de la apuesta parece haber dado resultado: los Tories sacaron ventajas en áreas donde había ganado el “Leave”, así como en áreas donde anteriormente había predominado el UKIP. Sin embargo, May y su equipo no contaron con su magro resultado en muchos distritos relativamente más afluentes. May no pudo mantener el nivel de apoyo que las clases medias le habían dado al ex primer ministro David Cameron en la pasada elección de 2015. La pérdida de parte de estos votantes, ha sido una de las claves de la elección.

La estrategia de contenido de la campaña Conservadora centrada en mostrar a May como una líder “fuerte y estable” falló espectacularmente. Primero, la marcha atrás  en su propuesta sobre cómo financiar el cuidado social de adultos mayores la mostró como lo opuesto: débil y voluble. Segundo, haberse resistido a participar en un debate televisivo con los demás contendientes electorales no ayudó a sostener su mensaje (si bien es posible que su participación podría haber socavado aun más su imagen). Por último, el atentado de London Bridge una semana antes de las elecciones puso en tela de juicio las bases de su política económica. May recibió serias críticas del campo Laborista debido a la mayor vulnerabilidad al terrorismo local generada por recortes presupuestarios a la policía que ella misma había realizado durante sus años como Secretaria del Interior de Cameron.

Tabla 1. Resultados de las Elecciones Generales de 2017 en Reino Unido

Partido Escaños Ganados Perdidos Neto Votos Porcen-taje (%) Cambio porcentual (%)
Conservador 318 20 33 -13 13.667.231 42,45 5,52
Laborista 262 37 5 32 12.874.284 39,99 9,54
 Partido Nacionalista Escocés (SNP) 35 1 20 -19 977.568 3,04 -1,7
 Demócrata Liberal 12 8 5 3 2.371.762 7,37 -0,5
  Partido Unionista Democrático (DUP) 10 2 0 2 292.316 0,91 0,31
 Sinn Féin 7 3 0 3 238.915 0,74 0,17
 Plaid Cymru 4 1 0 1 164.466 0,51 -0,08
Partido Verde 1 0 0 0 525.371 1,63 -2,14
 Ind 1 0 4 -4 145.375 0,45 0,13
 Partido Unionista del Ulster 0 0 2 -2 83.280 0,26 -0,11
Partido Socialdemocrata y Laborista 0 0 3 -3 95.419 0,3 -0,03
 Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) 0 0 0 0 593.852 1,84 -10,8
Otros 0 0 0 0 166.385 0,52 -0,3

Fuente: Elaboración Propia con datos de BBC

Un factor preponderante en los resultados de las elecciones generales de 2017 ha sido el nivel de participación en la votación, que en el Reino Unido es optativa. En estas elecciones, aumentó un 2% respecto a la elección general de 2015, alcanzando 68,7%: la más alta desde 1997. Más de 1.500.000 personas se registraron para votar en el mes y medio anterior a la elección. Este aumento no estuvo concentrado en una región particular, sino que se dio a lo largo de todo el país. En las elecciones de 2017, 546 de las 650 circunscripciones existentes en Reino Unido mostraron una participación más alta que en las elecciones de 2015.

En especial, se presume que la mayor participación se debe al voto joven. Esto se refleja en una encuesta realizada después de las elecciones por Yougov.com, sobre una muestra de aproximadamente 52.000 personas en Reino Unido, donde se estima que el nivel de participación en las elecciones alcanzó poco menos del 60% de los jóvenes entre 18 y 24 años, un posible aumento respecto a elecciones recientes.[1] El voto joven, a su vez favoreció ampliamente al líder del Partido Laborista Jeremy Corbyn. La misma encuesta arroja que más del 60% de jóvenes de entre 18 y 29 años dicen haber votado a los Laboristas en las últimas elecciones, mientras sólo alrededor del 20% en ese mismo rango etario dice haber votado a los tories (ver cuadro 1 y 2).

 

Cuadro 1. Encuesta de Participación electoral por edad en las Elecciones Generales

Anticipadas de 2017. Reino Unido.

1

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Yougov.com

 

Cuadro 2. Encuesta de voto por partido político según edad en las

Elecciones Generales Anticipadas de 2017. Reino Unido

2

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Yougov.com

 

¿Qué tienen en común los resultados del referéndum de 2016 y de la elección general de 2017?

Detrás de ambos procesos eleccionarios existe un sustrato común: un alto nivel de descontento en amplios sectores de la sociedad británica. En el caso del referéndum, se observó un significativo desencanto con el statu quo, y una marcada animosidad hacia la inmigración. Según estudios de la Joseph Rowntree Foundation, la población sin educación formal, de bajos ingresos, o desempleada votó desproporcionadamente a favor del Brexit. También lo hicieron los mayores de 55 años.[2] En total, el 37% del padrón apoyó la decisión (en referéndum votó el 72% del padrón, un 3% más que en las recientes elecciones generales, y el “Leave” ganó con el 52%).

 

Uno de los elementos más populares de la campaña por el “Leave”, consistió en un micro que circulaba por el país con la leyenda: “Mandamos 350 millones de libras por semana a la UE. En lugar de esto, financiemos nuestro sistema nacional de salud.” Y en letra más pequeña, “Retomemos el control”. El desprecio por la tecnocracia europea se mezclaba con una marcada preocupación por la evolución de los servicios públicos, en un país donde menos del 10% de la población utiliza la salud o la educación privada. Después del referéndum los principales propulsores del “Leave” se apuraron a distanciarse de su falsa promesa de campaña. Ya era tarde.

Los británicos tienen buenos motivos para emitir votos castigo. De acuerdo con estimaciones del prestigioso Instituto de Estudios Fiscales, el estándar de vida de la mayoría de la población viene estancado desde la crisis financiera del 2007-2008. Sus predicciones son que de no cambiar el nivel de salarios y las políticas redistributivas Conservadoras el hogar promedio va a haber perdido 15% de sus ingresos para el año fiscal 2020-2022 en comparación con lo que podía esperar antes de la crisis.[3] Los últimos 10 años fueron los peores desde que se empezaron a recolectar estadísticas en 1961. La campaña por el “Leave” supo aprovechar el malestar que esto genera, desplazando la responsabilidad a las instituciones Europeas, y culpabilizando a los inmigrantes.

Corbyn propuso otra respuesta a estas ansiedades. El manifiesto de campaña con el que el Partido Laborista encaró las recientes elecciones corrió la discusión.[4] En clara oposición al discurso de austeridad compartido por los Conservadores y, en alguna medida, por parte del propio Laborismo, Corbyn propuso volver a un estado activo y fuerte capaz de crear una sociedad más justa para la mayoría. Reivindicó la necesidad de tomar deuda para desarrollar y re-nacionalizar la infraestructura del país, y la necesidad de subir los impuestos a las corporaciones y al 5% de mayor ingreso para financiar escuelas, hospitales, vivienda, policía, y otros servicios públicos. Además, prometió terminar con los recortes a las transferencias a los elementos más vulnerables de la sociedad. Si bien su plataforma fue criticada como de extrema izquierda, sus propuestas no distan mucho del estado de bienestar que todavía existe en los países del norte de Europa. Los niveles de impuestos que quiso implementar son menores a los que actualmente se pagan, por ejemplo, en Alemania y Francia.

Si bien es verdad que en cierta medida el voto Laborista puede ser entendido como una manera de penalizar a May por la falta de claridad en su estrategia para salir de la UE, en la que hasta el momento no se ha involucrado a otros partidos políticos, queda claro también que evidenció un rechazo a las políticas económicas y sociales austeras de los Conservadores.

¿Y ahora?

El Partido Conservador ganó las elecciones, y continúa bajo el liderazgo de Theresa May. Si bien ha tenido que desprenderse de sus dos principales asesores, Nick Timothy y Fiona Hill, May ha mantenido provisoriamente control del gobierno. A pesar de su precario liderazgo, la primer ministra parece no haber tomado nota del embate sufrido.

En su discurso posterior a su reunión con la Reina, paso formal necesario para formar el nuevo gobierno, May ha declarado que “lo que el país necesita más que nunca es certidumbre y habiendo asegurado el mayor numero de votos y el mayor numero de escaños en las elecciones generales es claro que sólo el Partido Conservador y el Partido Democrático Unionista (DUP) tienen la legitimidad y la habilidad de proveer esa certidumbre al comandar la mayoría en la Cámara de los Comunes”[5]. En su primera reunión con su propio partido sostuvo: “Yo nos metí en este lío, yo nos voy a sacar de él.”[6] O sea, pidió disculpas, pero no mucho más.

El Partido Laborista, por su parte, tuvo resultados por encima de sus propias expectativas, a pesar de los ataques constantes sufridos por Corbyn en la prensa y de la oposición de buena parte de su propio partido. Corbyn realizó una mejor elección de lo pronosticado en Escocia y Gales, pero por sobre todo en las ciudades universitarias y en Londres. Esto ha significado, por una parte, la inesperada afirmación su liderazgo partidario y, por otra, la confirmación de que el centrismo Laborista de las últimas décadas (ya derrotado en las últimas dos elecciones generales anteriores) ha perdido chances de retomar las riendas del partido en un futuro cercano.

Probablemente, el partido más favorecido por las elecciones ha sido el DUP de Irlanda del Norte, que a pesar de su bajo techo electoral se ha encontrado con la inusitada oportunidad de hacer pesar a sus 10 miembros del parlamento en el futuro gobierno de coalición. Por su parte, el Partido Demócrata Liberal presentó como su carta fuerte una propuesta para un segundo referendo sobre Brexit. Su campaña no se tradujo en una cantidad significativa de bancas, quizás porque no ha conseguido transformar su imagen después de formar parte de la coalición gobernante de Cameron en 2010. El SNP escocés ha perdido bancas a mano de Conservadores y Laboristas, probablemente debido al obsesivo foco en la campaña para realizar un nuevo referendo por la independencia en 2019 (que le permitiría permanecer en la UE). UKIP, que ha tenido una participación creciente en las pasadas elecciones, ha perdido la principal causa de su existencia, a partir de la realización del referéndum del Brexit. Esta vuelta ha terminado sin ningún escaño. El Partido Verde y demás partidos minoritarios no son relevantes a nivel nacional pese al ruido que pueden generar.

Con estas elecciones Gran Bretaña retornó a un espacio político bipartidista, aunque no esta claro si dicha configuración será sostenible en el tiempo. Dada la forma de gobierno y el sistema electoral, es de esperarse que emerja una agenda política en la que los servicios públicos, el nivel de impuestos, y las políticas redistributivas vuelvan al centro de la escena. El Laborismo de Corbyn generó movilización y esperanza, sobre todo entre los jóvenes. Parece que una nueva generación está empezando a tomar conciencia de la importancia de su participación democrática, más allá de la “política del consumidor individual” y la apatía clásica de los años neoliberales.

La salida de la UE va a ser sin dudas un proceso costoso y difícil. La OCDE pronostica que para 2020 el PIB del Reino Unido será 3% más bajo de lo que hubiera sido si no fuera por el Brexit.[7]  Un factor de preocupación es la duración de la transición, durante la cual la economía británica sufrirá las incertidumbres propias del reajuste. El proceso total de separación (desde las negociaciones hasta la separación efectiva), durará al menos 5 años, durante los cuales el Reino Unido deberá renegociar no sólo su relación con la Unión Europea y revisar todo tipo de normativas jurídicas, sino que además deberá desarrollar una nueva política comercial, firmar nuevos tratados con sus socios, e incluso con la OMC.

No obstante su importancia, el Brexit ha sido una gran distracción a nivel de agenda electoral nacional. En el debate público, este asunto funcionó como un chivo expiatorio, y logró opacar otras temáticas de gran importancia para los votantes. Dichas problemáticas son de carácter cotidiano y de impacto directo, tales como los recortes presupuestarios a escuelas, hospitales y policía, el creciente problema habitacional, la deuda estudiantil universitaria, la precariedad laboral de los contratos de “cero horas”, y el estancamiento de los salarios reales.

El referéndum del año pasado y las elecciones de este año en el Reino Unido han generado cambios en la geografía política del país. Y sobre todo, han dejado una importante lección: el descontento social producto del  achicamiento del estado puede devenir en cualquier cosa, pero si el Laborismo de Corbyn desarrolla su potencial no será fácilmente domado en favor de los intereses de una minoría.

 

[1] No hay información de la misma encuestadora para 2015, pero la encuesta de Ipsos Mori sobre participación juvenil en las elecciones de 2015 muestra una participación de 43% (https://www.ipsos.com/ipsos-mori/en-uk/how-britain-voted-2015?language_content_entity=en-uk)

[2] https://www.jrf.org.uk/report/brexit-vote-explained-poverty-low-skills-and-lack-opportunities

[3] https://www.ifs.org.uk/publications/8957

[4] http://www.labour.org.uk/index.php/manifesto2017

[5] http://www.walesonline.co.uk/news/politics/watch-theresa-speak-live-downing-13161920

[6] http://www.bbc.co.uk/news/election-2017-40251999

[7] https://www.oecd.org/eco/The-Economic-consequences-of-Brexit-27-april-2016.pdf

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