Por Mauro Benente
Ante el ataque del gobierno de la Libertad Avanza contra todo el sistema universitario, Mauro Benente vuelve sobre un tema crucial: ¿quiénes son los sujetos que llegan hoy a la universidad? Contra los prejuicios ideológicos que niegan la posibilidad de que cualquiera llegue a la universidad, Benente afirma que las universidades, justamente, son poderosos espacios igualadores, de creación de sueños para cualquiera, sin importar su condición social. Es esta igualdad de cualquiera con cualquiera, que produce la universidad pública argentina, lo que el gobierno quiere destruir, destruyendo la universidad.
El 15 de agosto de este 2024 la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción a un proyecto de Ley de financiamiento universitario, que la Cámara de Senadores, el 13 de septiembre, ratificó y pasó al Poder Ejecutivo para su promulgación o veto –total o parcial–. En la Cámara de Diputados, una de las diputadas que votó negativamente fue la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.
Quienes nos dedicamos al derecho, siempre recordaremos que María Eugenia Vidal, en el célebre caso “Q. C., S. Y.”, en una audiencia ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, como ministra de Desarrollo Social de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires le negó el derecho a una vivienda digna y adecuada a una mujer que se encontraba en situación de calle con su hijo discapacitado. Pero tampoco olvidamos que, en una intervención en el Rotary Club de Buenos Aires, a fines de mayo de 2018, mientras se desempeñaba como gobernadora de la provincia de Buenos Aires se interrogaba: “¿Es de equidad que durante años hayamos poblado la Provincia de Buenos Aires de universidades públicas cuando todos los que estamos acá sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad?” Esta pregunta se montaba sobre otra que se hacía en noviembre de 2015 el entonces candidato a presidente, y actual presidente del PRO –partido que votó en contra de la Ley de financiamiento universitario–, Mauricio Macri, en estos términos: “¿Qué es esto de universidades por todos lados? […] Basta de esta locura.”
“Nadie que nace en la pobreza […] llega a la universidad”, puede ser leído como que ninguna persona que nace en un hogar que se encuentra debajo de la línea de pobreza logra acceder a los estudios universitarios. Y en esta palabrita que inicia la frase resuena la voz de Eduardo Galeano, quien en un poema incluido en El libro de los abrazos, pintaba tan bella como dramáticamente a los nadies como “los hijos de nadie, los dueños de nada,” como “los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos”. En definitiva “los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata”.
Un modo de traducir aquellas palabras de la otrora apodada leona, entonces, es plantear que los nadies a los que se refiere Galeano no llegan a la universidad. Sin embargo, el pasaje de la voz al texto nos permite hacer una pequeña intervención y leerla de un modo distinto al que hubiera querido Vidal, donde la palabra “nadie” deja de ser el objeto de un prejuicio de clase para pasar a ser el sujeto de la política: “Nadie, que nace en la pobreza, […] llega a la universidad”.
En el canto IX de Odisea, relato que narra el regreso de Odiseo a Ítaca una vez finalizada la batalla de Troya, Odiseo ingresa a una cueva en la que habitaba el cíclope Polifemo, quien se había devorado a varios de sus acompañantes de travesía en el mar. Sin embargo, Odiseo evitó ser banquete del cíclope. Logró emborracharlo, bajo los efectos del exceso de alcohol Polifemo le preguntó su nombre, y Odiseo contestó: “Nadie (ουτις)”. Cuando el cíclope se durmió, Odiseo le clavó una lanza en el ojo, Polifemo gritó a los demás cíclopes que “Nadie” lo había lastimado, por lo que creyeron que había enloquecido, y finalmente Odiseo logró escapar.
En la lectura que hacen Adorno y Horkheimer de Odisea, “Nadie” es el nombre del astuto, de quien se propone y logra torcer su destino. El destino de Odiseo era morir devorado, pero “Nadie” logró torcer ese dramático destino. “Nadie” es también el nombre de quienes, por haber nacido en la pobreza, tenían por destino no alcanzar los estudios superiores, pero lograron torcerlo, pudieron evitar ser una o uno más de los nadies. Torcer el destino depende de la astucia de las y los Nadies, pero también de ciertas condiciones estructurales. Sin vino, Odiseo no hubiera podido emborrachar a Polifemo. Sin un elenco de programas económicos, políticas focalizadas y universidades por todos lados sin aranceles, y con buen financiamiento para salarios, becas, investigación y vinculación, las y los Nadies tampoco hubieran podido torcer sus destinos. Es por esta razón que para Mauricio Macri era una “locura” establecer universidades por todos lados, porque era una locura tener una política pública que pretenda sacar a las y los ninguneados del lugar del ninguneo. Y es por esta razón, que el gobierno de Javier Milei ningunea a las Universidades públicas.
El pasado 24 de septiembre el Consejo Interuniversitario Nacional aprobó un importante comunicado titulado “Para seguir siendo una nación. Sí al financiamiento universitario”, que fue ratificado por todos los Consejos Superiores de las Universidades públicas. Allí se lee que la amenaza de veto al financiamiento universitario “no se trata de un problema de recursos, sino de prioridades.” Si esto es así, cabe preguntarse cuál es la prioridad de este gobierno. De un gobierno que dice cosas tan desopilantes como contradictorias, ¿es posible encontrar una prioridad? Yo creo que sí: desigualar.
A primera vista, y solo para tomar un ejemplo, el discurso de la libertad y la apelación a una moral tradicional reaccionaria, que pretende volver a los valores familiares propios del siglo XIX a la vez que rechaza los discursos de los feminismos y las diversidades, parecen incompatibles. Sin embargo, una lectura más atenta muestra que se anudan con un hilo desigualador. La libertad a la que apela, o con la que interpela, el discurso gubernamental, es la de los capitales humanos –de ahí el nombre del Ministerio bajo el cual está la Secretaría de educación– que invierten sobre sí mismos en vistas de competir libremente en el mercado. Bajo este paradigma, cualquier intervención igualitaria del Estado, sea para igualar las condiciones en las que invertimos sobre nosotros mismos, sea para igualar los resultados de esas inversiones, se considera una interferencia ilegítima. Lo mismo sucede con las intervenciones de los feminismos y las diversidades, cuya interferencia igualitaria vulnera indebidamente las lógicas jerárquicas de la moral tradicional.
La prioridad de este gobierno es desigualar. La prioridad de este gobierno es desterrar esa locura de la igualdad que, al menos parcialmente, permite alcanzar las universidades públicas debidamente financiadas y debidamente ubicadas por todos lados. La prioridad del gobierno es impedir, no solo que los nadies cumplan el sueño de llegar a la Universidad. Los rugidos del león, y de la leona, pretenden impedir que los nadies se atrevan siquiera a soñar, a transformar sus pesadillas en sueños. Por el contrario, nuestra prioridad es que los, las y les Nadies logren torcer el destino, transformen esas pesadillas en sueños, conviertan esos sueños en realidades, y con ello despierten más sueños. Nuestra prioridad es que “Nadie, que nace en la pobreza, llegue a la universidad”. Por eso marchamos.
Mauro Benente es doctor en derecho (UBA), profesor adjunto de Teoría del Estado (FDER-UBA), profesor titular de Filosofía del Derecho (UNPAZ), profesor extraordinario (visitante) de Derecho Procesal Constitucional y Protección de Derechos Humanos (FCEJS-UNSL), y director del Instituto Interdisciplinario de Estudios Constitucionales (UNPAZ).
Crédito de portada, seguir siendo nación: Juan Nieva y Valeria Berros.