Pandemia y migraciones
Migrantes senegaleses frente a la pandemia. Una comunidad que se organiza 

Por Gisele Kleidermacher (Conicet/IIGG-UBA) y Nélida Murguía (Conicet/UBA)

Durante estas semanas estuvimos comunicándonos con distintos miembros y referentes de la comunidad senegalesa para conocer cómo están atravesando esta particular situación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Lo hicimos a través de conversaciones telefónicas y mediante el trabajo directo con organizaciones en las que participan, o bien, con las que se relacionan. 

La población de origen senegalés en Argentina se estima en 4000 personas, la mayoría de las cuales son hombres jóvenes que suelen insertarse laboralmente en la venta ambulante. Esta actividad los coloca en una situación de vulnerabilidad frente a las fuerzas de seguridad, sobre todo con la gestión de Rodríguez Larreta, que se ha caracterizado por su política contra este medio de subsistencia y por generar numerosos casos de violencia policial. En ello, además, se combina el racismo, cuando advertimos que la mayoría de las víctimas extranjeras de violencia institucional son senegaleses.1 

Cuando el 20 de marzo se decretó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio en Argentina, a aquellas personas que trabajan en la economía informal les resultó imposible seguir generando ingresos. Como muchos, este grupo migrante se vio obligado a utilizar sus ahorros ante la prohibición de salir a la calle -su lugar de trabajo- y al mismo hecho de la falta de transeúntes a quienes vender. De todos modos, ha habido un total acatamiento a la medida de permanecer en sus hogares. 

Su preocupación principal para ese momento era la imposibilidad de enviar remesas a sus familias ampliadas que permanecen en Senegal: “Para mí lo más importante es mi familia. Mi principal problema es que si yo no trabajo, no les puedo mandar plata, y si nosotros no enviamos plata, ellos no tienen nada para comprar”, dice Papa Diaw, un trabajador de Flores.2 Una de las razones más recurrentes de la migración senegalesa es el envío de remesas a su país; con frecuencia se trata de un proyecto familiar donde este ingreso representa gran parte del presupuesto. Algunas familias son poligámicas y otras no, pero en todos los casos suelen convivir varios hermanos con sus respectivas parejas e hijos, así como los padres y otros familiares como tíos o primos.  

Con el transcurrir de las semanas, los ahorros se fueron agotando: “Antes de esta situación, tenía muchas cosas para comer, pero ahora ya casi no me queda nada. Mi mayor problema es Bamba, mi hijo de 2 años; es muy chiquito, no puede saber si hay o no hay, él no sabe nada de eso. Él, cuando necesita, lo reclama”, menciona Penda, una migrante que estudió administración de empresas y que en CABA suele vender jugos.  

Si bien el Estado puso en marcha el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) para asistir a las personas con menores ingresos o que trabajan informalmente, escasos migrantes lo han obtenido y casi ninguno de Senegal. ¿A qué se debe esta situación? 

Para ello debemos retrotraernos a las condiciones de desigualdad previas a la pandemia en las que se encuentra este grupo migrante, especialmente en materia documentaria. En pocas palabras, podemos mencionar que la Argentina no tiene representación diplomática en Senegal ni viceversa desde 2002 y, por tanto, aquellos potenciales migrantes deben dirigirse a la embajada más cercana en Nigeria, un camino lejano y riesgoso que pocos pueden o desean realizar. De este modo, impedidos para obtener el visado que Argentina les exige, viajan a Brasil, o bien, a Ecuador, donde hasta hace unos años no se solicitaban visados. Desde allí se trasladan vía terrestre hasta la Argentina e ingresan de forma irregular. 

Una vez en el país, la propia legislación migratoria les clausura la posibilidad de regularizarse, ya que los criterios que ofrece la Ley N°25.871 como el de “radicación por trabajo”, no incluye la posibilidad de ser trabajadores por cuenta propia, actividad que realizan, y tampoco les es condonada su entrada irregular al territorio. Algunos pudieron acceder a un programa de regularización especial para este colectivo que se puso en marcha entre enero y julio de 2013, para el cual debían inscribirse en el monotributo y pagarlo todos los meses. Sin embargo, tampoco todos los que cuentan con esta documentación y que lógicamente tienen más de dos años de permanencia en el país han podido acceder al IFE, debido a problemas derivados de inconsistencias en los datos, como cambios de dirección, de teléfono o de correo electrónico. 

Afortunadamente, se trata de una comunidad acostumbrada a sobrellevar situaciones difíciles y que se caracteriza por la solidaridad entre sus miembros. Ante este panorama, han activado todo tipo de ayudas, gracias a su capacidad para construir redes y relaciones en las sociedades en las que se insertan, dentro de las posibilidades y limitaciones que el idioma, el acceso a Internet y otras circunstancias determinan.  

Con esto, queremos recalcar el papel activo que ha tenido la comunidad desde el principio de la pandemia; en primer lugar, a través de sus redes internas, la mayoría de ellas articuladas en torno a las cofradías religiosas sufíes que los aglutinan. La más importante es la Federación Argentina de Dahiras Mourides (FADM),3 que cuenta con representantes y células en todo el país, a partir de las cuales, aquellos que estaban en una mejor posición han podido ayudar a aquellos que no contaban con ningún recurso, y también se han organizado para obtener ayuda de diferentes áreas del gobierno, ONG y, sobre todo, organizaciones populares. 

De la misma forma, se ha organizado el Act de los senegaleses en Argentina, una agrupación que aún no cuenta con personería jurídica, pero que está en camino para obtenerla y funciona desde hace tiempo. El Act es la asociación que está trabajando articuladamente para luchar por las causas de los senegaleses y más aún en la crisis por la pandemia. El rol de las tecnologías es fundamental; de esta manera la mayoría de los senegaleses del país se encuentra en el grupo de WhatsApp de Act y desde allí la comunidad coordina los apoyos. Alpha, uno de los referentes, menciona: “Hoy estamos juntos con los jefes de los grupos de dahiras, estamos trabajando juntos para ayudarnos entre los senegaleses. Justamente ahora nos encontramos trabajando para salir de estos problemas que estamos viviendo todos en el mundo”. 

Por otro lado, diversas organizaciones de migrantes o trabajadores de la economía popular han continuado aún con más énfasis el trabajo junto a ellos, y han incluido a la comunidad en los apoyos generados para sus integrantes y poblaciones afines. Esto ha sido posible gracias a las relaciones previas que los senegaleses en Argentina fueron tejiendo con las agrupaciones a partir de su condición migratoria o laboral.  

Es el caso del Bloque de Trabajadorxs Migrantes (BTM), que en agosto de 2018 empezó a coordinarse con senegaleses de Flores para impartir clases de español como una herramienta de defensa ante la represión y la violencia institucional. En este espacio se generó un vínculo desde la identidad migrante y el trabajo se extendió a otras áreas, como el acompañamiento en los procesos ante las detenciones, acoso policial y secuestro de mercadería. A partir de la cuarentena y de la creación del IFE, el BTM puso en marcha un dispositivo para ayudar a los migrantes a tramitarlo, así como para recibir y distribuir donaciones tanto de personas particulares, como de otras organizaciones. Hasta ahora han podido llevar ayuda a más de 100 familias, lo que engloba a casi 500 personas, de las cuales casi 40 % son de origen senegalés.  

Otro tanto ha ocurrido con la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP, antes CTEP), a través del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), con el cual varios senegaleses vienen relacionándose y trabajando desde 2015 en la sede central de Constitución, a partir de un episodio de violencia policial. Dentro de ese espacio realizan asambleas y dahiras, se da acompañamiento en trámites migratorios, de detenciones y secuestro de mercadería, y además, se realizan cursos de español, oficializados por la Universidad de Buenos Aires. Este año, un grupo de senegaleses creó la Asociación de Estudiantes de la ENOCEP4. En conjunto con la UTEP y ante la situación desencadenada por la pandemia, referentes de la comunidad senegalesa se encargan de repartir mercadería cada vez que llegan donaciones. 

Algo similar ocurre con la Asociación de Mujeres Unidas, Migrantes y Refugiadas en Argentina (AMUMRA), con la que senegaleses de Once comenzaron a relacionarse en 2018, en un escenario bastante parecido al de Constitución. Nuevamente: la represión y la violencia institucional de parte del gobierno de la Ciudad llevó a un acercamiento con la organización, el cual derivó en acompañamiento legal, clases de español y de derechos humanos para la comunidad de la zona. De igual forma, ante la crisis actual, los estudiantes se coordinaron con la organización para gestionar y repartir recursos.  

Queremos resaltar en este punto que los senegaleses organizados se articulan para gestionar los apoyos entre la comunidad también desde sus propias organizaciones, especialmente el Act de los senegaleses de Argentina y la FADM. Incluso han decidido abrir una cuenta bancaria para poder centralizar las ayudas y canalizarlas de acuerdo con las necesidades de la comunidad.  

Como mencionamos, se trata de relaciones que fueron tejidas con anterioridad al desarrollo de la pandemia, a través de su inserción en la sociedad argentina y migrante del país, y de sus procesos de organización interna. Por otro lado, estas redes también han llegado hasta dependencias estatales, como es el caso de la Secretaría de Derechos Humanos, donde el afrodescendiente Carlos Álvarez ha articulado ayuda para la comunidad mediante el otorgamiento de bolsones de alimentos. 

Diversas ONG internacionales como ACNUR y OIM también se han hecho presentes, colaborando con la adquisición de alimentos en el Mercado Central, donde consiguen mejores precios para las compras comunitarias que realiza la comunidad senegalesa con las donaciones. 

El panorama de solidaridad y organización que aquí describimos tiene su correlato negativo: no existe una política de Estado concreta para que migrantes como los senegaleses puedan obtener la residencia y subsistir durante la cuarentena. Ellos también son habitantes de este país, contribuyen en él y están cumpliendo con el Decreto de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio. 

La pandemia ha perjudicado a toda la sociedad, pero sin duda lo ha hecho mucho más con aquellos sectores afectados por la desigualdad social; trabajadores excluidos y comunidades migrantes son los que más padecen, aquellos que desde antes de la crisis, se encontraban luchando por conseguir derechos que otros ya tienen, como un documento, o la posibilidad de trabajar para ganar unos ingresos mínimos que permitan su supervivencia y la de los suyos.  

Lo mismo está ocurriendo con otros sectores y también en otras latitudes: la pandemia profundiza las desigualdades, y frente a ello los estados se muestran ausentes o vacilantes. Pese a que las donaciones y recursos resultan siempre insuficientes y se terminan pronto, la organización y la solidaridad de distintos sectores populares crece en el país. Aún así, pronto tendrán que surgir otras alternativas para que los miles de migrantes y trabajadores excluidos, entre ellos los senegaleses, puedan enfrentar el tiempo que se avecina. 

 

 

1 Véase el Informe Estadístico del Ministerio Público de la Defensa de CABA, correspondiente al período Marzo-Diciembre de 2018 https://www.mpdefensa.gob.ar/sites/default/files/informe_vi_2018_ok_1.pdf  y el Informe de Presidencia de la Comisión Especial de Seguimiento y Prevención de la Violencia Institucional, correspondiente al año 2019 https://es.scribd.com/document/441051011/Informe-Presidencia-de-Comision-contra-la-Violencia-Institucional-Legislatura-CABA-2019#from_embed 

2 Los testimonios de Papa Diaw y Penda Gueye fueron extraídos de “La pandemia desde el pie: crónica de la migración senegalesa en Flores”, en Marcha: https://www.marcha.org.ar/la-pandemia-desde-el-pie-cronica-de-la-migracion-senegalesa-en-flores/  

3  Las dahiras son reuniones semanales de los migrantes senegaleses de las cofradías islámicas sufíes.  

4 La Escuela Nacional de Organización Comunitaria y Economía Popular, de la UTEP. 

 

Fotos: Anita Pouchard Serra

 

 

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