Elecciones en la CGT
CGT hay una sola

Por Mario Luis Gambacorta
(UBA, UNPAZ, FLACSO-UMET, UMSA)

Historia, unidad y divisiones en la CGT

El movimiento sindical argentino, más allá de su denominación genérica, evidencia una complejidad de actores, realidades y relaciones institucionales.

En tal sentido, surge la posibilidad de colegir que tal diversidad se relaciona con la multiplicidad de intereses -internos y externos- ante una mera y simplificadoramente rígida manifestación de la organización sindical.

Más allá de lo llamativo que puede resultar para algunos el escenario al que se llegó para el congreso de la CGT del 22 de agosto de este año, esto no es un episodio aislado en la historia de la entidad más representativa de los trabajadores en Argentina.

Las divisiones en el seno del movimiento sindical argentino no son recientes, por el contrario, han acompañado la mayoría de sus etapas históricas. Y esto, paradójicamente, sin que el movimiento sindical dejara de lado su compromiso con el denominado modelo sindical argentino que preconiza la unidad y la concentración del poder sindical para la acción gremial en las respectivas organizaciones.

Por esto, nos permitimos adelantar y postular que las divisiones que se produjeron y se producen las entendemos, mayoritariamente, más como reflejos de intereses contrapuestos a los que se vinculan los enrolados en distintas vertientes (más o menos cambiantes), que como una concepción de división que se pueda leer como una pluralidad para la organización.

La CGT, desde su fundación unificadora en septiembre de 1930, inmediatamente luego del golpe que da formalmente inicio a la nefasta reiteración de gobiernos de facto en Argentina que finalizó en 1983; ha evidenciado divisiones de carácter ideológico, partidarias, organizativas, frente a la acción gremial a desarrollar en relación con las políticas de los diversos gobiernos y hasta por posicionamientos personales-particulares-coyunturales.

Sin embargo, la persistencia, subsistencia y protagonismo del movimiento sindical, aún en las etapas más dramáticas de nuestra historia, siempre ha sido tenida en cuenta por los diversos actores políticos, no solo por su acción sino también por sus silencios u omisiones.

No entraremos en un desarrollo específico de las divisiones sindicales en la CGT, aunque es inevitable recordar la ruptura en 1936; las CGT 1 y 2 de 1942; la mayoría justicialista durante los dos primeros gobiernos de Perón pero la subsistencia de confrontaciones en el seno de la propia CGT; las intervenciones, el dialoguismo y las proscripciones luego del golpe de 1955; las divisiones en el seno de las “62 organizaciones peronistas”; la división de la CGT entre la CGT-Azopardo y la CGT de los Argentinos de 1968, la cual fuera conducida por el recientemente fallecido Raimundo Ongaro; ya durante la última dictadura, la división entre CGT-Azopardo de Jorge Triaca (padre) y CGT-Brasil de Saúl Ubaldini; luego de la crisis de 1989 y durante la década de 1990, el surgimiento de la CTA; la oposición y luego ruptura llevada a cabo por el MTA, la CGT conducida por Rodolfo Daer y la CGT conducida por Hugo Moyano; y más recientemente, las denominadas CGT-“Balcarce” o Alsina y CGT-Azopardo.

Consideramos que más allá de una necesaria descripción y señalamiento de las divisiones otrora producidas, así como de las actuales, también resultaría  productivo intentar interpretar sus causales. De igual modo, los complejos intereses en juego, los cuales suelen exceder lo sindical, evidencian la  incidencia  de políticas gubernamentales y/o de sectores empresariales a las que se enfrenta el universo complejo de  las organizaciones gremiales, y los temperamentos que pueden adoptar.

En esta instancia, queremos señalar que la palabra “intereses” para nosotros no tiene ninguna connotación peyorativa en sí misma, y que su adecuada valoración desde lo gremial, interpretamos debería depender de la medida en que se adapta a lo que la propia Ley 23.551 de asociaciones sindicales en su artículo 3°, la cual califica como intereses de los trabajadores todo cuanto se relaciona con sus condiciones de vida y de trabajo; especificando que la acción sindical debe contribuir a remover los obstáculos que dificulten la realización plena de los millones de hombres y mujeres representados por las organizaciones gremiales.

 

¿Cómo se llegó al congreso de la CGT del 22 de agosto de 2016, en qué contextos y frente a que modelos de país?

Es evidente que el congreso de la CGT se realizó en el marco de una serie de divisiones en el seno del movimiento obrero.

Las divisiones parecerían no ser solo gremiales sino en función de posicionamientos políticos -no solo partidarios- que se vinculan también con la convalidación o no, de forma expresa o tácita, de un modelo de país.

Por ello, nos proponemos detallar los diversos movimientos o corrientes en torno del congreso realizado; sin dejar de reflexionar a la vez sobre un fenómeno que no suele debatirse -al menos no todo lo necesario a nuestro criterio- en el seno de las organizaciones gremiales: ¿qué modelo de país se prioriza por el movimiento sindical, y cuáles son sus propuestas, si las tiene o si las puede sistematizar, para un modelo de Nación?

Formulamos esta pregunta, tal vez en cierta forma retórica desde nuestro enfoque, puesto que muchos de los posicionamientos, no solo evidencian actitudes coyunturales en torno a oficialismos y oposiciones político-partidarias, sino que más profundamente van evidenciando una actitud ante los dos modelos de país que vienen disputando su hegemonía en Argentina, y a los que, aunque brevemente en este trabajo, no podemos dejar de referirnos.

Por lo expuesto, es que debemos detenernos en el señalamiento de un modelo de producción primaria, iniciado orgánicamente por la denominada generación del ’80 en el siglo XIX; y un modelo de industrialización, primero por vía de la sustitución de importaciones y luego en vista a la sustitución de exportaciones. Este último comienza casi hasta por necesidad en la década de 1930, pero luego es impulsado por Perón en los ’40. Y cabe destacar que el nacimiento del movimiento obrero argentino en el marco del denominado modelo sindical argentino no es ajeno a este modelo. Más aún, nos atrevemos a decir que es parte integrante e ineludible para el mismo.

En efecto, el modelo sindical argentino, se entronca con dicho modelo industrialista para entre otras cosas, fortalecer y potenciar la capacidad de consumo como herramienta inescindible del desarrollo industrial desde el mercado interno, y como paso previo a la exportación y la disputa de mercados internacionales.

No son aleatorias entonces la unicidad y la concentración del poder sindical en el conflicto con su antagonista empresarial en el marco de la puja distributiva, también potenciada por el valor agregado del trabajo industrial.

Interpretamos que el congreso de la CGT se realizó, hoy más que nunca, en un momento de confrontación de los dos modelos que cíclica y sistemáticamente se contraponen desde hace más de un siglo en Argentina sin haber podido compatibilizar su coexistencia. Y precisamente, en un momento histórico en que el modelo agroexportador recibe apoyo gubernamental para proyectarse hacia una nueva y mayor hegemonía, mediante el beneplácito y acompañamiento de las políticas estatales.

De ello, por ejemplo da cuenta la constatación de que por primera vez en 17 años las exportaciones primarias superaron a las manufacturas industriales, los despidos en el sector privado prioritariamente se dan en sectores vinculados y actividades industriales, así como las decisiones políticas en cuanto a la asignación o retiro de subsidios a determinados sectores, en donde es pública y notoriamente constatable que el sector rural se vio ampliamente favorecido.

Podemos apreciar entonces que no alcanzaría con señalar o declamar la unidad del movimiento sindical, sino tal vez deberíamos profundizar en el análisis de la construcción de acuerdos, unidades y divisiones; pero preguntándonos: ¿ante qué contexto y para qué modelo de país en relación con los trabajadores?

Una breve reseña de las centrales, corrientes, grupos y coaliciones que convergieron o se distanciaron con relación al congreso de la CGT

En relación a las disputas precedentes y ante el congreso de la CGT que nos ocupa, así como en cuanto al resultado final alcanzado; apreciamos que los diversos sectores convergentes en la conducción definida -el denominado triunvirato- no son estrictamente monolíticos en sus intereses, aunque evidencian un alineamiento unificador que, si bien es a primera vista coyuntural, merece que se atienda en su evolución en las propuestas y la acción. Ello, para constatar si logra articular un actuar uniforme que contenga las parcialidades, si finalmente se dirige a la consolidación de la prevalencia de algún sector sindical o si retoma caminos de división.

Por ello, formulamos esta breve reseña de los diversos grupos o referentes, y sus procedencias:

Entre los integrantes del triunvirato que ya conduce la CGT, podemos señalar a: Juan Carlos Schmidt, del gremio de dragado y balizamiento, a la vez secretario general de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, vinculado a la CGT conducida por Hugo Moyano, secretario general de la CGT que primeramente se halló vinculada y apoyó al gobierno del kirchnerismo, aunque  luego se enfrentó con éste. En los años ’90 participó también junto a Hugo Moyano del MTA y su oposición a las políticas neoliberales. Quien en su discurso de asunción ha realizado un cuestionamiento político ideológico a las políticas que definió de derecha y que afectan a los trabajadores.

Héctor Daer, secretario general de ATSA, que fuera integrante de la CGT conducida por Antonio Caló, diputado nacional por el Frente Renovador. Más allá de la pertenencia a dicho espacio partidario Daer ha marcado diferencias desde su pertenencia sindical frente al tratamiento de proyectos de ley como la emergencia ocupacional.

Carlos Acuña, integrante de la denominada CGT Azul y Blanca, referenciada en Luis Barrionuevo, quien acompañó las políticas flexibilizadoras de la década del ‘90. Esta central no reviste una constitución formal institucional, ni es producto directo de las discrepancias ocurridas entre las CGT Caló y Moyano, sino que se presenta como un espacio diferenciado.

Por otra parte, la Corriente Federal de Trabajadores, constituida por el Núcleo del MTA (gremios que se diferenciaron de Hugo Moyano cuando pasó a la oposición del gobierno anterior), la Asociación Bancaria y la Corriente Federal Sindical (con prevalencia de sindicatos industriales y de diversas regionales de CGT), si bien no se ha retirado de la CGT, decidió evidenciar una diferenciación al reclamar un paro general y no aceptar cargos en la conducción de la CGT.

A partir de un documento de la Corriente Político Sindical Federal, suscripto por más de cuarenta gremios en Córdoba en 2013. Se viene estructurando como un espacio que plantea la necesidad no solo de atender salarios y condiciones de trabajo sino la estructuración de una propuesta y un programa de gobierno con el protagonismo y la participación del movimiento obrero sosteniendo un modelo industrialista con inclusión social. Impulsa la integración y la mayor participación de las representaciones sindicales regionales.

El MASA (Movimiento Acción Sindical Argentino) que originariamente y como una suerte de continuación del MTA, pasó a disputarle espacios de poder a la CGT encabezada por Hugo Moyano al producirse el distanciamiento de éste con el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, no ha participado del congreso.

Vinculados originariamente con la CGT conducida por Antonio Caló, hoy se encuentran distanciados y se referencian en Omar Viviani de taxistas. Habían propuesto a Sergio Sassia de la Unión Ferroviaria como secretario general de la CGT.

Gerónimo Venegas de UATRE, vinculado hasta hace poco tiempo a la CGT conducida por Moyano, impugnó el congreso de la CGT y no participó. Es probablemente el dirigente sindical más cercano al actual gobierno. Representa a los trabajadores rurales, el sector laboral directamente vinculado con la primarización de la economía y donde existen los mayores porcentajes de trabajo no registrado en Argentina junto al personal de casas particulares. Es públicamente conocida su buena relación con las patronales del agro.

Algunas conclusiones

De lo explicitado, así como de otros factores que exceden su tratamiento en este artículo, surge la complejidad de la tarea que se le plantea a la nueva conducción de la máxima entidad gremial de la Argentina y una de las más importantes de la región.

La integración de una conducción colegiada para la CGT ha logrado una convergencia a partir de una articulación que puede presentarse como de difícil armonización en las acciones futuras. Esto, tanto por las políticas y concepciones ideológicas del actual gobierno como por la diversidad de intereses de los sectores gremiales ahora formalmente unificados, y los que no participan formal o explícitamente.

Debe comprenderse entonces que no todos los sindicatos tienen las mismas posturas, posicionamientos, ni las mismas vinculaciones con los sectores político- partidarios y/o empresariales (sectores estos, vale recordarlo, que se vinculan e inciden inexorablemente en el desarrollo de las políticas de relaciones laborales).

Dentro del movimiento sindical se vienen evidenciando desde hace décadas líneas divisorias con relación al tipo de modelo de desarrollo, acumulación y distribución que se lleva a delante para el país, y en cuanto a cómo se acompaña o enfrenta ese postulado.

La consideración de como ejecutar planes de lucha, y más concretamente, las medidas a adoptar en general y de acción directa -más allá de la oportunidad de una huelga general- merecerán seguramente debates y denotaran discrepancias, y eventualmente, nuevos posicionamientos.

Por su parte, la propia vigencia del modelo sindical argentino merecería, a nuestro juicio, una particular atención de la nueva conducción y del movimiento obrero en general. Esto último, por su verificable incidencia instrumental en la distribución de la riqueza con equidad para los trabajadores que se desempeñan en los diversos niveles.

En síntesis, la CGT, sus dirigentes, las diversas vertientes que convergen hoy o no en ella y las organizaciones que la integran, tienen por delante una compleja acción sindical; que hoy más que nunca no puede desvincularse de la política en sentido macro, es decir de la necesidad de aportes y señalamientos desde el movimiento obrero para la definición de un modelo de Nación con políticas de Estado que provean “…al progreso económico con justicia social…”, tal cual manda la Constitución Nacional en el inciso 19 de su artículo 75.

Se trata, nada más y nada menos, de frenar los embates de la precarización laboral y económica que produce en general el neoliberalismo, y que en particular, para los países en desarrollo como Argentina, le intenta adicionar el relegamiento que implica la primarización de la economía en el marco de una división internacional del trabajo.

Ante estos escenarios y considerando los desafíos que se están presentando, ni la dirigencia sindical ni la sociedad argentina en su conjunto pueden subestimar la importancia de que una de las pocas fuerzas con las que se contaría en la actualidad para contrarrestar la hegemonía exclusiva de las fuerzas del mercado, es precisamente el movimiento obrero organizado.

 

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